Nuestra vida no termina con la muerte
(RV).- (Con audio) Si falta la sed de Dios vivo, la fe corre el riesgo de convertirse en rutinaria, corre el riesgo de apagarse, como un fuego que no es reavivado. Lo dijo el Papa, el sábado 23 de noviembre por la tarde dirigiéndose a los catecúmenos procedentes de distintas partes del mundo, reunidos en torno al Obispo de Roma para un intenso momento de oración que se caracterizó por la presentación de muchos y diversos testimonios de fe.
El Papa Francisco les dirigió una catequesis en la que comentó el Evangelio de Juan que refiere el encuentro de Jesús con Juan Bautista. Los tres momentos del pasaje, dijo el Pontífice, son el momento del anuncio, el encuentro con el Maestro y el caminar juntos. Porque Jesús da sentido a la vida, no traiciona y es fiel, se queda con nosotros, porque le pertenecemos.
El Papa Francisco concluyó el Año de la fe y entregó la Exhortación Apostólica “Evangelii Gaudium”, la Alegría del Evangelio. Cristo es el centro de la creación, es el centro del Pueblo de Dios, es el centro de la historia de la humanidad y de todo hombre. Con estas palabras el Papa Francisco en su homilía de la Misa celebrada en la Plaza de San Pedro el domingo 24 de noviembre, solemnidad de Jesucristo Rey del universo, resumió el significado del Año de la fe, que clausuró solemnemente ese día.
En el curso de esta solemne ceremonia se expusieron a la veneración de los miles de fieles, por primera vez en la historia, las reliquias del Apóstol Pedro. El Obispo de Roma saludó asimismo a los Patriarcas y Arzobispos Mayores de las Iglesias Orientales, con quienes se intercambió un gesto de paz, y recordó el testimonio hasta el martirio de estas comunidades católicas.
La promesa de Jesús al buen ladrón, dijo el Santo Padre, nos da una gran esperanza: nos dice que la gracia de Dios es siempre más abundante que la oración que la ha solicitado. El Señor da siempre más de lo que se le pide: ¡le pides que se acuerde de ti y te lleva a su Reino! Jesús está precisamente en el centro de nuestros deseos de alegría y de salvación.
“Quien pone en práctica la misericordia no teme la muerte, porque la mira a la cara en las heridas de los hermanos y la supera con el amor de Jesucristo”. En una plaza de San Pedro decididamente invernal, fría pero abarrotada de fieles, el Papa Francisco dedicó la catequesis de la audiencia general del último miércoles de noviembre una vez más a la oración del Credo, deteniéndose en el tema de la resurrección de la carne. La muerte interroga a todos – especialmente cuando afecta a los niños – pero si se la entiende como el ocaso definitivo “se transforma en amenaza que quebranta todo sueño, toda perspectiva”. Sin embargo, esto sucede “cuando no creemos en un horizonte que va más allá de la vida presente; cuando se vive como si Dios no existiera”. “La resurrección de Jesús no da sólo la certeza de la vida más allá de la muerte, sino que ilumina también el misterio mismo de la muerte de cada uno de nosotros. Si vivimos unidos a Jesús, fieles a Él, seremos capaces de afrontar con esperanza y serenidad también el pasaje de la muerte”. La vida en este mundo, por tanto, “nos es dada también para preparar la otra vida, aquella con el Padre celestial” y un camino seguro para “prepararnos bien a la muerte, añadió el Pontífice, es recuperar el sentido de la caridad cristiana y de la participación fraterna”, curando “las llagas corporales y espirituales de nuestro prójimo”.
Producción de María Fernanda Bernasconi. (hispano@vatiradio.va)
El espacio “El Papa en la semana”, se transmite los sábados en las emisiones informativas de las 17,30; 01,45 y 03,20 UTC.
30 de noviembre
Estamos en el tiempo del testimonio y la perseverancia
(RV).- (Con audio) La acostumbrada muchedumbre de fieles y peregrinos acogió al Papa Francisco en la Plaza de San Pedro para rezar con él el Ángelus del domingo 17 de noviembre, a una semana de la conclusión del Año de la fe, que se clausura el 24 de noviembre, con una solemne celebración Eucarística presidida por el Santo Padre en la misma Plaza de San Pedro. El Obispo de Roma, antes de la oración mariana, se detuvo a comentar el Evangelio del día, un pasaje de Lucas que relata lo que Jesús dijo sobre los últimos tiempos. El Señor pone en guardia ante el engaño de los falsos profetas y ante el miedo, e invita a vivir el tiempo de la espera como el tiempo del testimonio y de la perseverancia.
Jesús preanuncia pruebas dolorosas y persecuciones que sus discípulos deberán padecer, por su causa. Sin embargo asegura: “Pero no perecerá ni un cabello de su cabeza” (v. 18). ¡Nos recuerda que estamos totalmente en las manos de Dios! Las adversidades que encontramos por nuestra fe y nuestra adhesión al Evangelio son ocasiones de testimonio; no deben alejarnos del Señor, sino impulsarnos a abandonarnos aún más en Él, en la fuerza de su Espíritu y de su gracia.
En este momento pienso, y pensamos todos, eh, hagámonos juntos, pensemos en tantos hermanos cristianos que sufren persecuciones a causa de su fe. ¡Hay tantos! Quizá más que en los primeros siglos. Jesús está con ellos. También nosotros estamos unidos a ellos con nuestra oración y nuestro afecto. También sentimos admiración por su coraje y su testimonio. Son nuestros hermanos y hermanas que en tantas partes del mundo sufren a causa de ser fieles a Jesucristo. Los saludamos de corazón y con afecto.
“También el Papa se confiesa cada quince días, ¡porque también el Papa es un pecador! Y el confesor escucha las cosas que yo le dido, me aconseja y me perdona, porque todos tenemos necesidad de este perdón”. Con estas palabras Francisco explicó la importancia del sacramento de la Reconciliación y el servicio sacerdotal de la remisión de los pecados en el curso de la catequesis de la audiencia general del miércoles 20 de noviembre, celebrada en la Plaza de San Pedro, ante más de cincuenta mil fieles y peregrinos. El Obispo de Roma recordó que el Espíritu Santo nos da el perdón de Dios, “pasando a través” de las llagas de Jesús. Y dijo que Dios perdona a todo hombre en su soberana misericordia, si bien ha querido que los cristianos “reciban el perdón mediante los ministros de la comunidad; porque es el poder de las llaves, símbolo bíblico de la misión que Jesús ha dado a los Apóstoles. Yo voy al hermano sacerdote y estoy seguro de que Dios me ha perdonado.
Nosotros no debemos cansarnos de ir a pedir perdón. “Pero, padre, a mí me da vergüenza ir a decir mis pecados…”. “Pero, mira, nuestras mamás, nuestras mujeres, decían que es mejor volverse una vez rojo y no mil veces amarillo, ¡eh!” Eh, tú te vuelves rojo una vez, te perdona los pecados y adelante… Por esto “el servicio que el sacerdote presta como ministro, por parte de Dios, para perdonar los pecados es muy delicado, y exige que su corazón esté en paz; que no maltrate a los fieles, sino que sea manso, benévolo y misericordioso”. El sacerdote que no tenga esta disposición de espíritu es mejor que, hasta que nos se corrija, no administre este Sacramento.
