junio 2018

8:18:00 p.m.

, 30 Jun. 18 (ACI Prensa).-
La pequeña Lara nació en julio de 2013, en el período de la Romería del Divino Padre Eterno, cuya fiesta se celebra en el primer domingo de ese mes; así, la niña fue creciendo en una familia católica que le enseñó a amar esta devoción, que decidió elegirla como tema para celebrar su quinto cumpleaños.

Así, el sábado 23 de junio se celebró la fiesta de Larinha con la devoción al Divino Padre Eterno representada en cada detalle de la decoración, de la invitación y de los recuerdos.

Decoración de la fiesta de Lara / Foto: Wendel Cavalcante (Cortesía)

Según el padre de la niña, Wendel Cavalcante, "la idea surgió de ella". "El año pasado, dentro de la Basílica del Divino Padre Eterno, ella habló que quería la fiesta de cumpleaños con este tema. Nosotros los fuimos dejando pasar, pero ella no cambió de idea y afirmó que quería este tema. Entonces vimo que era serio y decidimos hacer su fiesta", declaró a ACI Digital, agencia en portugués del Grupo ACI.

Decoración de la fiesta de Lara / Foto: Wendel Cavalcante (Cortesía)

Lara cultivó esta devoción gracias a sus padres Wendel y Marlene, con quienes vive en Goiania y frecuenta el Santuario del Divino Padre Eterno, en Trinidad.

"Con nuestra hija vamos al Santuario y también presenciamos por televisión las novenas y Misas”. Desde pequeña todo esto le ha encantado, aseguró Wendel, para quien “es una gran señal” el hecho de que la pequeña naciera “en el período de la Romería del Divino Padre Eterno”.

Lara y sus padres apagando la torta de cumpleaños / Foto: Wendel Cavalcante (Cortesía)

"En su habitación montamos un espacio con las imágenes, la biblia para niños, revistas católicas", señaló. Lara “tiene todo cuidado” en su simple oratorio, añadió.

🎥 VÍDEO: Pequena devota escolha tema do Divino Pai Eterno para seu aniversário. 📲 https://t.co/OXoiv2LaoG #DivinoPaiEterno #AniversarioReligioso #Fé #Infância pic.twitter.com/7R4gpyU1cR

— ACI Digital (@acidigital) 29 de junio de 2018

Para Wendel, educar a los hijos en el camino de fe "vale la pena". "El mundo de hoy necesita que se lo enseñemos a nuestros hijos. Principalmente en este mundo en el que Internet, el celular y tantas otras cosas han alejado (al ser humano) de Dios y hasta de la familia. Necesitamos unidad en las familias y con Dios", agregó.

Divino Padre Eterno

La fiesta del Divino Padre Eterno se celebra el primer domingo de julio. Se trata de la segunda mayor fiesta religiosa de Brasil.

El domingo de la fiesta es precedido por unos diez días de Romería, con peregrinos de todo el país que llegan al Santuario del Divino Padre Eterno, en Trinidad. Se estima que durante estos días arriban unos 2,5 millones de fieles.

6:53:00 a.m.

VATICANO, 30 Jun. 18 (ACI Prensa).-
El Papa Francisco mantuvo hoy una reunión en el Vaticano con el presidente de Bolivia, Evo Morales, aprovechando su estancia con motivo del consistorio que se celebró el jueves 28 y en el que se creó cardenal al boliviano Toribio Porco Ticona.

El encuentro –el sexto desde que Francisco está al frente de la Iglesia– duró 36 minutos y en él se resaltó la importancia de “trabajar por un mundo de solidaridad y paz”.

La reunión tuvo lugar en la biblioteca del Palacio Apostólico, y comenzó con un breve comentario sobre el Mundial de fútbol que se celebra en Rusia. “Veremos Argentina”, dijo el Papa.

“De las cinco nacionales sudamericanas, cuatro se han clasificado” para los octavos de final, dijo Morales en referencia a Argentina, Brasil, Colombia, Uruguay y Perú, ya que esta última fue eliminada.

Como es habitual, al final de la conversación privada tuvo lugar el intercambio de regalos. El boliviano obsequió al Papa con un ajedrez de madera indígena y una fotografía en la que se ve al Papa Francisco abrazando a un niño boliviano con un sombrero en el viaje que realizó al país en julio de 2015.

El Papa, como ya es toda una tradición, le regaló el mensaje por la Jornada Mundial de la Paz y el medallón del Ángel de la Paz.

Francisco explicó que representa “el ángel que encadena y encierra al demonio de la guerra, habla de la paz entre países”.

5:38:00 a.m.

VATICANO, 30 Jun. 18 (ACI Prensa).-
Predicar en las calles y en los barrios y llevar a los alejados una palabra de ánimo. Este fue el mensaje que el Papa Francisco ofreció a los miembros de la Familia de la Preciosísima Sangre durante un encuentro en el Vaticano.

“Es importante ser personas valientes, construir comunidades valientes que no tengan miedo de tomar partido por los valores del Evangelio y la verdad sobre el mundo y sobre el hombre”.

Francisco invitó a “tocar la vida de las parroquias y de los barrios, a no dejar indiferentes, sino a incidir, transformando el corazón y la vida de las personas”.

También pidió atención “especialmente a los alejados”. “En vuestra misión estáis llamados a llegar a todos, a haceros entender por todos, a ser ‘populares’ usando un lenguaje gracias al cual todos puedan comprender el mensaje del Evangelio”, afirmó.

“Esforzaos por ser imagen de una Iglesia que camina por la calle, entre la gente, también arriesgando en primera persona, compartiendo las alegrías y fatigas de los que os encontráis”.

El Papa recordó además que “desde los inicios del cristianismo, el misterio del amor de la Sangre de Cristo ha fascinado a muchas personas”.

“Dios ha elegido el signo de la sangre, para que ningún otro signo así elocuente para expresar el amor supremo de la vida donada a los otros. Esta donación se repite en cada celebración eucarística, en la cual se hace presente, junto con el Cuerpo de Cristo, su Sangre preciosa, la Sangre de la nueva y eterna Alianza, derramada por todos en remisión de los pecados”.

Francisco animó a realizar “obras de misericordia” y a “tener cuidado en los que podrían ser ayudados en sus sufrimientos morales y físicos y en lugar de ellos son dejados languidecer a los márgenes de una sociedad del consumo y de la indiferencia”.

El Papa les pidió prestar especial atención a “la valentía de la verdad, la atención a todos” y “la capacidad de fascinar y comunicar”.

“El Evangelio y el Espíritu Santo suscitan palabras y gestos que hacer arder los corazones y los ayudan a abrirse a Dios y al prójimo”, añadió.

1:43:00 a.m.

«Gigante de la cultura, fundador del Instituto de la Caridad, y el Instituto de las Hermanas de la Providencia. El Concilio Vaticano II revocó la condena que pesaba sobre sus obras»

A punto de ser beatificado en 2007, Benedicto XVI ensalzó su «caridad intelectual», y el cardenal Saraiva lo calificó como un «gigante de la cultura». Rosmini fue un abanderado de la unidad entre fe y razón, y ello le acarreó un singular calvario. Nació en Rovereto, Italia, el 24 de marzo de 1797. Pertenecía a una noble y acomodada familia. El hecho de ser bautizado al día siguiente, en la festividad de la Anunciación, tuvo gran relieve para él: «Con el darme Dios el privilegio de nacer a la gracia en la festividad de María, mostró el querer dármela por mi Madre y Protectora. Pueda yo corresponderle y amarla, como me propongo por la eternidad». Este signo rubricó momentos específicos de su vida.

En el hogar reinaba la piedad. Dios bendijo a los padres con el compromiso religioso de la primogénita, que fue canossiana, y el beato, segundo en orden de nacimiento. Al último, más distante de la fe, no le faltó la comprensión de sus hermanos. Para Antonio, su tío paterno Ambrogio, un reputado arquitecto y pintor, fue un referente importante en su formación, aunque él a los 5 años sabía leer y escribir; aprendió con la Biblia, las actas de los mártires y las vidas de santos. Sus padres alentaron su afán por el estudio y la investigación, ya notorios cuando tenía 7 años. A los 15, aunando este amor a los libros con la vida espiritual, fundó la academia «Vannettiana»; en ella los niños compartían estudio, caridad y oración.

A los 16 años se despertó su vocación sacerdotal, un ideal que mantuvo aunque no fue compartido por su familia inicialmente. Estudió en la universidad de Padua y allí mostró unas cualidades excepcionales para penetrar en los entresijos de la ciencia y de las humanidades. Era experto conocedor de un amplio abanico de disciplinas que incluían: filosofía, política, derecho, educación, ciencia, psicología y arte. Precisamente su vasto conocimiento le mostró con nítida claridad que ninguna de ellas constituía un peligro para la fe, sino que, más bien, eran «unas aliadas necesarias», como subrayó Juan Pablo II en 1998.

Fue ordenado sacerdote en 1821. Asumió su ministerio con claras y santas ideas. «El sacerdote debe ser un hombre nuevo: vivir en el cielo con el corazón y la mente, conversando siempre con Cristo; regresar del altar un santo, un apóstol, un hombre lleno de Dios. Debe avanzar en todas las virtudes, ser el primero en amar el trabajo duro, la humillación, el sufrimiento…, un modelo de perfecta obediencia, debe vivir la caridad para con el prójimo como una llama que prende fuego a todo el mundo».Oración, estudio, caridad… fueron la tónica de sus jornadas.Pío VIII le animó a que se dedicara a escribir y dejase en segundo lugar la vida activa. Alessandro Manzini, escritor y poeta, entrañable amigo de Antonio, no ocultó su admiración por él. Dijo que «era una de las cinco o seis más altas inteligencias filosóficas que Dios había brindado a la Humanidad». Además, no solo tenía talento. Era un hombre prudente, íntegro, dispuesto, sobre todo, a cumplir la voluntad de Dios; daba pruebas de su vocación y vivía en comunión con la Sede Apostólica; todo ello fue resaltado por Gregorio XVI en su Carta In sublimide 1839.

