noviembre 2015


Ciudad del Vaticano, 30 de noviembre de 2015 (Vis).-Ayer tarde el Papa encontró a las comunidades evangélicas de la República Centroafricana en la Facultad Teológica Evangélica de Bangui (FATEB), instituida en 1974 por la ''Association des Èvangeliques en Afrique'' (AEA) para responder a las necesidades de esa Iglesia en el continente africano y por la que han pasado 650 líderes que desempeñan su servicio en las iglesias e instituciones evangélicas en 21 países africanos.

Francisco fue recibido por el decano de la Facultad y por tres miembros de la Plataforma Interreligiosa que sostuvo el proceso de pacificación nacional, el arzobispo de Bangui, el Presidente de la ''Alliance des Églises Évangeliques Centrafricaines'' (AEC) y el Imán de Bangui.

''Todos estamos aquí para servir al mismo Señor resucitado, que nos congrega hoy; y, gracias al mismo Bautismo recibido, estamos invitados a anunciar la alegría del Evangelio a los hombres y mujeres de este querido País de Centroáfrica'', dijo el Santo Padre al principio de su discurso, tras recibir el saludo del decano de la FATEB y del presidente del AEC.

''Desde hace demasiado tiempo -recordó- su pueblo está marcado por pruebas y violencia que provocan tanto sufrimiento. Eso hace que el anuncio del Evangelio sea más necesario y urgente. Porque es la carne del mismo Cristo quien sufre en sus miembros predilectos: los pobres de su pueblo, los enfermos, los ancianos y los abandonados, los niños huérfanos o que han sido abandonados a su suerte, sin guía y sin educación. Son también todos aquellos cuya alma y cuerpo han sido heridos por la violencia y el odio; aquellos a los que la guerra les ha quitado todo, el trabajo, la casa, sus seres queridos''.

''Dios no hace distinción entre los que sufren. A esto lo he llamado con frecuencia el ecumenismo de la sangre. Todas nuestras comunidades sin distinción sufren a causa de la injusticia y el odio ciego que el demonio desencadena; y en esta circunstancia, quiero expresar mi cercanía y mi solicitud hacia el Pastor Nicolás, cuya casa ha sido recientemente saqueada e incendiada, así como la sede de su comunidad. En este difícil contexto, el Señor no deja de enviarnos a manifestar a todos su ternura, su compasión y misericordia. Este sufrimiento común y esta misión común son una ocasión providencial para progresar juntos en el camino de la unidad; y son también un medio espiritual indispensable. ¿Cómo podría el Padre rechazar la gracia de la unidad, aunque todavía imperfecta, a sus hijos que sufren juntos y que en diversas ocasiones se unen para servir a los hermanos?''.

Francisco reiteró que la división de los cristianos es un escándalo, porque es ante todo ''contraria a la voluntad del Señor. Es también un escándalo frente al odio y la violencia que desgarra a la humanidad, frente a las numerosas contradicciones que se alzan contra el Evangelio de Cristo. Por eso, y apreciando el espíritu de respeto mutuo y de colaboración que existe entre los cristianos en su país, los animo a proseguir por este camino, sirviendo juntos con caridad. Es un testimonio de Cristo, que construye la unidad''.

Por último manifestó el deseo de que con vistas a la plena comunión que anhelamos, se añadieran a la perseverancia y a la caridad ''el servicio de la plegaria y de la reflexión en común, en búsqueda de un mejor conocimiento recíproco, de una mayor confianza y amistad. Les aseguro que los acompañaré con mi oración en este camino fraterno de servicio, reconciliación y misericordia, un camino largo pero lleno de alegría y esperanza''.

''Pido al Señor Jesús -concluyó- que os bendiga a todos, a vuestras comunidades y también a nuestra Iglesia. Y os pido a todos que recéis por mí. Gracias''.





Ciudad del Vaticano, 30 noviembre 2015 (VIS).-''Hoy Bangui se convierte en la capital espiritual del mundo. El Año Santo de la Misericordia viene anticipadamente a esta tierra. Una tierra que sufre desde años la guerra, el odio, la incomprensión, la falta de paz. Pero en esta tierra sufriente, también están todos los países del mundo que pasan por la cruz de la guerra''. Estas fueron las palabras del Papa Francisco ayer tarde en la catedral de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción de Bangui antes de abrir la Puerta Santa y dar inicio al Jubileo de la Misericordia.

Bangui se convierte así, como subrayó Francisco, en la capital espiritual de la oración por la misericordia del Padre. ''Todos nosotros pedimos paz, misericordia, reconciliación, perdón. Para Bangui, para toda la República Centroafricana y para todo el mundo, para los países que sufren la guerra pidamos la paz'', exclamó, invitando a todos a repetir en voz alta: ''Todos juntos pedimos amor y paz''. El Papa alzó también su voz en la lengua sangó de la República Centoafricana para pedir ''Doyé Siriri'' (amor y paz)'' .

Y con esa oración comenzó el Año Santo tras el rito de apertura de la Puerta de la Misericordia.''Abrid las puertas de justicia; Esta es la puerta del Señor; Accedo a tu casa, Señor'' dijo Francisco antes de entrar solo y por primero en la catedral donde lo esperaban los sacerdotes,religiosos, religiosas y seminaristas de la República Centroafricana para participar en la santa misa y escuchar la homilía del Papa en la que reiteró que todos sin excepción esperabámos ''la gracia, la limosna de la paz'' y lanzó un nuevo llamamiento a los que empuñan injustamente las armas de este mundo : ''Depongan estos instrumentos de muerte; ármense más bien con la justicia, el amor y la misericordia, garantías de auténtica paz''.

Publicamos a continuación el texto integral de la homilía pronunciada por el Santo Padre:

''En este primer Domingo de Adviento, tiempo litúrgico de la espera del Salvador y símbolo de la esperanza cristiana, Dios ha guiado mis pasos hasta ustedes, en este tierra, mientras la Iglesia universal se prepara para inaugurar el Año Jubilar de la Misericordia Me alegra de modo especial que mi visita pastoral coincida con la apertura de este Año Jubilar en su país. Desde esta Catedral, mi corazón y mi mente se extiende con afecto a todos los sacerdotes, consagrados y agentes de pastoral de este país, unidos espiritualmente a nosotros en este momento. Por medio de ustedes, saludo también a todos los centroafricanos, a los enfermos, a los ancianos, a los golpeados por la vida. Algunos de ellos tal vez están desesperados y no tienen ya ni siquiera fuerzas para actuar, y esperan sólo una limosna, la limosna del pan, la limosna de la justicia, la limosna de un gesto de atención y de bondad. Y todos nosotros esperamos la gracia, la limosna de la paz''.

Al igual que los apóstoles Pedro y Juan, cuando subían al templo y no tenían ni oro ni plata que dar al pobre paralítico, vengo a ofrecerles la fuerza y el poder de Dios que curan al hombre, lo levantan y lo hacen capaz de comenzar una nueva vida, ''cruzando a la otra orilla'' . Jesús no nos manda solos a la otra orilla, sino que en cambio nos invita a realizar la travesía con Él, respondiendo cada uno a su vocación específica. Por eso, tenemos que ser conscientes de que si no es con Él no podemos pasar a la otra orilla, liberándonos de una concepción de familia y de sangre que divide, para construir una Iglesia-Familia de Dios abierta a todos, que se preocupa por los más necesitados. Esto supone estar más cerca de nuestros hermanos y hermanas, e implica un espíritu de comunión. No se trata principalmente de una cuestión de medios económicos, sino de compartir la vida del pueblo de Dios, dando razón de la esperanza que hay en nosotros y siendo testigos de la infinita misericordia de Dios que, como subraya el salmo responsorial de este domingo, ''es bueno [y] enseña el camino a los pecadores'' . Jesús nos enseña que el Padre celestial ''hace salir su sol sobre malos y buenos'' . Nosotros también, después de haber experimentado el perdón, tenemos que perdonar. Esta es nuestra vocación fundamental: ''Por tanto, sean perfectos, como es perfecto el Padre celestial'' . Una de las exigencias fundamentales de esta vocación a la perfección es el amor a los enemigos, que nos previene de la tentación de la venganza y de la espiral de las represalias sin fin. Jesús ha insistido mucho sobre este aspecto particular del testimonio cristiano . Los agentes de evangelización, por tanto, han de ser ante todo artesanos del perdón, especialistas de la reconciliación, expertos de la misericordia. Así podremos ayudar a nuestros hermanos y hermanas a ''cruzar a la otra orilla'', revelándoles el secreto de nuestra fuerza, de nuestra esperanza, de nuestra alegría, que tienen su fuente en Dios, porque están fundados en la certeza de que Él está en la barca con nosotros. Como hizo con los Apóstoles en la multiplicación de los panes, el Señor nos confía sus dones para que nosotros los distribuyamos por todas partes, proclamando su palabra que afirma: ''Ya llegan días en que cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá'' .

