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(zenit – 30 abril 2020)-. La afirmación de que la vida humana se inicia a los 14 días de vida del embrión, con su implantación en el útero, es una afirmación arbitraria, sin fundamento científico, propuesta, como ya se ha comentado, para poder manipular e incluso destruir a esos embriones humanos antes de esa fecha sin responsabilidades éticas o morales.

Determinar cuándo se inicia la vida biológica humana sigue siendo un problema científico y bioético de primera magnitud, pero con independencia de ello, también lo es determinar que sucede en los primeros momentos de vida del embrión humano y de su posterior desarrollo, hasta la implantación en el endometrio uterino materno y su evolución hasta llegar a ser un feto, aspectos de los que aún se desconocen puntos muy importantes.

Definir la naturaleza humana de ese ser vivo incipiente, tiene importantes repercusiones bioéticas, relacionadas, no solo con la manipulación o destrucción de esos seres humanos en sus primeras etapas de vida con fines experimentales, sino también con todo lo relacionado con su producción en el laboratorio, especialmente con motivo de la fecundación in vitro y con su uso para diferentes fines sociales, entre los cuales no es el menos significativo el de la maternidad subrogada.

cuando se inicia biológicamente la vida humana nos hemos referido reiteradamente en nuestro Observatorio, y sobre todo lo hemos hecho en un capítulo especialmente dedicado a ello en un reciente libro sobre el tema.

Pero el pasado 2 de febrero, se publicó en Investigación y Ciencia un interesante artículo que esencialmente recoge las experiencias publicadas en otro de Nature, en el que Yi Zheng y colaboradores, de la Universidad de Michigan, describen cómo un modelo experimental de tejido embrionario humano se implanta en el endometrio uterino, reproduciendo “muchos de los fenómenos clave que se suceden alrededor de ese momento, es decir durante la fase de preimplantación embrionaria”. No cabe duda, de que conocer mejor todas las etapas del desarrollo embrionario humano es biológicamente muy importante, pero también lo es desde un punto de vista bioético, pues desde el famoso informe Warnock, sin fundamentación biológica, se determinó que la vida humana se inicia en el momento de la implantación del embrión en su madre, aproximadamente el día 14 de su vida, y consecuentemente se estableció esta línea roja, antes de la cual se podría manipular sin ninguna implicación bioética al embrión, que en el mencionado informe se definió como preembrión, pues al no poderse considerar como un individuo de la especie humana se podría destruir sin ninguna implicación ética negativa.

En relación con ello, conviene, recordar que, esos 14 primeros días de vida del embrión humano es la etapa en la que el ser humano sufre mayores ataques, pues no en vano es, en esos días, en los que más frecuentemente los embriones humanos se utilizan  como material de investigación; es cuando se congelan los sobrantes de la fecundación in vitro, lo que conlleva a una gran pérdida de vidas humanas; es donde se centran las experiencias de hibridación humano-animal, muchas de ellas encaminadas a la producción de órganos artificiales para trasplantes; también es donde se centra todo lo que alrededor de la producción de embriones humanos por clonación u otros sistemas afines se está desarrollando y en fin es también donde se utilizan otras técnicas, que si no llegan a destruir embriones humanos, por lo menos los manipulan  de forma absolutamente incompatible con su intrínseca dignidad.

Implantación del embrión

Pero volviendo al artículo de Investigación y Ciencia que estamos comentando, veamos lo que en él se refiere con motivo de la implantación del embrión en el endometrio uterino.

En una etapa preimplantatoria, se desarrolla en el embrión humano el saco vitelino (que posteriormente se transformará en el saco amniótico) y en su interior se forma un disco celular, el epiblasto. A continuación, se inicia la gastrulación, es decir, el proceso por el cual el epiblasto da lugar a las tres capas germinales: ectodermo, mesodermo y endodermo, y a partir de ellas se forman todos los tejidos del feto.

