VATICANO, 18 Oct. 14 / 04:14 pm (ACI/EWTN Noticias ).- En su discurso conclusivo al Sínodo Extraordinario de los Obispos sobre la Familia, el Papa Francisco destacó que nunca ha estado en discusión la indisolubilidad, la unidad, la fidelidad y la apertura a la vida en el matrimonio, que conforman “la verdad fundamental del Sacramento del Matrimonio”.
El Santo Padre destacó que durante el Sínodo, al ser un “camino”, se presentaron “momentos de carrera veloz, casi de querer vencer el tiempo y alcanzar rápidamente la meta; otros momentos de fatiga, casi hasta querer decir basta; otros momentos de entusiasmo y de ardor”.
Hubo también, recordó, “momentos de profundo consuelo, escuchando el testimonio de pastores que llevan en el corazón sabiamente, las alegrías y las lágrimas de sus fieles. Momentos de gracia y de consuelo, escuchando los testimonios de las familias que han participado del Sínodo y han compartido con nosotros la belleza y la alegría de su vida matrimonial”.
En este camino del Sínodo, dijo, “el más fuerte se ha sentido en el deber de ayudar al menos fuerte, donde el más experto se ha prestado a servir a los otros, también a través del debate. Y porque es un camino de hombres, también hubo momentos de desolación, de tensión y de tentación”.
El Santo Padre advirtió contra la “tentación del endurecimiento hostil”, que se cierra “dentro de lo escrito (la letra) y no dejarse sorprender por Dios, por el Dios de las sorpresas (el espíritu)”.
“Es la tentación de los celosos, de los escrupulosos, de los apresurados, de los así llamados ‘tradicionalistas’ y también de los intelectualistas”.
Al mismo tiempo, Francisco señaló que existió en el Sínodo “la tentación del ‘buenismo’ destructivo, que a nombre de una misericordia engañosa venda las heridas sin primero curarlas y medicarlas; que trata los síntomas y no las causa y las raíces”.
Esta, dijo, “es la tentación de los ‘buenistas’, de los temerosos y también de los así llamados ‘progresistas y liberalistas’”.
El Santo Padre señaló además “la tentación de transformar la piedra en pan para romper el largo ayuno, pesado y doloroso y también de transformar el pan en piedra , y tirarla contra los pecadores, los débiles y los enfermos, de transformarla en ‘fardos insoportables’”.
Otra tentación ha sido, dijo, la de “descender de la cruz, para contentar a la gente, y no permanecer para cumplir la voluntad del Padre; de ceder al espíritu mundano en vez de purificarlo y inclinarlo al Espíritu de Dios”.
Por último, el Papa señaló “la Tentación de descuidar el ‘depositum fidei’ (depósito de la fe), considerándose no custodios, sino propietarios y patrones, o por otra parte, la tentación de descuidar la realidad utilizando una lengua minuciosa y un lenguaje pomposo para decir tantas cosas y no decir nada”.
Estas tentaciones, dijo Francisco, “no nos deben ni asustar ni desconcertar, ni mucho menos desanimar, porque ningún discípulo es más grande que su maestro; por lo tanto si Jesús fue tentado –y además llamado Belcebú– sus discípulos no deben esperarse un tratamiento mejor”.
“Personalmente me hubiera preocupado mucho y entristecido sino hubieran estado estas tenciones y estas discusiones animadas; este movimiento de los espíritus, como lo llamaba San Ignacio; si todos hubieran estado de acuerdo o taciturnos en una falsa y quietista paz”.
Sin embargo, destacó el Papa, durante el Sínodo “he visto y escuchado –con alegría y reconocimiento– discursos e intervenciones llenos de fe, de celo pastoral y doctrinal, de sabiduría, de franqueza, de coraje y parresia. Y he sentido que ha sido puesto delante de sus ojos el bien de la Iglesia, de las familias y la ‘suprema lex’: la ‘salus animarum’”.
“Y esto siempre sin poner jamás en discusión la verdad fundamental del Sacramento del Matrimonio: la indisolubilidad, la unidad, la fidelidad y la procreatividad, o sea la apertura a la vida”, señaló.
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