Impulsó la Enciclopedia cristiana, que contrapuso a la francesa, y la Sociedad de los amigos para la animación cristiana de la sociedad. Aunque estas obras no tuvieron excesiva trascendencia, de algún modo ratificaron su anhelo de poner al servicio de los demás todo lo que poseía, esperando que pudiera servirles de ayuda. Ello incluía su asistencia espiritual, la donación de los bienes materiales y su bagaje intelectual, porque sabía que era un fecundo instrumento apostólico. Es decir, una magnífica trilogía en la que su caridad evidenciaba destellos espirituales, materiales e intelectuales. Mantuvo una ingente correspondencia epistolar que ha sido recogida en trece volúmenes. Su actividad era admirable. No solo fundó dos institutos masculino y femenino, el de la Caridad, y el de las Hermanas de la Providencia; su intensa labor intelectual le condujo a la creación de un nuevo sistema filosófico. En 1848 desempeñó una misión diplomática para el gobierno piamontés ante la Santa Sede, pero renunció debido a su rotunda discrepancia con los intereses políticos de aquél.

Su creación intelectual estuvo en el punto de mira del Magisterio de la Iglesia, y ello motivó su exilio a Gaeta ese mismo año de 1848 junto a Pío IX, del que fue su consejero. En 1849 cayó en desgracia ante el pontífice y regresó al norte de Italia. Supo por el camino que dos de sus obras se habían incluido en el Índicede libros prohibidos; detrás hubo un maquiavélico entramado de rencillas. Sufrió humillaciones y persecución con el espíritu de un fiel hijo de Dios y de la Iglesia, viviendo heroicamente la caridad y la humildad. Según sus palabras: solía «mirar las cosas desde lo alto». Había sido designado cardenal, pero nunca fue consagrado como tal. El centro de su espiritualidad, de innegable influencia mariana, fue: «el Principio de disponibilidad» a la voluntad de Dios en un doble movimiento: 1) No hacer obra exterior alguna por mi cuenta, sino purificarme, orar y esperar el signo que es voluntad de Dios. 2) No rechazar nada de todo lo que la voluntad de Dios me pide a través de las circunstancias. Bíblicamente: «Dejarme llevar por el Espíritu de Dios» (Rm 8,14).

El proceso sobre su obra le acompañó hasta el final. Mostró su convencimiento de que todo estaba en manos de Dios, asegurando que él se sentía «bastante inútil». Murió en Stresa el 1 de julio de 1855. En 1887 cuarenta proposiciones suyas contenidas en diversas obras publicadas e inéditas fueron condenadas con el decreto doctrinal, Post obitum, de la Sagrada Congregación del Santo Oficio. Pero su obra fue valorada en el Concilio Vaticano II y su condena se revocó en 2001. Benedicto XVI lo beatificó el 18 de noviembre de 2007.

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7:53:00 p.m.

MANILA, 29 Jun. 18 (ACI Prensa).-
El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, ofendió a los 85 millones de católicos de su país al llamar a Dios “estúpido” y negarse a ofrecer disculpas.

Duterte, conocido por sus polémicas declaraciones y por permitir las ejecuciones extrajudiciales en su lucha contra las drogas, ofendió a los católicos al referirse a la doctrina sobre el pecado original.

Según informó el medio local Inquirer, el 22 de junio el mandatario dijo “¿quién es este Dios estúpido? Creaste algo perfecto y entonces crees que un evento destruiría la calidad de tu trabajo (…) ¿Cómo puedes creer en Él?”.

“Entonces todos hemos nacido con un pecado original. Incluso en el vientre, ya hemos pecado. ¿Qué tipo de religión es esa?”, expresó.

Según el medio, Duterte dijo que estas palabras están conectadas a su frustración por las críticas a su Gobierno de parte de la misionera australiana Patricia Fox.

Luego de Brasil y México, Filipinas es el tercer país del mundo con mayor número de católicos. Según el Anuario Pontificio 2018, en el país asiático viven 85 millones de fieles.

Ante los insultos del mandatario, el Arzobispo de Lingayen-Dagupan, Mons. Sócrates Villegas, llamó a los fieles a “rezar por él con compasión”. “Rezamos por su sanación y para que Dios lo perdone”, dijo durante un encuentro con jóvenes, según informó el 26 de junio la agencia de noticias de la Conferencia Episcopal de Filipinas, CBCP News.

Sin embargo, también llamó a reprender los "errores" de Duterte sobre la fe cristiana.

"Él es una persona con autoridad y algunos de ustedes pueden confundirse cuando lo escuchan". “Rezar por él no es suficiente. Debemos servir con la verdad mientras oramos por él", añadió.

En ese sentido, Mons. Sócrates recordó a los católicos que "estamos en una guerra espiritual contra el error y el pecado. Protéjanse del error y guíen a su prójimo en piedad. Lean más sobre la fe. Estudien sobre la verdadera enseñanza de la Iglesia".

Quien también criticó al mandatario fue el Vicepresidente del Episcopado y Obispo de Kalookan, Mons. Pablo Virgilio David. El Prelado advirtió que “estar en desacuerdo nunca es una licencia para insultar”.

"¿Cómo puede ser el presidente de todos los filipinos cuando no respeta a los fieles católicos? La mayoría de sus seguidores son católicos, ¿verdad? Esperamos que respete a los católicos, incluso si no está de acuerdo con la fe católica ", dijo.

Añadió que los católicos respetan “su mandato como presidente”. “Solo podemos esperar que muestre el mismo respeto a los católicos, incluso si no está de acuerdo con la doctrina católica“, expresó.

Por su parte, el Obispo Auxiliar de Manila, Mons. Broderick Pabillo, dijo que las críticas de Duterte contra la Iglesia eran tácticas para desviar la atención pública sobre asuntos críticos de su Gobierno.

"Las críticas de Duterte contra la Iglesia son tácticas de distracción para cubrir los fracasos de su administración", afirmó.

10:38:00 a.m.

(ZENIT – 29 junio 2018).- En la parroquia de San Juan Bautista, Cuautlancingo, arquidiócesis de Puebla, del 19 al 22 de junio de 2018, se llevó a cabo el XIX Taller de traductores litúrgicos al náhuatl.

Participaron 30 personas, sacerdotes, laicos y tres religiosas, todos hablantes de este idioma, delegados de las arquidiócesis de Puebla y Tulancingo, de las diócesis de Orizaba, Tehuacán, Cuernavaca, San Andrés Tuxtla y de la Prelatura de Huautla.

Se hizo presente Mons. Víctor Sánchez, arzobispo de Puebla y Responsable en la CEM de la Dimensión de Pastoral Litúrgica, además de Mons. Juan Pedro Juárez, obispo de Tula, de raíces náhuatl y totonaco.

Este taller es promovido por la Conferencia del Episcopado Mexicano, por medio de sus Dimensiones de Pastoral Litúrgica, Animación Bíblica de la Pastoral, Doctrina de la Fe, Pastoral Indígena y Pastoral de la Cultura. Es un servicio de la Iglesia destinado a fortalecer las culturas originarias, para lograr que los pueblos indígenas escuchen la Palabra de Dios y celebren la liturgia en su propio idioma.

Es muy importante la traducción náhuatl, porque, según el censo de 2010, hay 1.544,968 mexicanos que hablan este idioma, en 16 diócesis del país. La Virgen de Guadalupe habló esta lengua, lo cual es una razón más para resaltar su dignidad e importancia.

Después de que, en el primer taller, realizado en la Basílica de Guadalupe, del 6 al 9 de agosto de 2012, se tomó el acuerdo de hacer una sola versión al náhuatl, que fuera consensuada para las distintas variantes que hay en el país, se ha logrado ya la traducción de las oraciones más comunes, del Ordinario de la Misa y de la Plegaria Eucarística II.

Esto ya fue aprobado por una asamblea plenaria del episcopado mexicano, y están en proceso de recibir la recognitio, que es la aprobación final de parte de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, según la legislación anterior. Allá han retrasado esa aprobación, porque tenían dudas sobre alguna palabra náhuatl, pero ya se les respondió con argumentos sólidos, y esperamos su respuesta definitiva.

El Papa Francisco ya cambió la legislación al respecto, para que sean las propias conferencias episcopales de cada país las que den la aprobación más importante, y sólo Roma dará una confirmación, como señal de comunión eclesial y de que el proceso seguido es el adecuado.

En esta ocasión, se concluyó la traducción del rito del Bautismo y se seguirá con los demás sacramentos y otras plegarias eucarísticas. El texto consensuado por los traductores se lleva a las comunidades, para escuchar sus reacciones y ver si lo aceptan, o proponen modificaciones. Es un trabajo lento, pero seguro y con mucha participación de las comunidades.

El siguiente taller será en la Ciudad de México, del 10 al 13 de octubre, en los locales de CENAMI, con la celebración de la cuarta Misa en náhuatl en la Basílica de Guadalupe el 11 de octubre, como se va haciendo ya tradición, con participación de nahuas de varias diócesis.

+ Felipe Arizmendi Esquivel

Obispo Emérito de San Cristóbal de Las Casas

Responsable de la Dimensión de Doctrina de la Fe en la CEM

Coordinador del Taller

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10:38:00 a.m.

«El misionero santo. Apóstol de Nápoles, defensor de las mujeres prostituidas. Era miembro de las Misiones Apostólicas, y al conocer a san Alfonso María de Ligorio compartió con él sus afanes apostólicos convirtiéndose en redentorista» 

Esta alma gemela de san Alfonso María de Ligorio, desde que se encontraron en el camino persiguiendo juntos el mismo ideal, cuando aguardaba ser liberado de este mundo para volar al cielo prometido, manifestó: «La criatura vuelve ya al Creador, el hijo al Padre. Si te place, deseo ir a verte cara a cara; pero no quiero ni morir ni vivir, quiero sólo lo que tú quieres. Tú sabes que cuanto he hecho, cuanto he pensado, todo ha sido para tu gloria». Vivió tan desembarazado de sí, volcado incansablemente en remediar las turbias jornadas de los oprimidos, dedicando especial atención a las mujeres inmersas en la sordidez de los bajos fondos, tan ajeno a los riesgos que corría, y con tal afán por llegar a tiempo, que su salud se desplomó irremisiblemente cuando tenía 42 años.

