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6:46:00 a.m.

En la cita del Ángelus de Todos los Santos, después del rezo a la Madre de Dios, el Papa Francisco  expresó su repulsa ante el terrorismo que volvió a sembrar dolor en varias partes del mundo:

«Estoy profundamente entristecido por los ataques terroristas de estos últimos días en Somalia, Afganistán y ayer en Nueva York. Mientras deploro tales actos de violencia, ruego por los difuntos, por los heridos y sus familiares.

Pidamos al Señor que convierta los corazones de los terroristas y libere al mundo del odio y de los locura homicida que abusa del nombre de Dios para sembrar muerte».

El Papa culminó sus saludos refiriéndose a la Santa Misa del 2 de noviembre, por los caídos de todas las guerras, presidida por él en el día de la Conmemoración de todos los fieles difuntos, en el Cementerio Americano de Neptuno, cerca de Roma, y al Momento de oración en el Mausoleo de las Fosas Ardeatinas por las víctimas de la masacre del 24 de marzo de 1944, en la capital italiana.

Y pidió que se le acompañe con la oración:

«Mañana por la tarde iré al Cementerio Americano de Neptuno y luego a las Fosas Ardeatinas: les pido que me acompañen con la oración en estas dos etapas de memoria y de sufragio por las víctimas de la guerra y de la violencia. Las guerras no producen nada más que cementerios y muerte: es por ello que he querido dar este signo en un momento en el que nuestra humanidad parece que no ha aprendido la lección o no la quiere aprender»

Saludando a los numerosos peregrinos de Italia y de varios países, el Santo Padre se dirigió a los provenientes de Courbevoi, Francia y de Derry, Irlanda, así como a los fieles de Terrasini, a los jóvenes confirmados de Módena, a la Asociación ‘Comprometerse sirve’.

También animó a los numerosísimos participantes en la X edición de la Carrera de los Santos, iniciativa salesiana de beneficencia, para sostener proyectos misioneros:

«Dirijo un saludo especial a los participantes en la Carrera de los Santos, promovida por la Fundación ‘Don Bosco en el mundo’ para ofrecer una dimensión de fiesta popular a la celebración religiosa de Rodos los Santos. Gracias por vuestra bella iniciativa y por vuestra presencia»

A todos, deseó buena fiesta con la compañía espiritual de los Santos

(CdM)


6:30:00 a.m.

VATICANO, 01 Nov. 17 (ACI).-
Al presidir este miércoles 1 de noviembre, Solemnidad de Todos los Santos, el rezo del Ángelus, el Papa Francisco explicó que las bienaventuranzas no son para “superhombres” sino para todos nosotros y constituyen el “mapa” de la vida cristiana para la felicidad.

Antes del rezo de la oración mariana en la Plaza de San Pedro, el Pontífice explicó que “los ingredientes para la vida feliz se llaman bienaventuranzas”.

“Son bienaventurados los simples, los humildes que hacen lugar a Dios, que saben llorar por los otros y por los propios errores, que se mantienen sencillos, que luchan por la justicia, son misericordiosos con todos, custodian la pureza del corazón, obran siempre por la paz y permanecen en la alegría, no odian e, incluso cuando sufren, responden al mal con el bien”.

“Estas son las bienaventuranzas. No exigen gestos extraordinarios, no son para superhombres sino para quien vive las pruebas y las fatigas de cada día. Para nosotros”.

Así, continuó, “son los santos: respiran como todos el aire del mal que hay en el mundo pero en el camino nunca pierden de vista el trazado por Jesús, aquel indicado en las bienaventuranzas, que son como el mapa de la vida cristiana”.

Hoy, prosiguió el Pontífice, “es la fiesta de aquellos que han alcanzado la meta indicada por este mapa: no solo de los santos del calendario, sino de muchos hermanos y hermanas que caminan a nuestro lado, que tal vez nos hemos encontrado y conocido”.

Francisco recordó que “la Solemnidad de Todos los Santos es ‘nuestra’ fiesta: no porque seamos buenos, sino porque la santidad de Dios ha tocado nuestra vida. Los santos no son modelos perfectos, sino personas atravesadas por Dios”.

“Podemos compararlos con los vitrales de las iglesias que hacen entrar la luz en diversos tonos de color. Los santos son nuestros hermanos y hermanas que han acogido la luz de Dios en su corazón y la han transmitido al mundo, cada uno según su propia tonalidad. Pero todos han sido transparentes, han luchado por limpiar las manchas y las oscuridades del pecado, así dejan pasar la luz amable de Dios”.