En los textos litúrgicos de este domingo, descubrimos algunas características de esta salvación que Dios anuncia, y que se presentan como otros puntos de referencia para guiarnos en nuestra misión. Ante todo, la felicidad prometida por Dios se anuncia en términos de justicia. El Adviento es el tiempo para preparar nuestros corazones a recibir al Salvador, es decir el único Justo y el único Juez que puede dar a cada uno la suerte que merece. Aquí, como en otras partes, muchos hombres y mujeres tienen sed de respeto, de justicia, de equidad, y no ven en el horizonte señales positivas. A ellos, Él viene a traerles el don de su justicia. Viene a hacer fecundas nuestras historias personales y colectivas, nuestras esperanzas frustradas y nuestros deseos estériles. Y nos manda a anunciar, sobre todo a los oprimidos por los poderosos de este mundo, y también a los que sucumben bajo el peso de sus pecados: ''En aquellos días se salvará Judá, y en Jerusalén vivirán tranquilos, y la llamarán así: ''El Señor es nuestra justicia”''. Sí, Dios es Justicia. Por eso nosotros, cristianos, estamos llamados a ser en el mundo los artífices de una paz fundada en la justicia.

La salvación que se espera de Dios tiene también el sabor del amor. En efecto, preparándonos a la Navidad, hacemos nuestro de nuevo el camino del pueblo de Dios para acoger al Hijo que ha venido a revelarnos que Dios no es sólo Justicia sino también y sobre todo Amor. Por todas partes, y sobre todo allí donde reina la violencia, el odio, la injusticia y la persecución, los cristianos estamos llamados a ser testigos de este Dios que es Amor. Al mismo tiempo que animo a los sacerdotes, consagrados y laicos de este país, que viven las virtudes cristianas, incluso heroicamente, reconozco que a veces la distancia que nos separa de ese ideal tan exigente del testimonio cristiano es grande. Por eso rezo haciendo mías las palabras de san Pablo: ''Que el Señor los colme y los haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos'' . En este sentido, lo que decían los paganos sobre los cristianos de la Iglesia primitiva ha de estar presente en nuestro horizonte como un faro: ''Miren cómo se aman, se aman de verdad''.

Por último, la salvación de Dios proclamada tiene el carácter de un poder invencible que vencerá sobre todo. De hecho, después de haber anunciado a sus discípulos las terribles señales que precederán su venida, Jesús concluye: ''Cuando empiece a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza; se acerca su liberación'' . Y, si san Pablo habla de un amor ''que crece y rebosa'', es porque el testimonio cristiano debe reflejar esta fuerza irresistible que narra el Evangelio. Jesús, también en medio de una agitación sin precedentes, quiere mostrar su gran poder, su gloria incomparable, y el poder del amor que no retrocede ante nada, ni frente al cielo en convulsión, ni frente a la tierra en llamas, ni frente al mar embravecido. Dios es más fuerte que cualquier otra cosa. Esta convicción da al creyente serenidad, valor y fuerza para perseverar en el bien frente a las peores adversidades. Incluso cuando se desatan las fuerzas del mal, los cristianos han de responder al llamado de frente, listos para aguantar en esta batalla en la que Dios tendrá la última palabra. Y será una palabra de amor.

Lanzo un llamamiento a todos los que empuñan injustamente las armas de este mundo: Depongan estos instrumentos de muerte; ármense más bien con la justicia, el amor y la misericordia, garantías de auténtica paz. Discípulos de Cristo, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos comprometidos en este país que lleva un nombre tan sugerente, situado en el corazón de África, y que está llamado a descubrir al Señor como verdadero centro de todo lo que es bueno: la vocación de ustedes es la de encarnar el corazón de Dios en medio de sus conciudadanos. Que el Señor nos afiance y nos haga presentarnos ante ''Dios nuestro Padre santos e irreprochables en la venida de nuestro Señor Jesús con todos sus santos''. ''¡Reconciliación, perdón, amor y paz!''.



Ciudad del Vaticano, 30 noviembre 2015 (VIS).-Después de celebrar la santa misa, el Papa salió de la catedral de Bangui para saludar a los jóvenes que esperaban fuera de la catedral para transcurrir la noche en vigilia de oración. Francisco improvisó unas palabras en italiano, dejando el discurso que había preparado para esa ocasión y que reproducimos al final de este artículo.

Antes, uno de los jóvenes había recordado que su símbolo era el banano, porque era resistente y se había referido también a las numerosas dificultades que encuentran en este período de guerra y de división.

''El banano- contestó Francisco- es un símbolo de vida: siempre crece, siempre se reproduce, siempre da frutos llenos de energía alimenticia. El banano también es resistente. Creo que todo ello expresa claramente el camino que se os presenta en este período difícil de guerra, de odio, de división: el camino de la resistencia''

''Vuestro amigo decía que algunos de vosotros quieren irse. ¡Escapar de los desafíos de la vida nunca es una solución! Es necesario resistir, tener el valor de la resistencia, de la lucha por el bien! Los que huyen no tienen el coraje de dar vida. El banano da la vida y sigue reproduciéndose y dando más vida porque resiste, porque permanece, porque está allí. Algunos de vosotros me preguntará : "Pero, Padre, ¿qué podemos hacer? ¿Cómo se puede resistir? ". Os diré dos o tres cosas que pueden ser útiles para que podáis resistir''.

''En primer lugar, la oración. ¡La oración es poderosa! ¡La oración vence al mal! La oración os acerca a Dios que es el Todopoderoso. En segundo lugar: trabajar por la paz. Y la paz no es un documento que se firma y se mantiene allí. La paz se hace todos los días. La paz es un trabajo artesanal , que se hace con las manos, que se hace con la propia vida. Pero, alguno me dirá: Padre ¿cómo puedo ser un artesano de la paz?". Ante todo: No odiando nunca. Y si uno os hace daño, intentad perdonarlo. ¡Nada de odio! ¡Mucho perdón! Lo decimos juntos: "Nada de odio, mucho perdón". Y si no tenéis odio en vuestros corazones, si perdonáis, seréis vencedores. Porque venceréis la batalla más difícil de la vida, vencedores en el amor . Y por el amor viene la paz''.

''¿Queréis ser perdedores o vencedores en la vida?'' - les preguntó el Papa- Se vence solamente siguiendo el camino del amor ¿Y se puede amar al enemigo? Sí. ¿Se puede perdonar al que hace daño? Sí. Con el amor y el perdón, venceréis. Con amor seréis vencedores de la vida y daréis siempre vida. El amor nunca os hará perdedores''.

''Queridos jóvenes centroafricanos: Estoy muy contento de haberos conocido -afirmó Francisco- Hoy abrimos esta puerta. Esto significa la Puerta de la Misericordia de Dios. ¡Fiaros de Dios! Porque Él es misericordioso, Él es amor, Él es capaz de darnos la paz. Por eso os dije al principio que rezáseis: Hay que rezar para resistir, para amar, para no odiar, para ser constructores de paz''.

Terminada su breve alocución, el Papa administró el sacramento de la reconciliación a diversos jóvenes en el atrio de la catedral y bendijo después a todos los presentes.

Sigue el discurso que había preparado Francisco

''Queridos jóvenes, queridos amigos: Buenas tardes. Me alegro mucho de encontrarles en esta tarde en que comenzamos con el Adviento un nuevo año litúrgico. ¿No es éste acaso el momento para una nueva salida, una ocasión para ''pasar a la otra orilla''?

Agradezco a N… las palabras que me ha dirigido en nombre de todos. Durante nuestro encuentro administraré a alguno de ustedes el sacramento de la Reconciliación. Quisiera invitarles a que reflexionen sobre la grandeza de este sacramento en el que Dios viene a nuestro encuentro de un modo personal. Cada vez que se lo pedimos, Él viene con nosotros para hacer que ''pasemos a la otra orilla'', a esta orilla de nuestra vida en la que Dios nos perdona, derrama sobre nosotros su amor que cura, alivia y levanta. El Jubileo de la Misericordia, que hace apenas un momento he tenido la alegría de abrir especialmente para ustedes, queridos amigos centroafricanos y africanos, nos recuerda precisamente que Dios nos espera con los brazos abiertos, como nos lo sugiere la hermosa imagen del Padre que acoge al hijo pródigo.

En efecto, el perdón que hemos recibido nos consuela y nos permite recomenzar con el corazón lleno de confianza y en paz, capaces de vivir en armonía con nosotros mismos, con Dios y con los demás. Este perdón recibido nos permite también a su vez perdonar. Lo necesitamos siempre, especialmente en las situaciones de conflicto, de violencia, como las que ustedes experimentan con tanta frecuencia. Renuevo mi cercanía a todos los que han sido afectados por el dolor, la separación, las heridas provocadas por el odio y la guerra. En este contexto, resulta humanamente muy difícil perdonar a quien nos ha hecho daño. Pero Dios nos da fuerza y ánimo para convertirnos en esos artesanos de reconciliación y de paz que tanto necesita su país. El cristiano, discípulo de Cristo, camina siguiendo las huellas de su Maestro, que en la cruz pidió al Padre que perdonara a los que lo crucificaban. ¡Qué lejos está este comportamiento de los sentimientos que con demasiada frecuencia tenemos en nuestro corazón…! Meditar esta actitud y esta palabra de Jesús: ''Padre, perdónalos'', nos ayudará a convertir nuestra mirada y nuestro corazón. Para muchos, es un escándalo que Dios se haya hecho hombre como nosotros. Es un escándalo que muriera en una cruz. Sí, un escándalo: el escándalo de la cruz. La cruz sigue provocando escándalo. Pero es la única vía segura: la de la cruz, la de Jesús, que vino a compartir nuestra vida para salvarnos del pecado. Queridos amigos, esta cruz nos habla de la cercanía de Dios: Él está con nosotros, está con cada uno de ustedes en las alegrías como en los momentos de prueba.