Nació en Nápoles, Italia, el 12 de septiembre de 1702. Su padre Angelo Sarnelli era un prestigioso jurista napolitano, sagaz para los negocios con los que obtuvo el título nobiliario de barón de Ciorani, localidad en la que Gennaro pasó algunas temporadas. Era el cuarto de ocho hermanos. En su adolescencia un hecho marcó el ritmo que iba a seguir su vida: la beatificación de Francisco de Regis ya que, impactado por ella, decidió hacerse jesuita. Dos circunstancias indujeron a su padre a negarle el permiso: su endeble organismo y la edad. Tenía 14 años y su padre juzgaba que debía centrarse en los estudios; después, podría reconsiderar su decisión. Aceptó su consejo y, siguiendo la tradición familiar, cursó leyes.

Después de doctorarse en 1722, ejerció la abogacía durante unos años. Sin relegar al olvido la fe, meditaba y seguía yendo a misa en la que diariamente recibía la Eucaristía, de la que era devoto. Se integró en una congregación formada por abogados y médicos regida por los Píos Operarios, una de cuyas acciones apostólicas se desarrollaban en el hospital de Incurables. Otro ilustre jurista, que iba a ser una de las glorias de la Iglesia y fundador suyo, Alfonso María de Ligorio, había tenido la misma idea. Y en este centro se conocieron entablando una entrañable amistad que se iría consolidando a su tiempo con nuevos y profundos lazos. La llamada al sacerdocio se tornó apremiante para Gennaro. Tan perentoria llegó a sentirla, que en 1728 ingresó en el seminario. El arzobispo de Nápoles, cardenal Pignatelli, lo destinó a la parroquia de Sant’Anna di Palazzo.

No hallaba el sosiego necesario para el estudio en su domicilio, y se trasladó al colegio de la Santa Familia (denominado también de los Chinos), donde permaneció hasta abril de 1729. Alfonso, residente del mismo, lo había dejado antes que él para instituir su fundación. En junio de ese año el beato ingresó en la sociedad de las Misiones Apostólicas, asociación de sacerdotes napolitanos que estaban bajo la autoridad del arzobispo; tenían como objetivo primordial atender las zonas marginales de la diócesis. Empleó gran parte de su tiempo en esta tarea misionera y solidaria. Visitaba a los que se hallaban ingresados en el hospital, a los ancianos del geriátrico de san Gennaro y a los marineros enfermos en el hospital del puerto. También impartía catequesis a los niños obligados a ganarse el sustento como obreros.

Alfonso había fundado su Orden en Scala el año 1732, el mismo en el que Gennaro se ordenó sacerdote. El cardenal Pignatelli puso al beato al frente de la formación religiosa en la parroquia de los santos Francisco y Mateo. El lugar en el que estaba ubicada era un auténtico lupanar donde muchas jóvenes eran vilmente explotadas en malsanos tugurios. Y se dedicó a luchar contra esta antigua lacra social. Cuando en 1733 las críticas se cebaron en el fundador de los redentoristas, Gennaro se unió a él y le ayudó en Ravello. Así inició su colaboración. La forma de apostolado que impulsaba Alfonso despertó su interés. Ambos unieron sus fuerzas catequizando a laicos y promoviendo acciones apostólicas realizadas al caer la tarde en las denominadas «capillas del atardecer». Poco después Gennaro se convirtió en redentorista, pero nunca dejó de ser miembro de las Misiones Apostólicas.

Idealista, soñador, altamente creativo, llegó con un sinfín de proyectos y trabajó junto al fundador sin desfallecer, mostrando la urgencia apostólica que le animaba. Predicó misiones por la provincias de Calabria y de los Abruzzos. Vivía en un constante estado de oración, por eso pudo escribir por experiencia: «Dios está más cerca de nosotros que nosotros mismos». Seguía preocupado por el destino de las prostitutas y escribió Ragioni cattolichepensando en el peligro que corrían numerosas jóvenes.

Extenuado por tanto esfuerzo, hubo un momento en que su salud decayó seriamente, y autorizado por Alfonso regresó a Nápoles a fin de restablecerse. Se trasladó a Scala. Luego volvió nuevamente a Nápoles. Allí siguió luchando para devolver la dignidad a las mujeres descarriadas, al punto de suscitar la atención de las autoridades. Paralelamente escribía con exclusiva finalidad espiritual, evangelizadora. Su legado se compone de una treintena de obras dedicadas a la meditación, dirección espiritual, teología mística, derecho, pedagogía, moral y temas pastorales. Hasta su muerte solía viajar periódicamente desde Roma a Nápoles, donde seguía ejerciendo la labor catequética misionera, sin descuidar su apostolado en pro de la mujer; ello le impuso permanecer en la ciudad para atenderlas convenientemente. Lo denominaban «el misionero santo».

La intensidad de su entrega consumió sus escasas fuerzas. En junio de 1744 se hallaba muy enfermo, y se alojó en la casa de su hermano Domenico, en Nápoles. Cuando Alfonso tuvo noticias de su gravedad, inmediatamente le envió dos redentoristas para que le asistieran. Y el 30 de junio de ese año entregó su alma a Dios. Humilde y desprendido hasta el final, había pedido al religioso que le acompañaba:«Hermano, prepare los vestidos más viejos para amortajarme, a fin de que no se pierdan los mejores conmigo». Juan Pablo II lo beatificó el 12 de mayo de 1996.

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10:33:00 a.m.

(ZENIT – 29 junio 2018).- “Sed un buen ejemplo para vuestros compañeros, un ejemplo que pueda ayudarlos a construir su futuro”, dijo el Papa Francisco a los miembros de la Federación Italiana de Natación. “El lenguaje del deporte es universal y llega fácilmente a las nuevas generaciones”.

Este jueves, 28 de junio de 2018, el Santo Padre recibió en audiencia, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, a una representación de directivos y atletas de la Federación Italiana de Natación.

Durante el encuentro, el Pontífice se dirigió a los presentes con un discurso, en el que destacó el aspecto de “hacer equipo”: Ciertamente –dijo el Papa– la natación es un deporte predominantemente individual, pero en cualquier caso practicarlo en una sociedad deportiva e incluso a nivel nacional se convierte en una experiencia de equipo, en la que la colaboración y la ayuda mutua son muy importantes.

El Papa ha recordado a la nadadora Noemi, desaparecida trágicamente hace unos días en Roma: “He rezado por ella y por su familia, y hoy la recuerdo junto con vosotros”, les ha dicho a sus compañeras el Santo Padre.

Publicamos a continuación el discurso que el Papa ha dirigido a los presentes en el acto.

***

Discurso del Papa Francisco

¡Queridos amigos!

Os doy mi cordial bienvenida, con un especial “gracias” al Presidente de la Federación por sus palabras.

En estos días de competiciones deportivas, -el Trofeo “Sette Colli”- además de los resultados técnicos, también dais un testimonio de disciplina, competición saludable y juego en equipo. Demostráis qué metas se pueden alcanzar a través de  la fatiga del entrenamiento, que implica un gran esfuerzo e incluso renuncias. Todo esto constituye una lección de vida, sobre todo para vuestros coetáneos. Nadar, como cualquier actividad deportiva, si se practica con lealtad, se convierte en una oportunidad de formación en los  valores humanos y sociales, para fortalecer junto con el cuerpo también el carácter y la voluntad, y para aprender a conocerse y aceptarse mutuamente.

Me gustaría insistir un poco en este aspecto de “hacer equipo”. Ciertamente, la natación es un deporte predominantemente individual, pero en cualquier caso practicarlo en una sociedad deportiva e incluso a nivel nacional se convierte en una experiencia de equipo, en la que la colaboración y la ayuda mutua son muy importantes. Y luego están los relevos, y el “waterpolo”, que es un clásico juego de equipo. Sobre todo está la “natación sincronizada”, que es realmente la exaltación del hacer equipo: es todo armonía, y la excelencia se alcanza cuando los atletas se mueven de tal manera que forman un solo movimiento. Es realmente fascinante, y para nosotros, los espectadores, parece casi imposible; pero también allí, el secreto es, además de la habilidad individual, la ayuda mutua.

Hablando de natación sincronizada, no puedo por menos que pensar en Noemi, vuestra compañera trágicamente desaparecida hace unos días, aquí en Roma. He rezado por ella y por su familia, y hoy la recuerdo junto con vosotros.

Estimados directivos y atletas, sed un buen ejemplo para vuestros compañeros, un ejemplo que pueda ayudarlos a construir su futuro. El lenguaje del deporte es universal y llega fácilmente a las nuevas generaciones. Por eso, os aliento a transmitir mensajes positivos a través de vuestra actividad, contribuyendo también así a mejorar la sociedad en la que vivimos.

Que el Señor os bendiga y os dé siempre la alegría de hacer deporte juntos, en un espíritu de fraternidad. Gracias.

© Librería Editorial Vaticano

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10:03:00 a.m.

(ZENIT – 29 junio 2018).- En la fiesta de San Pedro y San Pablo, Patronos de Roma, la Iglesia peregrina  “va a las raíces de su fe”, ha señalado el Pontífice Francisco en su alocución previa a la oración mariana del Ángelus:

Como marca la tradición de la solemnidad de los santos Apóstoles Pedro y Pablo, tras haber celebrado la Santa Misa en la Plaza de San Pedro, con la bendición de los palios para los nuevos arzobispos Metropolitanos, el Santo Padre ha rezado el Ángelus este viernes, 29 de junio de 2018, desde el balcón del Palacio Apostólico, junto a los fieles llegados de todo el mundo a la plaza de San Pedro, indica ‘Vatican News’ en español.

“Sus restos mortales, custodiados en las dos Basílicas a ellos dedicadas, son tan queridos por los romanos y por los numerosos peregrinos que vienen de cada parte del mundo a venerarlos”, ha indicado el Papa.