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23 de noviembre
En peregrinación de la muerte a la vida plena
(RV).- (Con audio) “¡No es esta vida la que hace referencia a la eternidad, sino que es la eternidad la que ilumina y da esperanza a la vida terrenal de cada uno de nosotros!” Lo dijo el Papa Francisco el pasado domingo 10 de noviembre, antes de rezar la oración mariana del Ángelus, ante más de 100 mil fieles que colmaban la Plaza de San Pedro.
Al comentar el Evangelio del día, y ante la pregunta de los saduceos a Jesús, el Papa recordó que la vida eterna es otra vida, con respecto a la terrenal, “en otra dimensión donde, entre otras cosas, ya no existirá el matrimonio, que está ligado a nuestra existencia en este mundo. Los resucitados – dice Jesús – serán como los ángeles, y vivirán en un estado diferente, que ahora no podemos experimentar y ni siquiera imaginar”. “La vida que Dios nos prepara – agregó el Obispo de Roma – no es un simple embellecimiento de aquella actual: ella supera nuestra imaginación”.
Ese domingo, tras el rezo a la Madre de Dios, el Papa rezó por las numerosas víctimas causadas por un tifón en Filipinas y recordó el Holocausto:
Deseo asegurar mi cercanía a las poblaciones de Filipinas, y de toda la región de aquel país, que ha sido golpeado por un terrible tifón. Desgraciadamente, las víctimas son muchas y los daños enormes. Oremos un instante, en silencio, y luego a la Virgen, por nuestros hermanos y hermanas, y tratemos de transmitirles también nuestra ayuda concreta. Oremos en silencio…
También recordamos el septuagésimo quinto aniversario de la llamada "Noche de los cristales": la violencia de la noche entre el 9 y el 10 de noviembre de 1938 contra los judíos, sinagogas, casas y tiendas que marcó un triste paso hacia la tragedia del Holocausto.
Renovemos nuestra cercanía y solidaridad con el pueblo judío, nuestros hermanos mayores, y oremos a Dios para que la memoria del pasado, la memoria de los pecados del pasado, nos ayude a estar siempre vigilantes contra todas las formas de odio y de intolerancia.
El Papa dirigió un llamamiento por Siria, teatro de continuas matanzas, refiriéndose al último, que tuvo como víctimas a los niños y también habló de la catástrofe en las Filipinas subrayando que las verdaderas batallas que hay que combatir son aquellas por la vida. Durante la catequesis de la audiencia general del 13 de noviembre, ante una muchedumbre de fieles atentos, Francisco se detuvo sobre el bautismo, a partir de la expresión del Credo. Precisamente en la profesión de fe decimos: profeso un solo bautismo por la remisión de los pecados. “Profeso” indica la gran importancia del objeto, es decir del Bautismo que es el documento de identidad del cristiano, su certificado de nacimiento. Un solo bautismo porque en virtud de este don el bautizado está llamado a convertirse él mismo en “luz” para los hermanos, especialmente para los que están en las tinieblas y no vislumbran destellos de luminosidad en el horizonte de su vida. En fin en el Bautismo son perdonados todos los pecados, el pecado original y todos los pecados personales, así como también todas las penas del pecado. Con el Bautismo se abre la puerta a una efectiva novedad de vida que no está oprimida por el peso de un pasado negativo, sino que goza ya de la belleza y de la bondad del Reino de los cielos.
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16 de noviembre
La esperanza es nuestra perspectiva
(RV).- (Con audio) Dejémonos llamar por nuestro nombre por Jesús, pidió el Papa al dirigirse a los fieles en la Plaza de San Pedro antes de la oración del ángelus del 3 de noviembre. Francisco comentó el Evangelio del día que relata el episodio de la conversión de Zaqueo, trepado a un árbol para ver a Jesús. No hay profesión o condición social, no hay pecado o crimen de ningún tipo que pueda borrar de la memoria y del corazón de Dios a uno solo de sus hijos. “Dios recuerda”, no se olvida de ninguno de los que ha creado; Él es Padre, siempre en espera, vigilante y amorosa, de ver renacer en el corazón del hijo el deseo del regreso a casa. Y cuando reconoce ese deseo, incluso sencillamente insinuado, inmediatamente Él le está a su lado, y con su perdón le vuelve más leve el camino de la conversión y del regreso. Jesús, dijo el Papa, puede cambiarnos, puede liberarnos del egoísmo y hacer de nuestra vida un don de amor.
Todo está en las manos de Dios. Lo reafirmó el Papa en su homilía de la Misa celebrada el 4 de noviembre por los Cardenales y Obispos fallecidos en el curso del año. La mano es signo de acogida y de protección, es signo de una relación personal de respeto y de fidelidad: dar la mano, estrechar la mano. Estos pastores acérrimos que dedicaron su vida al servicio de Dios y de los hermanos, están en las manos de Dios – dijo Francisco –. Todo de ellos está bien custodiado y no será corroído por la muerte. Están en las manos de Dios todos sus días entramados de alegrías y de sufrimientos, de esperanzas y de fatigas, de fidelidad al Evangelio y de pasión por la salvación espiritual y material de la grey que se les había encomendado. Dios busca siempre la humanidad, también en el pecado. Y la esperanza – concluyó el Papa – es la perspectiva de quien se encomienda a la misericordia divina.
Los Sacramentos hacen crecer a la Iglesia. En la Audiencia General del pasado 6 de noviembre el Pontífice prosiguió su catequesis sobre la Iglesia, hablando de la comunión en los bienes espirituales. Miles de personas se unieron al Obispo de Roma en oración por la pequeña Noemí, enferma. Pidiendo un momento de silencio orante, una vez más, el Papa Bergoglio logró que los miles de fieles, que llenaban la Plaza de San Pedro, elevaran al cielo una oración en sus corazones, junto con él.
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9 de noviembre
La cultura del imprevisto nos corta la vida en pedazos
(RV).- (Con audio) “Muchas veces la vida es fatigosa, muchas veces trágica”, pero los esposos cristianos no “son ingenuos, conocen los problemas y los peligros de la vida” y no tienen “miedo de asumir su responsabilidad” abrazando el sacramento que no es una simple “decoración”.
Con estas palabras el Papa Francisco, el sábado 26 de octubre, saludó a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro llegados a la Ciudad del Vaticano con motivo de la peregrinación de las familias en el marco del Año de la fe. A los más de 150 mil presentes, adultos, ancianos, niños, abuelos y bisnietos, de 75 países, el Pontífice les dijo que en la vida lo que pesa de más es la falta de amor. En un mundo donde la ‘Cultura de lo provisional” “corta la vida a pedazos”, el Sucesor de Pedro pidió que tengamos coraje y apoyemos nuestra existencia en la alegría de Cristo, que no nos abandona en la pruebas ni en las dificultades.
