
El algodón es el principal cultivo en la India, pero la caída de los precios mundiales y la menor demanda no es algo prometedor. La mayoría de los agricultores ha contraído deudas con los bancos locales y no pueden pagar los altos tipos de interés.
Según algunos activistas, un parte de la responsabilidad la tienen algunas multinacionales que persuaden a los agricultores indios a comprar semillas de organismos genéticamente modificados: el fracaso de este tipo de cultivos podría causar suicidios. Otros estudiosos discrepan de esta correlación, recordando que el algodón modificado genéticamente se introdujo en la India en 2002, dando lugar a un aumento promedio de la producción nacional, para reduciendo el uso de pesticidas, con beneficios para el medio ambiente y la salud de los agricultores.
La Iglesia de la India vigila el fenómeno y lo ha definido en muchas ocasiones como “una profunda herida en la sociedad india”, expresando su solidaridad con los agricultores y promoviendo a través de Cáritas India programas de ayuda y asistencia a los pequeños agricultores, incentivando la formación profesional y el microcrédito. La Iglesia pide al Gobierno de la India que ponga en marcha medidas para garantizar la seguridad alimenticia de la población.
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