Queridos jóvenes, el bien más valioso que podemos tener en la vida es nuestra relación con Dios. ¿Están convencidos de ello? ¿Son conscientes del valor inestimable que ustedes tienen a los ojos de Dios? ¿Saben que Él los ama y acoge incondicionalmente, así como son? Lo conocerán mejor, y también ustedes se conocerán a sí mismos, si dedican tiempo a la oración, a la lectura de la Escritura, y especialmente del Evangelio. En efecto, los consejos de Jesús pueden iluminar también hoy sus sentimientos y opciones. Ustedes son entusiastas y generosos, en busca de un gran ideal, desean la verdad y la belleza. Los animo a que tengan el espíritu vigilante y crítico frente a cualquier compromiso contrario al mensaje del Evangelio. Les agradezco su dinamismo creativo, que tanto necesita la Iglesia. Cultívenlo. Sean testigos de la alegría que viene del encuentro con Jesús. Que ella los transforme, que haga su fe más fuerte, más sólida, para superar los temores y profundizar cada vez más en el proyecto de amor que Dios tiene para con ustedes. Dios quiere lo mejor para todos sus hijos. Quienes se dejan mirar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Y aprenden a mirar en cambio al otro como a un hermano, a aceptar que sea diferente y a descubrir que es un don para ellos. Así es como se construye la paz cada día. Esto nos pide recorrer la vía del servicio y la humildad, estar atentos a las necesidades de los demás. Para entrar en esta lógica, hay que tener un corazón que sepa abajarse y compartir la vida de los más pobres. Esta es la verdadera caridad. De esta forma, a partir de las cosas pequeñas, crece la solidaridad y desaparecen los gérmenes de división. Y así es como el diálogo entre los creyentes da fruto, la fraternidad se vive día a día y ensancha el corazón, abriendo un futuro. De este modo, ustedes pueden hacer mucho bien a su país, y yo los animo a seguir adelante.

Queridos jóvenes, el Señor vive y camina a su lado. Cuando las dificultades parecen acumularse, cuando el dolor y la tristeza crecen alrededor de ustedes, Él no los abandona. Nos ha dejado el memorial de su amor: la Eucaristía y los sacramentos para proseguir en el camino, encontrando en ellos la fuerza para avanzar cada día. Esta ha de ser la fuente de su esperanza y de su valor para pasar a la otra orilla (cf. Lc 8,22) con Jesús, que abre caminos nuevos para ustedes y su generación, para sus familias y para su país. Rezo para que tengan esta esperanza. Aférrense a ella y la podrán dar a los demás, a nuestro mundo golpeado por las guerras, los conflictos, el mal y el pecado. No lo olviden: el Señor está con ustedes. Él confía en ustedes. Desea que sean sus discípulos-misioneros, sostenidos en los momentos de dificultad y de prueba por la oración de la Virgen María y de toda la Iglesia. Queridos jóvenes de Centroáfrica, vayan, yo los envío''.







Ciudad del Vaticano, 30 noviembre 2015 (VIS).- ''Cristianos y musulmanes somos hermanos. Tenemos que considerarnos así, comportarnos como tales. Sabemos bien que los últimos sucesos y la violencia que ha golpeado su país no tenía un fundamento precisamente religioso. Quien dice que cree en Dios ha de ser también un hombre o una mujer de paz''. Son las palabras que el Santo Padre ha dirigido esta mañana a la comunidad musulmana de la República Centroafricana reunida en la mezquita de Koudoukou, a pocos kilómetros de Bangui. Francisco fue recibido por cinco imanes que lo acompañaron al podio colocado en la mezquita a poca distancia de la zona reservada a la oración. Asistieron al acto unas doscientas personas.

''Cristianos, musulmanes y seguidores de las religiones tradicionales, han vivido juntos pacíficamente durante muchos años -subrayó el Papa-. Tenemos que permanecer unidos para que cese toda acción que, venga de donde venga, desfigura el Rostro de Dios y, en el fondo, tiene como objetivo la defensa a ultranza de intereses particulares, en perjuicio del bien común. Juntos digamos ''no'' al odio, a la venganza, a la violencia, en particular a la que se comete en nombre de una religión o de Dios. Dios es paz, salam''.

Francisco ha destacado el importante papel, para restablecer la armonía y la fraternidad entre todos, que han desempeñado las autoridades religiosas cristianas y musulmanes en estos tiempos drámaticos, a las que ha expresado su gratitud y estima. ''Podemos también recordar -ha dicho- los numerosos gestos de solidaridad que cristianos y musulmanes han tenido hacia sus compatriotas de otras confesiones religiosas, acogiéndolos y defendiéndolos durante la última crisis en su país, pero también en otras partes del mundo''.

''Confiamos en que las próximas consultas nacionales den al país unos Representantes que sepan unir a los centroafricanos, convirtiéndose en símbolos de la unidad de la nación, más que en representantes de una facción. Los animo vivamente a trabajar para que su país sea una casa acogedora para todos sus hijos, sin distinción de etnia, adscripción política o confesión religiosa. La República Centroafricana, situada en el corazón de África, gracias a la colaboración de todos sus hijos, podrá dar entonces un impulso en esta línea a todo el continente. Podrá influir positivamente y ayudar a apagar los focos de tensión todavía activos y que impiden a los africanos beneficiarse de ese desarrollo que merecen y al que tienen derecho''.


Antes de cocluir les ha invitado a rezar y a trabajar ''en favor de la reconciliación, la fraternidad y la solidaridad entre todos, teniendo presente a las personas que más han sufrido por estos sucesos''.


Ciudad del Vaticano, 30 de noviembre de 2015 (Vis).-Decenas de miles de personas han participado esta mañana en el último acto del viaje del Papa a África: la Eucaristía celebrada en el complejo deportivo Barthélémy Boganda. Los que no pudieron entrar siguieron la celebración a través de pantallas gigantes instaladas fuera del recinto. En su homilía, el Santo Padre invitó a los centroafricanos a ser artífices de renovación humana y espiritual en un tiempo en el que abundan las pruebas y los sufrimientos, pasando a esa ''otra orilla'' que es Cristo y que transforma la realidad de nuestra vida presente.

''No deja de asombrarnos, al leer la primer lectura, el entusiasmo y el dinamismo misionero del Apóstol Pablo.''¡Qué hermosos los pies de los que anuncian la Buena Noticia del bien!'' . Es una invitación a agradecer el don de la fe que estos mensajeros nos han transmitido. Nos invita también a maravillarnos por la labor misionera que –no hace mucho tiempo– trajo por primera vez la alegría del Evangelio a esta amada tierra de Centroáfrica -afirmó Francisco- Es bueno, sobre todo en tiempos difíciles, cuando abundan las pruebas y los sufrimientos, cuando el futuro es incierto y nos sentimos cansados, con miedo de no poder más, reunirse alrededor del Señor, como hacemos hoy, para gozar de su presencia, de su vida nueva y de la salvación que nos propone, como esa otra orilla hacia la que debemos dirigirnos''

La otra orilla es, sin duda, ''la vida eterna, el Cielo que nos espera. Esta mirada tendida hacia el mundo futuro ha fortalecido siempre el ánimo de los cristianos, de los más pobres, de los más pequeños, en su peregrinación terrena. La vida eterna no es una ilusión, no es una fuga del mundo, sino una poderosa realidad que nos llama y compromete a perseverar en la fe y en el amor. Pero esa otra orilla más inmediata que buscamos alcanzar, la salvación que la fe nos obtiene y de la que nos habla san Pablo, es una realidad que transforma ya desde ahora nuestra vida presente y el mundo en que vivimos:''El que cree con el corazón alcanza la justicia''. Recibe la misma vida de Cristo que lo hace capaz de amar a Dios y a los hermanos de un modo nuevo, hasta el punto de dar a luz un mundo renovado por el amor''.

El Papa pidió a todos que dieran gracias al Señor ''por su presencia y por la fuerza que nos comunica en nuestra vida diaria, cuando experimentamos el sufrimiento físico o moral, la pena, el luto; por los gestos de solidaridad y de generosidad que nos ayuda a realizar; por las alegrías y el amor que hace resplandecer en nuestras familias, en nuestras comunidades, a pesar de la miseria, la violencia que, a veces, nos rodea o del miedo al futuro; por el deseo que pone en nuestras almas de querer tejer lazos de amistad, de dialogar con el que es diferente, de perdonar al que nos ha hecho daño, de comprometernos a construir una sociedad más justa y fraterna en la que ninguno se sienta abandonado. En todo esto, Cristo resucitado nos toma de la mano y nos lleva a seguirlo. Quiero agradecer con ustedes al Señor de la misericordia todo lo que de hermoso, generoso y valeroso les ha permitido realizar en sus familias y comunidades, durante las vicisitudes que su país ha sufrido desde hace muchos años''.

''Es verdad, sin embargo -constató- que todavía no hemos llegado a la meta, estamos como a mitad del río y, con renovado empeño misionero, tenemos que decidirnos a pasar a la otra orilla. Todo bautizado ha de romper continuamente con lo que aún tiene del hombre viejo, del hombre pecador, siempre inclinado a ceder a la tentación del demonio –y cuánto actúa en nuestro mundo y en estos momentos de conflicto, de odio y de guerra–, que lo lleva al egoísmo, a encerrarse en sí mismo y a la desconfianza, a la violencia y al instinto de destrucción, a la venganza, al abandono y a la explotación de los más débiles''

También a nuestras comunidades cristianas, llamadas a la santidad, les queda todavía un largo camino por recorrer. ''Es evidente que todos tenemos que pedir perdón al Señor por nuestras excesivas resistencias y demoras en dar testimonio del Evangelio -reiteró el Obispo de Roma- Ojalá que el Año Jubilar de la Misericordia, que acabamos de empezar en su País, nos ayude a ello. Ustedes, queridos centroafricanos, deben mirar sobre todo al futuro y, apoyándose en el camino ya recorrido, decidirse con determinación a abrir una nueva etapa en la historia cristiana de su País, a lanzarse hacia nuevos horizontes, a ir mar adentro, a aguas profundas. El Apóstol Andrés, con su hermano Pedro, al llamado de Jesús, no dudaron ni un instante en dejarlo todo y seguirlo:''Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron'' . También aquí nos asombra el entusiasmo de los Apóstoles que, atraídos de tal manera por Cristo, se sienten capaces de emprender cualquier cosa y de atreverse, con Él, a todo''.

