El director de la Oficina de Prensa indica que las actividades de la ONU son amplias y variadas, como en toda organización grande, y que por lo tanto “abraza en su interior a personas, posiciones, voces muy diversas”. Y que por lo tanto “no hay que asombrase si en su vasto mundo se encuentran o chocan visiones diversas”.
Los Estados tienen la libertad de adherir o no a las convenciones de las Naciones Unidas, que sirven para promover los derechos de la persona humana en sectores específicos. Y el Estado Ciudad del Vaticano ha adherido a las más importantes, de acuerdo a su capacidad de participación. “La Santa Sede ha adherido inmediatamente y entre los primeros en el mundo -indica- a la Convención para los Derechos del Niño” y recuerda la gran labor desarrollada en este sector desde siempre por la Iglesia, “inspirada en el comportamiento de Jesús descrito en el Evangelio”.
En la nota de prensa se explica también que para verificar cómo están cumpliendo los Estados que adhieren a la Convención de los Derechos del Niño, un comité con sede en Ginebra recibe los informes de los diversos Estados que adhieren y les da sus recomendaciones.
Lombardi recuerda que sobre las recomendaciones dadas por el Comité sobre infancia “casi nunca se escuchó un eco de la prensa internacional, incluso en países en los que hay incumplimiento de derechos humanos y de la infancia notablemente graves”.
El portavoz Vaticano indica además que para quienes siguieron el caso queda claro que el último informe del Comité de la ONU presenta límites graves, porque “no se tomaron en cuenta las respuestas escritas y orales, dadas por los representantes de la Santa Sede” al punto que “hace pensar que el documento haya sido escrito con anterioridad o por lo menos impostado antes de la audición”.
Así como se ve la dificultad de entender la naturaleza específica de la Santa Sede, al punto de preguntarse: ¿No son capaces de entender o no quieren entender? En ambos casos se tiene el derecho a asombrarse.
El padre Lombardi señala que la insistencia en algunos casos particulares del pasado, hacen pensar que se ha dado más atención a lo dicho por ONGs contrarias a la Iglesia y no a las medidas tomadas por la Santa Sede.
Precisa además que “es típico de tales organizaciones no querer reconocer lo que ha sido realizado por la Santa Sede en la Iglesia en estos años recientes, al reconocer errores, al renovar las normativas, al desarrollar medidas formativas y preventivas”. Y concluye: “Pocas o ninguna otra organización o institución ha hecho lo mismo”.
Y el punto más grave es que las observaciones del Comité parecer superar sus competencias propias, al interferir en las posiciones doctrinales y morales de la Iglesia católica, dando indicaciones que implican evaluaciones morales sobre la contracepción y el aborto, o la educación en las familias, o la visión de la sexualidad humana, a la luz de una propia visión ideológica de la sexualidad. (RC-RV)
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