En el modelo experimental, puesto a punto por Zheng y colaboradores, se generan estructuras sintéticas semejantes al saco embrionario humano y “a partir de ahí se puede ir siguiendo el proceso de diferenciación celular que ocurre en el embrión entorno al momento de implantarse”.

Como comentan los autores “la ventaja esencial del nuevo modelo es que no precisa recurrir a embriones humanos íntegros, ni a los sistemas de cultivo necesarias para el desarrollo embrionario in vitro”.

Dentro del proceso técnico, un aspecto bioético importante es determinar cómo se producen las células pluripotentes a partir de las cuales se van a generar las estructuras sintéticas embrionarias. Estas pueden derivarse de células troncales embrionarias humanas (CETH) o mediante la reprogramación de células humanas adultas, que se desdiferencian hasta producir las células pluripotenciales inducidas o células iPS.

Ambos tipos de células son molecularmente equivalentes a las del embrión temprano, antes de que alcance la gastrulación. Es decir, son similares a las células troncales embrionarias humanas, que pueden obtenerse desde que el zigoto se divide en dos células pluripotenciales.

En el laboratorio ambos tipos de células pluripotenciales, CETH y las iPS, si se dejan que se desdiferencien espontáneamente, generan conglomerados celulares desorganizados, los denominados cuerpos embrioides; pero si la diferenciación es dirigida utilizando factores de cultivo y crecimiento determinados, se puede llegar a la producción de células de todo tipo de tejidos o incluso modelos tridimensionales simplificados de determinados órganos fetales o capas germinales.

Cuando las células adultas se obtienen de pacientes que padecen enfermedades concretas, se pueden elaborar modelos celulares de dichas enfermedades en las placas de cultivo. Estas placas celulares son un material de incalculable valor para profundizar en el conocimiento molecular de las enfermedades evaluadas y para la experimentación de fármacos con que combatirlas.

Pero en relación con la formación de las capas germinales obtenidas por este modelo experimental, hay que señalar que dicha formación se produce de manera desordenada, en nada parecida a la organización espacial con la que se diferencian los embriones humanos durante la implantación, por lo que, según el autor del trabajo de Investigación Y Ciencia, “no han sido demasiado útiles para estudiar la fase preimplantatoria de la gestación humana”.

Valorar los aspectos técnicos de las experiencias de Zheng y colaboradores que los han llevado a la creación de estructuras sacciformes de tipo embrionario, no es lo que aquí más nos interesa, pero esencialmente lo que los autores han hecho es desarrollar un dispositivo formado por tres canales a través de los cuales se pueden ir introduciendo los productos necesarios para crear las estructuras sacciformes, como son el material de la matriz de células CETH o iPS y los líquidos morfógenos. Ello les ha permitido generar cavidades, en las que las células troncales pueden proliferar y diferenciarse, y así, a las 36 horas, se llegan a formar estructuras organoides que rememoran al saco embrionario, con las características propias de los sacos externos anterior y posterior del embrión humano. En los sacos posteriores se desarrollan poblaciones celulares semejantes a la membrana amniótica, a la línea primitiva posterior, también células de tipo mesodérmico y lo que “resulta más sorprendente, células similares a las germinales primordiales”. Por el contrario, en los sacos anteriores se desarrollan células análogas a las de la línea primitiva anterior y a las del endometrio.

Como afirma el autor del trabajo, Amander T. Clark, “éste es uno de los primeros modelos humanoides con los que estudiar la pasmosa complejidad de las relaciones espaciales intercelulares en la ventana preimplantatoria”.

Pero como Clark se pregunta ¿son las estructuras producidas similares al saco embrionario, es decir, son verdaderos embriones humanos?”. Él opina que no, pues no pueden desarrollarse hasta formar embriones viables, ni tampoco evolucionar hasta un feto normal, a la vez que tampoco poseen los elementos necesarios para la formación de la placenta y otras membranas que rodean al embrión”.