Este, precisó el Papa, “es el objetivo de la vida, dejar pasar la luz de Dios, también el marco de nuestra vida. De hecho hoy en el Evangelio Jesús se dirige a los suyos, a todos nosotros, diciendo ‘bienaventurados’, esa palabra con la que inicia su predicación, que es ‘evangelio’, buena noticia porque es el camino de la felicidad. Quien está con Jesús es bienaventurado, es feliz”.

“La felicidad no está en tener alguna cosa o en convertirse en alguno, no. La felicidad verdadera es estar con el Señor y vivir por amor. ¿Ustedes creen esto?”

Hoy, dijo también el Papa Francisco, “es una fiesta de familia, de muchas personas sencillas y escondidas que en realidad ayudan a Dios a seguir adelante al mundo. ¡Y hay muchos también hoy! Hermanos y hermanas que ayudan a seguir adelante en el mundo. Los saludamos con un bello aplauso, a todos”.

El Papa explicó que la primera bienaventuranza se refiere a la pobreza de espíritu. Eso quiere decir que los santos, los bienaventurados “no viven para el éxito, el poder o el dinero. Saben que quien acumula tesoros para si no se enriquece delante de Dios. Creen en cambio que el Señor es el tesoro de la vida y que el amor al prójimo es la única fuente de ganancia”.

El Pontífice se refirió asimismo a otra “bienaventuranza que no se encuentra en el Evangelio sino al final de la Biblia y que habla del final de la vida: ‘Bienaventurados los muertos que mueren en el Señor’”.

“Mañana seremos llamados a acompañar con la oración a nuestros difuntos para que gocen para siempre del Señor. Recordemos con gratitud a nuestros seres queridos y recemos por ellos”.

Para terminar, el Santo Padre hizo votos para que “la Madre de Dios, Reina de los Santos y Puerta del Cielo, interceda por nuestro camino de santidad y por nuestros seres queridos que nos han precedido y que ya participan de la Patria celeste”.

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Papa Francisco: A veces me duermo cuando rezo https://t.co/Z6HHL00QBF

— ACI Prensa (@aciprensa) 31 de octubre de 2017


6:16:00 a.m.

(RV).- En la Solemnidad de todos los Santos el Papa Francisco rezó el Ángelus con los fieles y peregrinos que se dieron cita en la Plaza de San Pedro, deseosos de escuchar su comentario al Evangelio y recibir su bendición apostólica.

El Santo Padre recordó que se trata de “nuestra fiesta”, porque la santidad de Dios ha tocado nuestra vida. A la vez que afirmó que “los santos no son modelitos perfectos, sino personas atravesadas por Dios”. Y agregó que podemos compararlos con los vitrales de las iglesias que dejan entrar la luz con sus diversas tonalidades. De modo que los santos “son nuestros hermanos y hermanas que han acogido la luz de Dios en su corazón y la han transmitido al mundo, cada uno según su propia “tonalidad”. Pero todos – añadió el Obispo de Roma – han sido transparentes, han luchado para quitar las manchas y las oscuridades del pecado, de modo que la luz gentil de Dios pueda pasar. Lo que representa, también para nosotros, la finalidad de nuestra vida.

En cuanto al pasaje evangélico propuesto por la liturgia del día, el Papa Bergoglio recordó que en esta ocasión Jesús se dirige a los suyos, y a todos nosotros, diciendo “bienaventurados”, tal como se lee en el Evangelio de San Mateo. Se trata – explicó – de la parábola con la que el Señor comienza su predicación, que es “evangelio”, es decir, buena noticia, porque es el camino de la felicidad.

De la felicidad Francisco dijo que quien está con Jesús es “bienaventurado”, es feliz. Porque la felicidad no está en el hecho de tener algo o de llegar a ser alguien, sino que la felicidad verdadera es estar con el Señor y vivir por amor.

De ahí que los ingredientes para una vida feliz se llaman “bienaventuranzas”. Mientras son bienaventurados los sencillos, los humildes, que dan lugar a Dios, que saben llorar por los demás y por sus propias equivocaciones, permaneciendo mansos y luchando por la justicia. Ellos son misericordiosos con todos – dijo el Papa – custodian la pureza del corazón, trabajan siempre por la paz y permanecen en la alegría. No odian y cuando sufren responden al mal con el bien.

De las bienaventuranzas el Santo Padre destacó que no requieren gestos asombrosos, puesto que no son para superhombres, sino para quien vive las pruebas y las fatigas de cada día. Y así son los santos  – agregó – “respiran como todos el aire contaminado por el mal que  hay en el mundo, pero en el camino jamás pierden de vista el trazado por Jesús, indicado en las bienaventuranzas, que son como el mapa de la vida cristiana.