“Abrirse a su misterio”

“¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre?”; “¿Quién dicen que soy Yo?”: el Papa explicó que con estas dos preguntas Jesús “parece decir” que “una cosa es seguir la opinión corriente, y otra es encontrarlo a Él y abrirse a su misterio”, en donde se descubre “la Verdad”, ha reflexionado el Santo Padre a partir del Evangelio, Mateo 16, versículos 13 al 19, que narra el diálogo en el que Jesús interroga a los discípulos acerca de su propia identidad.

“La opinión común –ha matizado el Papa– contiene una respuesta verdadera, pero parcial. Pedro, y con él la Iglesia de ayer, hoy y siempre, responde, por la gracia de Dios, la verdad: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente» (v. 16)”.

“Tú eres el Cristo”

Así, Francisco ha explicado que a lo largo de los siglos, el mundo ha definido a Jesús de diferentes maneras: “un gran profeta de la justicia y el amor; un sabio maestro de vida; un revolucionario; un soñador de los sueños de Dios”… Y afirmó que se destaca aun hoy, simple y neta, la confesión de Simón, llamado Pedro, un hombre humilde y lleno de fe: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”.

“Jesús es el Hijo de Dios”, ha recordado Francisco: por ello “Él está perennemente vivo como eternamente vivo está su Padre. Esta es la novedad que la gracia enciende en el corazón de quien se abre al misterio de Jesús: la certeza no matemática, pero aún más fuerte, interior, de haber encontrado la Fuente de la Vida, la Vida misma hecha carne, visible y tangible en medio de nosotros”.

“Esta es la experiencia del cristiano –ha añadido el Papa–  y no es mérito suyo: nosotros cristianos, no es mérito nuestro, sino que proviene de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Todo ello está contenido en ‘germen’ en la respuesta de Pedro: ‘Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente’”.

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7:03:00 a.m.

(ZENIT – 29 junio 2018).- El Papa ha bendecido los Palios que se entregan a los 30 nuevos arzobispos metropolitanos, nombrados en todo el mundo durante el año pasado,

como es tradición, en la Misa celebrada en la solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, patronos de Roma, el 29 de junio.

A excepción de los arzobispos Max Leroy Mesidor (Puerto Príncipe, Haití), Peter Machado (Bangalore, India), Felix Toppo SJ (Ranchi, India), y Francisco Villas-Boas (Evora, Portugal), los prelados metropolitanos han acompañado al Santo Padre en la celebración eucarística, procedentes de diferentes partes del mundo, representando la universalidad de la Iglesia.

Una vez bendecidos por el Santo Padre, a los arzobispos, los Palios les serán “impuestos” más tarde en sus diócesis por los respectivos nuncios apostólicos.

Después del ritual de bendición de los Palios, el Papa ha presidido la Eucaristía con los Cardenales antiguos y nuevos, con los arzobispos metropolitanos y con los obispos sacerdotes.

Al final de la celebración, el Papa ha entregado a cada arzobispo presente en la Misa una caja de madera sellada con una cinta dorada y con el nombre del nuncio apostólico que “impondrá” sobre los hombros del arzobispo en su diócesis.

Palios

El Palio es una banda de lana blanca que los arzobispos metropolitanos llevan sobre los hombros como símbolo de su autoridad y su unidad con el Papa.

El palio va bordado con una cruz de seda negra, presentado por el Papa a los arzobispos metropolitanos es un signo de su comunión con el Sucesor de Pedro –juran lealtad al comienzo de esta Misa– y con sus hermanos obispos.

Una archidiócesis metropolitana es una en la que las diócesis sufragáneas se agrupan para formar un territorio geográfico de la Iglesia.

Tradición 

Es tradición que una delegación del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla participe en la celebración de los santos patronos de Roma, Pedro y Pablo, mientras que una delegación del Papa va a Phanar, sede del patriarcado, en Estambul, para la celebración de su santo patrón, André, hermano de Pierre, el 30 de noviembre.

El metropolitano Job estuvo acompañado por el obispo de Nazianzus, Theodoretos y Rev. Diácono patriarcal Alexander Koutsis.

Luego, la procesión comenzó con la canción “Eres Petrus” y el Papa se detuvo frente a la estatua de San Pedro para conmemorar la solemnidad.

Con Anita Bourdin y Deborah Castellano

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6:43:00 a.m.

VATICANO, 29 Jun. 18 (ACI Prensa).-
Como es tradición, la Vía della Conciliazione de Roma, que da acceso a la Plaza de San Pedro del Vativano, estuvo adornada con alfombras florales por la Solemnidad de los Santos Pedro y Pablo este viernes 29 de junio, una iniciativa popularmente conocida como “infiorata”.

Al finalizar el rezo del Ángelus, el Papa Francisco dio las gracias a la asociación de promoción turística de la ciudad, “Pro Loco”, impulsora de esta iniciativa, por sus esfuerzos para mantener la tradición.

“Mi saludo hoy se dirige de forma especial a vosotros, fieles de Roma, en la fiesta de los santos patrones de la Ciudad. Para esta ocasión, la ‘Pro Loco’ romana ha promovido la tradicional ‘Infiorata’, realizada por diferentes artistas y realidades asociativas y de voluntariado. ¡Gracias por esta bella iniciativa y por las sugestivas decoraciones florales!”, fueron las palabras del Santo Padre.

La tradicional infiorata, que se puede traducir como “decorada con flores”, se remonta al siglo XVIII cuando Benedetto Drei, responsable de la florería vaticana, y su hijo Pedro, decidieron adornar la Basílica de San Pedro con estas alfombras, a maneras de mosaicos, para la fiesta del 29 de junio de 1625.

Luego, fue el famoso artista Gian Lorenzo Bernini quien difundió esta tradición que luego se extendió a la fiesta del Corpus Christi, alrededor de 1778.

 

6:38:00 a.m.

(ZENIT – 29 junio 2018).- Ayer, jueves 28 de junio de 2018, al final del Consistorio Ordinario de Creación de Cardenales, el Santo Padre Francisco y los nuevos cardenales fueron al Monasterio “Mater Ecclesiae” para encontrarse con el Papa Emérito, Benedicto XVI, a bordo de dos autobuses.

Papa Francesco Concistoro Basilica di San Pietro 201.06.28 CPF

En la capilla del Monasterio, rezaron todos juntos el Ave María. Después de un breve saludo y la bendición del Papa Benedicto, los 14 nuevos cardenales volvieron al Aula Pablo VI y al Palacio Apostólico para la Visita de cortesía.

Es una costumbre que Francisco ha adoptado con los años: visitar al Papa emérito tras la Creación de nuevos cardenales. Desde el año 2015, el papa alemán Benedicto XVI, por motivos de salud, no participa en la celebración del Consistorio Ordinario de Creación de cardenales.

El 22 de febrero de 2014, Benedicto XVI participó en la Creación de 19 nuevos cardenales, que presidió el Papa Francisco, el día que Iglesia celebra la Cátedra de San Pedro.

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6:13:00 a.m.

ASIA/ISRAEL - El Parlamento israelí anula la votación sobre el Genocidio armenio

jueves, 28 junio 2018

Jerusalén (Agencia Fides)- El Parlamento israelí ha anulado en el último momento la votación para cerrar el proceso de reconocimiento del Genocidio armenio. Los parlamentarios tendrían que haber votado el tema el martes 26 de junio, después de que el partido de izquierda Meretz, principal promotor del texto que iba a ser sometido a votación, había aceptado retomar el debate y la votación después de las elecciones turcas que el domingo 24 de junio han confirmado en el poder a Recep Tayyip Erdogan. Fue Tamar Zandberg, líder de Meretz, quien retiró la propuesta de ley después de que la coalición de gobierno y el ministerio de Asuntos Exteriores hubieran pedido quitar del texto la expresión “genocidio” para sustituirla por las palabras “tragedia” u “horror”. Fue el presidente de la Knesset, Yuli Yoel Edelstein, quien propuso retocar el texto en discusión después de que los partidos en el gobierno hubieran recibido la consigna de no aceptar la expresión “Genocidio armenio”. Los medios turcos interpretan esto como una muestra de distensión de parte del gobierno israelí hacia el ejecutivo turco.

A principios de junio, como recogió la Agencia Fides (ver Fides 5/6/2018), el mismo presidente del Parlamento Edelstein había rechazado las críticas por la postergación del debate de este proyecto de ley. Edelstein, entonces, había insistido en la intención de promover el reconocimiento del Genocidio respondiendo al arzobispo Nourhan Manougian, Patriarca armenio apostólico de Jerusalén que, en una carta al portavoz de la Knesset, había expresado su desasosiego por el posible freno al proceso iniciado en las instituciones israelíes que pretendía el reconocimiento de las masacres contra los armenios que se perpetraron en territorio turco entre 1915 y 1916. En días anteriores, los medios israelíes adelantaron que se paraba la tramitación hasta conocer los resultados de las elecciones del día 24 en Turquía. Según los observadores y analistas israelíes, la apertura del debate habría podido favorecer políticamente al Presidente Recep Tayyip Erdogan, que lo habría usado políticamente durante la campaña electoral.

La propuesta de reconocimiento del Genocidio armenio fue presentada en la Knesset por parte del diputado Itzik Shmuli, miembro de “Unión Sionista” tras el encontronazo diplomático entre Israel y el gobierno turco unido a las últimas masacres de palestinos en Gaza. La propuesta fue apoyada por al menos 50 parlamentarios pertenecientes tanto a los partidos de gobierno, incluido el Likud, como los de la oposición. La propuesta de ley preveía establecer en Israel una jornada de conmemoración anual del genocidio armenio. Tres meses antes, el 14 de febrero, el parlamento israelí rechazó un proyecto de ley presentado por Yair Lapid, representante del partido de centro laico Yesh Atid, que habría oficializado el reconocimiento por parte de Israel del Genocidio armenio. El viceministro de Exteriores israelí, Tzipi Hotovely, declaró que Israel no habría adoptado ninguna posición oficial sobre al cuestión del genocidio armenio “teniendo en cuenta su complejidad y sus implicaciones diplomáticas”.

