enero 2016

10:25:00 p.m.

VATICANO, 31 Ene. 16 (ACI).-
El pasado 15 de enero el Papa Francisco visitó sorpresivamente un hogar de ancianos y una casa para enfermos en estado vegetativo como gestos de misericordia en este Año Santo.

Este viernes, el Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, Mons. Rino Fisichella, explicó qué buscan estos signos.

''Estos signos comportan un valor simbólico de frente a tantas necesidades que presenta la sociedad de hoy; buscan que todos puedan darse cuenta de las múltiples situaciones de dificultad existentes en nuestras ciudades, ante las que se puede ofrecer una pequeña respuesta de atención y de ayuda'', indicó la autoridad vaticana.

Como se recuerda, en diciembre del pasado, el Papa había anunciado que “un viernes de cada mes haré un gesto distinto” para testimoniar la misericordia de Dios. Hoy cumplió esa promesa al visitar de manera sorpresiva un hogar de ancianos en la periferia de Roma y una casa de reposo.

Otro de los gestos que Mons. Fisichella destacó fue la apertura de la Puerta de la caridad en el Comedor “Don Luigi di Liegro” el 18 de diciembre, donde celebró la Eucaristía en el refectorio.


10:10:00 a.m.

(RV).- Francisco pide un mundo de paz para acabar con los conflictos, las injusticias y las crisis humanitarias que le aquejan, en un videomensaje enviado en la clausura del 51º Congreso Eucarístico Internacional celebrado en Cebú. “Si pensamos en todos los conflictos, injusticias, crisis humanitarias urgentes que marcan nuestro tiempo, nos damos cuenta de lo importante que es para cada cristiano ser un verdadero discípulo misionero, llevando la buena nueva del amor redentor de Cristo a un mundo tan necesitado de reconciliación, justicia y paz”, asegura el Santo Padre desde Roma a los participantes en este congreso iniciado en la ciudad filipina el pasado el 24 de enero.

El Papa animó a los católicos de todo el mundo a seguir el ejemplo de Jesús, quien compartía “su comida con sus discípulos pero no solo, sino que también y sobre todo lo hacía con los pecadores y los marginados”. “Debemos inspirarnos y seguir su ejemplo, yendo al encuentro con los otros, con un espíritu de respeto y apertura, para compartir con ellos el don recibido”, resaltó.

En su videomensaje el Obispo de Roma recordó su viaje a Filipinas hace un año y subrayó que allí pudo constatar “la profunda fe y la capacidad que tenía la población para recomponerse” de los desastres que causó el tifón Haiyan que afectó a millones de personas. “Pienso en las consecuencias del tifón. Ha causado una inmensa devastación en Filipinas, pero también ha suscitado una gran muestra de solidaridad, generosidad y bondad. Las personas han seguido adelante para reconstruir no solo sus casas sino también sus vidas”, concluyó Francisco, quien anunció que el próximo Congreso Eucarístico Internacional se desarrollará en Budapest, Hungría, en 2020.

(RC-RV)

(from Vatican Radio)


9:11:00 a.m.

(RV).- Francisco pide un mundo de paz para acabar con los conflictos, las injusticias y las crisis humanitarias que le aquejan, en un videomensaje enviado en la clausura del 51º Congreso Eucarístico Internacional celebrado en Cebú. "Si pensamos en todos los conflictos, injusticias, crisis humanitarias urgentes que marcan nuestro tiempo, nos damos cuenta de lo importante que es para cada cristiano ser un verdadero discípulo misionero, llevando la buena nueva del amor redentor de Cristo a un mundo tan necesitado de reconciliación, justicia y paz", asegura el Santo Padre desde Roma a los participantes en este congreso iniciado en la ciudad filipina el pasado el 24 de enero.

El Papa animó a los católicos de todo el mundo a seguir el ejemplo de Jesús, quien compartía "su comida con sus discípulos pero no solo, sino que también y sobre todo lo hacía con los pecadores y los marginados". "Debemos inspirarnos y seguir su ejemplo, yendo al encuentro con los otros, con un espíritu de respeto y apertura, para compartir con ellos el don recibido", resaltó.

