diciembre 2015

12:56:00 p.m.

VATICANO, 31 Dic. 15 (ACI).-
Los gestos de bondad y solidaridad no son noticia para los medios, pero aunque estos signos de amor parezcan por momentos débiles u ocultos, “el bien vence siempre”, afirmó el Papa Francisco en la Vísperas de la Solemnidad de María Madre de Dios y Te Deum de agradecimiento por el año 2015.

El Santo Padre presidió este jueves la última oración del año 2015 en la Basílica de San Pedro. En su homilía, el Pontífice hizo una breve reflexión sobre el año que culmina para exhortar a los fieles a “ir más allá de las dificultades del momento presente” y recuperar “los valores básicos de servicio, integridad y solidaridad”.

Francisco, en referencia al Te Deum por fin de año, afirmó que “la Iglesia en tantas ocasiones siente la alegría y el deber de alzar su canto a Dios con estas palabras de alabanza que desde el siglo IV acompañan la oración en los momentos importantes de su peregrinar terreno”. “Es la alegría del agradecimiento que casi espontáneamente fluye de nuestra oración para reconocer la presencia amorosa de Dios en los acontecimientos de nuestra historia”.

Sin embargo, señaló que con frecuencia “sentimos que en la oración no basta solo nuestra voz. Ella necesita reforzarse con la compañía de todo el pueblo de Dios, que al unísono hace sentir su canto de agradecimiento. Por ello, en el Te Deum pedimos la ayuda de los ángeles, de los profetas y de toda la creación para alabar al Señor”. “Con este himno –indicó-, recorremos de nuevo la historia de la salvación”.

El Pontífice dijo que “en este Año Jubilar asumen una especial resonancia las palabras finales del himno de la Iglesia: ‘Esté siempre con nosotros, o Señor, tu misericordia: en ti esperamos’. La compañía de la misericordia es luz para comprender mejor cuanto hemos vivido, y esperanza que nos acompaña al inicio de un nuevo año”.

“Recorrer de nuevo los días del año transcurrido puede ser o como un recuerdo de hechos y acontecimientos que reportan momentos de alegría y de dolor, o bien buscando de comprender si hemos percibido la presencia de Dios que todo lo renueva y sostiene con su ayuda. Somos interpelados a verificar si los acontecimientos del mundo son realizados según la voluntad de Dios, o si hemos escuchado principalmente los proyectos de los hombres, a menudo cargados de intereses privados, de insaciable sed de poder y de violencia gratuita.

“Y, sin embargo, hoy nuestros ojos tienen necesidad de enfocarse de modo particular en los signos que Dios nos ha concedido, para tocar con mano la fuerza de su amor misericordioso. No podemos olvidar que tantos días fueron marcados por la violencia, la muerte, el sufrimiento impronunciable de tantos inocentes, de los prófugos obligados a dejar su país, de hombres, mujeres y niños sin domicilio fijo, alimento o sustento”.

“Sin embargo, afirmó, cuántos grandes gestos de bondad, de amor y solidaridad han llenado los días de este año, también si no son convertidos en noticia por los noticieros. Estos signos de amor no pueden y no deben ser oscurecidos por la prepotencia del mal. El bien vence siempre, también si en cualquier momento puede parecer más débil u oculto”.

Roma, afirmó, “no es extraña a esta condición del mundo entero. Quisiera que llegase a todos sus habitantes la invitación sincera de ir más allá de las dificultades del momento presente”.

“Los esfuerzos para recuperar los valores básicos de servicio, integridad y solidaridad pueden superar las graves incertidumbres que han dominado este año, y que son síntomas de un bajo sentido de dedicación al bien común. No falte nunca la contribución positiva del testimonio cristiano para que en Roma, de acuerdo con su historia, y su intercesión maternal de María, Salus Populi Romani, sea intérprete privilegiada de la fe, la hospitalidad, la fraternidad y la paz”, expresó el Pontífice.

“Nosotros te alabamos, o Dios (…) Tú eres nuestra esperanza. No seremos confundidos por siempre”, culminó, antes de visitar por un breve momento el pesebre instalado en la Plaza de San Pedro.

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— ACI Prensa (@aciprensa) diciembre 30, 2015

 


11:26:00 a.m.

VATICANO, 31 Dic. 15 (ACI).-
“Sí, me enfado, ¡pero no muerdo!”, fueron las palabras del Papa Francisco a una de las preguntas de los niños cantores (Pueri Cantores), con quienes se reunió este jueves en el Aula Pablo VI y a quienes aconsejó qué deben hacer cuando se enfadan por algo que saben que no está bien.

Luego de algunas canciones entonadas por los niños, el Pontífice fue anotando en un cuaderno las preguntas que hacían los menores para luego responderlas de manera espontánea. Una de estas fue “¿nunca se enfada?”.

“Sí, me enfado, ¡pero no muerdo!”, respondió el Papa, provocando las risas de los niños. Las veces que me enfado, cuando alguien hace una cosa que no está bien, me viene un poco (de enfado). Pero me ayuda detenerme y pensar en las veces que yo he hecho enfadar a los demás. Y pienso y me pregunto: ¿Hice enfadar a alguien? Eh sí, tantas veces. Entonces no hay derecho de enfadarte”.

“‘Pero este hizo…’ Sí, pero si este hizo aquella cosa que es mala, que no es buena, llámalo y háblale como hermano, dialoga como hermano y hermana, dialoga, dialoga. Pero sin enfadarse, porque la rabia es venenosa, te envenena el alma”.

“Tantas veces –dijo- he visto niños y jóvenes espantados ¿Por qué? Porque los padres, o la escuela, les gritan. Y cuando uno está enfadado y regaña hace mal, hiere: regañar a otro es como dar una cuchillada al alma, no hace bien esto. ¿Lo entendieron bien?

