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3:22:00 a.m.
São Paolo – Con la participación de más de 300 obispos de todo el Brasil, el 30 de abril ha comenzado la 52 Asamblea General de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil , que se postergará hasta el 9 de mayo en el Centro de Eventos Padre Vitor Coelho de Almeida, en Aparecida .

La nota recibida en la Agencia Fides de la CNBB refiere que los temas tratados hacen referencia al tema central: “Comunidad de las comunidades: una nueva parroquia”. El Cardenal Raymundo Damasceno Assis, Arzobispo de Aparecida y Presidente de la CNBB, presentando los trabajos, ha dicho que “durante el encuentro, los obispos tendrán que reflexionar sobre temas importantes como la renovación de la parroquia, y luego analizar la presencia de los cristianos laicos en la Iglesia y en la sociedad, tocando después un tema tan importante como la cuestión agraria, para finalizar con un documento sobre la situación nacional, porque nos estamos acercando a las elecciones”.

Además de un análisis de la situación política, social y eclesial del país, los obispos también se prepararán para la Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos, en la que se discutirán los desafíos a la familia para la nueva evangelización. Un momento importante se dedicará a la intervención del Presidente del Consejo Indigenista Misionero , que ilustrará la situación de los pueblos indígenas en Brasil.

12:05:00 a.m.

«Padre de los pobres y apóstol de Madrid. Tras años de paciente espera, acogiendo la voluntad de otros en la que vio la divina, consiguió hacerse jesuita. Fue artífice de un entramado apostólico que atrajo incontables conversiones»


Madrid, 02 de mayo de 2014 (Zenit.org) Isabel Orellana Vilches | 1 hit


Nació en Dalías, Almería, España, el 22 de julio de 1864. Fue el primogénito de doce hermanos. Sobrevivieron cinco. Sus padres, agricultores, llevaron a la práctica ese rasgo de piedad tan fecundo que difundiría el padre Patrick Peyton hacia mediados del siglo XX con el lema: «La familia que reza unida, permanece unida». Anticipándose a este apóstol del santo rosario, la familia Rubio lo rezaba devotamente todos los días. En ese ambiente de tierna devoción a María, el pequeño amasaba los umbrales de una vida santa: humildad, sencillez, amor a Cristo, abnegación, obediencia, espíritu de sacrificio, generosidad. Inclinado a adorar al Santísimo Sacramento, si veía la iglesia cerrada pedía la llave para encontrarse con Cristo. Estudió en los seminarios de Almería, Granada y Madrid. En los dos primeros instado por sendos tíos sacerdotes.


Estando en Granada, su profesor de teología fundamental, Joaquín Torres Asensio, canónigo de la catedral, percibiendo sus cualidades humanas y espirituales se convirtió en su sombra durante un cuarto de siglo. Persona de fuerte carácter y decisión, muy influyente y con recursos, rigió la vida de José María en todos los aspectos. Éste vivió con discreción y prudencia su ruptura con el prelado granadino por desavenencias, trasladándose a Madrid en 1886 como fiel compañero suyo. Joaquín había ganado allí una canonjía. Entonces el santo se integró en el seminario de la capital.


Se ordenó en 1887. Los destinos a los que partió, como vicario en Chinchón, donde fue capellán de las clarisas dos años, párroco en Estremera, y finalmente su traslado a Madrid, todo fue dirigido por el padre Joaquín. Lo que éste no consiguió es que aprobara las oposiciones a canónigo, pero sí lo colocó como profesor de latín, filosofía y teología pastoral en San Dámaso. La obediencia de José María, que jamás le costó, estaba guiada por la consigna: «hacer lo que Dios quiere, querer lo que Dios hace». La actividad docente le produjo agotamiento. Y su mentor no ahorró esfuerzos para que se repusiera. Lo tuvo en su casa de Segovia, y al no mejorar fue con él a Cerdedilla, Mondariz, termas de Gándara, Troncoso, costas de Portugal y Lourdes. Luego lo situó como notario en el arzobispado y capellán de las Bernardas. Quince años de servicio en estas misiones. Mientras, formaba en las verdades de la fe a los pobres, a los enfermos y se curtía en la confesión de la que fue auténtico maestro.