En su videomensaje el Obispo de Roma recordó su viaje a Filipinas hace un año y subrayó que allí pudo constatar "la profunda fe y la capacidad que tenía la población para recomponerse" de los desastres que causó el tifón Haiyan que afectó a millones de personas. "Pienso en las consecuencias del tifón. Ha causado una inmensa devastación en Filipinas, pero también ha suscitado una gran muestra de solidaridad, generosidad y bondad. Las personas han seguido adelante para reconstruir no solo sus casas sino también sus vidas", concluyó Francisco, quien anunció que el próximo Congreso Eucarístico Internacional se desarrollará en Budapest, Hungría, en 2020.

(RC-RV)


7:55:00 a.m.

VATICANO, 31 Ene. 16 (ACI).-
El Papa Francisco ha recordado en un video-mensaje que la Eucaristía “es una escuela de servicio humilde” que “nos enseña a estar preparados para ser para los demás”, lo que también está “en el centro del discipulado misionero”.

El mensaje ha fue enviado por la clausura del Congreso Eucarístico Internacional que se ha celebrado en Cebú (Filipinas) del 24 al 31 de enero.

La Santa Misa también “cambia los corazones” y “nos permite ser premurosos, proteger a quien es pobre y vulnerable y ser sensibles al grito de nuestros hermanos y nuestras hermanas en necesidad”, dijo.

En el vídeo, el Papa recuerda la visita que efectuó al país hace ahora justo un año. “Pude constatar en persona la fe profunda y la capacidad de recuperación de la población (a causa de los tifones). Bajo la protección del Santo Niño, el pueblo filipino ha recibido el Evangelio de Jesucristo hace runos 500 años. Desde entonces, ha dado siempre al mundo un ejemplo de fidelidad y de profunda devoción al Señor y a su Iglesia”.

“Ha sido un pueblo de misioneros, difundiendo la luz del Evangelio en Asia y en los confines de la tierra”, asegura.

Francisco recuerda que Jesucristo “está siempre vivo y presente en su Iglesia, sobre todo en la eucaristía, el sacramento de su cuerpo y de su sangre”.

“La presencia de Cristo en medio de nosotros no es solo un consuelo, sino también una promesa y una invitación”, añade después.

“Es una promesa que un día la alegría y la paz eternas nos pertenecerán en la plenitud de su reino”, pero también es una invitación “a salir, como misioneros, para llevar el mensaje de ternura del Padre, de su perdón y de su misericordia a todo hombre, mujer y niño”.

Francisco asegura que en el mundo hay mucha necesidad de este mensaje y “si pensamos en todos los conflictos, las injusticias, las crisis humanitarias urgente que marcan nuestro tiempo nos damos cuenta de lo importante que es para todo cristiano ser un verdadero discípulo misionero, llevando la buena noticia del amor redentor de Cristo a un mundo tan necesitado de reconciliación, justicia y paz”.

Recordando que el Jubileo de la Misericordia, el Papa afirma que “estamos llamados a llevar el bálsamo de la misericordia de Dios a toda la familia humana, vendar las heridas, llevar la esperanza donde la desesperación tan habitual parece haber vencido”.

El Papa habló después de dos “gestos” de Jesús en la Última Cena: el convivir con los discípulos y el Lavatorio de Pies.

“Jesús podía escuchar a los otros, escuchar sus historias, apreciar las esperanzas y las aspiraciones y hablarles del amor del Padre”.

El Santo Padre invitó a que en cada Eucaristía se siga el ejemplo de Jesús “yendo al encuentro de los otros, con espíritu de respeto y apertura, para compartir con ellos el don que nosotros mismos hemos recibido”.

Para el Papa la Iglesia en Asia es clave dado que trabaja en el “respetuoso diálogo” con otras religiones. “Este testimonio profético se da muy a menudo a través del diálogo de vida”, añadió.

“El testimonio de la vida transformada por el amor de Dios es para nosotros la mejor forma de proclamar la promesa del reino de la reconciliación, justicia y unidad para la familia humana”.

Sobre el Lavatorio de pies, el Pontífice explica que Jesús lo hizo “como signo de servicio humilde, del amor incondicional con el que ha dado su vida en la cruz por la salvación del mundo”.

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7:55:00 a.m.

