Evangelii Gaudium

27 de noviembre

(RV).- (audio)RealAudio MP3 Empezamos hoy un nuevo espacio en el que pretendemos subrayar las ideas, los pensamientos y los puntos más sobresalientes e importantes de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium del Papa Francisco, que se puede considerar el primer documento de su pontificado.


“La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría”. Empieza así, con estas palabras de gozo, el documento con el que el Papa desarrolla el tema del anuncio del Evangelio en el mundo actual. Un documento que recoge las conclusiones de los trabajos del sínodo de los Obispos sobre la ‘Nueva Evangelización para la transmisión de la Fe’, celebrado en el Vaticano en octubre de 2012, pero que se completa con reflexiones del propio Papa Bergoglio.


EL Papa dice que con esta Exhortación quiere dirigirse a los fieles cristianos, para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría, e indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años.


El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada. Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses -escribe el Santo Padre- ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien. Es un riesgo, cierto y permanente. Muchos caen en él y se convierten en seres resentidos, sin vida. Ésa no es la opción de una vida digna y plena, ése no es el deseo de Dios, dice el Papa.


Francisco invita a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar su encuentro personal con Jesucristo. Al que arriesga, el Señor no lo defrauda, y cuando alguien da un pequeño paso hacia Jesús, descubre que Él ya esperaba. ¡Nos hace tanto bien volver a Él cuando nos hemos perdido! Él perdona setenta veces siete. Nos vuelve a cargar sobre sus hombros una y otra vez. Nadie podrá quitarnos la dignidad que nos otorga este amor infinito e inquebrantable. Él nos permite levantar la cabeza y volver a empezar, con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede devolvernos la alegría. No huyamos de la resurrección de Jesús, nunca nos declaremos muertos, pase lo que pase. ¡Que nada pueda más que su vida que nos lanza hacia adelante!



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