El 26 de abril de 2015, el presidente israelí Reuven Rivlin habría acogido en la residencia presidencia de Jerusalén un evento conmemorativo para recordar los cien años del exterminio planificado de los armenios en Anatolia. Durante la ceremonia, Rivlin habría recordado que el pueblo armenio fue “la primera víctima de los modernos exterminios de masas” pero habría evitado utilizar la palabra “genocidio” para indicar las masacres en las que murieron más de un millón y medio de personas.
(GV) (Agencia Fides 28/6/2018)


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5:58:00 a.m.

VATICANO, 29 Jun. 18 (ACI Prensa).-
Tras la Misa celebrada en la Plaza de San Pedro del Vaticano con motivo de la solemnidad de San Pedro y San Pablo este viernes 29 de junio, el Papa Francisco presidió el rezo del Ángelus desde el Palacio Apostólico y recordó que Jesús es la fuente de la Vida para quien cree en Él.

En su comentario previo al rezo, el Santo Padre señaló que “hoy la Iglesia, peregrina en Roma y en el mundo entero, vuelve a las raíces de su fe y celebra los Apóstoles Pedro y Pablo”, recordó el Papa. “Sus restos mortales, custodiados en las dos Basílicas a ellos dedicadas, son muy queridas para los romanos y para los numerosos peregrinos que de todas partes acuden a venerarlos”.

En el comentario previo al Ángelus, Francisco quiso detenerse “en el Evangelio que la liturgia nos propone en esta fiesta. En él se narra un episodio fundamental para nuestro camino en la fe. Se trata del diálogo en el que Jesús plantea a sus discípulos la pregunta de su identidad. En primer lugar, pregunta en general: ‘¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?’. Y después les pregunta directamente a ellos: ‘Vosotros, ¿quién decís que soy yo?’”.

Con estas dos preguntas, “Jesús parece decir que una cosa es seguir la opinión corriente y otra es encontrarle a Él y abrirse a su misterio: ahí se descubrirá la verdad. La opinión común contiene una respuesta verdadera pero parcial. Pedro, y con él la Iglesia de ayer, de hoy y de siempre, responde, por gracia de Dios, la verdad: ‘Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo’”.

El Santo Padre explicó que “en el transcurso de los siglos, el mundo ha definido a Jesús de diferentes modos: un gran profeta de la justicia y del amor, un sabio maestro de vida, un revolucionario, un soñador de los suelos de Dios…”.

“En la Babel de estas y otras hipótesis se destaca incluso hoy, simple y clara, la confesión de Simón llamado Pedro, un hombre humilde y lleno de fe: ‘Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo’. Jesús es el Hijo de Dios, por ello está vivo permanentemente como está eternamente vivo su Padre”.

Subrayó que en las palabras de Pedro reside “la novedad que la gracia enciende en el corazón de los que se abren al misterio de Jesús: la certeza no matemática, pero todavía más fuerte, interior, de haber encontrado la fuente de la Vida, la Vida misma hecha carne, visible y tangible en medio de nosotros. Esta es la experiencia del cristiano, y no es mérito suyo, sino que procede de Dios”.

Por otro lado, “también la respuesta de Jesús está llena de luz: ‘Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán sobre ella’. Es la primera vez que Jesús pronuncia la palabra ‘Iglesia’: y lo hace expresando todo su amor sobre ella al definirla como ‘mi Iglesia’. Es la nueva comunidad de la Alianza, una Alianza que ya no se basa en la descendencia o en la Ley, sino en la fe en Él, en Jesús, Rostro de Dios”.

El Santo Padre finalizó sus palabras recordando esta oración del Papa Beato Pablo VI:

“Oh, Cristo, nuestro único mediador. Tú eres necesario para nosotros:

Para vivir en Comunión con Dios Padre;

para convertirnos contigo, que eres Hijo único y Señor nuestro, en sus hijos adoptivos;

para ser regenerados en el Espíritu Santo”.

 

5:58:00 a.m.

(ZENIT – 29 junio 2018).-  “Jesús toca la miseria humana, invitándonos a estar con él y a tocar la carne sufriente de los demás”, ha expresado el Santo Padre en su homilía, pronunciada en la Misa de esta mañana, 29 de junio de 2018, después de haber bendecido los Palios.

En la solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, a las 9:30 horas, en la plaza de San Pedro, el Santo Padre Francisco ha bendecido los Palios, tomados de la confesión del apóstol Pedro y destinados a los arzobispos metropolitanos nombrados durante el año.

“No son pocas las veces que sentimos la tentación de ser cristianos manteniendo una prudente distancia de las llagas del Señor”, ha advertido el Papa Francisco a todos los fieles presentes en la Misa.

“Confesar la fe con nuestros labios y con nuestro corazón exige –como le exigió a Pedro– identificar los “secreteos” del maligno. Aprender a discernir y descubrir esos cobertizos personales o comunitarios que nos mantienen a distancia del nudo de la tormenta humana”, ha anunciado el Pontífice.

Patriarcado Ecuménico de Constantinopla 

Como de costumbre con ocasión de la fiesta de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, Patronos de la Ciudad de Roma, una delegación del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla fue enviada por Su Beatitud Bartolomé y dirigida por su Eminencia Job, Arzobispo de Telmessos, acompañado de su Gracia Theodoretos, obispo de Nazianzos, y del reverendo Alexander Koutsis, diácono patriarcal.

A continuación, ofrecemos la homilía del Santo Padre, pronunciada en la Eucaristía de la solemnidad de San Pedro y San Pablo, patronos de Roma.

***

Homilía del Santo Padre

Las lecturas proclamadas nos permiten tomar contacto con la tradición apostólica más rica, esa que «no es una transmisión de cosas muertas o palabras sino el río vivo que se remonta a los orígenes, el río en el que los orígenes están siempre presentes» (Benedicto XVI, Catequesis, 26 abril 2006) y nos ofrecen las llaves del Reino de los cielos (cf. Mt 16,19). Tradición perenne y siempre nueva que reaviva y refresca la alegría del Evangelio, y nos permite así poder confesar con nuestros labios y con nuestro corazón: «Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre» (Flp 2,11). 

Todo el Evangelio busca responder a la pregunta que anidaba en el corazón del Pueblo de Israel y que tampoco hoy deja de estar en tantos rostros sedientos de vida: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?» (Mt 11,3). Pregunta que Jesús retoma y hace a sus discípulos: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» (Mt 16,15). 

Pedro, tomando la palabra en Cesarea de Filipo, le otorga a Jesús el título más grande con el que podía llamarlo: «Tú eres el Mesías» (Mt 16,16), es decir, el Ungido de Dios. Me gusta saber que fue el Padre quien inspiró esta respuesta a Pedro, que veía cómo Jesús ungía a su Pueblo. Jesús, el Ungido, que de poblado en poblado, camina con el único deseo de salvar y levantar lo que se consideraba perdido: “unge” al muerto (cf. Mc 5,41-42; Lc 7,14-15), unge al enfermo (cf. Mc 6,13; St 5,14), unge las heridas (cf. Lc 10,34), unge al penitente (cf. Mt 6,17), unge la esperanza (cf. Lc 7,38; 7,46; 10,34; Jn 11,2; 12,3). En esa unción, cada pecador, perdedor, enfermo, pagano —allí donde se encontraba— pudo sentirse miembro amado de la familia de Dios. Con sus gestos, Jesús les decía de modo personal: tú me perteneces. Como Pedro, también nosotros podemos confesar con nuestros labios y con nuestro corazón no solo lo que hemos oído, sino también la realidad tangible de nuestras vidas: hemos sido resucitados, curados, reformados, esperanzados por la unción del Santo. Todo yugo de esclavitud es destruido a causa de su unción (cf. Is 10,27). No nos es lícito perder la alegría y la memoria de sabernos rescatados, esa alegría que nos lleva a confesar «tú eres el Hijo de Dios vivo» (Mt 16,16). 

Y es interesante, luego, prestar atención a la secuencia de este pasaje del Evangelio en que Pedro confiesa la fe: «Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día» (Mt 16,21). El Ungido de Dios lleva el amor y la misericordia del Padre hasta sus últimas consecuencias. Tal amor misericordioso supone ir a todos los rincones de la vida para alcanzar a todos, aunque eso le costase el “buen nombre”, las comodidades, la posición… el martirio. 

Ante este anuncio tan inesperado, Pedro reacciona: «¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte» (Mt 16,22), y se transforma inmediatamente en piedra de tropiezo en el camino del Mesías; y creyendo defender los derechos de Dios, sin darse cuenta se transforma en su enemigo (lo llama “Satanás”). Contemplar la vida de Pedro y su confesión, es también aprender a conocer las tentaciones que acompañarán la vida del discípulo. Como Pedro, como Iglesia, estaremos siempre tentados por esos “secreteos” del maligno que serán piedra de tropiezo para la misión. Y digo “secreteos” porque el demonio seduce a escondidas, procurando que no se conozca su intención, «se comporta como vano enamorado en querer mantenerse en secreto y no ser descubierto» (S. Ignacio de Loyola, Ejercicios Espirituales, n. 326). 

En cambio, participar de la unción de Cristo es participar de su gloria, que es su Cruz: Padre, glorifica a tu Hijo… «Padre, glorifica tu nombre» (Jn 12,28). Gloria y cruz en Jesucristo van de la mano y no pueden separarse; porque cuando se abandona la cruz, aunque nos introduzcamos en el esplendor deslumbrante de la gloria, nos engañaremos, ya que eso no será la gloria de Dios, sino la mofa del “adversario”. 

No son pocas las veces que sentimos la tentación de ser cristianos manteniendo una prudente distancia de las llagas del Señor. Jesús toca la miseria humana, invitándonos a estar con él y a tocar la carne sufriente de los demás. Confesar la fe con nuestros labios y con nuestro corazón exige —como le exigió a Pedro— identificar los “secreteos” del maligno. Aprender a discernir y descubrir esos cobertizos personales o comunitarios que nos mantienen a distancia del nudo de la tormenta humana; que nos impiden entrar en contacto con la existencia concreta de los otros y nos privan, en definitiva, de conocer la fuerza revolucionaria de la ternura de Dios (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 270). 