Pero al margen de estas consideraciones biológicas, las experiencias de Zheng y colaboradores, nos permiten volver a plantearnos la pregunta ética esencial, formulada al principio de este informe, es decir, a la cuestión de si la vida humana se inicia con la formación del cigoto o a los 14 días con la implantación del embrión en la placenta. En opinión de Clark, que por supuesto también es la nuestra, el “embrión humano integro se crea (yo diría mejor se produce) mediante la fecundación de un óvulo por un espermatozoide y la consiguiente formación de las células que rodean al embrión, pero este no es el caso de las estructuras que nos ocupan”. No obstante, aunque obtenidos por vías distintas de la de la fecundación de los gametos, los embrioides producidos podrían ir perfeccionándose hasta producir verdaderos tejidos embrionarios humanos según un programa organizado de desarrollo, lo que haría que, por un principio de prudencia, debieran ser considerados como embriones humanos, con las connotaciones éticas que ello conlleva. Por otra parte la afirmación de que la vida humana se inicia a los 14 días de vida del embrión, con su implantación en el útero, es una afirmación arbitraria, sin fundamento científico, propuesta, como ya se ha comentado, para poder manipular e incluso destruir a esos embriones humanos antes de esa fecha sin responsabilidades éticas o morales, lo que viene a confirmarse con las experiencias de Zhang aquí comentadas, pues en ellas se concluye, aunque no de forma determinante, que el desarrollo del embrión humano desde la formación del cigoto es un todo continuo, que en nada condiciona el hecho de su implantación y mucho menos que la línea roja de los 14 días, arbitrariamente impuesta por el Informe Warnock, sea lo que determina en qué momento se inicia la vida humana.

Justo Aznar

Observatorio de Bioética

Instituto de Ciencias de la Vida

Universidad Católica de Valencia

 

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3:14:00 a.m.

VATICANO, 01 May. 20 (ACI Prensa).-
El Papa Francisco ofreció la Misa celebrada en Casa Santa Marta este viernes 1 de mayo, fiesta de San José Obrero, por todos los trabajadores, “para que a nadie le falte trabajo”.

“Hoy, que es la fiesta de San José Obrero, también el Día de los Trabajadores, rezamos por todos los trabajadores. Por todos. Para que a ninguna persona le falte el trabajo y que todos sean justamente remunerados y puedan disfrutar de la dignidad del trabajo y de la belleza del reposo”, dijo el Pontífice.

Además, en su homilía el Santo Padre defendió la dignidad del trabajo y condenó la explotación laboral de personas forzadas a trabajar durante jornadas interminables por sueldo míseros.

“Toda injusticia que se hace sobre una persona que trabaja es pisotear la dignidad humana, incluida la dignidad de quien comete esa injusticia. Se baja el nivel y termina en esa relación entre dictador y esclavo”.

Además, invitó a rezar “por aquellos que luchan para tener justicia en el trabajo, por aquellos empresarios valientes que llevan adelante su trabajo con justicia, incluso si pierden”.

2:31:00 a.m.

Reflexión sobre los Evangelios diarios

Invocamos al Espíritu Santo

Hoy quiero pedirte Espíritu Santo que entres en mi vida y llenes de alegría y paz mi corazón y de sabiduría mi mente para poder entender la Palabra de Dios. Amén.

Evangelio según San Juan 6, 52-59.

Los judíos discutían entre sí, diciendo: “¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?”. Jesús les respondió: “Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes.

El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.

Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente”.

Jesús enseñaba todo esto en la sinagoga de Cafarnaún.

Palabra del Señor.

¿Qué dice el texto?

El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.

¿Qué nos dice Dios en el texto?

Durante esta semana hemos leído el capítulo 6 del Evangelio de Juan. Encontramos muchos focos de atención, normalmente lo relacionamos con el Sacramento de la Eucaristía. Pero especialmente en este tiempo de dificultad, incluso para participar de las Eucaristías, pues debemos estar en nuestros hogares para cuidarnos de los contagios, entonces podemos centrarnos en ideas no menos importantes del texto. Hoy te invito a que revisemos el verbo “permanecer”, al que Juan dedica bastante de sus escritos.

