Vaticano: exposición sobre Juan Pablo II y el pueblo judío
Describe el camino realizado por el papa santo para mejorar la relación entre la Iglesia católica y el pueblo judío. El recorrido concluye en una reproducción del muro de Jerusalén donde es posible depositar una oración
Ciudad del Vaticano, 28 de julio de 2015 (ZENIT.org) Staff Reporter | 49 hits
La exposición internacional “Una bendición recíproca – El papa Juan Pablo II y el pueblo Judío” ha sido inaugurada este martes en el Vaticano, después de haber realizado una gira en Estados Unidos, en ciudades como Los Ángeles, Chicago y Filadelfia, en donde fue vista por más de un millón de visitantes.
Ubicada en el 'Brazo de Carlomagno' que da hacia la plaza de San Pedro, recuerda diez años después de la muerte del papa santo Juan Pablo II, la relación entre la Iglesia católica y el pueblo Judío.
La exposición a cargo de James Buchanan y William Madges presenta la idea del diálogo interreligioso como una fuente de progreso para la humanidad, a través de un sistema multimedia que conduce al visitador hasta el Muro Occidental de Jerusalén. Video, paneles, fotografías, efectos acústicos recuerdan el recorrido realizado por papa polaco para mejorar las relaciones con nuestros “hermanos mayores”, como definió al pueblo judío. Juan Pablo II además fue el primer papa que entró en una sinagoga en donde encontró el 13 de abril de 1986 al rabino Elio Toaff.
“Una bendición recíproca” recuerda además el documento conciliar Nostra Aetate, que abrió al diálogo con las otras religiones no cristianas. La exposición se puede visitar gratuitamente y estará abierta al público hasta el 17 de septiembre y tiene cuatro secciones.
La primera se refiere a los años juveniles de Karol Wojtyla en su ciudad natal, la amistad con el joven judío Jerzy Kluger la cual duró durante toda su vida y las relaciones entre católicos y judíos en la Polonia de la década entre 1920 y1930.
La segunda parte se centra en los años universitarios y laborales del Papa en Cracovia, durante la Segunda Guerra Mundial, cuando sus amigos sufren la persecución nazi y el terror de la shoah.
La tercera sección profundiza la vida del sacerdote Wojtyla, la persecución del régimen comunista, su nombramiento a obispo y finalmente su elección a pontífice. También recuerda el Concilio Vaticano, que con la declaración Nostra Aetate da un nuevo impulso a la relación entre judíos y cristianos, y la particular atención que cardenal arzobispo de Cracovia tuvo en su diócesis hacia a la comunidad judía.
La cuarta y última parte se refiere al papa Wojtyla, su visita a la sinagoga romana en 1988; el viaje a Israel en el año 2000, cuando dejó en el Muro Occidental de Jerusalén una oración pidiendo el perdón por las persecuciones que habían sufrido los judíos y para reafirmar el recorrido fraternal de los católicos junto al Pueblo de la Alianza.
Llegados aquí, los visitantes están invitados a escribir una oración que se introduce en una reproducción del Muro, como hizo Juan Pablo II. Las mismas sin ser leídas se depositarán en el Muro Occidental de Jerusalén.
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