La gracia que encontramos en el Sacramento del Matrimonio, dijo, no es “para decorar la vida”, sino para “hacerse fuerte en la vida, para tener coraje, para poder andar hacia delante”, juntos. De aquí un consejo práctico para llevar la familia adelante, tres palabras en particular: permiso, gracias y perdón. Sobre esto recordó el Papa: “los abuelos son la grandeza de la familia”, es posible superar los defectos, las pruebas, sabiéndose perdonar y buscando siempre el ‘no terminar la jornada sin hacer las paces”.
“Si falta el amor de Dios, también la familia pierde la armonía, prevalecen los individualismos, y se apaga la alegría”. Ante una plaza de Pan Pedro abarrotada de familias de todo el mundo en el marco del Año de la fe, el Papa Francisco celebró la Santa Misa el pasado domingo 27 de octubre en cuya homilía reafirmó que “la familia es levadura para la sociedad”.
“La verdadera alegría que se saborea en la familia no es algo superficial – aclaró el Pontífice – no proviene de las cosas, de las circunstancias favorables”, y “da una armonía profunda entre las personas, que nos hace sentir la belleza de sostenernos recíprocamente en el camino de la vida”. Hoy las familias están llamadas a irradiar la fe recibida, no a guardarla como “un bien privado, como una cuenta en el banco”, con los ritmos frenéticos de la sociedad contemporánea, pensando en cumplir una “carrera de la fe”.
Antes de rezar la “oración a la santa familia” por las familias del mundo, el Obispo de Roma subrayó la importancia de la oración, no “aquella del fariseo vuelta pesada por el lastre de la vanidad”, sino aquella del publicano, “la oración del pobre, agradable a Dios”. Para rezar en familia, se requiere sencillez: “rezar juntos el Padre nuestro, alrededor de la mesa, rezar juntos el Rosario, rezar el uno por el otro”.
Todos experimentamos dudas en el camino de la fe, dijo el Papa Francisco en su catequesis de la audiencia general del miércoles 30 de octubre, en que se refirió a la “comunión de los santos” e invitó a proceder en el camino de la fe con alegría, a pesar de las inseguridades.
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2 de noviembre
Llevar amor y misericordia al mundo
(RV).- (Con audio) En la Jornada Misionera Mundial, Francisco tras el ángelus del domingo 20 de octubre se refirió a la misión cristiana de difundir el Evangelio, sin proselitismo, sino con el espíritu de Jesús que encendió en el mundo la fe en Dios que es Padre, Amor, Misericordia. El Papa recordó a los misioneros y a las misioneras que dan su vida como la italiana Afra Martinelli, asesinada en días pasados en Nigeria. Expresó su cercanía a la población de Filipinas afectada por un fuerte terremoto y recordó que el día anterior en Budapest fue beatificado Esteban Sandor, asesinado por el régimen comunista. Antes del ángelus comentó el Evangelio dominical. Dios, dijo, nos invita a rezar con insistencia porque nuestra arma es la oración.
María es modelo de la fe, en la sencillez de las ocupaciones cotidianas. En su catequesis de la audiencia celebrada en una Plaza de San Pedro particularmente abarrotada de fieles, el Papa se refirió el pasado 23 de octubre a la enseñanza que proviene de la fe de la Virgen, transmitida por el Evangelio. Y desarrolló cuanto afirma la Constitución apostólica Lumen Gentium del Concilio Vaticano II. María, notó el Papa, es modelo de caridad y de unión con Cristo. Francisco dirigió algunas preguntas a los fieles. Preguntémonos, dijo, ¿si la sentimos cercana o lejana y si en los momentos de dificultad, de prueba, de oscuridad, la vemos como modelo de confianza en Dios? Preguntémonos, mirando a María, ¿cómo son las relaciones en nuestras parroquias, en nuestras comunidades, si nos juzgamos, hablamos mal unos de otros, cuidamos sólo o sobre todo nuestra realidad particular y nos desinteresamos del resto? En fin mirando a María que acepta la muerte del Hijo y está unida a Él, preguntémonos ¿si nos acordamos de Jesús sólo cando hay algo que no va y tenemos necesidad, o si la nuestra es una relación constante, una amistad profunda, incluso cuando se trata de seguirlo por el camino de la cruz?
Que los detenidos no se desanimen: el Señor está con ellos y el amor de Dios llega por doquier, incluso dentro de las celdas. Antes de la Audiencia General el Papa se encontró con doscientos capellanes de las cárceles italianas. Y dirigió unas palabras de especial afecto y cercanía a los detenidos. Dios llora con ellos, trabaja con ellos, espera con ellos. Francisco exhortó a la esperanza, a pesar del egoísmo y de la injusticia de los sistemas humanos que a veces castigan a los débiles mientras los poderosos escapan. El Papa rezó por los capellanes y recordó sus experiencias de cercanía con los detenidos de las cárceles de Buenos Aires, con quienes mantiene una relación de diálogo para hacer sentir la proximidad de Cristo.
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26 de octubre
Cristianos siempre fieles y no de a ratos...
(RV).- (Con audio) Mirando a María, vemos que “Dios nos sorprende, nos pide fidelidad y es nuestra fuerza”. Lo destacó el Papa en la homilía de la misa celebrada el pasado domingo 13 de octubre en la Plaza de San Pedro por la Jornada Mundial Mariana dentro del Año de la Fe.
Ante más de cien mil fieles venidos de todo el mundo, el Papa recordó la sorpresa de María, ante el anuncio del Ángel, y su confianza en Dios. Y nosotros, se preguntó, ¿tenemos miedo de lo que Dios podría pedirnos? ¿Me dejo sorprender por Dios o me encierro en mis seguridades? María es fiel también bajo la cruz destruida dentro, pero fiel y fuerte, y yo me pregunto ¿soy un cristiano a ratos o soy un cristiano siempre? La cultura de lo provisional, de lo relativo, entra también en el vivir la fe. Este es el camino definitivo: Siempre con el Señor, también en nuestras debilidades, también en nuestros pecados. Jamás ir por el camino de lo provisional esto nos mata. La fe, la fidelidad, definitiva debe ser como la de María. Dios es nuestra fuerza, concluyó Francisco y todo es un don suyo, por esto debemos decir gracias.
A la hora del ángelus dominical el Papa recordó que en Tarragona habían sido proclamados más de 500 mártires asesinados por su fe durante la Guerra Civil Española. Y alabando al Señor por estos valientes testigos y por su intercesión, le pidió que libere al mundo de toda violencia.
