(zenit – 31 enero. 2020)-. La hermana María describe la misión de las consagradas contemplativas como “las raíces del árbol, que permanecen ocultas”, pero, que, como tales, por medio de la oración, “tratamos que la savia llegue a todo el árbol de la Iglesia y del mundo”.
“Por eso nuestra misión de vida escondida, de amor tanto a Dios como a los hermanos, de vida fraterna en comunidad, sigue siendo actual en el mundo de hoy, pues precisamente de lo que este más necesita sea de la oración”, continúa.
Con motivo de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, celebrada por la Iglesia en la Fiesta Litúrgica de la Presentación de Jesús el 2 de febrero, zenit ha entrevistado a la hermana María, religiosa de la Visitación del Monasterio de Sevilla.
Día Mundial de la Vida Consagrada
Sobre el Día de la Vida Consagrada, la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica del Vaticano en un artículo publicado en Osservatore Romano, subraya que se trata una jornada de oración por las vocaciones y de acción de gracias al Señor “por el don de tantos consagrados y consagradas que, en tierras de misión o en las dificultades de la vida y del trabajo cotidiano, viviendo en contextos a menudo incluso difíciles, cuidan de los últimos y más frágiles y son testigos y anunciadores de la presencia de Dios en el mundo”.
En esta circunstancia todas las personas consagradas renuevan su compromiso de ser “luz del mundo y sal de la tierra”, de trabajar por la paz y la fraternidad, acogiendo la invitación del Papa a ser “hombres y mujeres que iluminan el futuro”.
Orden de la Visitación de Santa María
La Orden de la Visitación de Santa María es un Instituto Religioso de vida contemplativa fundado por san Francisco de Sales y santa Juana Francisca Frémyot de Chantal en 1610 en Annecy (Saboya, Francia).
También en el siglo XVII, se produjeron las apariciones a santa Margarita María de Alacoque en Paray-le-Monial, religiosa de la Orden, que junto a su director espiritual, el jesuita san Claudio de la Colombière, impulsaron esta devoción difundiendo los mensajes del Sagrado Corazón de Jesús.
Año Jubilar
En el año 2020 la familia visitandina, presente tanto en monasterios en España como en Latinoamérica, celebra el primer centenario de la canonización de santa Margarita María de Alacoque. Con motivo del mismo, la Santa Sede concedió un Año Jubilar para todos los conventos de la Orden de la Visitación, en curso desde el 16 de octubre de 2019 hasta el 17 de octubre de 2020.
Las hermanas de la Visitación, también conocidas como salesas, están llamadas a vivir el Santo Evangelio siguiendo los Consejos Evangélicos de pobreza, castidad y obediencia, con un espíritu de profundad humildad para con el Señor y de dulzura para con el prójimo, atentas siempre a la renuncia del “hombre viejo” para vivir de la Voluntad Divina.
Guardia de Honor del Sagrado Corazón
En el seno de la Orden nació también en 1863 la Asociación Eucarística Guardia de Honor del Sagrado Corazón (Hora de Presencia al Corazón de Jesús) con el fin de responder a la queja de Jesucristo: “Busqué quien me consolara y no lo hallé”.
De este modo, los asociados de hora en hora, continúan la misión de la primera Guardia de Honor del Calvario (María, san Juan y María Magdalena) comprometiéndose a dedicar una hora de su día a ofrecer al Corazón de Jesús todo lo que haga durante ese tiempo, sin cambiar su ocupación diaria (trabajo, estudio, deporte, oración, sana diversión…).
A continuación ofrecemos la entrevista completa con la hermana María.
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zenit: ¿Cómo describiría la misión de las consagradas de clausura en la Iglesia?
Hermana María: ¡Dios sea bendito! Me alegra mucho comenzar con esta pregunta porque para nosotras ha sido difícil aceptar que nos hicieran una entrevista en un medio de comunicación que se lee en todo el mundo.
Nuestra misión en la Iglesia como religiosas contemplativas es esencialmente oculta. Tanto los documentos pontificios como toda la espiritualidad contemplativa a lo largo de la historia nos ha denominado como “el corazón de la Iglesia”. El corazón siempre está oculto, si en el cuerpo místico de la Iglesia nosotras representamos ese corazón es esencial que estemos ocultas, escondidas, ya que en el momento en el que el corazón sale al exterior, el cuerpo muere.
No obstante, nuestra vida, por ser contemplativa, no significa que no sea apostólica. Al contrario, al vivir de la misma vida de Dios y esa intimidad con el Señor en una entrega que procuramos que sea lo más radical posible, esperamos que el Señor recoja nuestra oración como un incienso que Él después disperse por todo el mundo.
También nos comparan con las raíces del árbol, que permanecen ocultas, pero, por medio de la oración, tratamos que la savia llegue a todo el árbol de la Iglesia y del mundo. Por eso nuestra misión de vida escondida, de amor tanto a Dios como a los hermanos, de vida fraterna en comunidad, sigue siendo actual en el mundo de hoy, pues precisamente de lo que este más necesita sea de la oración.
zenit: ¿Cuál es el día a día o la rutina de una religiosa dentro de la Orden de la Visitación?
