REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz
Con la imagen del grano de trigo que cae en tierra, si permanece cerrado en sí mismo, no sucede nada, pero si se rompe y se abre, entonces da vida a una planta que producirá fruto, Francisco reflexionó en la 18 Catequesis, sobre la esperanzas del mundo y la esperanza de la cruz. Y dijo que Jesús “es ese grano caído en tierra desde cielo que ha transformado el miedo, el pecado y la muerte, en alegría, perdón y resurrección”.
El Obispo de Roma contrapuso también las esperanzas del mundo con la esperanza de la cruz, afirmando que “el pasado domingo hemos hecho memoria de la entrada de Jesús en Jerusalén. Muchas de las personas que acudieron con palmas a recibirlo lo hicieron con expectativas mundanas: buscaban milagros, prodigios, la expulsión de los invasores. Todo ello se derrumbó ante el misterio de la cruz. Nosotros por el contrario –dijo- creemos que del Crucificado renace nuestra esperanza por la fuerza de su amor”.
“En esta Pascua, estamos llamados a seguir el ejemplo de Nuestro Señor. El amor más grande es el de aquel que se entrega sin reservas y da todo lo que tiene. El que se pone al servicio de los demás es simiente de esperanza”.
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