El 15 de octubre el Papa agradeció al cardenal Tarcisio Bertone el trabajo realizado en estos años en una ceremonia en la Secretaría de Estado. El nuevo secretario de Estado, Monseñor Pietro Parolin, asumirá el cargo en las próximas semanas. El Pontífice elogió el trabajo del Cardenal Bertone en sus largos años de servicio a la Iglesia, destacó la característica de todo salesiano, su obra, su espíritu de fidelidad y creatividad. Y con un mensaje de Twitter se recordó el paso del testigo. Francisco reiteró la importancia de la unidad en el servicio al Obispo de Roma y Sucesor de Pedro, por el bien y la unidad de toda la Iglesia.
La Iglesia es apostólica: como los Apóstoles tiene la “fuerte conciencia de ser enviada por Jesús, ser misionera, llevando el nombre de Jesús, con la oración, el anuncio y el testimonio”. Lo dijo el Papa en la Plaza de San Pedro, el pasado 16 de octubre durante su catequesis de la audiencia general a la que asistieron más de 100 mil fieles y peregrinos de numerosos países.
Prosiguiendo las catequesis dedicadas al “Credo” Francisco afirmó que “Una Iglesia que se cierra en sí misma y en el pasado, o que sólo se ve las pequeñas reglas y actitudes es una Iglesia que traiciona su identidad. ¡Redescubramos hoy toda la belleza y la responsabilidad de ser la Iglesia Apostólica! Papa Francesco explicó los profundos lazos con los apóstoles, doce hombres llamados por Jesús por su nombre, "enviados a orar y proclamar el Evangelio”. La Iglesia es apostólica porque se funda en la oración y la predicación de los Apóstoles, custodia y transmite su enseñanza y es enviada a llevar el Evangelio a todo el mundo. Y Cristo es la piedra que sostiene todo. Él ha resucitado, es el Viviente y sus palabras no pasan, Él nos escucha cuando le hablamos, está en nuestros corazones: ¡Jesús está con nosotros, hoy! Y ésta es la belleza de la Iglesia: la presencia de Jesucristo entre nosotros, que Jesucristo está vivo porque resucitó”.
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19 de octubre
La Iglesia es casa de todos, no un grupo de élite
(RV).- (Con audio) “La oración es la respiración de la fe”, “el diálogo del alma con Dios”. Lo afirmó el Papa, antes de la oración mariana del ángelus del 6 de octubre. En una Plaza de San Pedro abarrotada de fieles, el Pontífice dio gracias por la peregrinación del viernes 4 a Asís – su primera visita a la ciudad de San Francisco – y pidió a todos, en la vida de cada día, que den testimonio de Cristo, “con la fuerza de Dios”. “Basta tener una fe pequeña, pero verdadera y sincera – dijo – para hacer cosas humanamente imposibles”. Cómo no pensar, por ejemplo, en tantas mamás y papás “que afrontan situaciones muy pesadas”, o en ciertos enfermos, incluso gravísimos, “que transmiten serenidad a quien los va a visitar”, en los misioneros que van por el mundo para llevar el Evangelio. Después del ángelus en la Plaza descendió un silencio doloroso para conmemorar a las víctimas de Lampedusa. “Dejemos que nuestro corazón llore – dijo el Papa – oremos en silencio”. En fin, el Pontífice recordó la beatificación del día anterior, en Modena, de Rolando Rivi, un seminarista asesinado en 1945, “cuando tenía 14 años, por odio contra su fe, culpable sólo de vestir la túnica talar en aquel período de violencia desencadenada contra el clero”.
El 7 de octubre, el Papa Francisco recibió en audiencia, en el Palacio Apostólico Vaticano, al Rey de Lesotho y a la Reina. En el curso de las conversaciones se detuvieron sobre las buenas relaciones existentes entre la Santa Sede y el Reino de Lesotho, destacando la importancia de la libertad religiosa, para favorecer la positiva colaboración entre el Estado y la Iglesia. Se expresó aprecio por el empeño del Soberano y del Gobierno para dar prioridad a la salud y a la educación, así como por la significativa contribución eclesial en el ámbito de la caridad, de la justicia y de la paz. No faltaron referencias a temáticas de interés ético-social, como la familia, y algunas referencias a la situación política y económica de la Región.
“Si hay habladurías, no hay armonía”, la búsqueda forzada de la uniformidad “mata la vida de la Iglesia” y “los dones del Espíritu”. Con esta reflexión el Papa Francisco saludó a los fieles reunidos en la Plaza de Pedro para la audiencia general del miércoles 9 de octubre a pesar del tiempo inclemente. Deteniéndose en el tema de la catolicidad de la Esposa de Cristo, el Pontífice profundizó sus tres significados fundamentales. Ante todo, que es “la casa en la que se nos anuncia toda la fe, en la que la salvación que nos ha traído Cristo es ofrecida a todos”. Por tanto, no podemos aislarnos, sino que debemos crecer y caminar en una comunidad, la Iglesia, que es católica también porque es universal, y “no un grupo de élite”, sino enviada al mundo para “anunciar el Evangelio a todo hombre y mujer”. “La Iglesia no está sólo en la sombra de nuestro campanario, sino que abraza una vastedad de gentes, de pueblos que profesan la misma fe, que se alimentan con la misma Eucaristía, a quienes sirven los mismos Pastores”. En fin, una tercera nota: la Iglesia es católica porque es la “Casa de la armonía, donde la unidad y diversidad saben conjugarse para ser riqueza”. En los saludos en lengua árabe, recordando el viaje de Benedicto XVI a El Líbano del año pasado, el Papa Francisco invitó a todos, una vez más, a rezar por la paz en Oriente Medio: en Siria, en Irak, en Egipto, en El Líbano y en Tierra Santa.
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12 de octubre
Detrás de lo efímero nos volvemos personas vacías
(RV).- (Con audio) Jamás acomodarse en la comodidad y olvidar a Dios poniéndonos a nosotros mismos en el centro de la vida. Retomando las palabras del profeta Amós, el Papa se dirigió a los catequistas procedentes de todo el mundo, y recordó en la homilía de la misa dominical del pasado 29 de septiembre, que si perdemos la memoria de Dios, también nosotros mismos perdemos consistencia, también nosotros nos vaciamos, perdemos nuestro rostro como el rico del Evangelio. Si vamos detrás de los valores efímeros, nosotros mismo nos volvemos vacíos. Tarea fundamental del catequista es hacer crecer en la fe. El catequista – notó Francisco – es un cristiano que pone la memoria de Cristo al servicio del anuncio; no para hacerse ver, no para hablar de sí mismo, sino para hablar de Dios, de su amor, de su fidelidad.
Al término de la ceremonia en la Plaza de San Pedro Francisco rezó el ángelus con los numerosos fieles procedentes de diversas partes del mundo. En particular el Papa saludó a Su Beatitud Youhanna X, Patriarca greco ortodoxo de Antioquía y de todo el Oriente. Su presencia – dijo – nos invita a rezar una vez más por la paz en Siria y en Oriente Medio. En fin, recordó que ayer en Croacia, fue proclamado Beato Miroslav Bulešić, sacerdote diocesano, muerto mártir en 1947. Alabemos al Señor, dijo, que dona a los inermes la fuerza del testimonio extremo.