Al no separar la gloria de la cruz, Jesús quiere rescatar a sus discípulos, a su Iglesia, de triunfalismos vacíos: vacíos de amor, vacíos de servicio, vacíos de compasión, vacíos de pueblo. La quiere rescatar de una imaginación sin límites que no sabe poner raíces en la vida del Pueblo fiel o, lo que sería peor, cree que el servicio a su Señor le pide desembarazarse de los caminos polvorientos de la historia. Contemplar y seguir a Cristo exige dejar que el corazón se abra al Padre y a todos aquellos con los que él mismo se quiso identificar (Cf. S. Juan Pablo II, Novo millennio ineunte, 49), y esto con la certeza de saber que no abandona a su pueblo. 

Queridos hermanos, sigue latiendo en millones de rostros la pregunta: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?» (Mt 11,3). Confesemos con nuestros labios y con nuestro corazón: «Jesucristo es Señor» (Flp 2,11). Este es nuestro cantus firmus que todos los días estamos invitados a entonar. Con la sencillez, la certeza y la alegría de saber que «la Iglesia resplandece no con luz propia, sino con la de Cristo. Recibe su esplendor del Sol de justicia, para poder decir luego: “Vivo, pero no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí” (Ga 2,20)» (S. Ambosio, Hexaemeron, IV, 8,32). 

© Librería Editorial Vaticano

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3:53:00 a.m.

VATICANO, 29 Jun. 18 (ACI Prensa).-
Durante la Misa celebrada en la Plaza de San Pedro del Vaticano con motivo de la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, este viernes 29 de junio, el Papa Francisco animó a los cristianos a hacer como Jesús y acercarse a tocar la miseria humana y advirtió contra la tentación de alejarse de las llagas de Cristo.

“Contemplar y seguir a Cristo exige dejar que el corazón se abra al Padre y a todos aquellos con los que Él mismo se quiso identificar, y esto con la certeza de saber que no abandona a su pueblo”.

A continuación, el texto completo de la homilía del Papa Francisco:

Las lecturas proclamadas nos permiten tomar contacto con la tradición apostólica más rica, esa que «no es una transmisión de cosas muertas o palabras sino el río vivo que se remonta a los orígenes, el río en el que los orígenes están siempre presentes» (Benedicto XVI, Catequesis, 26 abril 2006) y nos ofrecen las llaves del Reino de los cielos (cf. Mt 16,19).

Tradición perenne y siempre nueva que reaviva y refresca la alegría del Evangelio, y nos permite así poder confesar con nuestros labios y con nuestro corazón: «Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre» (Flp 2,11).

Todo el Evangelio busca responder a la pregunta que anidaba en el corazón del Pueblo de Israel y que tampoco hoy deja de estar en tantos rostros sedientos de vida: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?» (Mt 11,3). Pregunta que Jesús retoma y hace a sus discípulos: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» (Mt 16,15).

Pedro, tomando la palabra en Cesarea de Filipo, le otorga a Jesús el título más grande con el que podía llamarlo: «Tú eres el Mesías» (Mt 16,16), es decir, el Ungido de Dios. Me gusta saber que fue el Padre quien inspiró esta respuesta a Pedro, que veía cómo Jesús ungía a su Pueblo. Jesús, el Ungido, que de poblado en poblado, camina con el único deseo de salvar y levantar lo que se consideraba perdido: “unge” al muerto (cf. Mc 5,41-42; Lc 7,14-15), unge al enfermo (cf. Mc 6,13; St 5,14), unge las heridas (cf. Lc 10,34), unge al penitente (cf. Mt 6,17), unge la esperanza (cf. Lc 7,38; 7,46; 10,34; Jn 11,2; 12,3).

En esa unción, cada pecador, perdedor, enfermo, pagano —allí donde se encontraba— pudo sentirse miembro amado de la familia de Dios. Con sus gestos, Jesús les decía de modo personal: tú me perteneces. Como Pedro, también nosotros podemos confesar con nuestros labios y con nuestro corazón no solo lo que hemos oído, sino también la realidad tangible de nuestras vidas: hemos sido resucitados, curados, reformados, esperanzados por la unción del Santo

 Todo yugo de esclavitud es destruido a causa de su unción (cf. Is 10,27). No nos es lícito perder la alegría y la memoria de sabernos rescatados, esa alegría que nos lleva a confesar «tú eres el Hijo de Dios vivo» (Mt 16,16).

Y es interesante, luego, prestar atención a la secuencia de este pasaje del Evangelio en que Pedro confiesa la fe: «Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día» (Mt 16,21).

El Ungido de Dios lleva el amor y la misericordia del Padre hasta sus últimas consecuencias. Tal amor misericordioso supone ir a todos los rincones de la vida para alcanzar a todos, aunque eso le costase el “buen nombre”, las comodidades, la posición… el martirio.

Ante este anuncio tan inesperado, Pedro reacciona: «¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte» (Mt 16,22), y se transforma inmediatamente en piedra de tropiezo en el camino del Mesías; y creyendo defender los derechos de Dios, sin darse cuenta se transforma en su enemigo (lo llama “Satanás”).

Contemplar la vida de Pedro y su confesión, es también aprender a conocer las tentaciones que acompañarán la vida del discípulo. Como Pedro, como Iglesia, estaremos siempre tentados por esos “secreteos” del maligno que serán piedra de tropiezo para la misión. Y digo “secreteos” porque el demonio seduce a escondidas, procurando que no se conozca su intención, «se comporta como vano enamorado en querer mantenerse en secreto y no ser descubierto» (S. Ignacio de Loyola, Ejercicios Espirituales, n. 326).

En cambio, participar de la unción de Cristo es participar de su gloria, que es su Cruz: Padre, glorifica a tu Hijo… «Padre, glorifica tu nombre» (Jn 12,28). Gloria y cruz en Jesucristo van de la mano y no pueden separarse; porque cuando se abandona la cruz, aunque nos introduzcamos en el esplendor deslumbrante de la gloria, nos engañaremos, ya que eso no será la gloria de Dios, sino la mofa del “adversario”.

No son pocas las veces que sentimos la tentación de ser cristianos manteniendo una prudente distancia de las llagas del Señor. Jesús toca la miseria humana, invitándonos a estar con él y a tocar la carne sufriente de los demás. Confesar la fe con nuestros labios y con nuestro corazón exige — como le exigió a Pedro— identificar los “secreteos” del maligno.

Aprender a discernir y descubrir esos cobertizos personales o comunitarios que nos mantienen a distancia del nudo de la tormenta humana; que nos impiden entrar en contacto con la existencia concreta de los otros y nos privan, en definitiva, de conocer la fuerza revolucionaria de la ternura de Dios (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 270).

Al no separar la gloria de la cruz, Jesús quiere rescatar a sus discípulos, a su Iglesia, de triunfalismos vacíos: vacíos de amor, vacíos de servicio, vacíos de compasión, vacíos de pueblo. La quiere rescatar de una imaginación sin límites que no sabe poner raíces en la vida del Pueblo fiel o, lo que sería peor, cree que el servicio a su Señor le pide desembarazarse de los caminos polvorientos de la historia.

Contemplar y seguir a Cristo exige dejar que el corazón se abra al Padre y a todos aquellos con los que él mismo se quiso identificar (Cf. S. Juan Pablo II, Novo millennio ineunte, 49), y esto con la certeza de saber que no abandona a su pueblo.

Queridos hermanos, sigue latiendo en millones de rostros la pregunta: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?» (Mt 11,3). Confesemos con nuestros labios y con nuestro corazón: «Jesucristo es Señor» (Flp 2,11). Este es nuestro cantus firmus que todos los días estamos invitados a entonar.

Con la sencillez, la certeza y la alegría de saber que «la Iglesia resplandece no con luz propia, sino con la de Cristo. Recibe su esplendor del Sol de justicia, para poder decir luego: “Vivo, pero no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí” (Ga 2,20)» (S. Ambosio, Hexaemeron, IV, 8,32).

 

3:33:00 a.m.

VATICANO, 29 Jun. 18 (ACI Prensa).-
Frente a la tentación de alejarse de las llagas de Cristo, el Papa Francisco afirmó que “Jesús toca la miseria humana, invitándonos a estar con Él y a tocar la carne sufriente de los demás”.

Durante la homilía pronunciada en la Misa con motivo de la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, celebrada este viernes 29 de junio en la Plaza de San Pedro del Vaticano, el Santo Padre advirtió que “no son pocas las veces que sentimos la tentación de ser cristianos manteniendo una prudente distancia de las llagas del Señor”.

El Pontífice, que celebró la Misa acompañado de los 14 nuevos Cardenales creados el día anterior en el Consistorio, atribuyó esta actitud a la acción del demonio que, actuando “a escondidas” trata de alejar a los cristianos de Jesús.

El Pontífice reflexionó sobre la identidad de Jesús, y cómo el pueblo de Israel, entonces, al igual que “tantos rostros sedientos de vida” hoy, preguntaba: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”. El Papa señaló que Jesús retoma esa pregunta y es Él mismo quien se la plantea a sus discípulos: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”.

“Pedro, tomando la palabra en Cesarea de Filipo, le otorga a Jesús el título más grande con el que podía llamarlo: ‘Tú eres el Mesías’, es decir, el Ungido de Dios”, señaló.

En este sentido, explicó que “me gusta saber que fue el Padre quien inspiró esta respuesta a Pedro, que veía cómo Jesús ungía a su Pueblo. Jesús, el Ungido, que, de poblado en poblado, camina con el único deseo de salvar y levantar lo que se consideraba perdido: ‘unge’ al muerto, unge al enfermo, unge las heridas, unge al penitente, unge la esperanza”.

En esa unción, “cada pecador, perdedor, enfermo, pagano pudo sentirse miembro amado de la familia de Dios. Con sus gestos, Jesús les decía de modo personal: tú me perteneces”.