Según el diccionario de la lengua castellana, permanecer tiene como significado mantenerse en un mismo lugar, estado o calidad; igualmente se define como estar en algún sitio durante cierto tiempo. La palabra permanecer viene del latín “permanere” (estar en un mismo sitio todo el tiempo), compuesto por el prefijo “per” (que significa por completo) y el verbo “manere”  (quedarse). En el fondo, podemos ver una invitación como lo mismo que nos está sucediendo ahora. Debemos “permanecer” en nuestras casas para evitar los contagios.

Tal vez pareciera fácil decirlo, sin embargo, tenemos todo el derecho para opinar que hay cierto grado de dificultad en vivirlo. Pero, ¿qué es aquello que nosotros hemos obtenido sin un esfuerzo? ¿Acaso estudiar no tuvo también un aporte de nuestra voluntad y dedicación?

Hoy que debemos permanecer en casa, también podemos ir un paso más allá y entendemos lo que significa permanecer en Jesús. Eso es, estar con Él, en forma completa, en una manera nueva, única. Jesús permanece con nosotros, pues estamos más atentos a su Palabra. Nosotros hemos valorado la Eucaristía, y mientras dure esta situación de dificultad, comulgamos espiritualmente. Por esa misma razón, aprovechamos con fuerza el pan de la Palabra, permaneciendo con Él, y a la escucha activa de la Buena Noticia, que sigue siendo Buena aún en los momentos difíciles que vivimos.

Nuestra esperanza es en Permanecer en su Amor. Te invito a que durante este día. Te invito a que repitas varias veces un versículo del Evangelio que está en San Juan Capítulo 15, Versículo 7. De esta forma estaremos internalizando el Mensaje del Señor a nuestra vida:

“Si permanecen unidos a mí y mi mensaje permanece en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán”.

Te invito a conocer más de nuestro trabajo diario sobre la Lectura Orante de la Biblia.

www.fundacionpane.com – www.cristonautas.com – Facebook: Fundación Ramón Pané – Youtube: Fundación Ramón Pané

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2:31:00 a.m.

“Padre de los pobres y apóstol de Madrid. Tras años de paciente espera, acogiendo la voluntad de otros en la que vio la divina, consiguió hacerse jesuita. Fue artífice de un entramado apostólico que atrajo incontables conversiones”

Nació en Dalías, Almería, España, el 22 de julio de 1864. Fue el primogénito de doce hermanos. Sobrevivieron cinco. Sus padres, agricultores, llevaron a la práctica ese rasgo de piedad tan fecundo que difundiría el padre Patrick Peyton hacia mediados del siglo XX con el lema: “La familia que reza unida, permanece unida”. Anticipándose a este apóstol del santo rosario, la familia Rubio lo rezaba devotamente todos los días. En ese ambiente de tierna devoción a María, el pequeño amasaba los umbrales de una vida santa: humildad, sencillez, amor a Cristo, abnegación, obediencia, espíritu de sacrificio, generosidad. Inclinado a adorar al Santísimo Sacramento, si veía la iglesia cerrada pedía la llave para encontrarse con Cristo. Estudió en los seminarios de Almería, Granada y Madrid. En los dos primeros instado por sendos tíos sacerdotes.

Estando en Granada, su profesor de teología fundamental, Joaquín Torres Asensio, canónigo de la catedral, percibiendo sus cualidades humanas y espirituales se convirtió en su sombra durante un cuarto de siglo. Persona de fuerte carácter y decisión, muy influyente y con recursos, rigió la vida de José María en todos los aspectos. Éste vivió con discreción y prudencia su ruptura con el prelado granadino por desavenencias, trasladándose a Madrid en 1886 como fiel compañero suyo. Joaquín había ganado allí una canonjía. Entonces el santo se integró en el seminario de la capital.