Aceptar a los pecadores, apuntar a la santidad. Lo dijo el Papa en su catequesis de la audiencia general del 2 de octubre celebrada en la Plaza de San Pedro ante miles de fieles y peregrinos. La Iglesia, que es santa, no rechaza a los pecadores; al contrario los acoge, también está abierta a los más alejados, llama a todos a dejarse envolver por la misericordia, la ternura y el perdón del Padre, que ofrece a todos la posibilidad de encontrarlo, de caminar hacia la santidad. En la Iglesia, el Dios que encontramos no es un juez despiadado, sino que es como el Padre de la parábola evangélica. Puedes ser como el hijo que ha dejado la casa, que ha tocado el fondo de la lejanía de Dios. Cuando tienes la fuerza de decir: quiero volver a casa, encontrarás la puerta abierta, Dios sale a tu encuentro porque te espera siempre, te abraza, te besa y hace fiesta. El Señor quiere que seamos parte de una Iglesia que sabe abrir los brazos para acoger a todos, que no es la casa de pocos, sino la casa de todos, donde todos pueden ser renovados, transformados, santificados por su amor, los más fuertes y los más débiles, los pecadores, los indiferentes, aquellos que se sienten desanimados y perdidos. La Iglesia ofrece a todos la posibilidad de recorrer el camino de la santidad, que es el camino del cristiano: nos hace encontrar a Jesucristo en los Sacramentos, especialmente en la Confesión y en la Eucaristía; nos comunica la Palabra de Dios, nos hace vivir en la caridad, en el amor de Dios. La Iglesia tiene el deber de acoger y todos nosotros los cristianos debemos apuntar a lo alto, a la santidad.
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5 de octubre
¡Sólo el camino de la paz, para construir un mundo mejor!
(RV).- (Con audio) Trabajadores, enfermos, pobres y detenidos, representantes del mundo de la cultura y jóvenes, A todas estas categorías de personas el Santo Padre Francisco abrazó el pasado domingo 22 de septiembre, con ocasión de su visita pastoral a Cágliari para llevar a todos una palabra de esperanza y para confirmarlos en la fe.
Poco antes de regresar a la Ciudad del Vaticano, el Papa invitó a los jóvenes a rezar por la paz, tras el atentado contra una iglesia en Pakistán en el que perdieron la vida 81 personas.
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28 de septiembre
La Iglesia es una mamá misericordiosa
(RV).- (Con audio) La misericordia que el Evangelio nos enseña con la Parábola del Hijo Pródigo no es ostentación de buenos sentimientos, es, en cambio, la verdadera fuerza que salva al hombre y al mundo de ese cáncer que es el pecado, el mal moral y espiritual. Lo subrayó con fuerza Francisco hablando a los fieles antes de rezar el ángelus del domingo 15 de septiembre. Si en nuestro ánimo no hay misericordia y no se expresa la alegría del perdón, entonces no estamos en comunión con Dios. Después del ángelus el Papa recordó la beatificación que tuvo lugar el sábado en Argentina del sacerdote José Gabriel Brochero, y también saludó en español a la Iglesia en su país. Asimismo recordó que en Turín se concluye la Semana social de los católicos italianos dedicada a la familia y saludó a los diversos grupos de peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro.
Las mamás enseñan a sus propios hijos a caminar en la vida, a volver a levantarse cuando se caen, impulsadas por la fuerza del amor. Del mismo modo, la Iglesia nos ofrece “las enseñanzas para caminar bien” y el perdón de Dios cuando nos alejamos del camino maestro. Es la reflexión del Papa Francisco durante la audiencia general del 18 de septiembre. Ante miles de peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro, el Pontífice trazó con infinita ternura la imagen de las mamás en el mundo, mujeres que velan con paciencia sobre los primeros pasos de sus hijos, que acompañan en cada fase de su vida, sobre todo en los momentos de dificultad. No importa cuánto un individuo pueda haber resbalado en el precipicio del error, su mamá está siempre presente con su amor, a pesar de las posibles humillaciones. La universidad de las madres – dijo el Santo Padre – es el corazón. En fin, a todos Francisco les pidió que relean y redescubran el sentido de los diez mandamientos, no un conjunto categórico de prohibiciones, sino el fruto del amor de Dios, que nos invita a no hacernos ídolos materiales, a respetar a los demás, a ser honrados. “El Señor – añadió – escucha la oración de la Madre Iglesia y no permanece insensible, sabe siempre sorprendernos cuando no nos lo esperamos”.
Ese mismo día el Papa recordó: “Cada año, el 21 de septiembre, las Naciones Unidas celebran la ‘Jornada Internacional de la Paz’, y el Consejo Ecuménico de las Iglesia llama a sus miembros para que en ese día recen por la paz. Invito a los católicos de todo el mundo a unirse a los demás cristianos para seguir implorando a Dios el don de la paz en los lugares más atormentados de nuestro planeta. Que la paz, don de Jesús, habite siempre en nuestros corazones y sostenga los propósitos y las acciones de los responsables de las Naciones y de todos los hombres de buena voluntad. Comprometámonos todos en alentar los esfuerzos para una solución diplomática y política de los focos de guerra que aún preocupan. Mi pensamiento se dirige de manera especial a la querida población siria, cuya tragedia humana puede ser resuelta sólo con el diálogo y la negociación, en el respeto de la justicia y de la dignidad de cada persona, especialmente de los más débiles e indefensos”.
Producción de María Fernanda Bernasconi. (hispano@vatiradio.va)
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21 de septiembre
En cada guerra hacemos renacer a Caín
(RV).- (Con audio) Sólo aquello que lleva a Jesús es válido, aseguró el Papa en la misa de la mañana del pasado 7 de septiembre. Pero si tú no logras adorar a Jesús, algo te falta. Una regla, una señal. La regla es: soy un buen cristiano, estoy en el camino del buen cristiano si hago aquello que viene de Jesús y hago aquello que me lleva a Jesús, porque Él es el centro. La señal es: soy capaz de adorar; la adoración. Esta oración de adoración ante Jesús. Que el Señor nos haga entender que solo Él es el Señor, es el único Señor. Y que también nos de la gracia de amarlo tanto, de seguirlo, de ir por el camino que Él nos ha enseñado. Así sea
Más de cien mil personas, jóvenes, ancianos y familias con sus niños, en una cálida tarde romana, en silencio y en oración con el Papa ante al Santísimo Sacramento, se dieron cita en la Plaza de San Pedro para invocar de Dios el don de la paz, para Siria, Oriente Medio y el mundo entero.
Fue el momento más intenso de la larga vigilia de oración guiada por el Papa Francisco la tarde del sábado 7 de septiembre y que convocó también a fieles de otras confesiones cristianas, de otras religiones, así como no creyentes.