De esta manera, “todo yugo de esclavitud es destruido a causa de su unción” y, por lo tanto, “no nos es lícito perder la alegría y la memoria de sabernos rescatados, esa alegría que nos lleva a confesar ‘tú eres el Hijo de Dios vivo’”.

Francisco explicó que Jesús, el Ungido de Dios, “lleva el amor y la misericordia del Padre hasta sus últimas consecuencias”, hasta la cruz. “Tal amor misericordioso supone ir a todos los rincones de la vida para alcanzar a todos, aunque eso le costase el ‘buen nombre’, las comodidades, la posición…, el martirio”.

Fue precisamente en el momento en que Jesús anuncia su misión de acudir a Jerusalén para ser crucificado cuando Pedro reacciona: “¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte”. Pedro, señala el Papa, “se transforma inmediatamente en piedra de tropiezo en el camino del Mesías; y creyendo defender los derechos de Dios, sin darse cuenta se transforma en su enemigo (lo llama ‘Satanás’)”.

“Contemplar la vida de Pedro y su confesión, es también aprender a conocer las tentaciones que acompañarán la vida del discípulo. Como Pedro, como Iglesia, estaremos siempre tentados por esos ‘secreteos’ del maligno que serán piedra de tropiezo para la misión. Y digo ‘secreteos’ porque el demonio seduce a escondidas, procurando que no se conozca su intención”.

Por el contrario, “participar de la unción de Cristo es participar de su gloria, que es su Cruz”. “Gloria y cruz en Jesucristo van de la mano y no pueden separarse; porque cuando se abandona la cruz, aunque nos introduzcamos en el esplendor deslumbrante de la gloria, nos engañaremos, ya que eso no será la gloria de Dios, sino la mofa del ‘adversario’”.

Frente a la tentación de permanecer alejados de las llagas de Cristo en la cruz, el Santo Padre recordó que “confesar la fe con nuestros labios y con nuestro corazón exige identificar los ‘secreteos’ del maligno”.

“Aprender a discernir y descubrir esos cobertizos personales o comunitarios que nos mantienen a distancia del nudo de la tormenta humana; que nos impiden entrar en contacto con la existencia concreta de los otros y nos privan, en definitiva, de conocer la fuerza revolucionaria de la ternura de Dios”.

El Pontífice finalizó la homilía señalando que “contemplar y seguir a Cristo exige dejar que el corazón se abra al Padre y a todos aquellos con los que Él mismo se quiso identificar, y esto con la certeza de saber que no abandona a su pueblo”.

Antes de la celebración, el Papa bendijo los palios destinados a los Arzobispos metropolitanos nombrados a lo largo del año y que les serán impuestos en sus respectivas diócesis.

 

1:08:00 p.m.

(ZENIT – 28 junio 2018).- El Papa Francisco ha asignado 5 Diaconías y 8 Títulos a los nuevos cardenales en el Consistorio Ordinario Público de Creación de cardenales, celebrado esta tarde, 28 de junio de 2018.

Publicamos a continuación la lista de los Títulos o Diaconías asignados por el Santo Padre Francisco a cada uno de los nuevos cardenales en el momento de su creación en el Consistorio Ordinario Público de esta tarde:

CARDENAL TÍTULO / DIACONÍA
Card. Louis Raphaël I SAKO ——– ——–
Card. Luis Francisco LADARIA FERRER, S.I. Diaconía Sant’Ignazio di Loyola a Campo Marzio
Card. Angelo DE DONATIS Título San Marco
Card. Giovanni Angelo BECCIU Diaconía San Lino
Card. Konrad KRAJEWSKI Diaconía Santa Maria Immacolata all’Esquilino
Card. Joseph COUTTS Diaconía San Bonaventura da Bagnoregio
Card. António Augusto DOS SANTOS MARTO Título Santa Maria Sopra Minerva
Card. Pedro Ricardo BARRETO JIMENO, S.I. Título Santi Pietro e Paolo a Via Ostiense
Card. Désiré TSARAHAZANA Título San Gregorio Barbarigo alle Tre Fontane
Card. Giuseppe PETROCCHI Título San Giovanni Battista dei Fiorentini
Card. Thomas Aquino Manyo MAEDA Título Santa Pudenziana
Card. Sergio OBESO RIVERA Título San Leone I
Card. Toribio TICONA PORCO Título Santi Gioacchino ed Anna al Tuscolano
Card. Aquilino BOCOS MERINO, C.M.F. Diaconía Santa Lucia del Gonfalone

El Colegio cardenalicio se divide en tres órdenes: el episcopal al que pertenecen los Cardenales a quienes el Romano Pontífice asigna como título una Iglesia suburbicaria, así como los Patriarcas orientales adscritos al Colegio cardenalicio-, el presbiteral y el diaconal.

A cada Cardenal del orden presbiteral y diaconal el Romano Pontífice asigna un título o diaconía de la Urbe.

Los Patriarcas orientales que forman parte del Colegio de los Cardenales tienen como título su sede patriarcal.

El Cardenal Decano ostenta como título la diócesis de Ostia, a la vez que la otra iglesia de la que ya era titular.

Respetando la prioridad de orden y de promoción, mediante opción hecha en Consistorio y aprobada por el Sumo Pontífice, los Cardenales del orden presbiteral pueden acceder a otro título y los del orden diaconal a otra diaconía, y, después de un decenio completo en el orden diaconal, pueden también acceder al orden presbiteral.

El Cardenal del orden diaconal que accede por opción al orden presbiteral precede a los demás Cardenales presbíteros elevados al Cardenalato después de él.

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12:53:00 p.m.

VATICANO, 28 Jun. 18 (ACI Prensa).-
Los 14 nuevos cardenales creados este jueves 28 de junio por el Papa Francisco en el Consistorio celebrado en la Basílica de San Pedro del Vaticano, visitaron al Papa Emérito Benedicto XVI al término de la ceremonia.

Acompañados por el Santo Padre, los 14 nuevos Cardenales se trasladaron en autobús hasta el interior de los Jardines Vaticanos, donde se encuentra el monasterio Mater Ecclesiae, residencia del Papa Emérito.

Allí, en la capilla del monasterio, rezaron juntos el Ave María. Tras la oración, el Papa Benedicto los saludó de forma personal a todos los nuevos cardenales y les impartió su bendición.

En declaraciones a ACI Prensa, el nuevo cardenal peruano Pedro Ricardo Barreto Jimeno, comentó sobre esta visita de cortesía al Papa Emérito que “hemos podido experimentar la belleza de la ternura, de una ternura que brota de un corazón de pastor, de un corazón que definitivamente nos embarga de emoción y de alegría”.

Desde la renuncia de Benedicto XVI como Pontífice, se ha convertido en tradición que los nuevos cardenales acudan junto con el Papa Francisco a visitarlo a su residencia, donde intercambian unas breves palabras y reciben su bendición.

 

12:48:00 p.m.

«Columnas de la Iglesia. Heraldos de la Nueva Evangelización, el testimonio de estos dos grandes apóstoles continúa mostrando al mundo el poder de la gracia de Dios que nos transforma y convierte faro de luz para nuestros semejantes» 

No hay figuras más destacadas que estos apóstoles para ilustrar la fecha del día en un santoral. Los Santos Padres los han considerado dos columnas sobre las que descansa la Iglesia. Continúan interpelando al hombre de hoy, alumbrando a quien se propone unirse con la Santísima Trinidad.

Un océano de amor vería el Maestro en los ojos del humilde pescador de Betsaida para erigir sobre él la Iglesia. Tras la rudeza de sus manos y rostro curtidos en el mar apreciaría un tierno corazón refulgiendo en su mirada. Impetuoso, impulsivo, imprevisible e incluso contestatario cuando atendía a la escueta razón, y se le paralizaba el pulso al sospechar la pérdida de su Maestro por ignorar todavía el trasfondo mesiánico albergado en sus palabras, el apóstol era una piedra preciosa a la espera de ser tallada, un hombre de raza, pura pasión… Se ha tendido a subrayar la debilidad que Pedro mostró tras el prendimiento de Cristo, relegando a un segundo plano la globalidad de sus edificantes gestos que sostuvieron la Iglesia hasta derramar su sangre. Fue pronto en el seguimiento; se anticipó a la petición de lo que se considera legítimo, como es la familia. En ello se asemejaba al resto de los apóstoles, ciertamente, pero Cristo se fijó en él de forma especial. Al conocerle, le saludó por su nombre: «Tú eres Simón…»y le dio otro apelativo, el de Cefas. Todo un símbolo, una señal; le proporcionó nueva identidad y ésta incluía el cambio sustantivo para su vida. El llamamiento personal continúa teniendo este signo para nosotros; exige una transformación, como devela el evangelio que le sucedió a Pedro.

Él se aventuró a responder al Maestro en nombre de los apóstoles desde lo más hondo del corazón, de forma inspirada, rotunda. Había resonado en su interior la voz divina y lo reconoció como Mesías: una auténtica y explícita profesión de fe. Es obvio que no podemos confesar a Dios si no lo entrañamos. Por ese acto, Cristo lo denominó «bienaventurado», edificando sobre él su Iglesia al instante. Es verdad que vaciló y se dejó llevar por sus temores desoyendo la advertencia del Maestro, sin tomar conciencia de la fatalidad en la que incurriría; por eso no puso coto a tiempo a su flaqueza, sucumbió y lo negó. Pero de la radicalidad de su posterior respuesta, que vino envuelta en amargas lágrimas, se extraen incontables lecciones, teniendo como trasfondo la misericordia y el perdón divino. Toda debilidad, sea del orden que sea, es susceptible de modificación, porque contamos con la gracia para renacer día tras día.