“Yo me enfado, sí, algunas veces me enfado, pero me ayuda pensar en las veces en que hice enfadar a otros, esto me serena un poco, me deja un poco más tranquilo. Enfadarse es algo que hace mal no solo a la otra persona, te hace mal a ti mismo, te envenena. Hay gente, que seguramente conocen, que tienen el alma amarga, siempre con amargura, que viven enfadados. ¡Parece que todas las mañanas se lavan los dientes con vinagre para estar así enfadado! Gente que es así…es una enfermedad”.

“Se comprende, si hay una cosa que no me gusta, me enfado un poco. Pero esto, la costumbre de enfadarse, la costumbre de gritar, la costumbre de regañar a los otros, ¡esto es un veneno!”, insistió Francisco.

Por ello, les dijo: “Les pregunto, y cada uno responda en su propio idioma: ¿cómo era el alma de Jesús, dulce o amarga?”. “¡Dulce!”, respondieron los niños.

“Era dulce, ¿por qué? –insistió el Papa-. Porque cuando se enfadaba, esto no llegaba a su alma, era solo para corregir, y después volvía a la paz”.

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— ACI Prensa (@aciprensa) diciembre 31, 2015

 


11:11:00 a.m.

(RV).- En el último día de 2015 el Papa Francisco presidió la oración de las vísperas con el rezo del Te Deum en la Basílica de San Pedro.

De este modo, al finalizar el año los peregrinos reunidos en la Basílica vaticana alabaron al Señor y agradecieron por los eventos de este año transcurrido.

“Es la alegría del agradecimiento que casi espontáneamente emana de nuestra oración, para reconocer la presencia amorosa de Dios en los acontecimientos de nuestra historia”.

“En este Año jubilar -dijo el Papa- asumen una especial resonancia las palabras finales del himno de la Iglesia: «Esté siempre con nosotros, oh Señor, tu misericordia: en ti hemos esperado». La compañía de la misericordia es luz para comprender mejor cuánto hemos vivido, y esperanza que nos acompaña al inicio de un nuevo año.”

Además, el Obispo de Roma explicó que “recorrer los días del año transcurrido puede ser como un recuerdo de hechos y eventos que llevan a momentos de alegría y de dolor, o como buscar comprender si hemos percibido la presencia de Dios que todo renueva y sostiene con su ayuda”.

Por este motivo, el Papa subrayó que “estamos llamados a verificar si los acontecimientos del mundo se realizaron según la voluntad de Dios, o si han escuchado principalmente los proyectos de los hombres, a menudo cargados de intereses privados, de insaciable sed de poder y de violencia gratuita”.

Asimismo, el Papa Francisco recordó los muchos días del año que estuvieron “marcados por la violencia, por la muerte, por el sufrimiento increíble de tantos inocentes, de refugiados forzados a dejar su patria, de hombres, mujeres y niños sin casa estable, alimento y sustento” pero también los “grandes gestos de bondad, de amor y de solidaridad que han llenado las jornadas de este año y ¡que no han sido noticias en los telediarios!”.

Al finalizar, el Pontífice recordó a la ciudad de Roma y envío a sus habitantes una “invitación sincera para ir más allá de las dificultades del momento presente”. “Que el compromiso por recuperar los valores fundamentales del servicio, honestidad y solidaridad permita superar las graves incertidumbres que han dominado la escena de este año, y que son síntomas de escaso sentido de dedicación al bien común”.

Y concluyó encomendando a Roma a la materna protección de María Salus Populi Romani para que pueda ser “intérprete privilegiada de fe, de acogida, de fraternidad y de paz”.

(Mercedes De La Torre – Radio Vaticano).

Texto y audio completo de la homilía del Papa Francisco:

¡Cuán lleno de significado es nuestro estar reunidos juntos para alabar al Señor al término de este año!

La Iglesia en tantas ocasiones siente la alegría y el deber de elevar su canto a Dios con estas palabras de alabanza, que desde el siglo cuarto acompañan la oración en los momentos importantes de su peregrinación terrena. Es la alegría del agradecimiento que casi espontáneamente emana de nuestra oración, para reconocer la presencia amorosa de Dios en los acontecimientos de nuestra historia. Pero, como sucede a menudo,  sentimos que en nuestra oración no basta sólo nuestra voz. Ella tiene necesidad de reforzarse con la compañía de todo el pueblo de Dios, que al unísono hacen sentir su canto de agradecimiento. Por esto, en el Te Deum pedimos la ayuda a los Ángeles, a los Profetas y a toda la creación para dar alabanza al Señor.

Con este himno recorremos la historia de la salvación donde, por un misterioso designio de Dios,  encuentran lugar y síntesis también los varios eventos de nuestra vida de este año transcurrido.

En este Año jubilar asumen una especial resonancia las palabras finales del himno de la Iglesia: «Esté siempre con nosotros, oh Señor, tu misericordia: en ti hemos esperado». La compañía de la misericordia es luz para comprender mejor cuánto hemos vivido, y esperanza que nos acompaña al inicio de un nuevo año.

Recorrer los días del año transcurrido puede ser como un recuerdo de hechos y eventos que llevan a momentos de alegría y de dolor, o como buscando comprender si hemos percibido la presencia de Dios que todo renueva y sostiene con su ayuda. Estamos llamados a verificar los acontecimientos del mundo que se realizaron según la voluntad de Dios, o si han escuchado principalmente los proyectos de los hombres, a menudo cargados de intereses privados, de insaciable sed de poder y de violencia gratuita.

