VATICANO, 21 Dic. 18 (ACI Prensa).-
“No tengan miedo a la santidad. Les aseguro, es el camino de la alegría”, exclamó el Papa Francisco a los empleados vaticanos con motivo del saludo de Navidad, en el que reiteró su llamado a no ser “santos de estampita”, sino “santos normales” que piden perdón por sus pecados y van hacia adelante, “listos a dejarse contagiar por la presencia de Jesús”.
El Pontífice hizo este llamado durante el discurso a los empleados del Vaticano, reunidos este 21 de diciembre en el Aula Pablo VI.
El Santo Padre acudió a este tradicional encuentro previo a la Navidad en el que saludó a numerosas personas y confió que le gusta saludar a las familias. “El premio es para la bisabuela, 93 años, con la hija que es abuela, con los padres y con los dos niños. Es bella la familia así. La familia. Ustedes trabajan para la familia, para los hijos. Es una gracia. ¡Cuiden a las familias!”, exclamó.
Tras desearles feliz Navidad a todos, el Papa explicó que “la Navidad es por excelencia una fiesta alegre, pero frecuentemente nos damos cuenta que la gente, quizá también nosotros mismos, atendemos tantas cosas y, al final, no hay alegría, o hay es muy superficial”.
Al explicar el motivo, el Pontífice citó al escritor francés Léon Bloy: “No hay más que una tristeza… aquella de no ser santos”. Por lo que recordó que “la alegría, está vinculada al ser santos. También la alegría de la Navidad. Pero el de ser buenos, al menos tener las ganas de ser buenos”, dijo.
De este modo, el Papa invitó a mirar el pesebre y ver quién es feliz. “¿Quién es feliz en el pesebre? La Virgen y San José están llenos de alegría: miran al Niño Jesús y son felices porque, después de mil preocupaciones, han recibido este regalo de Dios, con tanta fe y amor. Son ‘desbordantes’ de santidad y entonces de alegría”, remarcó.
“Ustedes me dirán: ¡por supuesto! Son la Virgen y San José. Sí, pero no pensemos que para ellos haya sido fácil: santos no se nace, se convierte, y esto vale también para ellos. Además, llenos de alegría son los pastores. También los pastores son santos, cierto, porque han respondido al anuncio de los ángeles, han ido inmediatamente a la gruta y han reconocido el signo del Bebé en el pesebre. No era obvio”, aseguró.
Asimismo, el Papa destacó que en algunos pesebres hay a menudo un pastor, joven, “que mira hacia la gruta con aire soñador, encantado: aquel pastor expresa la alegría sorprendida de quien acoge el misterio de Jesús con ánimo de niño”, y subrayó que “este es un rasgo de la santidad: conservar la capacidad de sorprenderse, de maravillarse delante a los dones de Dios, a sus ‘sorpresas’, y el don más grande, la sorpresa nueva es Jesús. La gran sorpresa de Dios”.
Además, mencionó que en algunos pesebres hay personajes con diversos oficios. “Y todos son felices ¿Por qué? porque están como ‘contagiados’ de la alegría del evento al cual participan, es decir al nacimiento de Jesús. Así también su trabajo es santificado por la presencia de Jesús, por su venida en medio a nosotros”, mencionó.
En esta línea, el Santo Padre recordó también el trabajo. “Naturalmente trabajar tiene siempre una parte de cansancio, es normal. Pero si cada uno reflexiona un poco en la santidad de Jesús, basta poco, un pequeño rayo, una sonrisa, una atención, una cortesía, un pedir perdón, entonces, todo el ambiente de trabajo es más ‘respirable’ ¿no es verdad?”, preguntó.
En ese sentido, abordó el ambiente de trabajo en el Vaticano y pidió “por favor, no hablen mal de los otros… recen por ellos, no hablen mal, porque eso destruye, destruye la amistad, la espontaneidad”. Francisco agregó que “una buena medicina para no hablar mal, es morderse la lengua. Cuando te vengan las ganas, muérdete la lengua, así no hablarás mal”.
Santidad en el Vaticano
De este modo, el Papa reconoció que también en los ambientes de trabajo existe “la santidad de la puerta de al lado” y aseguró que “también aquí en el Vaticano, cierto, yo puedo testimoniarlo, yo conozco a algunos de ustedes que son un ejemplo de vida, trabajan para la familia, y siempre con una sonrisa, con laboriosidad, sana, bella. ¡Es posible la santidad, es posible!”, insistió.
El Santo Padre recordó que es su sexta Navidad en el Vaticano y que ha conocido “diversos santos y santas que trabajan aquí”. “Santos y santas que viven la vida cristiana bien. Y si hacen algo feo, piden perdón, pero van hacia adelante. Se puede vivir así, es una gracia, es muy bello. Normalmente son personas que no aparecen, simples, modestas, pero que hacen tanto bien en el trabajo y en las relaciones con los otros. Y son personas alegres; no porque ríen siempre, no, sino porque tienen dentro una gran serenidad y saben transmitirla a los otros. ¿Y de dónde viene esta serenidad? Siempre de Él, de Jesús, el Emmanuel, Dios-con-nosotros. Es Él la fuente de nuestra alegría, sea personal, sea en familia, sea en el trabajo”, explicó.
Al finalizar, el Papa les deseó “ser santos para ser felices”. “Pero no santos de estampita. Santos normales. Santos y santas de carne y hueso, con nuestro carácter, con nuestros defectos, también con nuestros pecados, pedimos perdón y vamos hacia adelante, listos a dejarse contagiar por la presencia de Jesús en medio a nosotros, listos para acudir a Él como los pastores, que vieron este evento, este Signo increíble que Dios nos ha dado. ¿Iremos a verlo? ¿O estaremos atendiendo otras cosas?”, concluyó.
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