Pedro protagonizó uno de los instantes más tiernos del evangelio, cuando Cristo le preguntó tres veces si le amaba. Con ese consuelo en su corazón aglutinó a los apóstoles, anunció la Palabra, sufrió cárcel, conmovió a las gentes sorprendidas de que un galileo hablase con tanta fuerza, afrontó las dificultades surgidas en las comunidades, hizo milagros…; en suma, amó hasta la saciedad. Estaba al frente de todos, junto a María, cuando recibieron el Espíritu Santo. Apresado durante la persecución de Nerón el año 64, a punto de ser ajusticiado en la cruz, sintiéndose indigno de morir como Cristo, pidió que le crucificaran boca abajo.

A su vez, Pablo, el más grande misionero que ha existido sobre la faz de la tierra, es un ejemplo vivo de lo que significa el compromiso personal en el seguimiento de Cristo testificando la Palabra con independencia del humano sentir, del «temor» y del «temblor» que se pueda experimentar. No fue miembro de la primera comunidad, pero su admirable impronta apostólica nada tiene que envidiar a la de los Doce. Judío, originario de Tarso, nació entre los años 5-10 d.C. Formado bajo la tutela del prestigioso Gamaliel en Jerusalén, al conocer la existencia de los seguidores de Cristo, considerados como una secta, se propuso luchar contra ella descargando toda su fuerza.

Si su trayectoria anterior a la conversión fue la de un celoso defensor del ideal en el que creía, ese que le indujo a actuar fieramente, después de haber quedado cegado por la luz del Altísimo camino de Damasco, no le faltaron arrestos para anunciar el evangelio; en su pecho albergaba un volcán de pasión. Este infatigable apóstol de los gentiles, precursor de la Nueva Evangelización, nos enseña a difundir la Palabra a los alejados de la fe y no solo a los creyentes; hacerlo a tiempo y a destiempo en los paraninfos universitarios o en los suburbios, en ámbitos donde mora la increencia y en los que ya anida la fe. Nos insta a enriquecer los nuevos areópagos que las presentes circunstancias ofrecen. Él hubiera aprovechado convenientemente los actuales mass media: prensa, radio, televisión, Internet, redes sociales… Estos recursos puestos al alcance de un apóstol de su talla habrían dado la vuelta al mundo impregnados del amor de Dios.

Dio testimonio de su arrebatadora entrega a Cristo sin ocultar cuántas penalidades atravesó por Él: cárceles, azotes, naufragios, peligros constantes, hambre, sed, frío, falta de abrigo y de descanso, agresiones a manos de salteadores, etc. A todo ello hemos de estar dispuestos si de verdad queremos seguir a Cristo. Pablo pudo ponerse como ejemplo, con tanta modestia y libertad en el amor, porque ya no vivía en sí mismo; era Cristo quien estaba en él, de quien provenía su fuerza y su gloria; Él le confortaba. Viajó incansablemente, venció la resistencia de ciudades dominadas por la idolatría y de los que quisieron doblegarle, superó reticencias de sus propios hermanos, y convirtió a indecibles con su vida, palabra, milagros y prodigios. Ansiaba tanto llegar a la meta, que luchaba para que después de haberla predicado, no fueran otros los que la conquistaran quedándose rezagado en el camino. Libró perfectamente su combate, corrió hasta el fin, firme en la fe. Todo lo consideró basura con tal de ganar a Cristo, gastándose y desgastándose por Él. Constituye un ejemplo incuestionable para nuestra vida. Coronó la suya entregándola bajo el golpe de espada que le asestaron en la Vía del Mar hacia el año 67.

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12:23:00 p.m.

VATICANO, 28 Jun. 18 (ACI Prensa).-
El nuevo Cardenal peruano, Pedro Ricardo Barreto Jimeno, Arzobispo de Huancayo, emitió un primer mensaje de unidad junto con el Cardenal Juan Luis Cipriani, Arzobispo de Lima, tras el Consistorio en el que afirmó sentirse emocionado por el nombramiento y por la participación de los fieles peruanos.

“Estoy muy emocionado de ver cómo el Perú entero está, a través de los medios de comunicación social, participando activamente en esta alegría de la Iglesia Católica en el Perú, con una larga tradición de santidad”, señaló.

 

Los dos cardenales peruanos, Cardenal Pedro Barreto y Cardenal Juan Luis Cipriani, envían desde el Vaticano este mensaje para la Iglesia en Perú: “estamos muy unidos y queremos caminar juntos porque esto es lo que Dios quiere" pic.twitter.com/5Npvu2xDKW

— ACI Prensa (@aciprensa) 28 de junio de 2018

El nuevo Cardenal, que se encontraba acompañado por el Cardenal Juan Luis Cipriani, Arzobispo de Lima, aseguró que “estamos muy unidos y queremos caminar juntos porque esto es lo que Dios quiere, lo que el Papa Francisco nos enseña”.

Además, explicó que unos instantes antes visitaron, junto con el Papa Francisco, al Papa Benedicto XVI en su residencia en un convento de la Ciudad del Vaticano, y destacó la ternura del Papa Emérito: “Hace unos minutos hemos estado los 14 nuevos Cardenales con el Papa Francisco visitando al Papa Benedicto XVI. Hemos podido experimentar la belleza de la ternura, de una ternura que brota de un corazón de pastor, de un corazón que definitivamente nos embarga de emoción y de alegría”.

Por su parte, el Cardenal Cipriani quiso enviar un saludo al pueblo peruano y expresó que se trata de “una alegría muy grande estar aquí juntos en el Aula Pablo VI el día en que se creó Cardenal mi querido hermano Pedro Barreto por la Iglesia, por el Papa. Que estemos siempre muy unidos”.

 

11:43:00 a.m.

(ZENIT – 28 junio 2018).- El Papa Francisco, Sucesor de Pedro, ha creado 14 nuevos cardenales en la Basílica de San Pedro, a las 16 horas, este jueves, 28 de junio de 2018, víspera de la solemnidad de los santos Pedro y Pablo.

Los cardenales de la Iglesia Católica son ahora 226. De ellos, 125 tienen menos de 80 años, son “papables” y ya no serán una mayoría de europeos (72 son extraeuropeos).

5º Consistorio de Francisco

El Consistorio celebrado hoy, 28 de junio de 2018, es el quinto consistorio de creación de cardenales que celebra el Papa Francisco. Anteriormente, el Pontífice argentino celebró otros consistorios en: febrero de 2014, febrero de 2015, noviembre de 2016, y junio de 2017.

Juan Pablo II celebró 9 consistorios de creación de cardenales (de 1979 a 2003), y Benedicto XVI presidió 5 consistorios (de 2006 a 2012).

14 neo cardenales

Francisco ha celebrado un Consistorio Ordinario Publico para la creación de 14 nuevos cardenales:

  • Su Beatitud Louis Raphaël I Sako – Patriarca de Babilonia de los Caldeos.
  • Mons. Luis Francisco Ladaria Ferrer, S.I. – Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
  • Mons. Angelo De Donatis – Vicario general de Roma.
  • Mons. Giovanni Angelo Becciu – Sustituto para Asuntos Generales de la Secretaría de Estado y Delegado Especial de la Soberana Orden Militar de Malta.
  • Mons. Konrad Krajewski – Limosnero Apostólico.
  • Mons. Joseph Coutts – Arzobispo de Karachi.
  • Mons. António Augusto dos Santos Marto – Obispo de Leiria-Fátima.
  • Mons. Pedro Ricardo Jimeno Barreto, S.I. – Arzobispo de Huancayo.
  • Mons. Désiré Tsarahazana – Arzobispo de Toamasina.
  • Mons. Giuseppe Petrocchi – Arzobispo de L’Aquila.
  • Mons. Thomas Aquinas Manyo Maeda – Arzobispo de Osaka.
  • Mons. Sergio Obeso Rivera – Arzobispo emérito de Xalapa.
  • Mons. Toribio Ticona Porco – Prelado emérito de Corocoro.
  • R.P. Aquilino Bocos Merino, C.M.F. – Claretiano.

Rito

El Consistorio para la creación de los nuevos cardenales ha comenzado con el saludo litúrgico, oración, lectura del Evangelio.

A continuación, el primero de los nuevos cardenales, Louis Raphaël I Sako, se ha dirigido al Santo Padre en nombre de todos y le ha dirigido unas palabras.

Después el Pontífice Francisco ha pronunciado una homilía, dirigida fundamentalmente a los nuevos cardenales.

Acto seguido, el Papa ha leído la fórmula de creación (en latín) y ha proclamado solemnemente los nombres de los nuevos Cardenales y su Título o Diaconía.

Luego, los nuevos cardenales han profesado la fe, y han jurado ante el Santo Padre sus nuevos títulos. Para ello, cada uno de los 14 neo cardenales se ha aproximado al Papa y se ha arrodillado ante él para recibir el birrete cardenalicio, el anillo cardenalicio y la asignación de un Título o Diaconía.

Birrete

Así, Francisco ha colocado el birrete sobre la cabeza del nuevo Cardenal, y ha dicho, entre otras cosas: “(Esto es) rojo como signo de la dignidad del oficio de cardenal, y significa que estás preparado para actuar con fortaleza, hasta el punto de derramar tu sangre por el crecimiento de la fe cristiana, por la paz y armonía entre el pueblo de Dios, por la libertad y la extensión de la Santa Iglesia Católica Romana”.

Anillo 

El Papa ha entregado a los nuevos cardenales el anillo cardenalicio, como “signo de esa dignidad, de solicitud pastoral y de más sólida unión con la Sede del Apóstol San Pedro”.

Del mismo modo, Francisco ha asignado a cada Cardenal una iglesia de Roma (“Título” o “Diaconía”), como signo de su “participación en el cuidado pastoral del Papa por la ciudad”.

Beso de la paz

Por último, el Pontífice ha entregado a cada uno la Bula de Creación de Cardenales, asignado el Título o Diaconía e intercambiado el “beso de la paz” con los nuevos miembros del Colegio Cardenalicio.

Al ser consagrados por el Papa, los nuevos 14 cardenales han intercambiado el mismo signo entre ellos, y con todos los cardenales, presentes en la ceremonia.

El rito ha concluido con la oración de los fieles y el rezo del Padrenuestro. Al finalizar, el Papa y los nuevos cardenales han salido de la Basílica Vaticana en procesión.

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