En su meditación el Papa subrayó que “el mundo que queremos es “un mundo de armonía y de paz”, como Dios lo ha creado, y añadió que “cuando el hombre piensa sólo a sí mismo, en sus propios intereses” y se deja “fascinar por los ídolos del dominio y del poder, entonces arruina todas las relaciones, arruina todo; y abre la puerta a la violencia, a la indiferencia y al conflicto”.
En cada guerra hacemos renacer a Caín, continuó diciendo Francisco, “también hoy – añadió – levantamos la mano contra quien es nuestro hermano”. Hemos perfeccionado nuestras armas, y seguimos sembrando destrucción y muerte. Quisiera que cada uno de nosotros, desde el más pequeño hasta el más grande, incluidos los que están llamados a gobernar las naciones, dijera: ¡Sí, queremos! Mira el dolor de tu hermano ¡pienso en los niños: solamente ellos!... Mira el dolor de tu hermano y no añadas más dolor, detén tu mano, reconstruye la armonía que se ha perdido; y esto no con la confrontación, sino con el encuentro. ¡Que se acabe el rumor de las armas! La guerra significa siempre el fracaso de la paz, es siempre una derrota para la humanidad… Que resuenen una vez más las palabras de Pablo VI: “Nunca más unos contra otros, nunca más… ¡Nunca más la guerra! ¡Nunca más la guerra!”.
“¡En este momento en que estamos firmemente orando por la paz, hay una guerra más profunda que todos debemos combatir, todos! Es la decisión firme y valiente de renunciar al mal y sus seducciones y elegir el bien, dispuestos a pagar personalmente. He aquí el seguimiento de Cristo, he aquí el tomar la propia cruz!”, dijo el Papa Francisco antes de rezar el ángelus dominical del pasado 8 de septiembre, ante unos cien mil fieles reunidos en la Plaza de San Pedro.
Seguir a Cristo – dijo el Obispo de Roma – “es decir no al odio fratricida y a las mentiras de las que se sirve, a la violencia en todas sus formas, a la proliferación de las armas y a su comercio ilegal”. Porque hay dudas sobre si estas guerras se combaten realmente por “problemas” o más bien son “guerras comerciales para vender estas armas en el comercio ilegal”.
Con el Evangelio de ese domingo, el Santo Padre recordó que “¡seguir a Jesús no significa participar en un cortejo triunfal! Sino que significa compartir su amor misericordioso, en su gran obra de misericordia hacia cada hombre y todos los hombres. Y este perdón universal pasa por la cruz”. Francisco destacó asimismo que el discípulo de Jesús “renuncia a todos los bienes, puesto que en Él encuentra el bien más grande”, y añadió que “el cristiano se desprende de todo y reencuentra todo en la lógica del Evangelio, la lógica del amor y del servicio”.
La actitud materna de la Iglesia fue el tema que trató el Papa durante en su catequesis de la audiencia general del miércoles 11 de septiembre. Francisco partió de la afirmación hecha por el Concilio Vaticano II sobre la Iglesia como madre en la fe y en la vida sobrenatural. Y se refirió a la realidad humana de la maternidad para desarrollar su exposición sobre el papel de la Iglesia. Nuestro formar parte de la Iglesia, dijo, no es un hecho exterior y formal, sino interior y vital; no se pertenece a la Iglesia como se pertenece a una sociedad, a un partido o a cualquier otra organización. El lazo es vital, como el que se tiene con la propia madre. La Iglesia como buena madre acompaña nuestro crecimiento transmitiendo la Palabra de Dios, que es una luz que nos indica el camino de la vida cristiana; administrando los Sacramentos. Nos alimenta con la Eucaristía, nos trae el perdón de Dios a través del Sacramento de la Penitencia, nos sostiene en el momento de la enfermedad con la Unción de los enfermos. La Iglesia nos acompaña en toda nuestra vida de fe, en toda nuestra vida cristiana. Y, en fin, todos estamos llamados a colaborar en el nacimiento de la fe de nuevos cristianos, todos estamos llamados a ser educadores en la fe, a anunciar el Evangelio. Cuando repito que amo a una Iglesia no encerrada en su recinto, exclamó el Papa, sino capaz de salir, de moverse, incluso con algún riesgo, para llevar a Cristo a todos, ¡pienso en todos, en mí, en ti, en cada cristiano! Todos participamos en la maternidad de la Iglesia, a fin de que la luz de Cristo llegue a los extremos confines de la tierra.
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14 de septiembre
Cultura del encuentro, cultura del diálogo
(RV).- (Con audio) “Que en nuestra sociedad, destrozada por divisiones y por conflictos, estalle la paz; nunca más la guerra!”. Un llamamiento a la paz vibrante y cargado de angustia por los terribles vientos de guerra que soplan sobre Siria. El Papa Francisco, a la hora del ángelus dominical del 1° de septiembre confesó que tiene el corazón profundamente herido por lo que está sucediendo, por el grito de dolor que se eleva ante la destrucción y la muerte generadas por el odio.
“¡Cuánto sufrimiento, cuánta devastación, cuánto dolor ha traído y trae el uso de las armas en aquel martirizado país, especialmente entre la población civil e inerme! ¡Pensemos en cuantos niños no podrán ver la luz del futuro! Con particular firmeza condeno el uso de las armas químicas: les digo que tengo aún fijas en la mente y en el corazón las imágenes terribles de los días pasados. ¡Hay un juicio de Dios y también un juicio de la historia sobre nuestras acciones al que no se puede escapar! Jamás el uso de la violencia lleva a la paz. ¡Guerra llama guerra, violencia llama violencia!
El Papa pidió a las partes en causa que emprendan con coraje la vía de la negociación, a la Comunidad Internacional que se haga promotora de iniciativas reales de paz y de solidaridad, a todos los hombres y a las mujeres en el mundo que sean eslabones de una cadena de humanidad.
Además, convocó para toda la Iglesia en la víspera de la fiesta de la Natividad de María, Reina de la Paz, a una jornada de ayuno y de oración por la paz en Siria, en Oriente Medio, y en el mundo entero.
“La paz es un bien que supera toda barrera, porque es un bien de toda la humanidad. Repito con voz alta: no es la cultura del enfrentamiento, la cultura del conflicto la que construye la convivencia en los pueblos y entre los pueblos, sino la cultura del encuentro, la cultura del diálogo: éste es el único camino hacia la paz”.
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7 de septiembre
Sean cristianos de verdad y no de etiqueta
(RV).- (Con audio) No debemos tener miedo de “atravesar la puerta de la fe en Jesús, de salir de nuestros egoísmos, de nuestras cerrazones, de nuestras indiferencias hacia los demás”. Una vez más el Papa dirigió palabras alentadoras y de aliciente a cuantos abarrotaban la Plaza de San Pedro el pasado 25 de agosto para rezar el ángelus dominical.