Realmente la rutina no existe para una religiosa de la Visitación, ya que cada momento o minuto vivido para Dios siempre es nuevo, nunca tiene ese matiz de ser igual, que establece la palabra “rutina”.
Nuestros días son muy sencillos, no hay nada llamativo, nada extraordinario. Vivimos alternando la oración con el trabajo y la vida en comunidad. En la oración toma un sentido especialísimo nuestra misión propia en la Iglesia con el rezo de la Liturgia de las Horas, que procuramos realizar de la manera más solemne posible, cantado en la mayoría de las distintas horas, y esto realmente marca el horario de nuestro día.
Vivimos a partir de lo que la Liturgia nos va prescribiendo. Empezamos el día con una hora de oración y la Santa Misa, y después el rezo de los laudes. Luego se va alternando, a lo largo del día, el rezo de la mencionada liturgia con el trabajo y la vida fraterna en las reuniones comunitarias, que también son importantes para no perder el espíritu de familia que es tan propio de la Orden de la Visitación.
Los trabajos que realizamos son los corrientes de la vida del monasterio y de cualquier familia: costura, cocina, lavandería, limpieza, arreglos de la casa, atender la sacristía…Estas labores son desempeñadas por todas las hermanas, incluso las más mayores, dentro de sus posibilidades.
Por ejemplo, en la actualidad somos 15 hermanas. Yo soy la sacristana y la hermana que me ayuda tiene 87 años. A pesar de su edad, no deja de venir todos los días a preparar los vasos sagrados para la Santa Misa y a hacer lo mismo con mucho esmero para el día siguiente, siempre pendiente para ayudar en lo que pueda dentro de este oficio.
zenit: ¿Cómo descubrió que el Señor le llamaba para la vida consagrada?
Mi experiencia a la hora de descubrir la vocación se puede resumir en dos elementos. El primero es el deseo que el Señor puso en mi corazón de pertenecerle solo a Él, de ser solo suya, de darle todo.
En segundo lugar, me influyó mucho el mirar al mundo, la necesidad que este tenía de oración. El ver el sufrimiento de las personas, la impotencia que experimentaba al percibir la dura realidad actual y sentir que no podía llegar a todo.
Ante la magnitud de lo que había que hacer, el Señor me hizo ver que en el don total de la persona podía traducirse ese deseo de llegar a todo y a todas partes. Porque el único capaz de ello es Dios, al corazón del hombre solo llega Él. Es decir, que el Señor puede tomar esta entrega de la vida completa como una pequeña gota de agua y llevarla como una lluvia a todo el mundo, a donde sea necesario.
Encontré en la Orden de la Visitación la respuesta a estas dos aspiraciones que Dios había puesto en mi Corazón. Además, en concreto, me atrajo muchísimo la importancia que en ella se da a la vida de caridad entre las hermanas, a la dulzura que enseña san Francisco de Sales. Cuando vine a pasar unos días con la comunidad para discernir mi vocación me llamó mucho la atención cómo se trataban las hermanas, cómo se querían sinceramente unas a otras.
Algo que también resultó fundamental en mi vocación fue que nuestra Orden estuviese dedicada especialmente a la Santísima Virgen, modelo de toda alma consagrada, y en el Misterio de la Visitación, momento en el que María se hace dócil al Espíritu Santo y, movida por la caridad, canta el Magnificat de alabanza divina. Este misterio de la Visitación, además, encierra el corazón de Jesús oculto en María y el corazón de María lleno del de Jesús.
zenit: ¿Qué aconsejaría a las personas que se plantean su vocación sobre esta opción de vida o a las que pueden considerarla?
Yo les aconsejo simplemente que se pongan delante del Señor, delante de la Eucaristía, a los pies de Jesús crucificado. Que le miren y se dejen mirar por Él, porque creo que no puede haber mayor felicidad en el mundo que pertenecer totalmente a Dios. Cuando nos ponemos delante de Él dispuestos a hacer su voluntad, “no perdemos nada, lo ganamos todo”, como decía Benedicto XVI.
Igualmente, para discernir la vocación les aconsejo que se pongan en contacto con un sacerdote o con una persona consagrada, que les acompañe en el camino de ver la voluntad de Dios en su vida.
Por otro lado, ya que existe la posibilidad en casi todos los monasterios de vivir unos días de experiencia vocacional, a aquellas personas que sientan esa inquietud hacia la vida contemplativa, les animó a acercarse a ellos. De este modo, pueden comprobar por sí mismos cómo vivimos y cuál es nuestra espiritualidad, sea la de la Orden de la Visitación o la de cualquier otra por la que se sientan atraídos.
zenit: ¿Tienen previsto alguna actividad especial para celebrar la Jornada de la Vida Consagrada?