''Cada uno en su corazón puede preguntarse sobre su relación personal con Jesús, y examinar lo que ya ha aceptado –o tal vez rechazado– para poder responder a su llamado a seguirlo más de cerca. El grito de los mensajeros resuena hoy más que nunca en nuestros oídos, sobre todo en tiempos difíciles; aquel grito que resuena por ''toda la tierra … y hasta los confines del orbe''. Y resuena también hoy aquí, en esta tierra de Centroáfrica; resuena en nuestros corazones, en nuestras familias, en nuestras parroquias, allá donde quiera que vivamos, y nos invita a perseverar con entusiasmo en la misión, una misión que necesita de nuevos mensajeros, más numerosos todavía, más generosos, más alegres, más santos. Todos y cada uno de nosotros estamos llamados a ser este mensajero que nuestro hermano, de cualquier etnia, religión y cultura, espera a menudo sin saberlo. En efecto, ¿cómo podrá este hermano –se pregunta san Pablo– creer en Cristo si no oye ni se le anuncia la Palabra?''.

A ejemplo del Apóstol, ''también nosotros tenemos que estar llenos de esperanza y de entusiasmo ante el futuro. La otra orilla está al alcance de la mano, y Jesús atraviesa el río con nosotros. Él ha resucitado de entre los muertos; desde entonces, las dificultades y sufrimientos que padecemos son ocasiones que nos abren a un futuro nuevo, si nos adherimos a su Persona. Cristianos de Centroáfrica, cada uno de ustedes está llamado a ser, con la perseverancia de su fe y de su compromiso misionero, artífice de la renovación humana y espiritual de su País. Subrayo, artífice de la renovación humana y espiritual''.

Francisco finalizó su homilía pidiendo a la Virgen María, la cual ''después de haber compartido el sufrimiento de la pasión comparte ahora la alegría perfecta con su Hijo'', protegiera y fortaleciera a los centroafricanos en este ''camino de esperanza''.

Al final de la misa y antes de dar la bendición, el Papa recordó en la festividad de san Andrés y desde el corazón de Africa a su ''queridísimo hermano'', el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, manifestándole sus mejores deseos de felicidad y fraternidad y pidiendo al Señor que bendiga a esas dos Iglesias hermanas.


Desde el estadio Barthélémy Boganda el Santo Padre se desplazó en papamóvil al aeropuerto de M'Poko desde donde emprendió el regreso a Roma. Su llegada está prevista alrededor de las 18,45.


Ciudad del Vaticano, 30 de noviembre de 2015 (Vis).-Como es habitual con motivo de la festividad de San Andrés, patrono del patriarcado ecuménico de Constantinopla, una delegación de la Santa Sede, presidida por el cardenal Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, viajó a Estambul para unirse a esta celebración, que se conmemora tanto en Oriente como en Occidente. El patriarcado envía todos los años una delegación a Roma, el 29 de junio, festividad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo. La delegación de la Santa Sede se ha entrevistado también con la comisión sinodal encargada de las relaciones con la Iglesia Católica y ha entregado al Patriarca Bartolomé I un mensaje del Santo Padre que se ha leído al final de la Divina Liturgia.

En el texto, Francisco recuerda especialmente el quincuagésimo aniversario de la Declaración común católico-ortodoxa del Papa Pablo VI y el Patriarca Ecuménico Atenágoras I, (7 de diciembre de 1965) que manifestaba la decisión de eliminar las mutuas excomuniones de 1054. ''La memoria de las frases recíprocas de excomunión, junto con las palabras ofensivas, reproches infundados y gestos reprobables por ambas partes que acompañaron los tristes acontecimientos de aquel período, representaron durante muchos siglos un obstáculo para el acercamiento en la caridad entre católicos y ortodoxos- escribe el Papa- Atentos a la voluntad de nuestro Señor Jesucristo, que rezó al Padre en la víspera de su pasión para que sus discípulos "fuesen uno ", el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras I consignaron esos recuerdos dolorosos al olvido. Desde entonces, la lógica del antagonismo, la desconfianza y la hostilidad, simbolizada por las excomuniones mutuas, fue sustituida por la lógica del amor y de la fraternidad, representada por nuestro abrazo fraterno''.

''Con el fin de avanzar en nuestro camino hacia la plena comunión que deseamos, necesitamos inspirarnos continuamente en el gesto de reconciliación y de paz de nuestros venerados predecesores Pablo VI y Atenágoras I. En todos los niveles y en todos los contextos de la vida de la Iglesia, las relaciones entre católicos y ortodoxos deben reflejar cada vez más la lógica del amor que no deja lugar para el espíritu de rivalidad''.


''La humanidad debe redescubrir el misterio de la misericordia, "el puente que conecta a Dios y el hombre, abriendo nuestros corazones a la esperanza de ser amados por siempre a pesar de nuestros pecados" -prosigue el Papa- Por esa razón he convocado un Jubileo extraordinario de la Misericordia, un tiempo propicio para contemplar la misericordia del Padre revelado plenamente en su Hijo, Jesucristo, y llegar a ser nosotros mismos un signo eficaz del amor de Dios por medio de perdón mutuo y de las obras de misericordia. Es providencial que el aniversario de esa histórica Declaración Conjunta entre católicos y ortodoxos, relativa a la eliminación de las excomuniones de 1054, se conmemore en vísperas del Año de la Misericordia. Después del Papa Pablo VI y del Patriarca Atenágoras I, hoy católicos y ortodoxos deben pedir perdón a Dios y entre sí por las divisiones que los cristianos han provocado en el Cuerpo de Cristo. Le pido, al igual que a todos los fieles del Patriarcado Ecuménico que rece para que este Jubileo Extraordinario puede dar los frutos espirituales que anhelamos. Y les aseguro mis oraciones por los acontecimientos que su Iglesia celebrará el próximo año, sobre todo el Gran Sínodo Pan-ortodoxo. ¡Que esta importante ocasión para todas las Iglesias ortodoxas sea fuente de abundantes bendiciones para la vida de la Iglesia!'', concluye el Santo Padre. 


Ciudad del Vaticano, 30 de noviembre de 2015 (Vis).--La intención general del Apostolado de la Oración del Papa para el mes de diciembre es: ''Para que todos experimentemos la misericordia de Dios, que no se cansa jamás de perdonar.''.

Su intención evangelizadora es: ''Para que las familias, de modo particular las que sufren, encuentren en el nacimiento de Jesús un signo de segura esperanza''.



Ciudad del Vaticano, 30 de noviembre de 2015 (Vis).-La Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice informa de las siguientes tomas de posesión cardenalicias:

-Sábado 5 de diciembre 2015, a las 18.30, el cardenal Soane Patita Paini Mafi, obispo de Tonga, tomará posesión del Título de Santa Paola Romana, Via Duccio Galimberti, 9.


-Domingo 6 de diciembre 2015, a las11, el cardenal Pierre Nguyên Văn Nhon, arzobispo de Hanoi, tomará posesión del Título de San Tommaso Apostolo, Via Lino Liviabella, 70.


Ciudad del Vaticano, 30 de noviembre de 2015 (Vis).-El Santo Padre nombró:

-Monseñor Jure Bogdan como Ordinario Militar para Croacia. El obispo electo nació en 1955 en Donji Dolac (Croacia) y fue ordenado sacerdote en 1980. Es Doctor en Teologia Pastoral por la Universidad Lateranense de Roma. En su ministerio pastoral ha sido entre otros, vicario parroquial, padre espiritual de seminario y rector del Pontificio Colegio de San Jerónimo en Roma , cargo que desempeñaba actualmente. Sucede al obispo Juraj Jezerinac, cuya renuncia al oficio de Ordinario Militar fue aceptada por límite de edad.

-Reverendo Vincent Kirabo como obispo de la diócesis de Hoima (superficie 17.200, población 2.084.214, católicos 1.075.812, sacerdotes 131, religiosos 12, religiosas 118) en Uganda. El obispo electo nació en 1955 en Kyanasoike (Uganda) y fue ordenado sacerdote en 1979. Es Licenciado en Teología Bíblica por la Pontificia Universidad Urbaniana de Roma. En su ministerio pastoral ha sido, entre otros, profesor de seminario, vicario parroquial, rector de seminario, párroco. Actualmente era docente del St.Mary's National Major Seminary Ggaba en Kampala.

-Obispo Luis Albeiro Cortés Rendón, hasta ahora de Vélez (Colombia) como obispo auxiliar de Pereira (superficie 6.126, población 1.396.000, católicos 1.053.000, sacerdotes 210, religiosos, 49, religiosas 226, diáconos permanentes 35) en Colombia.


1:46:00 p.m.

