(RV).- Con el Niño Dios recién nacido – en su audiencia general después de la Navidad del Jubileo de la Misericordia – el Papa Francisco reiteró que el Niño Jesús quiere estar en nuestros brazos y anhela ser acogido y, agradeciendo las felicitaciones navideñas y para el Año Nuevo que le han llegado de tantas partes del mundo, deseó a todos de corazón sus mejores parabienes para el 2016, acompañados por el amor, la paz y la alegría del Niño Jesús:
«¡Abrámosle nuestros corazones y nuestros hogares, dispensando los dones de su amor en el mundo! Agradezco a cuantos me han mostrado su cercanía espiritual y me han expresado sus felicitaciones para la Navidad y el Año Nuevo. Yo también de corazón les deseo a todos, a sus familias, en especial a los que se sienten solos, que en la fe puedan experimentar profundamente la presencia del recién nacido Hijo de Dios en sus vidas y gozar su amor, su paz y su alegría ¡Feliz Año Nuevo!»
Contemplar la infancia de Jesús nos hace comprender mejor el amor misericordioso de Dios para con la humanidad, señaló una vez más el Santo Padre y alentó a amar al Niño Jesús y a servirlo con nuestra vida.
Deseando que el Jubileo de la Misericordia sea para todos un tiempo de gracia y de renovación espiritual, invocó la alegría y la paz del Señor Jesús. Con especial ternura, el Papa Francisco saludó a un grupo de pequeños enfermos de lengua francesa:
«Con gusto doy la bienvenida a los fieles de lengua francesa, en particular a los niños enfermos y a cuantos les están cerca, así como a los otros peregrinos venidos de Francia. Deseo que en este tiempo de Navidad, cada uno de ustedes pueda ponerse al servicio de los más pequeños y a descubrir en ellos el rostro de Jesús, fuente de amor y de serenidad».
Y antes de su Bendición Apostólica, el Obispo de Roma se dirigió a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados:
«Que el icono del Nacimiento que contemplamos en estos días los ayude a ustedes, queridos jóvenes, a imitar a la Sagrada Familia, modelo del amor verdadero. Que los sostenga a ustedes, queridos enfermos, a ofrecer sus sufrimientos, en unión con los de Jesús, por la salvación del mundo. Que los aliente a ustedes, queridos recién casados, a edificar su hogar en la roca de la Palabra de Dios, haciendo que sea, con el ejemplo del hogar de Nazaret, un lugar acogedor, lleno de amor, de comprensión y de perdón».
(CdM – RV)
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