VATICANO, 31 Ene. 16 (ACI).-
Este domingo se celebra en todo el mundo la Jornada Mundial de los enfermos de lepra. Por eso, el Papa Francisco dedicó unas palabras de consuelo a todos los que padecen esta enfermedad.

Luego del rezo del ángelus desde la Plaza de San Pedro, el Santo Padre explicó que “esta enfermedad, a pesar de estar en regresión, afecta todavía desafortunadamente a las personas más pobres y marginadas”.

“Es importante mantener viva la solidaridad con estos hermanos y hermanas, quienes han quedado inválidos después de esta enfermedad. A ellos les aseguramos nuestra oración, y aseguramos nuestro apoyo a quienes les asisten. Buenos laicos, buenas hermanas, buenos curas”.

Los últimos datos disponibles brindados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre esta enfermedad son de 2014. Según estos, ese año se registraron 213.899 casos de lepra. Sin embargo, se aclaró que los afectados pueden ser muchos más, ya que muchos países que no revelan sus cifras.

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7:10:00 a.m.

VATICANO, 31 Ene. 16 (ACI).-
El Papa Francisco aseguró hoy al presidir el rezo del ángelus que todo creyente está expuesto a una tentación: “considerar la religión como una inversión humana y, en consecuencia, ponerse a ‘negociar’ con Dios buscando el propio interés”.

El Pontífice explicó que, en cambio “en la verdadera religión se trata de acoger la revelación de un Dios que es Padre y que se preocupa de cada una de sus criaturas, también de aquellas más pequeñas e insignificantes a los ojos de los hombres”.

Y este en esto consiste el ministerio de Jesús: “en anunciar que ninguna condición humana pueda constituir motivo de exclusión -¡ninguna condición humana puede ser motivo de exclusión!- del corazón del Padre, y que el único privilegio a los ojos de Dios es aquel de no tener privilegios”.

“El único privilegio a los ojos de Dios es aquel de no tener privilegios, de no tener padrinos, de abandonarse en sus manos”, añadió.

Francisco comentó el Evangelio de la liturgia del día en el que Jesús en la Sinagoga de Nazaret primero se sorprenden de sus palabras y luego murmuran de él. “Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra”, les responde Jesús.

“A este punto los presentes se sienten ofendidos, se levantan indignados, echan a Jesús fuera del pueblo y quisieran arrojarlo por el precipicio”, explicó el Santo Padre.

Según Francisco, este pasaje recuerda que Dios ha venido al mundo para salvar a los hombres, “Dios viene al encuentro de los hombres y las mujeres de todos los tiempos y lugares en las situaciones concretas en las cuales estos estén”. 

“También viene  a nuestro encuentro. Es siempre Él quien da el primer paso: viene a visitarnos con su misericordia, a levantarnos del polvo de nuestros pecados; viene a extendernos la mano para hacernos alzar del abismo en el que nos ha hecho caer nuestro orgullo, y nos invita a acoger la consolante verdad del Evangelio y a caminar por los caminos del bien. Siempre viene Él a encontrarnos, a buscarnos”.

El Papa dedicó sus últimas palabras de la breve catequesis a la Virgen María puesto que “ciertamente aquel día, en la sinagoga de Nazaret, también estaba María allí, la Madre”.

“Podemos imaginar los latidos de su corazón, una pequeña anticipación de aquello que sufrirá debajo de la Cruz, viendo a Jesús, allí en la sinagoga, primero admirado, luego desafiado, después insultado, después amenazado de muerte”.

“En su corazón, lleno de fe, ella guardaba cada cosa. Que ella nos ayude a convertirnos de un dios de los milagros al milagro de Dios, que es Jesucristo”, concluyó.

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6:55:00 a.m.

(RV).- Como cada domingo el Papa Francisco rezó la oración del Ángelus ante miles de fieles a quienes dio diversos mensajes en un ambiente de júblio amenizado por las canciones y pancartas del gran grupo de la Acción Católica de la Diócesis de Roma“Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír”. Citando el Evangelio del Lucas, el Obispo de Roma precisó que el “hoy”, proclamado por Cristo aquel día en la sinagoga de Nazaret, vale para cada tiempo. “Resuena también para nosotros en esta plaza, recordándonos la actualidad y la necesidad de la salvación traída por Jesús a la humanidad. Dios viene al encuentro de los hombres y las mujeres de todos los tiempos y lugares en las situaciones concretas en cuales estos estén.  También viene  a nuestro encuentro”, observó el Papa. “Es siempre Él quien da el primer paso: viene a visitarnos con su misericordia, a levantarnos del polvo de nuestros pecados; viene a extendernos la mano para hacernos alzar del abismo en el que nos ha hecho caer nuestro orgullo, y nos invita a acoger la consolante verdad del Evangelio y a caminar por los caminos del bien”.