Terminada la eucaristía que el Papa presidió en la catedral de Bangui, se realizó fuera de la Catedral una vigilia de oración, como puesta en práctica inmediata de las palabras de Francisco en la apertura del Jubileo en República Centroafricana: “Bangui se convierte en la capital espiritual de la oración por la misericordia del Padre”. Consecuentemente con esta realidad se rezó pidiendo la misericordia de Dios.

En esta ocasión Francisco confesó a varios jóvenes en la sacristía, como ejercicio concreto de ofrecimiento y aceptación de la misericordia de Dios, con la confesión y absolución de los pecados en el sacramento de la reconciliación.

“Queridos jóvenes estoy muy contento de encontrarlos. Hoy hemos abierto esta puerta. Esto significa la Puerta de la Misericordia de Dios. Confíen en Dios. Porque él es misericordioso. Él es amor. Él es capaz de darnos la paz. Y por eso les he dicho al inicio que recen es necesario rezar para resistir, para amar, para ser artesano de paz”.

Y el Vicario de Cristo preguntó a miles de jóvenes: “¿Están dispuestos a resistir, tienen el corazón dispuesto a trabajar por la paz, a perdonar?, ¿Están con el corazón dispuesto a rezar? Recen también por mí para que pueda ser un buen obispo, un buen pastor, un buen Papa”.

Es verdaderamente hermoso, magnífico, que el domingo intenso del obispo de Roma en República Centroafricana, en el que tantos hombres y mujeres de buena voluntad y no solamente los fieles católicos, mostraron su deseo ferviente de trabajar por la reconciliación y la paz en este país, haya terminado con la experiencia concreta del amor perdonador de Dios con el sacramento de la misericordia, en una situación de tanto dolor y tanta guerra, provocada por la adoración al dios dinero por parte de los mercenarios que controlan el uranio, el otro, el petróleo, a costa de la vida y dignidad de tantos hombres y mujeres que desean vivir en paz. jesuita Guillermo Ortiz- Radio Vaticana

(from Vatican Radio)

7:57:00 a.m.

(Radio Vaticana).- “Nosotros tenemos que trabajar y rezar y hacer de todo por la paz. Pero la paz sin amor, sin amistad, sin tolerancia, sin perdón no es posible”, dijo el Papa al encontrar a los prófugos del campamento cercano la parroquia de St. Sauvuer, San Salvador en Bangui.

El Pontífice fue acogido por algunos niños y recibió luego palabras de bienvenida de una mujer del campo de prófugos de la cercana parroquia de St. Sauver y en particular del centro Juan XXIII, quien le manifestó su deseo de que su visita a Centroáfrica “aporte reconciliación, paz duradera y felicidad en todo el territorio”.

Un emotivo encuentro, marcado por la sencillez y la espontaneidad que caracterizan al Obispo de Roma, quien recibió con gratitud los dones que le ofrecieron los prófugos, para luego prodigar su saludo con estas afectuosas y sencillas palabras: “Saludo a todos ustedes que están aquí. Les digo que he leído lo que los niños habían escrito: paz, perdón, unidad y tantas cosas…amor. Nosotros tenemos que trabajar y rezar y hacer de todo por la paz. Pero la paz sin amor, sin amistad, sin tolerancia, sin perdón, no es posible. Cada uno de nosotros debe hacer algo. Yo les deseo, a ustedes y a todos los centroafricanos, la paz, una gran paz entre ustedes. Que puedan vivir en paz, cualquiera sea la etnia, la cultura, la religión, el estado social, ¡pero todos en paz! ¡Todos! Porque todos somos hermanos. Me gustaría que todos dijéramos juntos: “Todos somos hermanos”.  (Todos somos hermanos) ¡Otra vez! (Todos somos hermanos). Y por esto, porque todos somos hermanos, queremos la paz. Y les daré la bendición del Señor. Que el Señor los bendiga, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Y recen por mí! ¡Recen por mí! ¿Escucharon?" (MCM – RV)

 

 

(from Vatican Radio)


Ciudad del Vaticano, 29 de noviembre de 2015 (Vis).-Ayer tarde el Papa encontró a los jóvenes de Uganda en el Kololo air strip, un ex aeropuerto cercano a Kampala que se utiliza actualmente para acontecimientos de masa y que puede albergar hasta cien mil personas. Los jóvenes habían participado en la misa que Francisco había celebrado pocas horas antes en el santuario católico de Namugongo a través de pantallas gigantes colocadas en la zona. En Kololo estaban presentes, además, las autoridades civiles responsables de la educación y del deporte y, en un sector especial, 200 jóvenes sordos, refugiados y capellanes de la pastoral juvenil. En el palco, otros 50 jóvenes, una pareja procedente de cada diócesis del país y un grupo de huérfanos.

El Papa, dando por leído el discurso que reproducimos más abajo, prefirió conversar con los presentes después de haber escuchado el testimonio de dos jóvenes Emmanuel Odokonyero y Winnie Nansumba, que habían pasado por pruebas muy duras, desde la enfermedad y la depresión, al reclutamiento, a asistir a la tortura y al asesinato de sus amigos.

''A medida que he estado escuchando , me hice una pregunta -dijo el Papa- ¿Una experiencia negativa puede servir para algo en la vida? ¡Sí! ...Muchos de acá, muchos de los que estamos acá hemos tenido experiencias negativas. Siempre está la posibilidad de abrir un horizonte, de abrirlo con la fuerza de Jesús ...Porque Jesús es el Señor...Jesús puede todo. Y Jesús sufrió la experiencia más negativa de la historia: fue insultado, fue rechazado y fue asesinado. Y Jesús, por el poder de Dios, resucitó. Él puede hacer en cada uno de nosotros lo mismo, con cada experiencia negativa porque Jesús es el Señor''.

''Yo me imagino – y todos juntos hagamos un acto de imaginarnos- el sufrimiento de Emmanuel, cuando veía que sus compañeros eran torturados, cuando veñia que sus compañeros eran asesinados. Pero Emmanuel fue valiente -subrayó Francisco-Arriesgó se confío en Jesús y se escapó , y hoy lo tenemos aquí,

Arriesgó, se confió en Jesús y se escapó, y hoy lo tenemos aquí, después de 14 años, graduado en Ciencias Administrativas. Siempre se puede. Nuestra vida es como una semilla: para vivir hay que morir; y morir, a veces, físicamente, como los compañeros de Emmanuel; morir como murió Carlos Lwanga y los mártires de Uganda. Pero a través de esa muerte, hay una vida, una vida para todos. Si yo transformo lo negativo en positivo, soy un triunfador. Pero eso solamente se puede hacer con la gracia de Jesús. ¿Están seguros de esto?... ¿Están dispuestos a transformar en la vida todas las cosas negativas en positivo?...¿Están dispuestos a transformar el odio en amor?...¿Están dispuestos a querer transformar la guerra en la paz? ... Ustedes tengan conciencia que son un pueblo de mártires, por las venas de ustedes corre sangre de mártires, y por eso tienen la fe y la vida que tienen ahora. Y esta fe y esta vida, es tan linda, que se la llama “la perla del África''.

''Si vos querés que Jesús te cambie la vida, pedíle ayuda -exclamó- Y esto se llama rezar. ... Rezadle a Jesús, porque él es el Salvador. ¡Nunca dejen de rezar! La oración es el arma más fuerte que tiene un joven. Jesús nos quiere.... Entonces, abríle la puerta de tu corazón y dejálo entrar. Dejar entrar a Jesús en mi vida. Y cuando Jesús entra en tu vida, Jesús va a luchar, a luchar contra todos los problemas .. Luchar contra la depresión, luchar contra el AIDS (SIDA). Pedir ayuda para superar esas situaciones, pero siempre luchar. Luchar con mi deseo y luchar por mi oración''.

Y una tercera cosa que les quiero decir. Todos nosotros estamos en la Iglesia, pertenecemos a la Iglesia. ... Y la Iglesia tiene una Madre... María.. Rezar a la Madre. Cuando un chico se cae, se lastima, se pone a llorar y va a buscar a la mamá. Cuando nosotros tenemos un problema, lo mejor que podemos hacer es ir donde nuestra Madre, y rezarle a María, nuestra Madre.

Las tres cosas. Superar las dificultades. Segundo: transformar lo negativo en positivo. Tercero: oración. Oración a Jesús que lo puede todo. Jesús que entra en nuestro corazón y nos cambia la vida. Jesús que vino para salvarme y dio su vida por mí. Rezad a Jesús porque Él es el único Señor. Y como en la Iglesia no somos huérfanos y tenemos una Madre, rezad a nuestra Madre''.

Sigue el discurso que había preparado el Santo Padre:

''Queridos jóvenes, queridos amigos:

Me alegro de estar aquí y compartir con ustedes estos momentos. Saludo a mis hermanos Obispos y también a las Autoridades civiles aquí presentes. Agradezco al Obispo Paul Ssemogerere sus amables palabras de bienvenida. El testimonio de Winnie y Emmanuel refuerzan mi impresión de que la Iglesia en Uganda está repleta de jóvenes que quieren un futuro mejor. Hoy, si ustedes me lo permiten, quisiera confirmarlos en la fe, alentarlos en el amor y, en especial, fortalecerlos en la esperanza.