Y, sin embargo, hoy nuestros ojos tienen necesidad de focalizar en modo particular los signos que Dios nos ha concedido, para tocar con mano la fuerza de su amor misericordioso. No podemos olvidar que muchos días han sido marcados por la violencia, por la muerte, por el sufrimiento increíble de tantos inocentes, de refugiados forzados a dejar su patria, de hombres, mujeres y niños sin casa estable, alimento y sustento. Y sin embargo, cuántos grandes gestos de bondad, de amor y de solidaridad han llenado las jornadas de este año, ¡que no han sido noticias en los telediarios! Estos signos de amor no pueden y no deben ser obscurecidos por la prepotencia del mal. El bien vence siempre, también si en cualquier momento puede aparecer más débil o escondido.

Nuestra ciudad de Roma no es extraña a esta condición del mundo entero. Quisiera que llegase a todos sus habitantes la invitación sincera para ir más allá de las dificultades del momento presente. Que el compromiso por recuperar los valores fundamentales del servicio, honestidad y solidaridad permita superar las graves incertidumbres que han dominado la escena de este año, y que son síntomas de escaso sentido de dedicación al bien común. Que no falte nunca la aportación positiva del testimonio cristiano para permitir a Roma según su historia, y con la materna protección de María Salus Populi Romani, de ser intérprete privilegiada de fe, de acogida, de fraternidad y de paz.

«Nosotros te alabamos, oh Dios […] Tú eres nuestra esperanza. No estaremos confundidos en eterno».

(Traducción por Mercedes De La Torre – Radio Vaticano).

(from Vatican Radio)


10:57:00 a.m.

(RV).- En el último día de 2015 el Papa Francisco presidió la oración de las vísperas con el rezo del Te Deum en la Basílica de San Pedro.

De este modo, al finalizar el año los peregrinos reunidos en la Basílica vaticana alabaron al Señor y agradecieron por los eventos de este año transcurrido.

“Es la alegría del agradecimiento que casi espontáneamente emana de nuestra oración, para reconocer la presencia amorosa de Dios en los acontecimientos de nuestra historia”.

“En este Año jubilar -dijo el Papa- asumen una especial resonancia las palabras finales del himno de la Iglesia: «Esté siempre con nosotros, oh Señor, tu misericordia: en ti hemos esperado». La compañía de la misericordia es luz para comprender mejor cuánto hemos vivido, y esperanza que nos acompaña al inicio de un nuevo año.”

Además, el Obispo de Roma explicó que “recorrer los días del año transcurrido puede ser como un recuerdo de hechos y eventos que llevan a momentos de alegría y de dolor, o como buscar comprender si hemos percibido la presencia de Dios que todo renueva y sostiene con su ayuda”.

Por este motivo, el Papa subrayó que “estamos llamados a verificar si los acontecimientos del mundo se realizaron según la voluntad de Dios, o si han escuchado principalmente los proyectos de los hombres, a menudo cargados de intereses privados, de insaciable sed de poder y de violencia gratuita”.

Asimismo, el Papa Francisco recordó los muchos días del año que estuvieron “marcados por la violencia, por la muerte, por el sufrimiento increíble de tantos inocentes, de refugiados forzados a dejar su patria, de hombres, mujeres y niños sin casa estable, alimento y sustento” pero también los “grandes gestos de bondad, de amor y de solidaridad que han llenado las jornadas de este año y ¡que no han sido noticias en los telediarios!”.

Al finalizar, el Pontífice recordó a la ciudad de Roma y envío a sus habitantes una “invitación sincera para ir más allá de las dificultades del momento presente”. “Que el compromiso por recuperar los valores fundamentales del servicio, honestidad y solidaridad permita superar las graves incertidumbres que han dominado la escena de este año, y que son síntomas de escaso sentido de dedicación al bien común”.

Y concluyó encomendando a Roma a la materna protección de María Salus Populi Romani para que pueda ser “intérprete privilegiada de fe, de acogida, de fraternidad y de paz”.

(Mercedes De La Torre – Radio Vaticano).

Texto y audio completo de la homilía del Papa Francisco:

¡Cuán lleno de significado es nuestro estar reunidos juntos para alabar al Señor al término de este año!

La Iglesia en tantas ocasiones siente la alegría y el deber de elevar su canto a Dios con estas palabras de alabanza, que desde el siglo cuarto acompañan la oración en los momentos importantes de su peregrinación terrena. Es la alegría del agradecimiento que casi espontáneamente emana de nuestra oración, para reconocer la presencia amorosa de Dios en los acontecimientos de nuestra historia. Pero, como sucede a menudo,  sentimos que en nuestra oración no basta sólo nuestra voz. Ella tiene necesidad de reforzarse con la compañía de todo el pueblo de Dios, que al unísono hacen sentir su canto de agradecimiento. Por esto, en el Te Deum pedimos la ayuda a los Ángeles, a los Profetas y a toda la creación para dar alabanza al Señor.

Con este himno recorremos la historia de la salvación donde, por un misterioso designio de Dios,  encuentran lugar y síntesis también los varios eventos de nuestra vida de este año transcurrido.

En este Año jubilar asumen una especial resonancia las palabras finales del himno de la Iglesia: «Esté siempre con nosotros, oh Señor, tu misericordia: en ti hemos esperado». La compañía de la misericordia es luz para comprender mejor cuánto hemos vivido, y esperanza que nos acompaña al inicio de un nuevo año.

Recorrer los días del año transcurrido puede ser como un recuerdo de hechos y eventos que llevan a momentos de alegría y de dolor, o como buscando comprender si hemos percibido la presencia de Dios que todo renueva y sostiene con su ayuda. Estamos llamados a verificar los acontecimientos del mundo que se realizaron según la voluntad de Dios, o si han escuchado principalmente los proyectos de los hombres, a menudo cargados de intereses privados, de insaciable sed de poder y de violencia gratuita.