Se ordenó en 1887. Los destinos a los que partió, como vicario en Chinchón, donde fue capellán de las clarisas dos años, párroco en Estremera, y finalmente su traslado a Madrid, todo fue dirigido por el padre Joaquín. Lo que éste no consiguió es que aprobara las oposiciones a canónigo, pero sí lo colocó como profesor de latín, filosofía y teología pastoral en San Dámaso. La obediencia de José María, que jamás le costó, estaba guiada por la consigna: “hacer lo que Dios quiere, querer lo que Dios hace”. La actividad docente le produjo agotamiento. Y su mentor no ahorró esfuerzos para que se repusiera. Lo atendió en su casa de Segovia, y al no mejorar viajó con él a Cerdedilla, Mondariz, termas de Gándara, Troncoso, costas de Portugal y Lourdes. Luego lo situó como notario en el arzobispado y capellán de las Bernardas. Quince años de servicio en estas misiones. Mientras, formaba en las verdades de la fe a los pobres, a los enfermos y se curtía en la confesión de la que fue auténtico maestro.

Peregrinaron a Tierra Santa en 1904, pasaron por Roma y vieron a Pío X. En su corazón guardaba celosamente el sentimiento de ser jesuita. Su padre no vio con buenos ojos este deseo. Tampoco Joaquín, quien intervino evitando que el superior de la Orden lo acogiera en Granada, mientras vivieron allí. Temía perder a una persona que juzgaba vital para él por sus dotes naturales y virtud. Así que cuando éste murió en 1906, José María ingresó en el noviciado de Granada. Notificó a su familia la decisión y cedió la cuantiosa herencia que le legó el canónigo al seminario de Teruel, ciudad de la que fue oriundo. Pasó por Sevilla en 1909 coincidiendo con Francisco de Paula Tarín y Tiburcio Arnaiz, y desempeñó diversas misiones, entre otras la confesión y la asistencia a los enfermos. Todas las noches oraba ante el Santísimo junto a integrantes de la Adoración nocturna.

Estaba en Manresa cuando su antiguo maestro de novicios José María Valera, que era el provincial y conocía su grandeza, lo llamó a Madrid. Allí su fama de confesor se afianzó. Los penitentes veían en sus sencillas y claras palabras, desprovistas de afectación, la voz de un hombre de Dios que no hacía concesiones a un bien menor y que no dudaba en exigir a todos la radicalidad evangélica. Se tomaba todo el tiempo que fuera preciso. Les animaba a realizar los ejercicios espirituales, a saborear las bendiciones de la oración, a realizar un examen de conciencia y asumir las contingencias del día a día por amor a Dios. La intensidad de su apostolado se bifurcó en diversas vías: confesión, misiones populares, predicación, catequesis… Los populosos barrios de Cuatro Caminos, Puente de Vallecas, la Ventilla, Entrevías, el Matadero, en particular los jóvenes y los niños, se habían familiarizado con su presencia y acción caritativa. Puso en marcha escuelas dominicales en Mesón de Paredes, y los “traperos” comenzaron a sentir cerca a Cristo.

Sus superiores constataron sus dotes organizativas y le confiaron la Guardia de honor del Sagrado Corazón en el transcurso del Congreso Eucarístico Internacional realizado en Madrid en 1911. Consciente de lo que significa que haya sagrarios abandonados, impulsó las Marías de los Sagrarios, aunque no fue su fundador, y participó en la institución de las Damas Apostólicas del Sagrado Corazón. Quiso crear la Obra de los discípulos de San Juan. Con la Hora Santa suscitó auténticas transformaciones espirituales. Las gentes acudían en masa a escuchar sus sermones. Con su acostumbrada forma de hablar, despojado de todo artificio, dejaba traslucir su gran vida interior. Tuvo que luchar con el juicio de algunos presbíteros que no veían bien sus incursiones en los suburbios de la capital donde moraba la ruina y se aglutinaban toda clase de deshechos humanos. Las murmuraciones y envidias pretendían clavarse en su corazón como hirientes dardos, pero no lo lograron. Era más fuerte su combate interno.