El Santo Padre subrayó que el relato del evangelista Lucas saca a la luz una tentación a la cual el hombre religioso está siempre expuesto, y de la cual es necesario tomar decididamente las distancias: “la tentación de considerar la religión como una investidura humana y, en consecuencia, ponerse a ‘negociar’ con Dios buscando el propio interés”. Se trata, enfatizó Francisco, de acoger la revelación de un Dios que es Padre y  que se preocupa de cada una de sus criaturas, también de aquella más pequeña e insignificante a los  ojos de los hombres”. “Precisamente en esto consiste el ministero profético de Jesús: en el anunciar que ninguna condición humana puede constituir motivo de exclusión del corazón del Padre, y que el único privilegio a los ojos de Dios es aquel de no tener privilegios, de abandonarse en sus manos”.

Palabras del Papa antes del rezo del Ángelus

¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

El relato evangélico de hoy nos conduce nuevamente, como el pasado domingo, a la sinagoga de Nazaret, el pueblo de Galilea donde Jesús creció en familia y es conocido por todos. Él, que hacía poco tiempo se había marchado para iniciar su vida pública, regresa ahora por primera vez y se presenta a la comunidad, reunida el sábado en la sinagoga. Lee el pasaje del profeta Isaías que habla del futuro Mesías y al final declara: «Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír» (Lc 4,21). Los conciudadanos de Jesús, primero sorprendidos y admirados, comienzan luego a poner cara larga y a murmurar entre ellos y a decir: ¿Por qué éste, que pretende ser el Consagrado del Señor, no repite aquí, en su pueblo, los prodigios que se dice haya cumplido en Cafarnaúm y en los pueblos cercanos? Entonces Jesús afirma: «Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra» (v. 24), y cita a los grandes profetas del pasado Elías y Eliseo, que obraron milagros en favor de los paganos para denunciar la incredulidad de su pueblo. A este punto los presentes se sienten ofendidos, se levantan indignados, echan a Jesús fuera del pueblo y quisieran arrojarlo por el precipicio. Pero Él, con la fuerza de su paz, «pasando en medio de ellos, se pone en camino» (v. 30). Su hora aún no ha llegado.

Este relato del evangelista Lucas no es simplemente la historia de una pelea entre paisanos, como a veces pasa en nuestros barrios, suscitada por envidias y celos, sino que saca a la luz una tentación a la cual el hombre religioso está siempre expuesto, -todos nosotros estamos expuestos- y de la cual es necesario tomar decididamente las distancias. ¿Y cual es esta tentación? Es la tentación de considerar la religión como una inversión humana y, en consecuencia, ponerse a “negociar” con Dios buscando el propio interés. En cambio en la verdadera religión se trata de acoger la revelación de un Dios que es Padre y  que se preocupa de cada una de sus criaturas, también de aquellas más pequeñas e insignificantes a los  ojos de los hombres. Precisamente en esto consiste el ministero profético de Jesús: en anunciar que ninguna condición humana pueda constituir motivo de exclusión -¡ninguna condición humana puede ser motivo de exclusión!- del corazón del Padre, y que el único privilegio a los ojos de Dios es aquel de no tener privilegios. El único privilegio a los ojos de Dios es aquel de no tener privilegios, de no tener padrinos, de abandonarse en sus manos.

«Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír» (Lc 4, 21). El“hoy”, proclamado por Cristo aquel día, vale para cada tiempo; resuena también para nosotros en esta plaza, recordándonos la actualidad y la necesidad de la salvación traída por Jesús a la humanidad. Dios viene al encuentro de los hombres y las mujeres de todos los tiempos y lugares en las situaciones concretas en las cuales estos estén.  También viene  a nuestro encuentro. Es siempre Él quien da el primer paso: viene a visitarnos con su misericordia, a levantarnos del polvo de nuestros pecados; viene a extendernos la mano para hacernos alzar del abismo en el que nos ha hecho caer nuestro orgullo, y nos invita a acoger la consolante verdad del Evangelio y a caminar por los caminos del bien. Siempre viene Él a encontrarnos, a buscarnos. Volvamos a la sinagoga…

Ciertamente aquel día, en la sinagoga de Nazaret, también estaba María allí, la Madre. Podemos imaginar los latidos de su corazón, una pequeña anticipación de aquello que sufrirá debajo de la Cruz, viendo a Jesús, allí en la sinagoga, primero admirado, luego desafiado, después insultado, después amenazado de muerte. En su corazón, lleno de fe, ella guardaba cada cosa. Que ella nos ayude a convertirnos de un dios de los milagros al milagro de Dios, que es Jesucristo.

(Traducción del italiano: Raúl Cabrera, Radio Vaticano)

 

Después de la oración del Ángelus el Papa saludó a diferentes grupos de peregrinos:

Queridos hermanos y hermanas,

Se celebra hoy la Jornada mundial de los enfermos de lepra. Esta enfermedad, a pesar de estar en regresión, afecta todavía desafortunadamente a las personas más pobres y marginadas. Es importante mantener viva la solidaridad con estos hermanos y hermanas, quienes han quedado inválidos después de esta enfermedad. A ellos les aseguramos nuestra oración, y aseguramos nuestro apoyo a quienes les asisten. Buenos laicos, buenas hermanas, buenos curas.

Saludo con afecto a todos ustedes, queridos peregrinos llegados desde diversas parroquias de Italia y de otros países, como también las asociaciones y los grupos. En particular, saludo a los estudiantes de Cuenca y a aquellos de Torreagüera (España). Saludo a los fieles de  Taranto, Montesilvano, Macerata, Ercolano y Fasano.

¡Ahora saludo a los chicos y chicas de la Acción Católica de la Diócesis de Roma! Ahora entiendo porque había tanta bulla en la plaza. Queridos chicos, también este año acompañados, del Cardenal Vicario y de vuestros Asistentes, han venido muchos en el final de su “Caravana de la Paz”.

Este año su testimonio de paz, animado de la fe en Jesús será todavía más alegre y consciente, porque está enriquecido por el gesto, que acaban de hacer al pasar por la Puerta Santa.

¡Les animo a ser instrumentos de paz y de misericordia entre sus compañeros! Escuchemos ahora el mensaje de sus amigos, que están aquí junto a mí, que nos van a leer.

(Lectura del Mensaje)

Y ahora los chicos en la plaza lanzarán los globos, símbolo de paz. A todos les deseo un buen domingo y un buen almuerzo. Y por favor no se olviden de rezar por mí.

¡Hasta la vista!

(MZ-RV)

 

(from Vatican Radio)


6:11:00 a.m.

(RV).- Como cada domingo el Papa Francisco rezó la oración del Ángelus ante miles de fieles a quienes dio diversos mensajes en un ambiente de júblio amenizado por las canciones y pancartas del gran grupo de la Acción Católica de la Diócesis de Roma“Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír”. Citando el Evangelio del Lucas, el Obispo de Roma precisó que el “hoy”, proclamado por Cristo aquel día en la sinagoga de Nazaret, vale para cada tiempo. “Resuena también para nosotros en esta plaza, recordándonos la actualidad y la necesidad de la salvación traída por Jesús a la humanidad. Dios viene al encuentro de los hombres y las mujeres de todos los tiempos y lugares en las situaciones concretas en cuales estos estén.  También viene  a nuestro encuentro”, observó el Papa. “Es siempre Él quien da el primer paso: viene a visitarnos con su misericordia, a levantarnos del polvo de nuestros pecados; viene a extendernos la mano para hacernos alzar del abismo en el que nos ha hecho caer nuestro orgullo, y nos invita a acoger la consolante verdad del Evangelio y a caminar por los caminos del bien”.