Este día lo vivimos, por supuesto, rezando por la vida consagrada, porque es nuestra misión. Este día, el Señor se mantiene expuesto durante un tiempo más prolongado para que cada una pueda dedicar más espacio a adorarlo, a estar con Él, pues, en definitiva, eso es la vida consagrada, estar con Él.
Además, celebramos la procesión de las velas justo antes de la Misa, en la que participan también los fieles que asisten a la misma. Las hermanas hacemos la procesión por el interior del monasterio hasta llegar al coro y los feligreses van por la parte exterior del mismo, hasta llegar a la iglesia.
Esta comienza en el locutorio, donde el sacerdote bendice las velas de los participantes en la procesión. Durante el recorrido vamos cantando a Cristo “luz de las naciones” porque ese gran día de la luz renovamos nuestra entrega y las velas simbolizan la propia consagración. Los feligreses, por su parte, renuevan su propia fidelidad al Bautismo.
zenit: Su Orden fue fundada por san Francisco de Sales y por santa Juana Francisca Frémyot de Chantal, háblenos sobre la influencia del testimonio y escritos de estos santos en la Orden…
La influencia y el testimonio de nuestros santos padres fundadores es muy grande, no solo para la Orden de la Visitación, pues la espiritualidad salesiana se ha ido difundiendo en múltiples congregaciones religiosas que se han inspirado en su espiritualidad de humildad, de dulzura.
Por otro lado, su obra Introducción a la vida devota, aunque se escribiera hace tres siglos, sigue siendo actual y su contenido espiritual y sus enseñanzas son recomendables para cualquier cristiano que quiera vivir en profundidad su fe.
En concreto, en el carisma propio de la Visitación, al ser hijas de san Francisco de Sales, doctor del amor de Dios, consiste en vivir esencialmente de ese amor de Dios, buscar siempre la pureza en amor de Dios y en el amor a los hermanos. Se centra en la humildad para con Dios y la dulzura para con el prójimo, dos virtudes características de nuestro fundador que constituyen la base de nuestra Congregación.
Unido a san Francisco de Sales esta nuestra santa madre, Juana Francisca de Chantal, modelo para todos los estados de la vida. Ella fue esposa, madre, viuda y, por último, fundadora de nuestra Orden. En todos esos estados fue un alma santa que solo buscaba a Dios y su vida cambió al encontrarse con san Francisco de Sales.
zenit: En pleno año jubilar por el primer Centenario de la Canonización de Santa Margarita María de Alacoque, hermana de la Visitación ¿cuáles son los frutos que esperan de Él?
Este año es muy importante para toda la Orden de la Visitación porque el Señor, al manifestarse a santa Margarita María quiso dar a nuestra Orden el don más precioso que podía haberle dado, el de su corazón. Por eso nosotras al celebrar este centenario, queremos hacer más nuestro si cabe, todo este mensaje que el Señor le transmitió a santa Margarita, hacerlo vida y transmitirlo a los demás.
El mensaje que Nuestro Señor le transmitió a santa Margarita sigue siendo hoy plenamente actual. En su principal revelación, Dios le dijo: “He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres y que no ha ahorrado nada hasta el extremo de agotarse y consumirse para testimoniarles su amor. Y, en compensación, solo recibe de la mayoría de ellos ingratitudes por medio de sus irreverencias y sacrilegios, así como de las frialdades y menosprecios que tienen para conmigo en este Sacramento de Amor”, refiriéndose a la Eucaristía.
Y continuó, indicándole, “al menos tú, ámame”, un mensaje dirigido a todas las personas que debemos de escuchar cada uno en nuestro interior, tratando de dar al Señor ese amor que espera de nosotros en la Eucaristía, donde Él lo pide, y poniendo el acento en la reparación por ese amor que muchos le niegan.
En definitiva, consiste en estar con Él. Si nos diéramos cuenta del tesoro infinito de la Eucaristía, la maravilla de la presencia de Dios con nosotros, creo que no habría quien pudiera alejarnos del Sagrario.
Esperamos muchos frutos de cada uno de nuestros monasterios, de nuestras hermanas, vivir con mayor profundidad la devoción al Sagrado Corazón de Jesús y también que otras personas que no conocen este tesoro infinito, se acerquen a él y lleguen a vivir de esa vida de Dios, que es lo más importante y la fuente de la completa felicidad.
Esperamos también que el Señor pueda tocar los corazones de muchas personas que acudan a nuestros monasterios para seguir con esta misión nuestra de dar al Corazón de Jesús al mundo, por medio de la oración y de la vida contemplativa en silencio.
zenit: ¿Qué supone para ustedes la existencia de la Guardia de Honor del Sagrado Corazón?
Para nosotras la Guardia de Honor supone un vínculo muy importante con todas las personas seglares y laicas que participan de la Devoción al Corazón de Jesús y la difunden por el mundo entero. No solo en nuestros monasterios, sino en todos los lugares en los que la Guardia de Honor está presente, aportando esa gloria, amor y reparación al Corazón de Jesús que expresa su lema.
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