En 1917 atravesó una crisis de escrúpulos que le causó mucho sufrimiento. Ante las humillaciones e incomprensiones, decía: “No sé cómo me ve Dios. Seguro que mal, me temo. Rezad por mí. Camino lleno de confusión al ver el estado de mi alma. Mis amigos conseguirán que Jesús tenga misericordia de mí”. Siempre dijo que quería morir un primer jueves de mes. Y Dios se lo concedió. Le habían diagnosticado una angina de pecho, y falleció el 2 de mayo de 1929. Por su acción apostólica imparable fue denominado padre de los pobres, y tras su fallecimiento “apóstol de Madrid”. Juan Pablo II lo beatificó el 6 de octubre de 1985, y lo canonizó el 4 de mayo de 2003.

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2:05:00 a.m.

VATICANO, 01 May. 20 (ACI Prensa).-
El Papa Francisco defendió este viernes 1 de mayo, fiesta de San José Obrero, en la Misa celebrada en Casa Santa Marta, la dignidad del trabajo humano y condenó la esclavitud a la que muchas personas se ven sometidas con trabajos injustos, mal pagados o forzados.

En su homilía, el Santo Padre recordó que Dios, que creó el mundo, “dio una misión al hombre: gestionar, trabajar, llevar adelante la creación”.

El Papa subrayó que “la palabra ‘trabajo’ es la que usa la Biblia para describir esta actividad de Dios: ‘Concluyó el trabajo que había hecho, y cesó en el día séptimo de toda la labor que hiciera’”.

A continuación, “entrega esa actividad al hombre: ‘Debes hacer esto, custodiar aquello, aquello otros… Debes trabajar para crear conmigo este mundo para que avance’. Hasta el punto de que el trabajo es la continuación del trabajo de Dios. El trabajo humano es la vocación del hombre recibida de Dios al final de la creación del Universo”.

“El trabajo es aquello que asemeja el hombre a Dios, porque con el trabajo el hombre es creador, es capaz de crear, de crear muchas cosas, también de crear una familia para sacarla adelante”.

El Pontífice continuó: “El hombre es un creador, pero crea con el trabajo. Esa es la vocación. Y dice la Biblia que ‘Dios vio lo que había hecho y vio que todo era bueno’. Es decir, el trabajo tiene dentro de sí una bondad. Crea la armonía de las cosas: belleza, bondad, e implica a todo el hombre: en su pensar, en su sentir, en su actuar. Todo el hombre se implica en el trabajar”.

Por lo tanto, “la primera vocación del hombre es trabajar. Y eso da dignidad al hombre, la dignidad que lo asemeja a Dios. La dignidad del trabajo”.

Sin embargo, lamentó que “por desgracia, la dignidad del trabajo está muy pisoteada. En la historia hemos leído las brutalidades que hacían con los esclavos. Los llevaban de África a América. Pienso en esa historia que toca a mi tierra, y decimos qué barbaridad”.

“Pero también hoy hay muchos esclavos”, advirtió. “Tantos hombres y mujeres que no son libres de trabajar. Son forzados a trabajar para sobrevivir, nada más. Son esclavos. Son trabajos forzados, injustos, mal pagados, y que lleva al hombre a vivir con la dignidad pisoteada. Hay tanto en el mundo. Tantos…”.

El Papa Francisco afirmó que “la esclavitud de hoy. Es nuestra indignidad, porque quita la dignidad al hombre, a la mujer. A todos nosotros”.

En ese sentido, señaló que la esclavitud laboral no es sólo algo de países lejanos, “también aquí, donde estamos nosotros. Piensa en los trabajadores, en los jornaleros, que trabajan por una retribución mínima y no 8, sino 12, 14 horas al día. Esto sucede hoy aquí, en todo el mundo, pero también aquí. Piensa en la empleada del hogar que no tiene retribución justa. Que no tiene seguridad social. Que no tiene derecho a pensión. Esto no sucede solo en Asia. Sucede aquí”.