Tras comentar el Evangelio el Pontífice aclaró que Jesús es el “paso para la salvación”, que nos hace entrar “en la familia de Dios”, en el “calor de la casa” del Señor. Y esta “puerta” jamás está cerrada: “está abierta siempre y a todos, sin distinción, sin exclusiones, sin privilegios”; pero también es una “puerta estrecha, porque nos pide que abramos nuestro corazón a Jesús, “que nos reconozcamos necesitados de su perdón, de su amor”. “Ser cristianos no es tener una etiqueta – concluyó Francisco – pero es vivir y testimoniar la fe en la oración, en las obras de caridad, en promover la justicia, en realizar el bien”.
Después de rezar el ángelus, el Papa Francisco hizo un llamamiento por la paz en Siria, en el que pidió a la Comunidad Internacional que se muestre más sensible hacia esta trágica situación, y para que se empeñe a ayudar a esta querida Nación a encontrar una solución a una guerra que siembra destrucción y muerte:
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Con gran, con gran, sufrimiento y preocupación sigo la situación en Siria. El aumento de la violencia en una guerra entre hermanos, con el multiplicarse de estragos y actos atroces, que todos hemos podido ver también en las terribles imágenes de estos días, me impulsa, una vez más, a alzar la voz para que se detenga el rumor de las armas.
El enfrentamiento no ofrece perspectivas de esperanza para resolver los problemas, sino la capacidad de encuentro y de diálogo.
Desde lo profundo de mi corazón, quisiera manifestar mi cercanía con la oración y la solidaridad a todas las víctimas de este conflicto, a todos aquellos que sufren, especialmente a los niños, e invitar a tener siempre encendida la esperanza de paz.
Hago un llamamiento a la Comunidad Internacional para que se muestre más sensible hacia esta trágica situación y ponga todo su empeño para ayudar a la querida Nación Siria a encontrar una solución a una guerra que siembra destrucción y muerte.
Todos juntos oremos, todos juntos oremos, a la Virgen Reina de la Paz: María, Reina de la paz ruega por nosotros. Todos. María, Reina de la paz ruega por nosotros.
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31 de agosto
¡No es Jesús quien divide!
(RV).- (Con audio) Una gran cantidad de peregrinos rezó el ángelus dominical con el Papa Francisco el pasado 18 de agosto en la Plaza de San Pedro. Recordando las lecturas de la liturgia dominical, el Obispo de Roma pidió a los fieles que tengan la mirada fija en Jesús, origen de nuestra fe, de nuestra relación filial con el Padre celeste.
Deteniéndose en la página del Evangelio de Lucas, el Papa citó una frase de Jesús que, dijo, debe ser explicada para que no genere malos entendidos: « ¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división» (Lc 12,51). Estas palabras – dijo Francisco – significan que seguir a Jesús jamás es una elección neutral, jamás es un acuerdo, sino que es renunciar al mal y al egoísmo y elegir el bien, la verdad y la justicia, también al precio de sacrificios.
El Santo Padre agregó: «Pero atención: ¡No es Jesús el que divide! Él pone el criterio: vivir para sí mismo, o vivir para Dios y para los demás; hacerse servir, o servir; obedecer al propio yo u obedecer a Dios. De ahí que Jesús es “signo de contradicción” (Lc 2,34). Por lo tanto, continuó explicando el Papa, esta palabra del Evangelio no autoriza de hecho el uso de la fuerza para difundir la fe. Sino al contrario: la verdadera fuerza del cristiano es la fuerza de la verdad y del amor, que comporta renunciar a toda violencia. Fe y violencia son incompatibles. Mientras fe y fortaleza van juntas. A la vez que destacó que el cristiano no es violento sino fuerte con la fortaleza de la mansedumbre, la fuerza del amor.
Con motivo de la fiesta de San Esteban, rey de Hungría, que la Iglesia universal celebró el pasado 16 de agosto, y que esta nación celebró el día 20 en su calidad de patrono, el Papa Francisco envió un mensaje a su presidente, János Áder, en el que formula votos para que a través de su “patrimonio humano y espiritual” encuentren “los recursos morales necesarios para construir un futuro de paz y de fraternidad”.
San Esteban fue canonizado por el Papa Gregorio VII en el lejano año 1083, y es el primer rey de Hungría que evangelizó su país. De hecho, también este año, como es costumbre, en la plaza frente a la Basílica titulada al santo, en Budapest, el cardenal Péter Erdő, primado de Hungría, presidirá esta tarde la Misa solemne de este Fiesta litúrgica en la que participarán numerosos fieles.
Ese mismo día el Papa Francisco envió un telegrama de pésame al Cardenal Angelo Sodano, decano del Colegio Cardenalicio por la muerte de su hermana.
Al conocer la noticia del fallecimiento de su amada hermana Assunta – se lee en el telegrama – le doy mi sentido pésame por el grave luto suyo y de su familia, asegurando mi cercanía espiritual en esta hora de prueba. Y mientras elevo al Señor, dador de toda recompensa, fervientes oraciones de sufragio para que acoja a la querida difunta en la eterna alegría, invoco por todos los familiares la esperanza cristiana y envío, como signo de mi intensa participación en el gran dolor de Su Eminencia y de sus familiares una especial y confortadora Bendición Apostólica.
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24 de agosto
El sentido de la vida está en el amor de Dios en Cristo
(RV).- (Con audio) Que sea verdaderamente un amistoso, pidió Francisco el pasado 13 de agosto al recibir a los jugadores de los equipos nacionales de Italia y Argentina, en vísperas del partido amistoso que se disputaron en el Estadio Olímpico de Roma en honor del Papa. A todos ellos les recordó que su popularidad es también una responsabilidad social, porque el deporte de equipo es gratuidad y camaradería. Y no obstante la profesionalización del deporte, quien lo practica debe hacer crecer a la sociedad, servir de ejemplo y contribuir al bien común. A los dirigentes el Obispo de Roma les pidió un compromiso para que no se dé la preeminencia a los aspectos económicos y comerciales y se refuerce el carácter auténticamente deportivo.
“Llegan lamentablemente noticias dolorosas de Egipto. Deseo asegurar mi oración por todas las víctimas y sus familiares. Por los heridos y por cuantos sufren. Oremos juntos por la paz, el diálogo, la reconciliación en esa querida tierra y en el mundo entero. María Reina de la paz ruega por nosotros. Digamos todos María Reina de la paz ruega por nosotros”.
Fue el llamamiento del Papa antes de rezar el ángelus el pasado 15 de agosto, en la Solemnidad de la Asunción de María al cielo.
“También María conoció el martirio de la cruz: Ella sufrió tanto, en su corazón, mientras Jesús sufría en la Cruz. Estuvo unida plenamente a Él en la muerte y, por eso le fue dado el don de la resurrección”. De este modo habló el Papa del misterio de la Asunción de María al cielo en la misa de su Solemnidad, celebrada en la Plaza de la Libertad de Castel Gandolfo, ante más de doce mil fieles. Desde el palco montado al ingreso del Palacio Apostólico de esta pequeña ciudad de los Castillos romanos, el Pontífice subrayó que “Cristo es la primicia de los resucitados, y María es la primicia de los redimidos”.