El Santo Padre subrayó que el relato del evangelista Lucas saca a la luz una tentación a la cual el hombre religioso está siempre expuesto, y de la cual es necesario tomar decididamente las distancias: “la tentación de considerar la religión como una investidura humana y, en consecuencia, ponerse a ‘negociar’ con Dios buscando el propio interés”. Se trata, enfatizó Francisco, de acoger la revelación de un Dios que es Padre y  que se preocupa de cada una de sus criaturas, también de aquella más pequeña e insignificante a los  ojos de los hombres”. “Precisamente en esto consiste el ministero profético de Jesús: en el anunciar que ninguna condición humana puede constituir motivo de exclusión del corazón del Padre, y que el único privilegio a los ojos de Dios es aquel de no tener privilegios, de abandonarse en sus manos”.

Palabras del Papa antes del rezo del Ángelus

¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

El relato evangélico de hoy nos conduce nuevamente, como el pasado domingo, a la sinagoga de Nazaret, el pueblo de Galilea donde Jesús creció en familia y es conocido por todos. Él, que hacía poco tiempo se había marchado para iniciar su vida pública, regresa ahora por primera vez y se presenta a la comunidad, reunida el sábado en la sinagoga. Lee el pasaje del profeta Isaías que habla del futuro Mesías y al final declara: «Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír» (Lc 4,21). Los conciudadanos de Jesús, primero sorprendidos y admirados, comienzan luego a poner cara larga y a murmurar entre ellos y a decir: ¿Por qué éste, que pretende ser el Consagrado del Señor, no repite aquí, en su pueblo, los prodigios que se dice haya cumplido en Cafarnaúm y en los pueblos cercanos? Entonces Jesús afirma: «Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra» (v. 24), y cita a los grandes profetas del pasado Elías y Eliseo, que obraron milagros en favor de los paganos para denunciar la incredulidad de su pueblo. A este punto los presentes se sienten ofendidos, se levantan indignados, echan a Jesús fuera del pueblo y quisieran arrojarlo por el precipicio. Pero Él, con la fuerza de su paz, «pasando en medio de ellos, se pone en camino» (v. 30). Su hora aún no ha llegado.

Este relato del evangelista Lucas no es simplemente la historia de una pelea entre paisanos, como a veces pasa en nuestros barrios, suscitada por envidias y celos, sino que saca a la luz una tentación a la cual el hombre religioso está siempre expuesto, -todos nosotros estamos expuestos- y de la cual es necesario tomar decididamente las distancias. ¿Y cual es esta tentación? Es la tentación de considerar la religión como una inversión humana y, en consecuencia, ponerse a “negociar” con Dios buscando el propio interés. En cambio en la verdadera religión se trata de acoger la revelación de un Dios que es Padre y  que se preocupa de cada una de sus criaturas, también de aquellas más pequeñas e insignificantes a los  ojos de los hombres. Precisamente en esto consiste el ministero profético de Jesús: en anunciar que ninguna condición humana pueda constituir motivo de exclusión -¡ninguna condición humana puede ser motivo de exclusión!- del corazón del Padre, y que el único privilegio a los ojos de Dios es aquel de no tener privilegios. El único privilegio a los ojos de Dios es aquel de no tener privilegios, de no tener padrinos, de abandonarse en sus manos.

«Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír» (Lc 4, 21). El“hoy”, proclamado por Cristo aquel día, vale para cada tiempo; resuena también para nosotros en esta plaza, recordándonos la actualidad y la necesidad de la salvación traída por Jesús a la humanidad. Dios viene al encuentro de los hombres y las mujeres de todos los tiempos y lugares en las situaciones concretas en las cuales estos estén.  También viene  a nuestro encuentro. Es siempre Él quien da el primer paso: viene a visitarnos con su misericordia, a levantarnos del polvo de nuestros pecados; viene a extendernos la mano para hacernos alzar del abismo en el que nos ha hecho caer nuestro orgullo, y nos invita a acoger la consolante verdad del Evangelio y a caminar por los caminos del bien. Siempre viene Él a encontrarnos, a buscarnos. Volvamos a la sinagoga…

Ciertamente aquel día, en la sinagoga de Nazaret, también estaba María, la Madre. Podemos imaginar los latidos de su corazón, viendo a  Jesús primero admirado, luego desafiado, después amenazado de muerte. En su corazón, lleno de fe, ella guardaba cada cosa. Que ella nos ayude a convertirnos de un dios de los milagros al milagro de Dios, que es Jesucristo.