“Toda injusticia que se hace sobre una persona que trabaja es pisotear la dignidad humana, incluida la dignidad de quien comete esa injusticia. Se baja el nivel y termina en esa relación entre dictador y esclavo”.

Por el contrario, “la vocación que te da Dios es muy bella: crear, recrear, trabajar. Pero esto se puede hacer cuando las condiciones son justas y se respeta la dignidad de la persona”.

“Hoy nos unimos a muchos hombres y mujeres, creyentes y no creyentes, que conmemoran hoy la jornada del trabajador, la jornada del trabajo, por aquellos que luchan para tener justicia en el trabajo, por aquellos empresarios valientes que llevan adelante su trabajo con justicia, incluso si pierden”.

El Papa Francisco finalizó la homilía invitando a pedir “a San José que nos ayude a luchar por la dignidad del trabajo, para que haya trabajo para todos y que haya trabajo digno, no trabajo de esclavos”.

Lectura comentada por el Papa Francisco:

Génesis 1:26–2:3
26 Y dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves de los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todas las sierpes que serpean por la tierra.
27 Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó.
28 Y bendíjolos Dios, y díjoles Dios: «Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra.»
29 Dijo Dios: «Ved que os he dado toda hierba de semilla que existe sobre la haz de toda la tierra, así como todo árbol que lleva fruto de semilla; para vosotros será de alimento.
30 Y a todo animal terrestre, y a toda ave de los cielos y a toda sierpe de sobre la tierra, animada de vida, toda la hierba verde les doy de alimento.» Y así fue.
31 Vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien. Y atardecío y amaneció: día sexto.
1 Concluyéronse, pues, los cielos y la tierra y todo su aparato,
2 y dio por concluida Dios en el séptimo día la labor que había hecho, y cesó en el día séptimo de toda la labor que hiciera.
3 Y bendijo Dios el día séptimo y lo santificó; porque en él cesó Dios de toda la obra creadora que Dios había hecho.

1:09:00 a.m.

REDACCIÓN CENTRAL, 01 May. 20 (ACI Prensa).-
El 1 de mayo la Iglesia celebra la Fiesta de San José Obrero, patrono de los trabajadores, fecha que coincide con el Día Mundial del Trabajo. Esta celebración litúrgica fue instituida en 1955 por el Siervo de Dios, Papa Pío XII, ante un grupo de obreros reunidos en la Plaza de San Pedro en el Vaticano.

El Santo Padre pidió en esa oportunidad que “el humilde obrero de Nazaret, además de encarnar delante de Dios y de la Iglesia la dignidad del obrero manual, sea también el próvido guardián de vosotros y de vuestras familias”.

Pío XII quiso que el Santo Custodio de la Sagrada Familia, “sea para todos los obreros del mundo, especial protector ante Dios, y escudo para tutela y defensa en las penalidades y en los riesgos del trabajo”.

Por su parte, San Juan Pablo II en su encíclica a los trabajadores “Laborem exercens” destacó que “mediante el trabajo el hombre no sólo transforma la naturaleza adaptándola a las propias necesidades, sino que se realiza a sí mismo como hombre, es más, en un cierto sentido ‘se hace más hombre’”.

Posteriormente, en el Jubileo de los Trabajadores en el 2000, el Papa de la Familia dijo: “Queridos trabajadores, empresarios, cooperadores, agentes financieros y comerciantes, unid vuestros brazos, vuestra mente y vuestro corazón para contribuir a construir una sociedad que respete al hombre y su trabajo”.

“El hombre vale más por lo que es que por lo que tiene. Cuanto se realiza al servicio de una justicia mayor, de una fraternidad más vasta y de un orden más humano en las relaciones sociales, cuenta más que cualquier tipo de progreso en el campo técnico”, añadió”.

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