Por esta razón afirmó que “hoy es la fiesta de aquellos que han alcanzado la meta de este mapa: no sólo los santos del calendario, sino tantos hermanos y hermanas de la ‘puerta de al lado’, que tal vez hayamos encontrado y conocido”. Es también “una fiesta de familia, de tantas personas sencillas y escondidas que, en realidad, ayudan a Dios a llevar adelante el mundo”. ¡Y hoy hay tantas!, exclamó Francisco.

Al concluir, el Santo Padre pidió a la Madre de Dios, Reina de los Santos y Puerta del Cielo, que interceda en nuestro camino de santidad y por quienes ya nos han precedido partiendo hacia la Patria celestial.

(María Fernanda Bernasconi – RV).


4:41:00 a.m.

REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

El 1 de noviembre, antes de ir al cementerio para rezar por nuestros muertos, bajando la mirada a la tierra donde todos volvemos, la familia católica invita a levantar los ojos al cielo para contemplar la constelación de los santos innumerables entre los que están también nuestros antepasados.

A estas personas conocidas sólo por Dios y sus seres queridos, que reconocemos en el panteón familiar y que forman parte de la constelación de los santos desconocidos, es decir no “canonizados” por la Iglesia para el culto universal, el mismo catecismo dice que podemos pedirles su intercesión de manera privada. Por aquello de “la comunión de los santos” que confesamos en el Credo de nuestra fe, podemos pedirles a los familiares y amigos que se adelantaron a nosotros en la peregrinación y que ya gozan del abrazo de amor de Jesús, de la luz de sus ojos y su sonrisa, que nos miren a nosotros y nos acompañen desde el cielo. Hasta podemos rogarles milagros y no solamente en la fiesta de todos los santos el 1 de noviembre.

Y el 2 de noviembre, cuando la familia católica conmemora a todos los fieles difuntos, rogamos a Dios por la intercesión de Jesucristo muerto y resucitado, por los familiares y amigos que pasan por la purificación que necesitan para gozar también ellos del abrazo de Jesús, con la luz de su mirada y su sonrisa. Rogamos a Dios, por el sacrificio de Jesús, sumo y eterno sacerdote: “Dales Señor el descanso eterno y brille para ellos la luz que no tiene fin”.


4:31:00 a.m.

Con motivo de la videollamada que realizó el Papa Francisco a los astronautas de la Estación Espacial Internacional el pasado 26 de octubre, en Radio Vaticana entrevistamos a Pedro Duque, el primer astronauta español que ha viajado al espacio.

Pedro Duque asegura en los micrófonos de RV que “aparte del trabajo que hacen y todos los experimentos y reparaciones”, el trabajo propio de astronauta es también  “atender a los medios”, y sin duda, para cualquier astronauta de la Estación Espacial “una conexión en directo con alguien que se puede considerar un Jefe de Estado, es una prioridad muy alta. Nosotros nos preparamos muy bien para esto”.

“Los astronautas que vamos al espacio, hemos estado años y años preparándonos para ese momento de estar en la Estación Espacial, flotar en el espacio en aparatos de altísima tecnología, ver la Tierra desde arriba, el borde de la atmósfera” explica, y continuando sobre cómo le ha cambiado la perspectiva del mundo después de haber viajado al espacio explica que “no les afecta tanto quizás de una forma emocional como afectará a la gente que vaya por primera vez en un viaje que no sea de trabajo”. 

Además, afirma que lo que más le cambia la vida a un astronauta es “el contacto con tantísimas personas que tenemos que conocer durante nuestra preparación, tenemos que viajar y hablar en muchos idiomas” y enfatiza en que el trabajo de astronauta “permite estar en contacto con personas que son las más entusiastas, las más inteligentes y las de mayor capacidad técnica”. 

Pedro Duque también dice que los viajes al espacio por motivos personales no es un deseo incumplible: “Tengo la firme convicción de que sí que será posible para una parte importante de la población en un futuro no muy lejano ir al espacio”. Y con una firme afirmación asegura que “se construirán” y que ya hay “varios proyectos en fases iniciales de financiación para construir hábitats en el espacio, estaciones espaciales en las cuales pueda ir la gente”. Pero como ocurrió con la aviación, “al principio será normalmente claro”.

