Por: Iris Soza (corresponsal en Centroamérica)
(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 01.12.2021).- El país centroamericano de El Salvador es un país agua dependiente: sus principales ríos no nacen en su territorio, sino en países vecinos como Honduras y Guatemala.
Mediante un comunicado los obispos de la Conferencia Episcopal de El Salvador mostraron su preocupación a las autoridades y al pueblo salvadoreño por la alarmante situación que atraviesan las aguas de sus ríos. En El Salvador “existen 590 ríos de los cuales 360 son los más importantes. De estos 590 ríos el 70 por ciento están contaminados, es decir sus aguas no son aptas para el consumo humano, ni para otra especia animal”.
Los obispos hacen un llamado para que las autoridades de ese país realicen todas las diligencias posibles para parar los proyectos mineros que afectan directamente el manto acuífero del país y piden a la “comunidad internacional no permitir tal desastre humano y ambiental que provocan los elementos contaminantes como coliformes, heces humanas y de animales, metales pesados como arsénico, cobre, plomo, mercurio, zinc, entre otros”.
Proyectos mineros
Según el comunicado firmado por todos los obispos salvadores y leído por el Monseñor José Luis Escobar, “Las fuentes que generan la contaminación son empresas de diversa índole que vierten sus aguas residuales en los ríos, municipalidades que no tienen sistemas para tratar sus aguas grises y lodos, monocultivos como el de la caña de azúcar y la ausencia de saneamiento comunitario”.
Y añade: “Existen más de 42 proyectos mineros que amenazan directamente nuestras cuencas transfronterizas. El caso más grave es el proyecto minero cerro Blanco que esté ubicado en Guatemala, a 14 kilómetros de El Salvador (…) El rio Ostúa de Guatemala contaminará al lago de Guija, debido a las cantidades de arsénico natural que recibe, provenientes de la actividad minera de Cerro Blanco”.
Función social y ambiental de las juntas de Agua
Según el registro catastral se estima que en El Salvador existen unas 2500 juntas de agua que proveen del servicio a más de medio millón de personas, por lo general le dan cobertura a zona rural del país, es decir llegan a los lugares donde el estado no lo hace. Según los obispos católicos de El Salvador, “se debe reconocer la función social y ambiental de las juntas deaAgua, que son sistemas comunitarios, no son empresas privadas”.
Los obispos piden a los legisladores se les dé a las Juntas de Agua la oportunidad de expresar sus consideraciones u observaciones a la Ley General de Recursos Hídricos, y que el Estado salvadoreño reconozca el agua y la alimentación adecuada como derechos humanos”.
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