La esperanza cristiana no es un simple optimismo; es mucho más que eso. Tiene sus raíces en la vida nueva que hemos recibido en Jesucristo. San Pablo dice que la esperanza no defrauda, porque en el bautismo el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo . La esperanza nos hace capaces de confiar en las promesas de Cristo, en la fuerza de su perdón, de su amistad, de su amor, que nos abre las puertas a una vida nueva. Y, precisamente cuando ustedes afrontan un problema, un fracaso, cuando sufren un duro revés, es cuando deben anclar su corazón en este amor, porque tiene poder para cambiar la muerte en vida y eliminar todos los males.

Por eso, esta tarde quisiera ante todo invitarlos a rezar para que este don crezca en ustedes y puedan recibir la gracia de convertirse en misioneros de esperanza. Hay muchísimas personas cerca de nosotros que sufren una profunda inquietud e incluso desesperación. Jesús puede disolver estas nubes, si se lo permitimos.

Quisiera compartir también con ustedes algunas ideas sobre ciertos obstáculos que podrían encontrar en el camino de la esperanza. Todos ustedes anhelan un futuro mejor, encontrar un trabajo seguro, gozar de buena salud y bienestar, y esto es bueno. Por el bien del pueblo y de la Iglesia, desean compartir con los demás sus dones, sus aspiraciones y su entusiasmo, y esto es muy bueno. Pero muchas veces, cuando ven la pobreza, cuando constatan la falta de oportunidades o experimentan los fracasos en la vida, puede surgir y crecer en ustedes un sentimiento de desesperación. Pueden caer en la tentación de perder la esperanza.

¿Han visto alguna vez a un niño que se detiene en medio de la calle porque se encuentra un charco que no puede saltar ni bordear? Intenta hacerlo, pero cae y se moja. Entonces, tras varios intentos, pide ayuda a su papá, que lo toma de la mano y lo hace pasar rápidamente al otro lado. Nosotros somos como ese niño. La vida nos depara muchos charcos. No podemos superar todos los problemas y los obstáculos contando sólo con nuestras pobres fuerzas. Sin embargo, si se lo pedimos, Dios está ahí, listo para tomarnos de la mano.

Lo que quiero decir es que todos nosotros, incluso el Papa, deberíamos parecernos a ese niño, porque sólo cuando somos pequeños y humildes nos atrevemos a pedir ayuda a nuestro Padre. Si han tenido la experiencia de haber recibido esta ayuda, saben a qué me estoy refiriendo. Necesitamos aprender a poner nuestra esperanza en él, persuadidos de que siempre está ahí, esperándonos. Esto nos inspira confianza y valor. Pero sería un error –y es imprescindible no olvidarlo– que no compartiéramos esta hermosa experiencia con los demás. Nos equivocaríamos si no nos convirtiéramos en mensajeros de esperanza para los demás.
Quisiera mencionar un ''charco'' del todo particular que puede asustar a los jóvenes que desean crecer en la amistad con Cristo. Se trata del miedo a fracasar en el compromiso asumido con el amor, sobre todo en ese ideal grande y sublime del matrimonio cristiano. Se puede tener miedo de no llegar a ser una buena esposa y una buena madre, un buen marido y un buen padre. Si nos quedamos mirando ese charco, corremos el riesgo de ver reflejadas en él nuestras propias debilidades y miedos. Por favor, no se dobleguen ante ellos. Estos temores provienen, a veces, del diablo, que no quiere que sean felices. Pero no. Invoquen la ayuda de Dios, ábranle el corazón y Él los aliviará, tomándolos en sus brazos, y les enseñará a amar. De modo especial pido a las parejas jóvenes que tengan confianza en que Dios quiere bendecir su amor y su vida con su gracia en el sacramento del matrimonio. En el corazón del matrimonio cristiano está el don del amor de Dios y no la organización de suntuosas fiestas que oscurecen el profundo significado espiritual de lo que debería ser una jubilosa celebración con familiares y amigos.

Por último, un ''charco'' al que todos debemos enfrentarnos es el miedo a ser diferentes, a ir en contra de la corriente en una sociedad que constantemente nos impulsa a adoptar modelos de bienestar y consumismo ajenos a los valores profundos de la cultura africana. Piensen qué dirían los mártires de Uganda sobre el mal uso de los modernos medios de comunicación, que exponen a los jóvenes a imágenes y visiones deformadas de la sexualidad que degradan la dignidad humana y sólo conducen a la tristeza y al vacío interior. Cuál sería la reacción de los mártires ugandeses ante el crecimiento de la codicia y la corrupción en la sociedad. Seguramente les pedirían que fueran modelos de vida cristiana, con la confianza de que el amor a Cristo, la fidelidad al Evangelio y el uso racional de los dones que Dios les ha dado contribuyen a enriquecer, purificar y elevar la vida de este país. Ellos siguen indicándoles también hoy el camino. No tengan miedo a dejar que la luz de la fe brille en sus familias, en las escuelas y en los ambientes de trabajo. No tengan miedo a entrar en diálogo humilde con otras personas que puedan tener una visión diferente de las cosas.

Queridos jóvenes, queridos amigos, viendo sus rostros me siento lleno de esperanza: esperanza por ustedes, por su país y por la Iglesia. Les pido que oren para que esta esperanza que han recibido del Espíritu Santo siga inspirando sus esfuerzos para crecer en sabiduría, generosidad y bondad. No olviden ser mensajeros de esta esperanza. Y no olviden que Dios los ayudará a atravesar cualquier ''charco'' que encuentren a lo largo de su camino.

Tengan esperanza en Cristo, pues Él les hará encontrar la verdadera felicidad. Y si les resulta difícil rezar y esperar, no tengan miedo de acudir a María, porque ella es nuestra Madre, la Madre de la esperanza. Y por último les pido, por favor, que no se olviden de rezar por mí. Que Dios los bendiga.''



Ciudad del Vaticano, 29 noviembre 2015 (VIS).-Después de su encuentro con los jóvenes el Papa se desplazó ayer a la Casa de Caridad Nalukolongo, fundada en 1978 por el cardenal Emmanuel Kikwanuka Nsubunga (1914-1990), muy amado en el país y que eligió ser enterrado en Nalukolongo. El purpurado confío la Casa a las Hermanas del Buen Samaritano, congregación por él fundada, que atienden actualmente a un centenar de pobres de cualquier religión y edad, desde la primera infancia a la extrema vejez.

Nalukolongo, es un lugar que, como recordó Francisco ,en el breve discurso que dirigió a los huéspedes de la institución y a las treinta religiosas que se ocupan de ellos ''ha estado siempre ligado al compromiso de la Iglesia en favor de los pobres, los discapacitados y los enfermos. Pienso particularmente -añadió- en el enorme y fructífero trabajo realizado con las personas afectadas por el SIDA. Aquí, en los primeros tiempos, se rescató a niños de la esclavitud y las mujeres recibieron una educación religiosa. Está aquí, Jesús está aquí presente, porque Él siempre dijo que estaría presente en los pobres, los enfermos, los encarcelados, los desheredados, en los que sufren. Aquí está Jesús''.

''Hoy, desde esta Casa -prosiguió- quisiera hacer un llamamiento a todas las parroquias y comunidades de Uganda –y del resto de África– para que no se olviden de los pobres. El Evangelio nos impulsa a salir hacia las periferias de la sociedad y encontrar a Cristo en el que sufre y pasa necesidad. El Señor nos dice con palabras claras que nos juzgará de esto. Da tristeza ver cómo nuestras sociedades permiten que los ancianos sean descartados u olvidados. No es admisible que los jóvenes sean explotados por la esclavitud actual del tráfico de seres humanos. Si nos fijamos bien en lo que pasa en el mundo que nos rodea, da la impresión de que el egoísmo y la indiferencia se va extendiendo por muchas partes. Cuántos hermanos y hermanas nuestros son víctimas de la cultura actual del ''usar y tirar'', que lleva a despreciar sobre todo a los niños no nacidos, a los jóvenes y a los ancianos''.

''Como cristianos, no podemos permanecer impasibles -subrayó Francisco- Algo tiene que cambiar. Nuestras familias han de ser signos cada vez más evidentes del amor paciente y misericordioso de Dios, no sólo hacia nuestros hijos y ancianos, sino hacia todos los que pasan necesidad. Nuestras parroquias no han de cerrar sus puertas y sus oídos al grito de los pobres. Se trata de la vía maestra del discipulado cristiano. Es así como damos testimonio del Señor, que no vino para ser servido sino para servir. Así ponemos de manifiesto que las personas cuentan más que las cosas y que lo que somos es más importante que lo que tenemos. En efecto, Cristo, precisamente en aquellos que servimos, se revela cada día y prepara la acogida que esperamos recibir un día en su Reino eterno''.


''A través de gestos sencillos, a través de acciones sencillas y generosas, que honran a Cristo en sus hermanos y hermanas más pequeños, conseguimos que la fuerza de su amor entre en el mundo y lo cambie realmente. De nuevo les agradezco su generosidad y su caridad -dijo Francisco despidiéndose de Nalukolongo- Les recordaré en mis oraciones y les pido, por favor, que recen por mí. A todos ustedes, los confío a la tierna protección de María, nuestra Madre y les doy mi bendición''.


Ciudad del Vaticano, 29 de noviembre de 2015 (Vis).-La jornada del Papa terminó con el encuentro con los sacerdotes, religiosos y seminaristas en la catedral de Kampala, dedicada al Sagrado Corazón de Jesús. Antes, el Santo Padre se había reunido con los obispos de Uganda, alrededor de treinta, incluidos los eméritos, en el arzobispado, poco distante de la catedral.