Hablando acerca de cómo puede ayudar la ciencia y la tecnología como instrumentos para conseguir la paz en el mundo, Pedro Duque asegura que "la paz en el mundo por supuesto tiene que venir del deseo de paz de la gente” y el instrumento es “el conocimiento y la ética”: “Son las dos cosas que tienes que utilizar para conseguir la paz, y la ciencia y la tecnología son el conocimiento, basado en hechos medibles, pues es el único conocimiento realmente del cual uno se puede fiar”. La ciencia y la tecnología, continúa, lo que permiten es eliminar las disputas: “es un método para que las disputas entre las personas se puedan eliminar en base a que todos reconozcan los hechos como son y no haya tanto lugar a interpretación que luego da lugar a discusión y luego a rotura de la paz”. 

Por otro lado, tratando acerca de la Encíclica del Papa Francisco sobre el cuidado de la “casa común”: Laudato si’, explica que ellos llaman a la casa común “la nave espacial en la que vamos todos por el espacio, una nave espacial redonda en la que todos somos astronautas”.  

“El trabajo de una Agencia Espacial en cierta medida desde hace muchos años está dedicado a obtener datos que convenzan a la gente, incluido el Señor Jorge Bergoglio como Papa Francisco, y muy importante desde luego porque él convence a mucha más gente de que tenemos un equilibrio en la Tierra que no es tan sólido como pensábamos” asegura, y es que, continúa: “tenemos ahora desgraciadamente la capacidad los humanos de romper ese equilibrio y hacer que el clima vaya en una dimensión muy diferente a la que iría naturalmente”.

Respondiendo acerca de cuáles son los momentos más críticos de una misión al espacio, el primer astronauta español en viajar asevera que son “cuando todo pasa muy deprisa con la cuestión de la energía: el lanzamiento, el cohete, que tiene que acelerar desde 0 a 27km por hora en 8 minutos y medio y todo eso implica que las cosas están al límite”, mientras que cuando están en la Estación Espacial tienen el pensamiento de que ahí se está “bastante seguro”.

Asimismo explica con precisión que llegar a la órbita con un cohete de los que tienen ahora, con la potencia con la que empujan, tardan “ocho minutos y medio entre el momento en el que empieza a funcionar el cohete hasta el momento en el que la nave se separa completamente del cohete y estamos ya cayendo alrededor de la Tierra”. Después, están las horas necesarias para igual la velocidad de su nave con la Estación Espacial “para asegurarte de que las puedes enganchar sin que se den un golpe” y eso es algo que tarda más, es un proceso de “horas” o incluso “de un par de días”. 

Una entrevista en la que también explica que el alunizaje de Neil Armstrong en el Apolo 11 fue lo que le motivo a ser astronauta: “el día que se produzco el alunizaje, todos estábamos mirando la televisión y prácticamente todos los niños del mundo que teníamos acceso a una televisión aunque sea en un bar, queríamos ser astronautas”.

Por último, Pedro Duque se dirige a todos los niños y niñas que quieran ser astronautas: “Si eres un niño o una niña de Europa, con la educación de Europa y las posibilidades que te da, hace que esto no sea una meta imposible” asegurando que “la única manera de ser lo mejor en lo tuyo es hacer lo que te causa pasión. Y para eso tienes que elegir lo que haces”, y además, en el caso de astronauta tienen que “cuidar la salud, no drogarse y hacer deporte”.

(Mireia Bonilla para Radio Vaticana)

 


3:41:00 a.m.

TextosAp 7, 2-4.9-14; 1 Jn 3, 1-3; Mt 5, 1-12a.

 

Idea principal: La santidad no es un privilegio de algunos. Es un deber de todo bautizado.

 

Síntesis del mensaje: Hoy celebramos el misterio de esa multitud innumerable  de personas de carne y hueso, como cada uno de nosotros, que ya gozan de Dios y siguen en comunión con nosotros desde el cielo. Fiesta que nos transmite alegría y optimismo. Si ellos pudieron, ¿por qué no nosotros? Los que alcanzaron la santidad son más de los que podemos registrar. La Fiesta de Todos los Santos, además  de ser una oportunidad para conmemorarlos, debería ser también una llamada a imitarlos: si ellos pudieron ser fieles a Jesús, ¿por qué nosotros no?

 

Puntos de la idea principal:

 

En primer lugar, la santidad es el destino de la Iglesia. No es la misión de determinadas personas, ni un camino individual, ni un mérito propio. Es el llamado para todos los cristianos, en el que se nos invita a ser como Jesús y a identificarnos con Él. Todas las condiciones de vida son caminos de santidad, y por lo tanto todos estamos llamados a ser santos: cumpliendo los mandamientos, aprovechando los sacramentos y la oración, poniendo nuestras virtudes al servicio de los demás y siendo testimonio vivo del amor de Dios en nuestra vida cotidiana. En resumen: viviendo en su amor de manera permanente. Nuestros talentos, que son dones de Dios, son las semillas con las que podemos empezar. Los gestos y acciones que hagamos por los demás cada día, van a ir haciendo de nosotros mejores personas, más abiertas y disponibles. La santidad es un don. Para poder recorrer este camino y vivirlo con alegría, lo único que hay que hacer es dejar actuar a Dios en nuestras vidas y abandonarnos en su amor.