Peregrinaron a Tierra Santa en 1904, pasaron por Roma y vieron a Pío X. En su corazón guardaba celosamente el sentimiento de ser jesuita. Su padre no vio con buenos ojos este deseo. Tampoco Joaquín, quien intervino evitando que el superior de la Orden lo acogiera en Granada, mientras vivieron allí. Temía perder a una persona que juzgaba vital para él por sus dotes naturales y virtud. Así que cuando éste murió en 1906, José María ingresó en el noviciado de Granada. Notificó a su familia la decisión y cedió la cuantiosa herencia que le legó el canónigo al seminario de Teruel, ciudad de la que fue oriundo. Pasó por Sevilla en 1909 coincidiendo con Francisco de Paula Tarín y Tiburcio Arnaiz, y desempeñó diversas misiones, entre otras la confesión y la asistencia a los enfermos. Todas las noches oraba ante el Santísimo junto a integrantes de la Adoración nocturna.


Estaba en Manresa cuando su antiguo maestro de novicios José María Valera, que era el provincial y conocía su grandeza, lo llamó a Madrid. Allí su fama de confesor se afianzó. Los penitentes veían en sus sencillas y claras palabras, desprovistas de afectación, la voz de un hombre de Dios que no hacía concesiones a un bien menor y que no dudaba en exigir a todos la radicalidad evangélica. Se tomaba todo el tiempo que fuera preciso. Les animaba a realizar los ejercicios espirituales, a saborear las bendiciones de la oración, a realizar un examen de conciencia y asumir las contingencias del día a día por amor a Dios. La intensidad de su apostolado se bifurcó en diversas vías: confesión, misiones populares, predicación, catequesis… Los populosos barrios de Cuatro Caminos, Puente de Vallecas, la Ventilla, Entrevías, el Matadero, en particular los jóvenes y los niños, se habían familiarizado con su presencia y acción caritativa. Puso en marcha escuelas dominicales en Mesón de Paredes, y los «traperos» comenzaron a sentir cerca a Cristo.


Sus superiores constataron sus dotes organizativas y le confiaron la Guardia de honor del Sagrado Corazón en el transcurso del Congreso Eucarístico Internacional realizado en Madrid en 1911. Consciente de lo que significa que haya sagrarios abandonados, impulsó las Marías de los Sagrarios, aunque no fue su fundador, y participó en la institución de las Damas Apostólicas del Sagrado Corazón. Quiso crear la Obra de los discípulos de San Juan. Con la Hora Santa suscitó auténticas transformaciones espirituales. Las gentes acudían en masa a escuchar sus sermones. Con su acostumbrada forma de hablar, despojado de todo artificio, dejaba traslucir su gran vida interior. Tuvo que luchar con el juicio de algunos presbíteros que no veían bien sus incursiones en los suburbios de la capital donde moraba la ruina y se aglutinaban toda clase de deshechos humanos. Las murmuraciones y envidias pretendían clavarse en su corazón como cuchillos hirientes, pero no lo lograron. Era más fuerte su combate interno.


En 1917 atravesó una crisis de escrúpulos que le causó mucho sufrimiento. Ante las humillaciones e incomprensiones, decía: «No sé cómo me ve Dios. Seguro que mal, me temo. Rezad por mí. Camino lleno de confusión al ver el estado de mi alma. Mis amigos conseguirán que Jesús tenga misericordia de mí». Siempre dijo que quería morir un primer jueves de mes. Y Dios se lo concedió. Le habían diagnosticado una angina de pecho, y falleció el 2 de mayo de 1929. Por su acción apostólica imparable fue denominado «padre de los pobres», y tras su fallecimiento «apóstol de Madrid». Juan Pablo II lo beatificó el 6 de octubre de 1985, y lo canonizó el 4 de mayo de 2003.



