
“Las mujeres refugiadas son en su mayoría víctimas de violencia sexual, y son extremadamente vulnerables. Las ayudamos a que se sientan menos solas”, dice Jennifer Martin, consultora psico-social del JRS. “Después de terribles experiencias, las mujeres pueden compartir sus sentimientos y desarrollar un sentido de solidaridad y de compartir. El choque de estar en una cultura diferente puede ser abrumador y crear tensiones, especialmente para las mujeres mayores. Las mujeres y las chicas se enfrentan a grandes desafíos como ganarse la vida. También se encuentran en un lugar donde se les considera ilegales” dice Martin en el comunicado enviado a la Agencia Fides.
El JRS tiene como objetivo construir la cohesión del grupo, como un factor de protección a largo plazo para las mujeres que comparten sus experiencias de ser víctimas de la trata. Frente a los problemas legales sin resolver para los refugiados, señala el JRS, es difícil ayudar a estas chicas a adaptarse al nuevo entorno. Pero la socialización y la relación humana les devuelven su dignidad y la confianza.
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