(RV).- Acercándose ya la Solemnidad de Pentecostés de 2017, el Papa Francisco alentó a los peregrinos de tantas partes del mundo, que acudieron a su audiencia general, a «pedir al Señor que derrame abundantemente los dones de su Espíritu, para que podamos ser testimonios de Jesús hasta los confines de la tierra».
Invitando a estar unidos en la oración con la Virgen María, para recibir el don del Espíritu Santo y abundar en la esperanza, el Santo Padre dio su bienvenida a los peregrinos llegados para participar en la Vigilia de Pentecostés, en ocasión de los 50 años de la Renovación Carismática Católica.
Tener la valentía de buscar a Jesús, con el amparo de la Virgen
Un año más, el Papa se unió a los numerosos jóvenes polacos, que peregrinaron al Santuario de Lednica para celebrar la fe y los encomendó a todos a la Madre de Dios, en el día en que la Iglesia recuerda la Visitación de la Virgen María a su prima Isabel. Desde ese momento – destacó el Santo Padre – Ella acude siempre a visitar a sus hijos para llevar a su Hijo Jesús:
«Queridos amigos
El lema de vuestro encuentro es: ‘¡Anda y ama! Los guía María, que habiendo percibido en su corazón esta llamada, fue a visitar a Isabel para compartir la alegría de su encuentro con Dios y para llevar una ayuda concreta. Desde ese momento está siempre en camino, visita a sus hijos y les lleva a Cristo, Su Hijo.
El segundo patrono de vuestro encuentro es Zaqueo, del que les hablé en la Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia, alentándolos a tener la valentía de buscar a Jesús y de abrirle las puertas de vuestros corazones.
Hoy, el Señor Jesús les dirige también a ustedes las palabras que le dirigió a Zaqueo: ‘Baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa’ (Lc 19, 5).
Quiere estar con ustedes para enviarlos a los hermanos, para que compartan su amor. Él sabe que no es fácil, entonces les envía el Espíritu Santo, que los colmará con su fortaleza. Pídanle a Él el coraje. Pídanlo para que los ayude a derrumbar los muros que los dividen y los haga capaces de comprenderse los unos a los otros y de construir la unidad de todos los hombres. A todos los que están reunidos en las orillas del Lago de Lednica, cerca de las fuentes bautismales de Polonia, los encomiendo a María y los bendigo de corazón».
En su saludo especial a los fieles de la República Checa, el Papa se dirigió en particular a los participantes en la peregrinación nacional, encabezada por el Cardenal Dominik Duka, Arzobispo de Praga, en ocasión del 75 aniversario de la masacre de Lídice perpetrada por el régimen nazi:
«Queridos amigos
Acudan con confianza a la intercesión de la Virgen Santa, que ustedes veneran en el icono de la Virgen de Lídice. Que Ella los ayude a ser valientes testimonio de la Resurrección de Cristo aun en los momentos de dificultad o de prueba. A todos ustedes, mi Bendición».
Invoquemos al Espíritu Paráclito, para que nos guíe siempre en la esperanza y en la paz
También en su cordial bienvenida a los peregrinos de lengua árabe, en particular a los provenientes de Irak, Egipto y Oriente Medio, el Obispo de Roma hizo hincapié en que tenemos necesidad de esperanza para vivir y del Espíritu Santo para esperar:
«No hay vida sin esperanza, ni esperanza auténtica sin una confianza firme en Dios, fuente y meta de toda esperanza verdadera. Pidámosle al Espíritu Santo, en esta inminente solemnidad de Pentecostés, que visite los corazones afligidos para reanimarlos; las mentes ofuscadas para iluminarlas; y que colme la vida de cada uno de nosotros para transformarnos en llama de esperanza y en verdaderos testimonios de su Esperanza. ¡Que el Señor los bendiga a todos y los proteja del maligno!»
«Que su peregrinación a la Ciudad Eterna prepare a cada uno a vivir intensamente la Solemnidad de Pentecostés y que el don del Espíritu Consolador sostenga y alimente la virtud de la esperanza», fue el reiterado deseo del Papa antes de sus palabras a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados:
«Queridos jóvenes, pongan por encima de todo la búsqueda de Dios y de su amor; queridos enfermos, que el Paráclito los ayude y conforte en los momentos de mayor necesidad; y ustedes, queridos recién casados, con la gracia del Espíritu Santo, que vuestra unión sea cada día más profunda».
(CdM – RV)
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