(Traducción del italiano: Raúl Cabrera, Radio Vaticano)

 

Después de la oración del Ángelus el Papa saludó a diferentes grupos de peregrinos:

Queridos hermanos y hermanas,

Se celebra hoy la Jornada mundial de los enfermos de lepra. Esta enfermedad, a pesar de estar en regresión, afecta todavía desafortunadamente a las personas más pobres y marginadas. Es importante mantener viva la solidaridad con estos hermanos y hermanas, quienes han quedado inválidos después de esta enfermedad. A ellos les aseguramos nuestra oración, y aseguramos nuestro apoyo a quienes les asisten. Buenos laicos, buenas hermanas, buenos curas.

Saludo con afecto a todos ustedes, queridos peregrinos llegados desde diversas parroquias de Italia y de otros países, como también las asociaciones y los grupos. En particular, saludo a los estudiantes de Cuenca y a aquellos de Torreagüera (España). Saludo a los fieles de  Taranto, Montesilvano, Macerata, Ercolano y Fasano.

¡Ahora saludo a los chicos y chicas de la Acción Católica de la Diócesis de Roma! Ahora entiendo porque había tanta bulla en la plaza. Queridos chicos, también este año acompañados, del Cardenal Vicario y de vuestros Asistentes, han venido muchos en el final de su “Caravana de la Paz”.

Este año su testimonio de paz, animado de la fe en Jesús será todavía más alegre y consciente, porque está enriquecido por el gesto, que acaban de hacer al pasar por la Puerta Santa.

¡Les animo a ser instrumentos de paz y de misericordia entre sus compañeros! Escuchemos ahora el mensaje de sus amigos, que están aquí junto a mí, que nos van a leer.

(Lectura del Mensaje)

Y ahora los chicos en la plaza lanzarán los globos, símbolo de paz. A todos les deseo un buen domingo y un buen almuerzo. Y por favor no se olviden de rezar por mí.

¡Hasta la vista!

(MZ-RV)

 


1:11:00 p.m.

REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz 

La gente pasa rápidamente de la admiración a la rabia, en el Evangelio de este domingo y empujan a Jesús hacia el precipicio con intensión de despeñarlo (Lucas 4,21-30). Los de su propio pueblo sienten y conocen en Jesús el poder del amor de Dios. Pero cuando el “hijo del carpintero” les cuestiona la fe, se enfurecen a muerte.

Pero Jesús no depende de lo que piensan y sienten contra él. Se refugia internamente en el abrazo del Padre Dios. El salmo 71 dice: “Yo me refugio en Ti, Señor…  inclina tu oído hacia mí, y sálvame. Sé para mí una roca protectora… ¡Líbrame, Dios mío, de las manos del impío!”

La gran fuerza de Jesús no le viene de él solo, sino de su relación con el Padre Dios, que en el libro del profeta Jeremías expresa: "Antes de formarte en el vientre materno, yo te conocía; antes de que salieras del seno, yo te había consagrado, te había constituido profeta", cíñete la cintura, levántate… No te dejes intimidar por ellos… Mira que hoy hago de ti una plaza fuerte, una columna de hierro, una muralla de bronce, frente a todo el país… Ellos combatirán contra ti, pero no te derrotarán, porque yo estoy contigo para librarte" (Jeremías 1,4-5.17-19).

Por esto, en un gesto fuerte y de mucha autoridad, pero a la vez humilde porque no daña a ninguno, cuando lo empujan hacia el precipicio, dice el Evangelio que Jesús “pasando entre ellos continúo su camino”. No pueden detener la voluntad del amor de liberarnos del mal.

Con la fuerza del amor del Padre, Jesús, el profeta despreciado en su tierra, continúa su camino hasta la manifestación del amor extremo de la cruz, donde se cierra definitiva el cerco de la muerte sin poder aferrarlo definitivamente, porque el Espíritu de Amor que anima al Hijo de Dios es más fuerte que el mal y que la muerte y nos libra del miedo, de la rabia, del odio. Nos libera del mal. “El amor es todo mientras que todo es nada sin amor, el amor no pasará jamás”, dice san Pablo (Corintios 12 ss).


9:55:00 a.m.

