VATICANO, 27 Dic. 15 (ACI/EWTN Noticias).-
El Papa Francisco presidió este domingo el rezo del Ángelus durante la Fiesta de la Sagrada Familia, donde invitó a los padres a aprender de María y José que “enseñan a acoger a los hijos como don de Dios”, así como a “acoger la luz de esperanza que proviene de la casa de Nazaret” ante las dificultades e incomprensiones que debilitan a la familia hoy en día.
En sus palabras previas al rezo de la oración mariana, el Santo Padre recordó su viaje a Estados Unidos para participar del Encuentro Mundial de las Familias, donde se encontró con padres y madres de todo el mundo. “Quisiera saludarlos a todos con afecto y reconocimiento, especialmente en este tiempo, en el cual la familia está sujeta a incomprensiones y dificultades de diverso tipo que la debilitan”, expresó.
“El Evangelio de hoy invita a las familias a acoger la luz de esperanza proveniente de la casa de Nazaret, en la cual se desarrolló en la alegría la infancia de Jesús, el cual –dice San Lucas- ‘creció en sabiduría, edad y gracia delante de Dios y de los hombres’”, indicó Francisco.
El Papa dijo a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro que “el núcleo familiar de Jesús, María y José es para todo creyente, y especialmente para las familias, una auténtica escuela del Evangelio. Aquí admiramos el cumplimiento del diseño divino de hacer de la familia una especial comunidad de vida y de amor. Aquí aprendemos que cada núcleo familiar cristiano es llamado a ser ‘iglesia doméstica’, para hacer resplandecer las virtudes evangélicas y convertirse en fermento de bien en la sociedad”.
“Los rasgos típicos de la Sagrada Familia son: fervor y oración, mutua comprensión y respeto, espíritu de sacrificio, trabajo y solidaridad”, afirmó.
En ese sentido, indicó que “del ejemplo y testimonio de la Sagrada Familia, cada familia puede sacar indicaciones preciosas para el estilo y elecciones de vida, y puede alcanzar fuerza y sabiduría para el camino de cada día. La Virgen y San José enseñan a acoger a los hijos como don de Dios, a engendrarlos y educarlos cooperando en modo maravilloso con la obra del Creador y donando al mundo, en cada niño, una nueva sonrisa. Es en la familia unida que los hijos maduran su existencia, viviendo la experiencia significativa y eficaz del amor gratuito, de la ternura, del respeto recíproco, de la mutua comprensión, del perdón y de la alegría”.
“Quisiera detenerme –dijo Francisco-, sobre todo en la alegría. La verdadera alegría que se experimenta en la familia no es algo casual y fortuito. Es una alegría fruto de la armonía profunda entre las personas, que gustan de la belleza de estar juntos, de sostenerse recíprocamente en el camino de la vida”.
“Pero en la base de la alegría está la presencia de Dios”, afirmó el Papa. “Su amor acogedor, misericordioso y paciente hacia todos. Si no se abre la puerta de la familia a la presencia de Dios y a su amor, la familia pierde la armonía, prevaleciendo el individualismo y se pierde la alegría. En cambio, la familia que vive la alegría de la fe la comunica espontáneamente, es sal de la tierra y luz del mundo, es levadura para toda la sociedad”, aseguró.
Finalmente, el Papa pidió a Jesús, María y José que bendigan y protejan a todas las familias del mundo.
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— ACI Prensa (@aciprensa) diciembre 27, 2015
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