(02 de mayo de 2014) © Innovative Media Inc.


12:11:00 p.m.

Ciudad del Vaticano, 30 abril 2014 (VIS).-La intención universal del apostolado de la oración del Santo Padre para el mes de mayo de 2014 es: ''Para que los medios de comunicación sean instrumentos al servicio de la verdad y de la paz''.


Su intención evangelizadora es: ''Para que María, Estrella de la Evangelización, guíe la misión de la Iglesia de anunciar a Cristo a todos los pueblos''.


April 30, 2014 at 07:29AM

11:39:00 a.m.


Papa Francisco. Foto: ACI Prensa


Papa Francisco. Foto: ACI Prensa



VATICANO, 01 May. 14 / 11:01 am (ACI/EWTN Noticias ).- En una publicación en la red social Twitter, en el día de San José Obrero, el Papa Francisco alentó a quienes tienen responsabilidades políticas que no olviden en su labor la dignidad humana y el bien común.


“Les pido a quienes tienen responsabilidad política de no olvidar dos cosas: la dignidad humana y el bien común”, publicó.


El 20 de abril de este año, se conoció que el Santo Padre, a través de sus cuentas en 9 idiomas, entre ellos el español, el inglés, el latín y el árabe, ha superado los 13 millones de seguidores.


Sin embargo, a través de los “retuits” (forma en la que se comparten los mensajes en Twitter) los mensajes del Papa llegarían a más de 60 millones de personas, según indicó a inicios de 2014 el Presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, Mons. Claudio Maria Celli.


En efecto, el impacto del Papa Francisco supera al del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, según un estudio realizado por el Mobile World Congress de Barcelona en febrero de este año.


Etiquetas: Vaticano, Papa Francisco



5:24:00 a.m.
(RV).- (Con audio) Les ofrecemos como regalo las palabras del Papa Francisco del 1° de mayo de 2013



San José interceda por todos los trabajadores del mundo y, con María, Jesús sea el centro de nuestra vida, pidió el Papa Francisco


«Jesús entra en nuestra historia, naciendo de María por obra de Dios, pero con la presencia de san José, el padre legal que lo custodia y también le enseña su trabajo», destacó el Papa Francisco el 1º de mayo, del año pasado, en su audiencia general, poniendo de relieve el comienzo del mes dedicado a la Madre de Dios, con la fiesta de san José obrero. Que todos, en la medida de sus responsabilidades, se esfuercen por crear puestos de trabajo y dar esperanza a los trabajadores, fue el llamamiento del Obispo de Roma, pidiendo que se impulse la dignidad humana laboral, se actúe contra la trata de personas y el trabajo que esclaviza – el trabajo esclavo - y se custodie la creación.



Pensando en las dificultades que tienen no pocos países en el ámbito laboral, el Papa Bergoglio destacó que el trabajo forma parte del plan del amor de Dios y otorga dignidad a la persona, alentando a que pidamos a san José y a la Virgen María que nos enseñen a ser fieles en nuestro trabajo cotidiano y a afrontar con fe las vicisitudes de cada día. En el mes de mayo recordó la importancia del rezo del Rosario, haciendo hincapié en que María y José «acompañan y protegen con ternura el crecimiento del Hijo de Dios». Éstas fueron las palabras del Papa Francisco:



Queridos hermanos y hermanas: Hoy, primero de mayo, fiesta de san José obrero e inicio del mes dedicado a la Virgen María, deseo reflexionar sobre dos ideas. La primera sobre el trabajo. En el evangelio, Jesús es conocido como «el hijo del carpintero». En el taller de Nazaret, comparte con san José el esfuerzo, el cansancio, los problemas de cada día, así como también la satisfacción. El trabajo forma parte del plan del amor de Dios y otorga dignidad a la persona. No dejo de pensar en las dificultades que tienen no pocos países en el ámbito laboral. Pido a todos que, en la medida de sus responsabilidades, se esfuercen por crear puestos de trabajo y dar esperanza a los trabajadores. San José, que vivió momentos difíciles y puso su confianza en Dios, que no abandona, interceda por todos los trabajadores del mundo.