Y, sin embargo, hoy nuestros ojos tienen necesidad de focalizar en modo particular los signos que Dios nos ha concedido, para tocar con mano la fuerza de su amor misericordioso. No podemos olvidar que muchos días han sido marcados por la violencia, por la muerte, por el sufrimiento increíble de tantos inocentes, de refugiados forzados a dejar su patria, de hombres, mujeres y niños sin casa estable, alimento y sustento. Y sin embargo, cuántos grandes gestos de bondad, de amor y de solidaridad han llenado las jornadas de este año, ¡que no han sido noticias en los telediarios! Estos signos de amor no pueden y no deben ser obscurecidos por la prepotencia del mal. El bien vence siempre, también si en cualquier momento puede aparecer más débil o escondido.

Nuestra ciudad de Roma no es extraña a esta condición del mundo entero. Quisiera que llegase a todos sus habitantes la invitación sincera para ir más allá de las dificultades del momento presente. Que el compromiso por recuperar los valores fundamentales del servicio, honestidad y solidaridad permita superar las graves incertidumbres que han dominado la escena de este año, y que son síntomas de escaso sentido de dedicación al bien común. Que no falte nunca la aportación positiva del testimonio cristiano para permitir a Roma según su historia, y con la materna protección de María Salus Populi Romani, de ser intérprete privilegiada de fe, de acogida, de fraternidad y de paz.

«Nosotros te alabamos, oh Dios […] Tú eres nuestra esperanza. No estaremos confundidos en eterno».

(Traducción por Mercedes De La Torre – Radio Vaticano).


10:26:00 a.m.

VATICANO, 31 Dic. 15 (ACI).-
Antes de culminar este 2015, el Papa Francisco tuvo un simpático encuentro con seis mil niños cantores (Pueri Cantores) en el Aula Pablo VI, con quienes conversó sobre música, la lucha entre el bien y el mal, y les reveló sus “buenos propósitos para el Año Nuevo”.

Luego de algunas canciones entonadas por los niños, el Santo Padre fue anotando en un cuaderno las preguntas que los menores le fueron haciendo para luego responderlas de manera espontánea. Una de estas fue “¿cuáles son sus buenos propósitos para el año nuevo?”.

“He hecho uno en estos días –dijo el Papa- en los cuales tuve un poco de tiempo para hacer un retiro espiritual: rezar más. Porque me di cuenta que los obispos y sacerdotes –yo son un obispo- deben regir el pueblo de Dios antes que todo con la oración, es el primer servicio”.

“Les cuento una historia. Al inicio del cristianismo había tanto trabajo porque tanta gente se convertía y los apóstoles no tenían tiempo. Y algunos vinieron a lamentarse porque no cuidaban bien a las viudas y huérfanos. Era verdad, pero no tenían tiempo para hacer todo. Y hicieron un concilio entre ellos y decidieron encargar a algunos hombres el servicio a la gente”.

“Es el momento de la creación de los diáconos. Los diáconos nacieron así. Pueden ver esto en el Libro de los Hechos de los Apóstoles. ¿Y qué cosa dice Pedro, San Pedro, el primer Papa? ¿qué cosa dice?. ‘Ellos harán esto, y nosotros, los apóstoles, solo dos cosas: la oración y el anuncio del Evangelio, la predicación”.

“Es decir –indicó Francisco-, para un obispo, la primera tarea es la oración. El primer deber: no se puede ser obispo en la Iglesia sin la oración en primer lugar. Y después el anuncio del Evangelio”.

“En estos días, respondiendo a tu pregunta, he pensado que un buen propósito para el próximo año sería esto: rezar un poco más, ¿de acuerdo? También a ustedes les pregunto: ¿piensan que esto sería un buen propósito también para ustedes? (los niños responden “¡Sí!”). Rezar un poco más. Porque la Iglesia va adelante con la oración de los santos. ¡Recen por la Iglesia!”, alentó el Papa.

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10:11:00 a.m.

REDACCIÓN CENTRAL, 31 Dic. 15 (ACI).-
“Estén siempre alegres en el Señor; se lo repito: estén alegres”, anima San Pablo en su Carta a los Filipenses (4,4). Por ello, cercanos a celebrar el inicio del Año Nuevo, aquí 12 canciones en clave de fe y frases de santos para recibir con alegría este tiempo que viene de Dios.

1.- “Señor, tú alegras mi mente de alegría espiritual. Cómo es glorioso tu cáliz que supera todos los placeres probados anteriormente”. San Agustín. Canto: "El año que viene" de Alfareros.

2.- “Dichoso quien no tiene más gozo y alegría que las palabras y obras del Señor”. San Francisco de Asís. Canto: "Quiero adorarte Señor" de Alto Mando es el Señor.

3.- “Yo te amo corazón amabilísimo, como a mi soberano Bien, mi dicha, mi alegría y el único digno del amor de todos los corazones”. Santa Margarita María de Alacoque. Canto: "Catolicover kumbia kings" de Totus Tuus.

4.- "Donde me llevan soy feliz… Vivir siempre muy alegres. Dios es alegría infinita". Santa Teresa de los Andes. Canto: "Merengue Católico Mix" de Herkin Buelvas DJ.

5.- “Para mí la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada al cielo, un grito de agradecimiento y de amor en las penas como en las alegrías”. Santa Teresa de Lisieux.

6.- “El amor produce en el hombre la perfecta alegría. En efecto, sólo disfruta de veras el que vive en caridad”. Santo Tomás de Aquino. Canto: "Bendición extrema" de Huellas de fuego.

7.- “Estando siempre alegres, ni cuenta nos daremos qué pronto pasa el tiempo”. San Juan Bosco. Canto: "Católico soy" de Son by four.

