
Hassaké en las últimas semanas había sido objeto de ataques por parte de la milicia del Daesh, hasta ahora siempre rechazada por el ejército del gobierno y la milicia kurda. Ahora el obispo Audo ve en esta última ofensiva yihadista, un intento de presionar a las fuerzas armadas, principalmente a las kurdas, que en los últimos días parecían ganar terreno en la provincia de al-Raqqa, donde está la fortaleza de Daesh en Siria.
“La situación – añade Mons. Audo - parece confusa. En el campo de batalla están los kurdos, los yihadistas y el ejército gubernamental y no siempre se entiende bien la agenda a la que responden cada una de las fuerzas en combate”. Caritas Siria ya ha tomado medidas para enviar alimentos, medicamentos y artículos de primera necesidad para ayudar a los nuevos refugiados. “Todos los días - explica el obispo caldeo de Aleppo – surgen nuevas emergencias, incluso en zonas que hasta ahora no habían sufrido por el conflicto. La gente está cansada, los nervios están a flor de piel, todos tienen miedo. Se ven muchas armas. Por lo que basta un pequeño incidente para hacer explotar la tensión y provocar la violencia, incluso dentro de las aldeas. Nuestro deber es permanecer aquí, y tratar de avanzar en esta situación. Pero no es fácil”. .
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