GÉNOVA, 18 Ago. 18 (ACI Prensa).-
Ante las familias de las víctimas del derrumbe del puente Morandi en Génova, Italia, el Cardenal Angelo Bagnasco invitó a fiarse de Dios: “Jesús nos muestra que podemos fiarnos de Dios, incluso cuando los sucesos humanos no resultan comprensibles. La fe, de hecho, no disipa todas nuestras tinieblas, pero nos ilumina el camino paso a paso, día a día”.
El Cardenal Bagnasco, Arzobispo de Génova, presidió el funeral por las 41 víctimas fallecidas el pasado martes 14 de agosto tras precipitarse en sus vehículos al vacío sobre el río Polcevera por el desplome del puente de la autopista de acceso a la ciudad italiana.
En su homilía, el Arzobispo señaló que la respuesta de Dios ante la tragedia es “una presencia que nos acompaña: Jesús crucificado y la Virgen bajo la cruz del Hijo son la imagen y el signo más evidente de que el Señor no nos abandona, sino que nos precede”.
“El derrumbe del puente Morandi –continuó– sobre el torrente Polcevera provocó una herida en el corazón de Génova. La herida es profunda, producida principalmente por aquellos que han perdido la vida y por los que permanecen desaparecidos, por sus familias, los heridos y los muchos afectados”.
Frente al dolor de las familias que han perdido a sus seres queridos, “sabemos que cualquier palabra humana, aunque sea sincera, es poca cosa”.
“La incredulidad inicial, y luego la dimensión creciente de la catástrofe, la pérdida general, el tumulto de sentimientos, los ‘por qué’ inalcanzables, nos han hecho tocar, una vez más de manera brutal, la inexorable fragilidad de la condición humana”.
Sin embargo, “dentro de esta experiencia, que a todos nos ha golpeado de una manera u otra, se deja entrever un hilo de luz. Cuanto más nos descubramos como débiles y expuestos, más sentiremos la necesidad de establecer lazos humanos: son el tejido no sólo de la familia y de la amistad, sino también de una sociedad que se declara civil”.
“Estos vínculos –finalizó–, que nos unen unos a otros, requieren una confianza sólida y segura: sin un amor fiable, de hecho, no sería posible vivir juntos. Es la alegría de la simple presencia de los demás la que nos permite llevar vida y compartir alegrías y dolores”.
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