Compartimos algunos momentos con el Papa Francisco
(RV).- Introduciendo el rezo del Ángelus del IV Domingo de Cuaresma, el Santo Padre invocó a «la Virgen Santa, que fue la primera en acoger a Jesús, luz del mundo», para que «nos obtenga la gracia de acoger nuevamente, en este camino cuaresmal, la luz de la fe, redescubriendo el don inestimable del Bautismo, que hemos recibido todos nosotros».
Y que «esta nueva iluminación» – deseó el Papa Francisco – «nos transforme en nuestras actitudes y acciones, para que también nosotros podamos ser, a partir de nuestra pobreza, portadores de la luz de Cristo».
«Pidamos a la Virgen María que en este tiempo de cuaresma nos ayude a intensificar nuestra preparación espiritual para que la celebración del misterio pascual de Cristo renueve nuestra fe y esperanza. Que el Señor los bendiga. Muchas gracias».
Escuchamos con su misma voz la invitación del Papa Francisco al saludar a los peregrinos de nuestro idioma que participaron en su audiencia general de la IV semana de Cuaresma
El Obispo de Roma subrayó que:
«Nuestra esperanza se funda en la promesa del Dios de la Resurrección y de la vida. ¡No es la promesa de uno cualquiera!»
Y reiteró que estamos llamados a seguir el ejemplo de Abrahán – nuestro padre en la fe y en la esperanza – que «creyó contra toda esperanza», «plenamente convencido de que Dios tiene poder para cumplir lo que promete» (Rm 4,21).
Preguntando en este contexto si «nosotros, todos nosotros, estamos convencidos de ello, de que Dios nos ama y de que todo lo que nos ha prometido está dispuesto a cumplirlo», explicó que para ello «hay sólo un precio ‘abrir el corazón’»:
«¡Abran sus corazones a este poder de Dios, los llevará adelante, hará cosas milagrosas y les enseñará qué es la esperanza. Éste es el único pecio: abrir el corazón a la fe y Él hará el resto!»
Fue la entrañable exhortación del Papa Francisco haciendo hincapié en que, cuando Dios promete, cumple lo prometido ¡Dios nunca falta a su palabra!
«Entonces, nuestra vida asumirá una luz nueva, con la conciencia de que Aquel que ha resucitado a su Hijo, nuestro Señor Jesús nos resucitará también a nosotros y nos hará, verdaderamente, uno con Él, junto con todos nuestros hermanos en la fe».
(CdM – RV)
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