A su llegada Francisco recibió el saludo del obispo encargado de la vida consagrada, John Baptist Kaggwa, a quien entregó, para que fuera publicado, el discurso que había preparado para la ocasión y , de nuevo, se dirigió a los presentes improvisando unas palabras en español y disculpándose por no hacerlo en inglés.

''Tres cosas les quiero decir -comenzó Francisco- Primero de todo, en el libro del Deuteronomio, Moisés recuerda a su pueblo: ¡No olviden! Y lo repite durante el libro varias veces: ¡No olvidar¡ No olvidar todo lo que Dios hizo por el pueblo. Lo primero que les quiero decir a ustedes es que tengan, pidan la gracia de la memoria. Como les dije a los jóvenes: ''Por la sangre de los católicos ugandeses está mezclada la sangre de los mártires''. ¡No pierdan la memoria de esta semilla!, para que, así, sigan creciendo. El principal enemigo de la memoria es el olvido, pero no es el más peligroso. El enemigo más peligroso de la memoria es acostumbrarse a heredar los bienes de los mayores. La Iglesia en Uganda no puede acostumbrarse nunca al recuerdo lejano de estos mártires. Mártir significa testigo. La Iglesia en Uganda para ser fiel a esa memoria tiene que seguir siendo testigo, no tienen que vivir de renta. Las glorias pasadas fueron el principio, pero ustedes tienen que hacer las glorias futuras. Y ese es el encargo que les da la Iglesia a ustedes: Sean testigos como fueron testigos los mártires que dieron la vida por el Evangelio''.

''Para ser testigos – segunda palabra que les quiero decir – es necesaria la fidelidad. Fidelidad a la memoria, fidelidad a la propia vocación, fidelidad al celo apostólico. Fidelidad significa seguir el camino de la santidad. Fidelidad significa hacer lo que hicieron los testigos anteriores: ser misioneros. Quizás acá en Uganda hay diócesis que tienen mucho sacerdotes y diócesis que tienen pocos. Fidelidad significa ofrecerse al obispo para irse a otra diócesis que necesita misioneros. Y esto no es fácil. Fidelidad significa perseverancia en la vocación. Y acá quiero agradecer de una manera especial el ejemplo de fidelidad que me dieron las hermanas de la Casa de la Misericordia: fidelidad a los pobres, a los enfermos, a los más necesitados, porque Cristo está allí. Uganda fue regada con sangre de mártires, de testigos. Hoy es necesario seguir regándola, y para eso, nuevos desafíos, nuevos testimonios, nuevas misiones sino van a perder la gran riqueza que tienen y ''la perla de África'' terminará guardada en un museo, porque el demonio ataca así, de a poquito. Y estoy hablando no sólo para los sacerdotes, también para los religiosos. Lo de los sacerdotes lo quise decir de una manera especial respecto al problema de la misionariedad: que las diócesis con mucho clero se ofrezcan a las de menos clero, entonces Uganda va a seguir siendo misionera''.

''Memoria que significa fidelidad; y fidelidad que solamente es posible con la oración. Si un religioso, una religiosa, un sacerdote deja de rezar o reza poco, porque dice que tienen mucho trabajo, ya empezó a perder la memoria y ya empezó a perder la fidelidad. Oración que significa también humillación. La humillación de ir con regularidad al confesor a decir los propios pecados. No se puede renguear de las dos piernas. Los religiosos, las religiosas y los sacerdotes no podemos llevar doble vida. Si sos pecador, si sos pecadora, ¡pedí perdón!, pero no mantengas escondido lo que Dios no quiere, no mantengas escondida la falta de fidelidad, no encierres en el armario, la memoria''.

''Memoria, nuevos desafíos, fidelidad a la memoria y oración – la oración siempre empieza con reconocerse pecador –. Con esas tres columnas, ''la perla del África'' seguirá siendo perla y no sólo una palabra del diccionario. Que los mártires que dieron fuerza a esta Iglesia los ayuden a seguir adelante en la memoria, en la fidelidad y en la oración. Y por favor, les pido que no se olviden de rezar por mí''.

Por último, Francisco invitó a los presentes a rezar todos juntos un Ave María a la Virgen.

Sigue el discurso preparado por el Santo Padre para su encuentro con el clero:

''Queridos hermanos sacerdotes,queridos religiosos y seminaristas:

Me alegro de estar con ustedes, y les agradezco su afectuosa bienvenida. Agradezco de modo particular a los que han hablado y dado testimonio de las esperanzas y preocupaciones de todos ustedes y, sobre todo, de la alegría que les anima en su servicio al pueblo de Dios en Uganda.

Me complace además que nuestro encuentro tenga lugar en la víspera del primer domingo de Adviento, un tiempo que nos invita a mirar hacia un nuevo comienzo. Durante este Adviento nos preparamos también para cruzar el umbral del Año Jubilar extraordinario de la Misericordia, que he proclamado para toda la Iglesia.

Ante la proximidad del Jubileo de la Misericordia, quisiera plantearles dos preguntas. La primera: ¿Quiénes son ustedes como presbíteros, o futuros presbíteros, y como personas consagradas? En un cierto sentido, la respuesta es fácil: ustedes son ciertamente hombres y mujeres cuyas vidas se han forjado en un ''encuentro personal con Jesucristo'' . Jesús ha tocado sus corazones, los ha llamado por sus nombres, y les ha pedido que lo sigan con un corazón íntegro para servir a su pueblo santo.

La Iglesia en Uganda, en su breve pero venerable historia, ha sido bendecida con numerosos testigos –fieles laicos, catequistas, sacerdotes y religiosos– que dejaron todo por amor a Jesús: casa, familia y, en el caso de los mártires, su misma vida. En la vida de ustedes, tanto en su ministerio sacerdotal como en su consagración religiosa, están llamados a continuar este gran legado, sobre todo mediante actos sencillos y humildes de servicio. Jesús desea servirse de ustedes para tocar los corazones de otras personas: Quiere servirse de sus bocas para proclamar su palabra de salvación, de sus brazos para abrazar a los pobres que Él ama, de sus manos para construir comunidades de auténticos discípulos misioneros. Ojalá que nunca nos olvidemos de que nuestro ''sí'' a Jesús es un ''sí'' a su pueblo. Nuestras puertas, las puertas de nuestras iglesias, pero sobre todo las puertas de nuestros corazones, han de estar constantemente abiertas al pueblo de Dios, a nuestro pueblo. Porque es esto lo que somos.

Una segunda pregunta que quisiera hacerles esta tarde es: ¿Qué más están llamados a hacer para vivir su vocación específica? Porque siempre hay algo más que podemos hacer, otra milla que recorrer en nuestro camino.

El pueblo de Dios, más aún, todos los pueblos, anhelan una vida nueva, el perdón y la paz. Lamentablemente hay en el mundo muchas situaciones que nos preocupan y que requieren de nuestra oración, a partir de la realidad más cercanas. Ruego ante todo por el querido pueblo de Burundi, para que el Señor suscite en las autoridades y en toda la sociedad sentimientos y propósitos de diálogo y de colaboración, de reconciliación y de paz. Si nuestra misión es acompañar a quien sufre, entonces, de la misma manera que la luz pasa a través de las vidrieras de esta Catedral, hemos de dejar que la fuerza sanadora de Dios pase a través de nosotros. En primer lugar, tenemos que dejar que las olas de su misericordia nos alcancen, nos purifiquen y nos restauren, para que podamos llevar esa misericordia a los demás, especialmente a los que se encuentran en tantas periferias geográficas y existenciales.

Sabemos bien lo difícil que es todo esto. Es mucho lo que queda por hacer. Al mismo tiempo, la vida moderna con sus evasiones puede llegar a ofuscar nuestras conciencias, a disipar nuestro celo, e incluso a llevarnos a esa ''mundanidad espiritual '' que corroe los cimientos de la vida cristiana. La tarea de conversión –esa conversión que es el corazón del Evangelio – hay que llevarla a cabo todos los días, luchando por reconocer y superar esos hábitos y modos de pensar que alimentan la pereza espiritual. Necesitamos examinar nuestras conciencias, tanto individual como comunitariamente.

Como ya he señalado, estamos entrando en el tiempo de Adviento, que es el tiempo de un nuevo comienzo. En la Iglesia nos gusta afirmar que África es el continente de la esperanza, y no faltan motivos para ello. La Iglesia en estas tierras ha sido bendecida con una abundante cosecha de vocaciones religiosas. Esta tarde quisiera dirigir una palabra de ánimo a los jóvenes seminaristas y religiosos aquí presentes. El llamado del Señor es una fuente de alegría y una invitación a servir. Jesús nos dice que ''de lo que rebosa el corazón habla la boca'' . Que el fuego del Espíritu Santo purifique sus corazones, para que sean testigos alegres y convencidos de la esperanza que da el Evangelio. Ustedes tienen una hermosísima palabra que anunciar. Ojalá la anuncien siempre, sobre todo con la integridad y la convicción que brota de sus vidas.

Queridos hermanos y hermanas, mi visita en Uganda es breve, y hoy ha sido una jornada larga. Sin embargo, considero el encuentro de esta tarde como la coronación de este día bellísimo, en el que me he podido acercar como peregrino al Santuario de los Mártires Ugandeses, en Namugongo, y me he encontrado con muchísimos jóvenes que son el futuro de la Nación y de la Iglesia. Ciertamente me iré de África con una esperanza grande en la cosecha de gracia que Dios está preparando en medio de ustedes. Les pido a cada uno que recen pidiendo una efusión abundante de celo apostólico, una perseverancia gozosa en el llamado que han recibido y, sobre todo, el don de un corazón puro, siempre abierto a las necesidades de todos nuestros hermanos y hermanas. De este modo, la Iglesia en Uganda se mostrará verdaderamente digna de su gloriosa herencia y podrá afrontar los desafíos del futuro con firme esperanza en las promesas de Cristo. Los tendré muy presentes en mi oración, y les pido que recen por mí''.



