(RV).- “Los exhorto a perseverar en la oración, junto con María, Nuestra Madre, pidiendo a Jesús que el don del Espíritu Santo nos haga sobreabundar en la esperanza”.
Fue el deseo que expresó el Papa Bergoglio al saludar a los fieles y peregrinos de nuestro idioma que participaron en la Audiencia General del último miércoles de mayo.
Prosiguiendo con su ciclo de catequesis sobre la esperanza cristiana el Santo Padre – ante la inminente Solemnidad de Pentecostés – presentó la relación existente entre el Espíritu Santo y la esperanza. Y lo hizo con la introducción de un pasaje evangélico, tomado de la Carta de San Pablo a los Romanos, en que el Apóstol manifiesta su aspiración de que el Dios de la esperanza los llene de alegría y de paz en la fe, para que llenos de buenas disposiciones y colmados del don de la ciencia, sean capaces de aconsejarse mutuamente.
Hablando en italiano, el Papa explicó que el Espíritu “es el viento que nos impulsa hacia adelante, que nos mantiene en camino”, hace que nos sintamos peregrinos y forasteros, y no permite que nos acomodemos para convertirnos en un pueblo “sedentario”.
Francisco recordó además que en la Carta a los Hebreos se compara la esperanza con un ancla, imagen a la que podemos añadir la de la vela. Sí, porque el ancla es lo que da a la barca la seguridad, manteniéndola “anclada” en medio del ondear del mar, mientras la vela es, en cambio, lo que permite que la barca avance sobre las aguas. De manera que la esperanza es, verdaderamente, como una vela, que recoge el viento del Espíritu y lo trasforma en fuerza motriz que impulsa la barca, según los casos, mar abierto o hacia la ribera.
En cuanto a la expresión “Dios de la esperanza” del Apóstol Pablo, el Obispo de Roma expresó que no quiere decir sólo que Dios es el objeto de nuestra esperanza, sino que significa asimismo que “Dios es Aquel que ya ahora nos hace esperar, es más, nos vuelve “felices en la esperanza”; felices de esperar ahora y no sólo esperar ser felices en el futuro, después de la muerte. Y citó el dicho popular: “Mientras hay vida, hay esperanza”, si bien señaló que también es verdad lo contrario, es decir: “Mientras hay esperanza, hay vida”. Porque los hombres – dijo el Papa – tienen necesidad de esperanza para vivir y tienen necesidad del Espíritu Santo para esperar.
Además, el Pontífice señaló que San Pablo atribuye al Espíritu Santo la capacidad de hacernos incluso “abundar en la esperanza”. Abundar en la esperanza – dijo – significa no desanimarse jamás; significa esperar “contra toda esperanza”, es decir, “esperar incluso cuando decae todo motivo humano para esperar, como sucedió con Abraham cuando Dios le pidió que sacrificara a su único hijo, Isaac, o como más aún, le aconteció a la Virgen María, a los pies de la Cruz de Jesús.
Que la próxima fiesta de Pentecostés nos encuentre concordes en la oración, con María, la Madre de Jesús y Madre nuestra. Y que el don del Espíritu Santo – terminó diciendo el Santo Padre Francisco – haga que abundemos en la esperanza.
(María Fernanda Bernasconi – RV).
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