 

En segundo lugar, a lo largo de la historia, además de los mártires hubo muchos hombres y mujeres que, sin dejar de ser lo que eran, llegaron a ser santos. En sus trabajos, en sus familias, entre sus amigos, en cada una de sus obligaciones. Día a día, aceptaron el impulso del Espíritu Santo, tomaron como modelo el amor de Jesús y supieron ponerlo al servicio de los demás. Hay tantas formas de llegar a la santidad como personalidades, vocaciones, virtudes, realidades. Lo que sí se comparte en todos los casos, es que siempre se llega a ser santo partiendo desde la propia humanidad. Santo fue san Isidro labrador y el humilde fraile san Martín de Porres. Santa fue la ex esclava Bakhita y la gran mística santa Teresa de Jesús. Santo fue el monaguillo san Tarsicio y el obispo Monseñor Guízar y Valencia. Camino de la santidad va la niña madrileña Alexia, que murió a los 14 años a causa de un proceso tumoral en la columna vertebral conocido como sarcoma de Ewing y santo fue Rafael Arnáiz Barón, monje trapense, a quien Dios quiso probar misteriosamente con una penosa enfermedad –la diabetes sacarina– que le obligó a abandonar tres veces el monasterio, adonde otras tantas volvió en aras de una respuesta generosa y fiel a lo que sentía ser la llamada de Dios; santificado en la gozosa fidelidad a la vida monástica y en la aceptación amorosa de los planes de Dios, consumó su vida en la madrugada del 26 de abril de 1938, recién estrenados los 27 años, siendo sepultado en el cementerio del monasterio. Pronto voló imparable su fama de santidad allende los muros del monasterio. Con la fragancia de su vida, sus numerosos escritos continúan difundiéndose con gran aceptación y bien para cuantos entran en contacto con él.

 

Finalmente, sólo faltamos tú y yo en esta carrera por la santidad. Ya sabemos el camino: las bienaventuranzas. Ya tenemos la gasolinera durante el camino: la Eucaristía. Ya tenemos el cayado donde sostenernos: la cruz. Ya tenemos el taller por si se rompe alguna rueda: la confesión. Y en los momentos de oscuridad o tormenta, ahí está la brújula del evangelio y el faro del magisterio de la Iglesia. Y no vamos solos, a nuestra derecha y a nuestra izquierda, adelante y atrás, van caminando otros hermanos: dejémonos ayudar por ellos y ayudémosles también a ellos. No olvidemos: la santidad es para todos. Lo que pasa es que tenemos muchos interesados en que no seamos santos. El primero es Satanás, luego el mundo cuando no tiene a Dios, y también nosotros mismos cuando nos movemos por intereses personales, por el pecado y por el placer desmedido. Varios santos, como San Francisco de Sales (que celebramos el mes pasado), fueron precisamente predicadores de la santidad al alcance de todos. Los santos también tenían sus defectos, muchos sintieron la pereza, la ira, el miedo, las tentaciones contra la castidad, contra la humildad, y mucho más. Pero hubo un momento en el que se decidieron a dejar esa vida en la que se agradaban a ellos mismos y pasaron a agradar a Dios. En ese momento la oración pasó a ser como el alimento que diariamente comían; la bondad y caridad para con los demás pasó a ser como el aire que todos los días respiraban; la aceptación de las cruces pasó a ser como la ropa que todos los días vestían. ¡Sólo faltas tú y yo!

 

Para reflexionar: reflexiona conmigo: ¡Tú puedes ser santo, tú puedes ser santa! No tienes que hacer nada especial, sólo déjate guiar por Dios, búscalo, ámalo, y déjate amar. Vive tu vida normal, pero ofrece todo a Dios. Si duermes, ofrécelo a Dios; si comes, ríes, cantas o trabajas, hazlo con Dios y por Él; si eres feliz o tienes dificultades, acércate a Él, pues te dará lo que buscas. Claro, no creas que será fácil, como nada en esta vida es fácil (dímelo tú que sabes lo costoso que es tratar de ser bueno en esta vida…), pero ¿quieres hacer la prueba? ¡Te aseguro que nunca te arrepentirás!

 

Para rezar: Señor, quiero ser santo. Ayúdame. Santos del cielo, interceded por mí.

 

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