Ciudad del Vaticano, 29 de noviembre de 2015 (Vis).-Esta mañana, a las 9,15 (hora local, 7,15, hora de Roma el Santo Padre se despidió de Uganda, para embarcarse rumbo a la República Centroafricana, última etapa de su viaje en África, a cuya capital Bangui, llegó a las 10,00 hora local, la misma hora en Roma). El Papa fue recibido por la Jefe de Estado de la Transición de la República Centroafricana, Catherine Samba-Panza, que es además vicepresidenta de la Asociación de Mujeres Juristas Africanas. La Jefe de Estado, alcalde de la capital durante el conflicto armado (2012-2013) fue elegida como presidenta ad interim para gobernar la etapa de transición del país tras la guerra civil hasta las elecciones presidenciales y parlamentarias en programa para el próximo mes de diciembre.

Desde el aeropuerto el Papa se desplazó al Palais de la Renaissance, donde tras encontrar en privado a la familia de la Presidenta, tuvo lugar su encuentro con la clase dirigente y el cuerpo diplomático acreditado en ese país a través de los cuales Francisco quiso manifestar su simpatía y cercanía espiritual a todos los centroafricanos. El Obispo de Roma saludó también a los representantes de las organizaciones internacionales cuyo trabajo evoca ''el ideal de solidaridad y de cooperación que se ha de promover entre los pueblos y las naciones''.

''En este momento en que la República Centroafricana se encamina, poco a poco y a pesar de las dificultades, hacia la normalización de su vida social y política, piso por primera vez esta tierra, siguiendo los pasos de mi predecesor san Juan Pablo II -continuó Francisco- Vengo como peregrino de la paz, y me presento como apóstol de la esperanza. Por este motivo, felicito a las diversas autoridades nacionales e internacionales, con la Jefa del Estado de Transición a la cabeza, por los esfuerzos que han realizado para dirigir el país en esta etapa. Deseo ardientemente que las diferentes consultas nacionales, que se celebrarán en las próximas semanas, permitan al país entrar con serenidad en una nueva etapa de su historia''.

El Papa recordó el lema de la República Centroafricana,''Unidad – Dignidad – Trabajo''. que resume la esperanza de los pioneros y el sueño de los padres fundadores, es como ''una luz para el camino''. ''Hoy más que nunca -destacó- esta trilogía expresa las aspiraciones de todos los centroafricanos y, por tanto, es una brújula segura para las autoridades que han de guiar los destinos del país. Unidad, dignidad, trabajo. Tres palabras cargadas de significado, cada una de las cuales representa más una obra por hacer que un programa acabado, una tarea que llevar a cabo sin cesar''.

En primer lugar, la unidad, un valor fundamental para la armonía de los pueblos. ''Se ha de vivir y construir teniendo en cuenta la maravillosa diversidad del mundo circundante, evitando la tentación de tener miedo de los demás, del que no nos es familiar, del que no pertenece a nuestro grupo étnico, a nuestras opciones políticas o a nuestra religión -afirmó- La unidad requiere, por el contrario, crear y promover una síntesis de la riqueza que cada uno lleva consigo. La unidad en la diversidad es un desafío constante que reclama creatividad, generosidad, abnegación y respeto por los demás.

Después, la dignidad. Este valor moral, ''sinónimo de honestidad, lealtad, bondad y honor, es el que caracteriza a los hombres y mujeres conscientes de sus derechos y de sus deberes, y que lleva al respeto mutuo. Cada persona tiene una dignidad. He escuchado con agrado que la República Centroafricana es el país ''Zo Kwe zo'', el país donde cada uno es una persona. Hay que hacer lo que sea para salvaguardar la condición y dignidad de la persona humana. Y el que tiene los medios para vivir una vida digna, en lugar de preocuparse por sus privilegios, debe tratar de ayudar a los pobres para que puedan acceder también a una condición de vida acorde con la dignidad humana, mediante el desarrollo de su potencial humano, cultural, económico y social. Por lo tanto, el acceso a la educación y a la sanidad, la lucha contra la desnutrición y el esfuerzo por asegurar a todos una vivienda digna, ha de tener un puesto principal en un plan de desarrollo que se preocupe de la dignidad humana. En última instancia, la grandeza del ser humano consiste en trabajar por la dignidad de sus semejantes''.

La tercera, el trabajo. ''A través del trabajo ustedes pueden mejorar la vida de sus familias-señaló el Papa citando las palabras de San Pablo: ''No corresponde a los hijos ahorrar para los padres, sino a los padres para los hijos''. ''El esfuerzo de los padres pone de manifiesto su amor por los hijos -señaló- Ustedes, centroafricanos, pueden mejorar esta maravillosa tierra, usando con responsabilidad sus múltiples recursos. Su país se encuentra en una zona que, debido a su excepcional riqueza en biodiversidad, está considerada como uno de los dos pulmones de la humanidad. En este sentido, y remitiéndome a la Encíclica Laudato si’, me gustaría llamar la atención de todos, ciudadanos, autoridades del país, socios internacionales y empresas multinacionales, acerca de la grave responsabilidad que les corresponde en la explotación de los recursos medioambientales, en las opciones y proyectos de desarrollo, que de una u otra manera afectan a todo el planeta. La construcción de una sociedad próspera debe ser una obra solidaria. La sabiduría de sus gentes ha comprendido siempre esta verdad y la ha expresado en este refrán: ''Aunque pequeñas, las hormigas son muchas y por eso almacenan un gran botín en su nido''.

''Sin duda resulta superfluo hacer hincapié en la importancia crucial que tiene la conducta y la gestión de las autoridades públicas. Ellas deben ser las primeras que han de encarnar en sus vidas con coherencia los valores de la unidad, la dignidad y el trabajo, y ser un ejemplo para sus compatriotas.

''La historia de la evangelización de esta tierra y la historia socio-política del país dan fe del compromiso de la Iglesia con los valores de la unidad, la dignidad y el trabajo. Recordando a los pioneros de la evangelización de la República Centroafricana, saludo a mis hermanos obispos, responsables de continuarla en la actualidad. Junto a ellos, renuevo el propósito de esta Iglesia particular de contribuir cada vez más a la promoción del bien común, especialmente a través de la búsqueda de la paz y la reconciliación. No me cabe duda de que las autoridades centroafricanas, actuales y futuras, se esforzarán sin descanso para garantizar a la Iglesia unas condiciones favorables para el cumplimiento de su misión espiritual. Así podrá contribuir todavía más a ''promover a todos los hombres y a todo el hombre'' por usar la feliz expresión de mi predecesor, el beato Papa Pablo VI, que hace casi 50 años fue el primer Papa de los últimos tiempos que vino a África, para alentarla y confirmarla en el bien, en el alba de un nuevo amanecer''.

El Papa finalizó su discurso agradeciendo los esfuerzos realizados por la Comunidad internacional, representada por el Cuerpo diplomático y los miembros de varias Misiones de las organizaciones internacionales. ''Les animo fervientemente -dijo- a que sigan avanzando todavía más en el camino de la solidaridad, con la esperanza de que su compromiso, unido al de las Autoridades centroafricanas, sirva para que el país progrese, sobre todo en la reconciliación, el desarme, la preservación de la paz, la asistencia sanitaria y la cultura de una buena gestión en todos los ámbitos. Por último, me gustaría expresar de nuevo mi alegría por visitar este hermoso país, que situado en el corazón de África está habitado por un pueblo profundamente religioso y con un rico patrimonio natural y cultural. Veo que es un país bendecido por Dios. Que el pueblo de Centroáfrica, así como sus líderes e interlocutores, aprecien el verdadero valor de estos dones, trabajando sin cesar por la unidad, la dignidad humana y la paz basada en la justicia. Que Dios los bendiga a todos. Gracias''.

Después de su encuentro con la clase dirigente del país, el Santo Padre se trasladó en papamóvil al campo de refugiados de la parroquia de St. Sauveur donde fue acogido por los niños que viven allí y recibió la bienvenida de una de las mujeres acogidas en St. Sauveur. El Papa saludó a todos y les dirigió unas breves palabras. ''Tenemos que trabajar para hacer todo lo posible por la paz y rezar por ella- dijo- Pero la paz sin amor, sin amistad, sin tolerancia, sin perdón, no es posible. Cada uno de nosotros tiene que hacer algo. Yo os deseo a todos y a todos los centroafricanos la paz, una gran paz entre vosotros; que podáis vivir en paz, cualquiera sea vuestra etnia, cultura, religión, estado social. Paz a todos, porque todos somos hermanos''.

''Me gustaría que los repitiéramos juntos'' -continuó- invitando a la multitud que lo saludaba a repetirlo: ''Todos somos hermanos''. Y así hicieron tres veces los refugiados de St. Sauveur, mientras un traductor repetía en su idioma las palabras de Francisco. '' Y por esto, porque todos somos hermanos queremos la paz'', finalizó el Papa.

Está previsto que esta tarde, tras almorzar con los obispos de la República Centroafricana en la nunciatura apostólica, Francisco visite la Facultad de Teología de Bangui donde promunciará un discurso ante las comunidades evangélicas del país.


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