8.- “En el corazón de Cristo encuentra paz quien está angustiado por las penas de la existencia; encuentra alivio quien se ve afligido por el sufrimiento y la enfermedad; siente alegría quien se ve oprimido por la incertidumbre y la angustia, porque el corazón de Cristo es abismo de consuelo y de amor para quien recurre a Él con confianza”. San Juan Pablo II. Canto: "Mira lo que hizo en mí" de Alfareros.

9.- “Si conociéramos el valor de la Santa Misa nos moriríamos de alegría”. San Juan María Vianney (Santo Cura de Ars). Canto: "ven y verás" de Elton Rey.

10.- “El amor verdadero exige salir de sí mismo, entregarse. El auténtico amor trae consigo la alegría: una alegría que tiene sus raíces en forma de Cruz”, San Josemaría Escrivá de Balaguer. Canto: "Este amor" de #LaSeñal.

11.- “Es providencial y muy natural que la Iglesia levante su voz solemne y persuasiva y ofrezca a todos los hombres el consuelo de la doctrina y de esa cristiana convivencia que prepara los esplendores de la alegría eterna para la cual ha sido formado el hombre”. San Juan XXIII. Canto: "Soldado de fe" de Militante Bierd Ft. Varios Ministerios.

12.- “María debe ser la fuente de nuestra alegría; ella, que fue la maestra en el servicio gozoso a los demás. La alegría era su fuerza, ya que sólo la alegría de saber que tenía a Jesús en su seno podía hacerla ir a las montañas para hacer el trabajo de una sierva en casa de su prima Isabel”. Beata Madre Teresa de Calcuta. Canto: "Reina de los mares" de Martín Valverde.


10:11:00 a.m.

(RV).- Seis mil Niños Cantores de numerosos coros infantiles, conocidos también como “Pueri cantores” – que se dieron cita en Roma para celebrar su 40º Congreso Internacional – se reunieron con el Santo Padre Francisco en el Aula Pablo VI de la Ciudad del Vaticano el último día del año 2015 para escuchar, con atención, las sugerencias y respuestas a las preguntas que le formularon.

“Me gusta oír cantar, pero si yo cantara parecería un asno, porque no sé cantar y ni siquiera sé hablar bien, porque tengo un defecto en el modo de hablar, en la fonética, pero me gusta mucho oír cantar”.  Así lo afirmó el Papa durante la amena audiencia celebrada con los Niños Cantores quienes, además de cantar para el Obispo de Roma, le dirigieron algunas preguntas.

¿Qué le hubiera gustado ser?

De hecho, Francisco les contó que de pequeño, cuando le habían preguntado una vez qué quería ser de grande, contestó que le gustaría convertirse en uno de los carniceros que veía en el mercado al que iba acompañado por su abuela o por su madre. “Carnicero” – dijo que respondió cuando en su casa un día le hicieron esa pregunta mientras estaba sentado en la mesa con su familia – y explicó, “porque el carnicero que había en el mercado tomaba el cuchillo y lo hacía con un arte” que a él le gustaba mucho. “Y luego, obviamente, cambié de idea”, dijo el Papa Bergoglio.

¿Se enoja?

“Y sí, me enojo, ¡pero no muerdo!”, respondió el Papa sonriendo a la pregunta de un niño. Y explicó que a veces se enoja, cuando alguien hace una cosa que no está bien, pero dijo que lo ayuda detenerse y pensar en las veces en que él hizo enojar a los demás”.

También afirmó que “el enojo es venenoso, te envenena el alma. Muchas veces he visto chicos y niños asustados, porque sus padres, o en la escuela, los reprenden. Y cuando uno está enojado y grita, hace mal, hiere. Es como dar una cuchillada. ¿Entendieron? Yo me enojo, es verdad, sí, a veces me enojo, pero me tranquiliza un poco pensar en las veces en que yo he hecho enojar a los demás. Y además, enojarse no sólo hace mal a la otra persona, sino a ti mismo. Gente amargada – dijo el Papa –. Personas que viven siempre enojados. Gente que es así. Es una enfermedad… Se entiende, si algo no me gusta, me enojo un poco”.

“Les pregunto a ustedes – añadió Francisco – ¿cómo era el alma de Jesús? ¿Dulce a amarga?”. A lo que los chicos respondieron en coro…

En el mundo “hay tantas cosas feas” –  dijo también el Papa –, pero también “tanta gente santa” que “no se ve en la televisión”. Y explicó que existe esta atracción hacia el mal, que parece que gusta más ver cosas feas que cosas bellas, que como carecen de publicidad, carecen también de audiencia, puesto que, de lo contrario, con las cosas buenas, la gente se aburre…  

Y se preguntó: “¿Por qué en la televisión no se ven las monjas de clausura que trascurren toda la vida rezando por todos nosotros?”. Porque interesan más las joyas, las cosas que tienen que ver con la vanidad. Por eso les advirtió que no debemos dejarnos engañar. “En el mundo – dijo –  hay cosas feas, pero también cosas santas”.

¿Cuáles son sus propósitos para el Año Nuevo?

En cuanto a los buenos propósitos para el Año Nuevo el Papa Francisco respondió a una niña: “Rezar más”. Y explicó que en estos días en que dedicó un poco de tiempo a hacer un retiro espiritual se propuso rezar más, porque se ha dado cuenta de que “los obispos y los sacerdotes, y yo soy un obispo – dijo – deben sostener al pueblo de Dios ante todo con la oración, que es el primer servicio”.