Deseo referirme también a la actitud de María y José ante Jesús. Ellos acompañan y protegen con ternura el crecimiento del Hijo de Dios, sabiendo conservar y meditar en su corazón todas las cosas. Para escuchar al Señor, es necesario contemplarlo, percibir su presencia, dialogar con Él, sacar tiempo para la oración. En este mes de mayo, recuerdo la importancia y la belleza de la oración del Rosario. Con su recitación, meditamos los momentos centrales de la vida de Jesucristo, tratando de que Él sea el centro de nuestros pensamientos, atenciones y acciones. Pidamos a san José y a la Virgen María que nos enseñen a ser fieles en nuestro trabajo cotidiano y a afrontar con fe las vicisitudes de cada día. Muchas gracias.



(CdM - RV)



May 01, 2014 at 06:30AM

1:39:00 a.m.

«Este joven cirujano, conocido como doctor santo, e integrante de la Orden de Hermanos Hospitalarios llevó a cabo una intensa labor apostólica en su vida profesional y eclesial. Fue un gran médico de cuerpos y de almas»


Madrid, 01 de mayo de 2014 (Zenit.org) Isabel Orellana Vilches | 0 hits


En esta festividad de san José Obrero, se celebra también la vida de este santo que nació el 2 de agosto de 1897 en Trivolzio, Pavia, Italia. Al bautizarle le impusieron el nombre de Herminio Felipe, tomando el de Ricardo en su vida religiosa. Era el décimo de once hermanos. A los tres años perdió a su madre y su familia materna se ocupó de él. En 1907 falleció a su padre en un accidente de tráfico. Arropado por su tíos Carlos y María, que secundó a su madre lo mejor que pudo, se impregnó de la fe que había en el hogar. Solía orar ante el Sagrario, mostraba gran devoción por la Eucaristía, acostumbraba a rezar el rosario diariamente –del que luego dijo: «este es mi arma predilecta, con esta corona el diablo huye»–, eran frecuentes sus obras de misericordia y fue excelente catequista. Un estado permanente de oración envolvía sus acciones cotidianas.


Su anhelo era ser sacerdote y misionero, pero su salud era delicada y sus familiares le disuadieron, aunque no le pusieron trabas para colaborar con la Acción Católica. Mientras, recibía formación en distintos centros. Y al culminar los estudios en el Liceo se matriculó en la facultad de medicina de la universidad de Pavía. Su tío Carlos, médico, le había animado. Sabía que una persona sensible como él y, además, ferviente católico podría asistir a los enfermos con una calidad que está muy por encima del hecho meramente instrumental, clínico, y de una labor profesional impecable que se supone y espera de todo médico. Y efectivamente, el santo tuvo claro que quien tenía frente a él era una persona con sus necesidades espirituales y materiales. Que un galeno ha de buscar remedios para el cuerpo del paciente, pero en manera alguna puede descuidar su alma.


En abril de 1917, en medio de la Guerra Mundial, fue reclutado y tuvo que partir a filas. Al ser estudiante de medicina fue trasladado a la primera línea de fuego. Allí veía el trágico fin de sus compañeros en medio de incontables atrocidades; esa inútil masacre que acompaña a la barbarie. Luego fue destinado en otra zona algo alejada de la batalla, quedando fuera de peligro. Y cuando el 24 de octubre de ese año el ejército italiano estuvo a punto de ser derrotado, hubo orden de retroceso para todos los soldados, que abandonaron el hospital de campaña y los recursos que tenía. Entonces Ricardo lo recogió todo, lo subió a una carreta tirada por una vaca y lo condujo durante 24 h., en medio de una brutal y persistente tempestad. Calado hasta los huesos, temblando de frío, puso a salvo todo. Le concedieron la medalla de bronce y el ascenso, pero le quedó como recuerdo una pleuresía de grave repercusión para su vida posterior.


