(RV).- “Jesús trajo al mundo una esperanza nueva, y lo hizo a la manera de un grano de trigo”. Con esta comparación el Papa desarrolló en el miércoles anterior al domingo de Pascua, la catequesis sobre la esperanza que nos dona el misterio de la cruz.
El Santo Padre explicó que Jesucristo dejó su gloria celestial para venir entre nosotros haciéndose pequeño como un grano de trigo, y precisó que para que este grano diera fruto, – tal como dijo el mismo Jesús antes de entrar a Jerusalén – , tuvo que morir “como una semilla bajo la tierra”, y, haciendo esto, convirtió nuestro pecado en perdón, nuestra muerte en resurrección, nuestro miedo en confianza. Y es por eso que en la cruz, renace nuestra esperanza.
Además, hablando en italiano, afirmó que si bien es cierto que el amor pasa por la cruz, por el sacrificio, – en definitiva por la lógica del amor humilde de Jesús- lo que es “un paso obligatorio” para los cristianos, no es el destino final, porque el destino es la gloria, tal como lo vemos en la Pascua.
De este modo el pontífice invitó a que en estos días de Semana Santa, contemplemos el crucifijo y consideremos la esperanza que nos da el misterio de la Cruz.
A continuación el resumen de la catequesis que el Papa pronunció en nuestro idioma:
Queridos hermanos y hermanas:
El pasado domingo hemos hecho memoria de la entrada de Jesús en Jerusalén. Muchas de las personas que acudieron con palmas a recibirlo lo hicieron con expectativas mundanas: buscaban milagros, prodigios, la expulsión de los invasores. Todo ello se derrumbó ante el misterio de la cruz. Nosotros por el contrario creemos que del Crucificado renace nuestra esperanza por la fuerza de su amor.
Jesús lo explica con la imagen del grano de trigo que cae en tierra, si éste permanece cerrado en sí mismo, no sucede nada, pero si se rompe y se abre, entonces da vida a una planta que producirá fruto. Él es ese grano que ha caído en tierra desde cielo y ha transformado el miedo, el pecado y la muerte, en alegría, perdón y resurrección.
En esta Pascua, estamos llamados a seguir el ejemplo de Nuestro Señor. El amor más grande es el de aquel que se entrega sin reservas y da todo lo que tiene. El que se pone al servicio de los demás es simiente de esperanza.
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Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Los exhorto a caminar hacia la meta de nuestra esperanza, contemplando la cruz como el dolor de una madre en el momento de dar a luz. Cuando la nueva vida nazca, no recordaremos el sufrimiento, porque la alegría pascual inundará todo con su luz. Que Dios los bendiga.
(Griselda Mutual – Radio Vaticana)
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