Y les contó una historia: “Al inicio del cristianismo había mucho trabajo porque tanta gente se convertía y los apóstoles no tenían tiempo, y algunos iban a quejarse porque no atendían bien a las viudas, a los huérfanos… Era verdad, porque no tenían tiempo para hacer todo. Entonces hicieron un Concilio y decidieron que algunos hombres se dedicaran sólo a servir a la gente… Es el momento de la creación de los diáconos – dijo –. Los diáconos nacieron así. Pueden ver esto en el libro de los Hechos de los Apóstoles”.

“¿Y qué dice San Pedro, el primer Papa?  – preguntó Francisco –. Que ellos harán esto, y nosotros los apóstoles, sólo dos cosas: la oración y el anuncio del Evangelio, la predicación; lo que significa que para un obispo el primer deber es la oración. Porque no se puede ser obispo en la Iglesia sin la oración en primer lugar; y después el anuncio del Evangelio”.

“En estos días –  añadió el Pontífice –  he pensado que un buen propósito para el año próximo sería éste: rezar un poco más”.

El Papa concluyó este encuentro pidiéndoles otra canción, no sin antes invitarlos a que repitieran cómo debe ser la vida… “Canta y camina” – dijeron – “y ¿quién es bueno?”, a lo que respondieron en coro: “¡Sólo Dios es bueno!”.

“Ahora puedo responder”, dijo el Papa tras oírles: “¡Cantan muy bien!”. A la vez que les impartió su bendición apostólica, no sin antes invitarlos a rezar un Avemaría – cada uno en su lengua – y recordarles la cita del primer día del Año Nuevo en la Basílica Vaticana, donde estos niños animarán la celebración Eucarística que el Papa Francisco presidirá a las 10.00 en la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios, en que también concluirá el 40º Congreso Internacional de los Niños Cantores.

(María Fernanda Bernasconi – RV).

(from Vatican Radio)


9:41:00 a.m.

REDACCIÓN CENTRAL, 31 Dic. 15 (ACI).-
Mañana se acabará el 2015 y este cambio de año es una buena oportunidad para hacerse nuevos propósitos o resoluciones. Mons. José Gómez, Arzobispo de Los Ángeles (Estados Unidos), es uno de los que sugieren realizar esta práctica.

“Hacer resoluciones de Año Nuevo es un hábito profundamente cristiano. Refleja un hermoso deseo de crecer en amistad con Jesucristo y refleja nuestra conciencia de que no somos todavía el pueblo que Dios quiere que seamos”, indicó en una de sus columnas publicadas en ACI Prensa.

Por ello, presentamos las tres resoluciones  sugeridas por Mons. Gómez para el año nuevo:

1.- Colocar a Jesús en el centro de nuestras vidas

El Prelado indicó que la mejor forma de acercarse a Jesús es leyendo el Evangelio diariamente. Cada día durante unos minutos lea un pasaje, puede ser de la lectura diaria de la Misa.

Después “pídanle a Jesús que abra su Palabra para ustedes. No se pregunten lo que el pasaje del Evangelio dice “en general”, o lo que podría significar para otras personas. Pregúntenle personalmente a Jesús: “Señor, ¿qué me estás diciendo a mí? ¿Qué quieres que yo haga? “¿Qué debo cambiar en mi vida si quiero seguirte más de cerca?”.

Mons. Gómez sugiere aplicar lo que el pasaje dijo a cada uno durante el día. “De este modo, empezamos a ver nuestras vidas como él las ve desde su perspectiva”.

2.- Mejorar la vida de los demás

La segunda resolución es tener la disposición y la intención diario para servir, “de mejorar la vida de alguien”. El Arzobispo de Los Ángeles indicó que el amor “empieza con aquellos que nos exigen más cosas, con los que representan un reto para nuestro egoísmo”. Con aquellos que están más cerca.

Por ello, sugiere tener más paciencia, ser más comprensivos, no juzgar inmediatamente sino dar el beneficio de la duda; aceptar a las personas tal cómo son. También dejar de criticar y hacer que las conversaciones sean positivas.

“Hemos de tratarnos unos a otros con ternura y amor. Algunas veces podemos cambiar todo el curso del día de las personas tan solo sonriéndoles, tan solo con escuchar lo que ellas tienen qué decir”, manifestó.

3.- Perdonar a los demás como Dios nos perdona a nosotros

Este propósito consiste en pensar en silencio en alguna persona con la que uno esté enfadado o que no nos agrade.

“En silencio, pensemos… en alguna persona con la que estemos molestos, con los que estemos enojados, en alguien que no nos guste. Pensemos en esa persona y… oremos por esta persona y volvámonos misericordiosos con esta persona”.

“No perdonamos lo suficiente. Esto daña a nuestras familias. Esto perjudica nuestras relaciones. La gente nos va a hacer daño y nos va a ofender todos los días. Pero permanecer enojados o resentidos no cura nada. Sólo hace que las cosas nos lastimen por más tiempo”, indicó el Arzobispo de Los Ángeles.

Lea la columna completa de los propósitos de año nuevo AQUÍ

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— ACI Prensa (@aciprensa) diciembre 30, 2015

 


9:12:00 a.m.

(RV).- Abrimos nuestro espacio con los deseos del Papa Francisco a los queridos hermanos y hermanas de todo el mundo, a los numerosos fieles romanos y peregrinos en la Plaza de San Pedro y a cuantos desde diversos países siguieron su Mensaje y bendición Urbi et Orbi de Navidad a través de la radio, la televisión y los otros medios de comunicación:

«Es la Navidad del Año Santo de la Misericordia, les deseo a todos que puedan acoger en su propia vida la misericordia de Dios, que Jesucristo nos ha donado, para ser misericordiosos con nuestros hermanos. ¡Así haremos crecer la paz!»

