(RV).- La Virgen María es venerada por fieles de todo el mundo en sus diferentes advocaciones. El amor hacia la Reina de los Cielos que profesa la Iglesia Universal, es un signo de identidad de los católicos que Jesús mismo nos dejó al entregárnosla como Madre antes de morir en la Cruz: «Mujer, aquí tienes a tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre» Jn 19, 26-27.
Es Dios quien se manifiesta a través de la Virgen y contamos con varios testimonios de fe como el de Fátima, Lourdes y Guadalupe, en los cuales vemos reflejado un elemento en común: Dios elige a los pobres para revelarse, para mostrarnos el camino que conduce al Reino y en el cual la Virgen María es una guía fiel y gran compañera.
Estamos concluyendo el mes de mayo, mes de María y por ello invitamos a nuestros oyentes a que a través de WhatsApp nos envíen sus oraciones ofrecidas a Nuestra Madre, rezando por la humanidad y la Paz del mundo, tal y como pidió el Papa Francisco en su reciente peregrinación a Fátima el 12 y 13 de mayo de 2017, con motivo de los 100 años de las apariciones de la Virgen a los tres humildes pastorcitos. Escuchemos qué intenciones guarda nuestra audiencia en su corazón.
Sobre la figura de María, fiel discípula de Jesús, habló Francisco en su homilía en el Santuario de la Virgen de Caacupé, el sábado 11 de julio de 2015 durante su Viaje Apostólico a Paraguay: todo un poema de admiración y veneración dedicado a la Madre de Dios y Madre Nuestra: «María es la madre del sí. Sí, al sueño de Dios; sí, al proyecto de Dios; sí, a la voluntad de Dios. Un sí que, como sabemos, no fue nada fácil de vivir. Un sí que no la llenó de privilegios o diferencias, sino que, como le dirá Simeón en su profecía: «A ti una espada te va a atravesar el corazón» (Lc 2,35). ¡Y vaya que se lo atravesó!».
«Por eso la queremos tanto y encontramos en ella una verdadera Madre que nos ayuda a mantener viva la fe y la esperanza en medio de situaciones complicadas», continuó diciendo el Santo Padre. «Ella fue la primera discípula que acompañó a su Hijo y sostuvo la esperanza de los apóstoles en los momentos difíciles. Estaban encerrados con no sé cuántas llaves, de miedo, en el cenáculo. Fue la mujer que estuvo atenta y supo decir, cuando parecía que la fiesta y la alegría terminaba: «mirá no tienen vino» (Jn 2,3). Fue la mujer que supo ir y estar con su prima «unos tres meses» (Lc 1,56), para que no estuviera sola en su parto. Esa es nuestra madre, así de buena, así de generosa, así de acompañadora en nuestra vida», concluyó el Pontífice.
Tal y como recordó el Santo Padre en Caacupé, teniendo presente que María fue la primera discípula de Jesús y que su presencia maternal nos acompaña siempre, confiamos en sus manos todas las intenciones de la audiencia de Radio Vaticana, ofrecidas en este mes tan especial dedicado a ella. Click para escuchar más programas de Interactividad.
(SL-RV)
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