(RV).- La misericordia que recibimos del Padre no es un consuelo privado, sino que nos hace instrumentos para que también otros puedan recibir el mismo don, dijo el Papa Francisco en la primera Audiencia jubilar del Año de la misericordia.

“La Iglesia vive una vida auténtica, cuando profesa y proclama la misericordia y cuando acerca a los hombres a las fuentes de la misericordia”. Recordando las palabras de san Juan Pablo II en la encíclica Dives in misericordia, el Papa Francisco indicó la relación entre misericordia y misión:

“Queridos hermanos y hermanas, estamos entrando día tras día en lo principal del Año Santo de la Misericordia. Quisiera indicarles hoy la estrecha relación que existe entre la misericordia y la misión. Los cristianos tenemos la responsabilidad de ser misioneros del Evangelio. La alegría que suscita el encuentro con Jesús nos anima a anunciarlo”.

Una alegría que se transmite. Es así que “cuando recibimos una bella noticia o vivimos una experiencia bella, es natural”, dijo el Papa hablando en italiano, sentir “la exigencia de compartirla con los demás”, porque “no podemos contener la alegría que nos fue donada y queremos extenderla”:

“Por eso, el signo concreto de haberle encontrado realmente es la alegría que experimentamos al transmitirlo a los demás. Se puede decir que en el día de nuestro Bautismo se nos da un nombre nuevo, además del que ponen los padres: el de “Cristóforo”, que significa, “portador de Cristo”. El cristiano es portador de Cristo”. .

Encontrar a Jesús equivale a encontrarse con su amor. El amor de Jesús “transforma y nos vuelve capaces de transmitir a otros la fuerza que nos dona”, dijo el pontífice. Indicó así que la misericordia que recibimos del Padre no es un consuelo privado, sino que nos hace instrumentos para que también otros puedan recibir el mismo don: 

“Vivir la misericordia nos hace misioneros de la misericordia, y ser misioneros nos permite crecer en la misericordia de Dios.Tomemos en serio nuestro ser cristianos y el compromiso de vivir como creyentes, porque solamente así el Evangelio puede tocar el corazón de los demás y abrirlo para recibir la gracia del amor. Hermanos y hermanas, los animo a ser portadores de Cristo y ser verdaderos misioneros de la misericordia de Dios en medio de las circunstancias que les toca vivir. Muchas gracias”.

(GM – RV)

(from Vatican Radio)


8:56:00 a.m.

(RV).- Dedicamos nuestro espacio a las palabras del Papa Francisco en la cita dominical mariana para el rezo del Ángelus, en  la audiencia general del primer sábado jubilar y las que dirigió a la comunidad del Pontificio Seminario Lombardo de Roma, cuyos seminaristas provienen también de África

«Que la Virgen María, Madre de los evangelizadores, nos ayude a sentir fuertemente el hambre y la sed del Evangelio que hay en el mundo, especialmente en el corazón y en la carne de los pobres», deseó el Santo Padre, introduciendo el rezo a la Madre de Dios, con el anhelo de que «obtenga para  cada uno de nosotros y a toda comunidad cristiana testimoniar concretamente la misericordia, la gran misericordia que Cristo nos ha donado».

«Jesús anuncia el perdón de Dios Padre misericordioso». El Papa Francisco señaló que tanto la misión de Jesús, como la de la Iglesia y la de todo bautizado es Evangelizar a los pobres, anunciando el Evangelio con las palabras y la vida.

El Papa Francisco inauguró las audiencias generales de los ‘sábados jubilares’, una cada mes

«Los animo a ser portadores de Cristo y verdaderos misioneros de la misericordia», dijo en nuestro idioma. Volveremos a escuchar sus palabras en español

«Me alegro por la dimensión mundial de vuestra comunidad», les dijo el Sucesor de Pedro a los seminaristas del Pontificio Seminario Lombardo de Roma.

Destacando que provienen de varias regiones de Italia, de África, de América Latina, de Asia y de otros países europeos, los alentó a cultivar la belleza de la amistad y el arte de establecer relaciones, para que ese seminario sea siempre acogedor, hogareño y enriquecedor.

Con su exhortación a escuchar la Palabra de Dios, a «Dios que nos habla» el Obispo de Roma alentó a la santidad pastoral.

 (CdM – RV)

 


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