En 1921 obtuvo el título de doctor en medicina y cirugía, y se dispuso a poner en práctica sus conocimientos junto a su tío Carlos, primeramente, y luego como suplente en Vernate, hasta que obtuvo la plaza de médico rural en Morimondo, Milán. En esta localidad fue de gran ayuda para el párroco. Fundó con él el Círculo de la Juventud de Acción Católica, de la que fue su primer presidente y hasta organizó una banda de música, iniciativas que encomendó a san Pío X. Ejercía su apostolado también en otros frentes, como secretario de la comisión misionera de la parroquia, impulsaba ejercicios espirituales para jóvenes y trabajadores, y muchas veces se hacía cargo de los gastos.


Ejerció como médico rural durante seis años. Fue un profesional ejemplar (no solo docto, que también lo era), que asistía a los enfermos sin medir riesgos. Sus pacientes eran mayormente pobres, y movido por su caridad y generosidad, les proporcionaba solícitamente no solo la asistencia gratuita sino los medicamentos, alimentos, vestido e incluso dinero. Mientras, había completado estudios durante dos años más, obteniendo la especialización en obstetricia y ginecología. En 1923 fue habilitado como oficial sanitario en la universidad de Pavía. Allí se integró en el círculo universitario Severino Boecio, y colaboró con las conferencias de San Vicente de Paúl. En la primavera de ese año conoció a Riccardo Beretta, que se convirtió en su director espiritual. Y de su mano vislumbró su vocación religiosa. Intentó ingresar con los jesuitas y con los franciscanos, pero su salud era tan precaria que lo rechazaron.


En junio de 1927 ingresó en Milán en la Orden de Hermanos Hospitalarios (Fatebenefratelli). Hizo el noviciado en Brescia y profesó en 1928 tomando el nombre de Ricardo en honor al padre Beretta. En esta ciudad los Hermanos de San Juan de Dios tenían un hospital y fue nombrado director del gabinete de odontología. A este centro acudían fundamentalmente los más necesitados y los obreros, a los que atendió caritativamente como siempre había hecho. Quienes recibían directamente sus cuidados le estimaban y consideraban una persona fuera de lo común, aunque esta admiración por la virtud que apreciaban en él la tenían también sus hermanos de comunidad, sus compañeros médicos, y el personal sanitario en general. Asumía los trabajos humildes con la misma elegancia y dedicación que su trabajo como médico.


De su vida espiritual, cincelada por la santidad en lo ordinario, dan constancia también las 66 cartas que dirigió a su hermana María Longina, franciscana misionera del Corazón Inmaculado de María que se hallaba destinada en Egipto. El coloquio que entre ambos mantuvieron pone de manifiesto la grandeza de corazón de este santo, que tuvo en su hermana un modelo a seguir. La vida de Ricardo fue muy breve. Murió con 33 años el 1 de mayo de 1930 después de agravarse la pleuritis que contrajo en la guerra y que se convirtió en una broncopulmonía. Su breve estancia en Torrino en 1929 obligado por la inflamación pulmonar no le sirvió de nada, como tampoco el traslado sugerido por sus familiares de Brescia a Milán para atenderle convenientemente. No hubo forma de dilatar su existencia. Juan Pablo II lo beatificó el 4 de octubre de 1981, y lo canonizó el 1 de noviembre de 1989. Sus restos se veneran en la iglesia parroquial de Trivolzio, donde era conocido como «doctor santo».



(01 de mayo de 2014) © Innovative Media Inc.


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