«Sólo la misericordia de Dios puede liberar a la humanidad de tanto mal», reiteró el Obispo de Roma, en la solemnidad de la Natividad del Señor, en su tradicional mensaje navideño:

«Cristo nos ha nacido, exultemos en el día de nuestra salvación. Abramos nuestros corazones para recibir la gracia de este día, que es Él mismo: Jesús es el ''día'' luminoso que surgió en el horizonte de la humanidad. El día de la misericordia, en el cual Dios Padre ha revelado a la humanidad su inmensa ternura. Día de luz que disipa las tinieblas del miedo y de la angustia. Día de paz, en el que es posible encontrarse, dialogar, y sobre todo reconciliarse. Día de alegría: una ''gran alegría'' para los pequeños y los humildes, para todo el pueblo».

«Vence la indiferencia y conquista la paz» Y empezamos  el 2016 con esta exhortación del Papa Francisco, que es también el título de su Mensaje para la 49 Jornada Mundial de la Paz 2016, en el que recuerda que «Dios no es indiferente. A Dios le importa la humanidad, Dios no la abandona».

Al comienzo del nuevo año, el Obispo de Roma acompaña con esta profunda convicción, sus «mejores deseos de abundantes bendiciones y de paz, en el signo de la esperanza, para el futuro de cada hombre y cada mujer, de cada familia, pueblo y nación del mundo, así como para los Jefes de Estado y de Gobierno y de los Responsables de las religiones».

Recordamos que el Papa Francisco firmó su Mensaje el 8 de diciembre de 2015:

Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María

y

Apertura del Jubileo Extraordinario de la Misericordia

Y cómo no recordar que el Papa Bergoglio, junto con sus mejores deseos para el nuevo año, invoca la intercesión de «María Santísima, Madre atenta a las necesidades de la humanidad, para que nos obtenga de su Hijo Jesús, Príncipe de la Paz, el cumplimento de nuestras súplicas y la bendición de nuestro compromiso cotidiano en favor de un mundo fraterno y solidario».

Nos acompaña la Voz de los Peregrinos en el Jubileo de la Misericordia

 

(CdM – RV)


8:57:00 a.m.

(RV).- Seis mil Niños Cantores de numerosos coros infantiles, conocidos también como “Pueri cantores” – que se dieron cita en Roma para celebrar su 40º Congreso Internacional – se reunieron con el Santo Padre Francisco en el Aula Pablo VI de la Ciudad del Vaticano el último día del año 2015 para escuchar, con atención, las sugerencias y respuestas a las preguntas que le formularon.

“Me gusta oír cantar, pero si yo cantara parecería un asno, porque no sé cantar y ni siquiera sé hablar bien, porque tengo un defecto en el modo de hablar, en la fonética, pero me gusta mucho oír cantar”.  Así lo afirmó el Papa durante la amena audiencia celebrada con los Niños Cantores quienes, además de cantar para el Obispo de Roma, le dirigieron algunas preguntas.

¿Qué le hubiera gustado ser?

De hecho, Francisco les contó que de pequeño, cuando le habían preguntado una vez qué quería ser de grande, contestó que le gustaría convertirse en uno de los carniceros que veía en el mercado al que iba acompañado por su abuela o por su madre. “Carnicero” – dijo que respondió cuando en su casa un día le hicieron esa pregunta mientras estaba sentado en la mesa con su familia – y explicó, “porque el carnicero que había en el mercado tomaba el cuchillo y lo hacía con un arte” que a él le gustaba mucho. “Y luego, obviamente, cambié de idea”, dijo el Papa Bergoglio.

¿Se enoja?

“Y sí, me enojo, ¡pero no muerdo!”, respondió el Papa sonriendo a la pregunta de un niño. Y explicó que a veces se enoja, cuando alguien hace una cosa que no está bien, pero dijo que lo ayuda detenerse y pensar en las veces en que él hizo enojar a los demás”.

También afirmó que “el enojo es venenoso, te envenena el alma. Muchas veces he visto chicos y niños asustados, porque sus padres, o en la escuela, los reprenden. Y cuando uno está enojado y grita, hace mal, hiere. Es como dar una cuchillada. ¿Entendieron? Yo me enojo, es verdad, sí, a veces me enojo, pero me tranquiliza un poco pensar en las veces en que yo he hecho enojar a los demás. Y además, enojarse no sólo hace mal a la otra persona, sino a ti mismo. Gente amargada – dijo el Papa –. Personas que viven siempre enojados. Gente que es así. Es una enfermedad… Se entiende, si algo no me gusta, me enojo un poco”.

“Les pregunto a ustedes – añadió Francisco – ¿cómo era el alma de Jesús? ¿Dulce a amarga?”. A lo que los chicos respondieron en coro…

En el mundo “hay tantas cosas feas” –  dijo también el Papa –, pero también “tanta gente santa” que “no se ve en la televisión”. Y explicó que existe esta atracción hacia el mal, que parece que gusta más ver cosas feas que cosas bellas, que como carecen de publicidad, carecen también de audiencia, puesto que, de lo contrario, con las cosas buenas, la gente se aburre…  

Y se preguntó: “¿Por qué en la televisión no se ven las monjas de clausura que trascurren toda la vida rezando por todos nosotros?”. Porque interesan más las joyas, las cosas que tienen que ver con la vanidad. Por eso les advirtió que no debemos dejarnos engañar. “En el mundo – dijo –  hay cosas feas, pero también cosas santas”.

¿Cuáles son sus propósitos para el Año Nuevo?

En cuanto a los buenos propósitos para el Año Nuevo el Papa Francisco respondió a una niña: “Rezar más”. Y explicó que en estos días en que dedicó un poco de tiempo a hacer un retiro espiritual se propuso rezar más, porque se ha dado cuenta de que “los obispos y los sacerdotes, y yo soy un obispo – dijo – deben sostener al pueblo de Dios ante todo con la oración, que es el primer servicio”.

Y les contó una historia: “Al inicio del cristianismo había mucho trabajo porque tanta gente se convertía y los apóstoles no tenían tiempo, y algunos iban a quejarse porque no atendían bien a las viudas, a los huérfanos… Era verdad, porque no tenían tiempo para hacer todo. Entonces hicieron un Concilio y decidieron que algunos hombres se dedicaran sólo a servir a la gente… Es el momento de la creación de los diáconos – dijo –. Los diáconos nacieron así. Pueden ver esto en el libro de los Hechos de los Apóstoles”.

“¿Y qué dice San Pedro, el primer Papa?  – preguntó Francisco –. Que ellos harán esto, y nosotros los apóstoles, sólo dos cosas: la oración y el anuncio del Evangelio, la predicación; lo que significa que para un obispo el primer deber es la oración. Porque no se puede ser obispo en la Iglesia sin la oración en primer lugar; y después el anuncio del Evangelio”.

“En estos días –  añadió el Pontífice –  he pensado que un buen propósito para el año próximo sería éste: rezar un poco más”.

El Papa concluyó este encuentro pidiéndoles otra canción, no sin antes invitarlos a que repitieran cómo debe ser la vida… “Canta y camina” – dijeron – “y ¿quién es bueno?”, a lo que respondieron en coro: “¡Sólo Dios es bueno!”.

“Ahora puedo responder”, dijo el Papa tras oírles: “¡Cantan muy bien!”. A la vez que les impartió su bendición apostólica, no sin antes invitarlos a rezar un Avemaría – cada uno en su lengua – y recordarles la cita del primer día del Año Nuevo en la Basílica Vaticana, donde estos niños animarán la celebración Eucarística que el Papa Francisco presidirá a las 10.00 en la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios, en que también concluirá el 40º Congreso Internacional de los Niños Cantores.

(María Fernanda Bernasconi – RV).


8:56:00 a.m.

VATICANO, 31 Dic. 15 (ACI).-
El Papa Francisco habló hoy en el Vaticano de la existencia de una lucha entre el bien y el mal, que no es otra que “la del demonio contra Dios”.

Al recibir esta mañana en el Aula Pablo VI a seis mil “Niños Cantores” de 127 coros y 18 países, Francisco recordó que hasta el final de los tiempos existirá esa maldad, pero también aseguró que Dios hace muchas cosas buenas y denunció que la televisión parece empeñada en ocultarlas.

“Hay mucha gente que sufre en el mundo hoy: hay guerras, en África, en Oriente Medio, donde ha nacido Jesús, en Ucrania… en muchos sitios, en América latina…”, dijo sobre la situación actual del mundo.

El Papa explicó que las guerras causan “pobreza, dolor, mal” y pidió a los jóvenes cantores que piensen en los niños que lo sufren.

“Hay niños que no tienen qué comer en el mundo, que no pueden ir a la escuela por la guerra, la pobreza o porque no las hay. Hay niños que cuando se enferman no pueden ir al hospital. Recen por estos niños”.

“¿El mundo será siempre así?”, se preguntó.  “Puede mejorar, pero hay algo de lo que no gusta hablar, pero se debe hablar. En el mundo existe la lucha entre el bien y el mal, dicen los filósofos. Es la lucha entre el demonio y Dios. Esto existe todavía. Cuando a cada uno de nosotros le vienen las ganas de hacer una maldad. Esa pequeña maldad es una inspiración del diablo. Que a través de la debilidad que ha dejado en nosotros el pecado original te lleva a esto. Se hace el mal en las pequeñas cosas como en las cosas grandes”, señaló.

“Es una guerra contra la verdad de Dios, la verdad de la vida, contra la alegría. Esta lucha entre el diablo y Dios dice la Biblia que continuará hasta el fin”, explicó.

“Todos tenemos dentro un campo de batalla, se lucha entre el bien y el mal, tenemos tentaciones, y tenemos que hablar con los párrocos o los catequistas sobre estas cosas para conocer el bien”.

Francisco también dijo que existen muchas cosas buenas en el mundo. “¿Por qué estas cosa no se publicitan? Parece que a la gente le gusta más ver noticias malas y feas”.

Puso de ejemplo África, donde también hay “misioneros, sacerdotes, religiosas, que han dejado toda su vida allí predicando el Evangelio, en pobreza”.

Estas cosas no se ven en la televisión porque “hay esta atracción por el mal, parece que gusta más ver las cosas feas que las cosas buenas y grandes”. “El diablo hace de las suyas, pero también Dios hace de las suyas y hay mucha gente santa en el mundo, en el trabajo, en las familias, mucho abuelos… y esto no se ve en la televisión porque esto no da rating o audiencia, no da publicidad”, aseguró.

Parece “que con las cosas buenas la gente se aburre, o no saben presentar bien las cosas buenas”, denunció. “Cuando vean ustedes la televisión en su casa recuerden esto: hay una lucha entre el bien y el mal” es “la lucha entre Dios y el diablo”. “Pero hay mucha gente santa, que da la vida por ayudar a los otros”.

“¿Por qué en la televisión no se ven monjas de clausura que se pasan la vida rezando por nosotros? Esto no interesa, quizás interesan más los joyeros de una vida importante que se hacen ver, las cosas que se hacen vanidad. No nos dejemos engañar. En el mundo hay cosas, feas, feas, feas, es el trabajo del diablo contra Dios, pero hay cosas santas, grandes cosas que son la obra de Dios. Existen los santos escondidos, aquellos que no vemos”. 

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— ACI Prensa (@aciprensa) diciembre 31, 2015

 


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