“Es nuestra Madre – añadió – pero también es nuestra representante, nuestra primera hermana, es la primera de los redimidos que ha llegado al Cielo”. Resurrección, lucha y esperanza, fueron las tres palabras clave de la reflexión de Francisco. María sostiene a los cristianos en la lucha contra las fuerzas del mal, y la oración con María, de modo particular el Rosario, también tiene esta dimensión “agonística” y nos sostiene contra el maligno.
En fin, el Papa Francisco habló de la esperanza que lleva al corazón quien afronta la lucha de la vida creyendo en la Resurrección de Cristo, en la victoria del Amor. Donde está la cruz para nosotros los cristianos está la esperanza, siempre. Si no está la esperanza nosotros no somos cristianos, por esto a mí me gusta decir ¡no se dejen robar la esperanza! ¡Que no nos roben la esperanza porque esta fuerza es una gracia, un don de Dios que nos lleva adelante mirando el cielo!
Poco después, antes de la oración del ángelus, el Papa Bergoglio habló del “sí” de María en Nazaret y de cómo cada “sí” a Dios es para nosotros un paso hacia la vida eterna. Porque esto quiere el Señor: nos quiere a todos consigo, en su casa. Y recordó el 25° aniversario de la Carta Apostólica Mulieris dignitatem del beato Juan Pablo II, pidiendo que en la meditación del misterio bíblico de la mujer, condensado en María, “todas las mujeres se encuentren a sí mismas y la plenitud de su vocación”.
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17 de agosto
Papa Francisco: jóvenes a Río, a recibir la misión
(RV).- (Con audio y video) “Jesús muestra que el corazón del samaritano es bueno y generoso, y que - a diferencia del sacerdote y el levita – hace la voluntad de Dios, que desea misericordia y no sacrificio”. El Papa Francisco comentó la parábola del Buen Samaritano, antes de rezar el ángelus en el Palacio Apostólico de Castel Gandolfo.
“¡Siempre tenemos que ser signo de esperanza y de paz en este momento! ¡Abrir las puerta a la esperanza, que la esperanza vaya adelante y hacer la paz, siempre!”. Lo dijo el Papa a los empleados de las Villas Pontificias en el encuentro celebrado ese domingo en Castel Gandolfo, con el obispo Semeraro de Albano y la alcaldesa de la localidad, a donde llegó en automóvil desde la Ciudad del Vaticano y donde ya había estado el pasado 23 de marzo, en su histórico primer encuentro con Benedicto XVI.
Francisco recordó asimismo la belleza del lugar que atrae a muchos visitantes y agradeció a los 55 empleados de las Villas Pontificias, tras el saludo del director. Invitó a los fieles en Castel Gandolfo a prestar más atención a las personas y familias más necesitadas, con el impulso a la fidelidad a Cristo del testimonio del Beato Juan Pablo II y Benedicto XVI.
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20 de julio
No a la globalización de la indiferencia
(RV).- (Con audio) Den su contribución por una Iglesia fiel al camino indicado por Jesús, sin ceder a la tentación del lujo o de la carrera. Lo dijo el Papa a seis mil seminaristas y novicias y jóvenes en camino vocacional con quienes se encontró en el Aula Pablo VI la tarde del sábado 6 de julio, en el ámbito de las iniciativas por el Año de la fe.
La llamada a servir a Dios es una alegría, explicó Francisco, va contra la cultura dominante de lo provisorio. Los pilares de la vida dedicada al Señor son la formación espiritual, la vida intelectual, la vida apostólica para anunciar el Evangelio y la vida comunitaria.
El Papa interrumpió con frecuencia la alocución que había preparado añadiendo frases improvisadas, en un clima de gran fraternidad y entusiasmo. En fin, pidió que todos juntos rezaran el Padrenuestro, cada uno en su propio idioma.
Los puntos de referencia de la misión cristiana son la alegría de la consolación, la cruz y la oración. Lo reafirmó el Papa en la homilía de la misa celebrada el domingo 7 de julio por la mañana con los seminaristas y las novicias presentes en el Vaticano.
Francisco reafirmó que sin la relación constante con Dios, la misión se transforma en un oficio y el riesgo del activismo está siempre presente. En la medida en que la misión los llama a ir hacia las periferias existenciales, que su corazón esté cada vez más unido al de Cristo. La difusión del Evangelio no está asegurada ni por el número de las personas, ni por el prestigio de la institución, ni por la cantidad de recursos disponibles. Lo que cuenta es estar permeados por el amor de Cristo, dejarse conducir por el Espíritu Santo, e injertar la propia vida en el árbol de la vida, que es la cruz del Señor.
Jesús no es un misionero aislado dijo el Papa antes de rezar el ángelus. En efecto, Jesús llama a los discípulos y además de los Doce Apóstoles, otros setenta y dos son enviados a anunciar que el Reino de Dios está cerca, formando así una comunidad de discípulos. Pero atención: la finalidad no es socializar, sino anunciar el Reino de Dios, llevando la paz y la curación a los enfermos. Francisco notó que si los Doce representan a los Obispos, los demás pueden representar todos los ministerios ordenados en la Iglesia y en un sentido más amplio a todos los que se empeñan en anunciar el Evangelio, porque protagonista del anuncio es el Señor y su gracia. Al saludar a los fieles después del ángelus el Papa Francisco recordó la Encíclica publicada el viernes y se dirigió a los jóvenes de la diócesis de Roma, presentes en la Plaza de San Pedro, que se preparan a partir hacia Brasil para la Jornada Mundial de la Juventud.
“He sentido que debía venir cuando he sabido de los dramas, de los muertos en el mar”. Así se presentó el Papa el lunes 8 de julio en Lampedusa. Debemos contrastar la cultura del bienestar que nos hace insensibles a los gritos de los otros y que nos lleva a la globalización de la indiferencia. Lo dijo Francisco en la homilía de la misa con voz queda. Frente a las noticias de tantos, demasiados, muertos, añadió, he sentido que debía venir aquí hoy a rezar, a realizar un gesto de cercanía, pero también a despertar nuestras conciencias para que lo que ha sucedido no se repita. Y debemos pedir a Dios que borre la indiferencia que nos hace a todos como a Herodes que asesina a los niños, también quien toma decisiones socio-económicas que abren el camino a tales dramas. En cambio, debemos mirar a nuestros hermanos como el Buen Samaritano, y en nuestros oídos debe resonar siempre la pregunta de Dios: ¿Dónde está tu hermano?
El Papa, en la intensa mañana que lo ha visto en Lampedusa, llegó de Cala Pisana, vía mar al puerto; también en el mar depositó una corona de flores en recuerdo de las víctimas de las travesías. Bienvenido entre los últimos, se leía en una de las pancartas expuestas durante la celebración. Después de la misa Francisco fue a la parroquia, donde escuchó los dramas de tantas personas y al final de la mañana regresó al Vaticano.
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13 de julio
Jesús no quiere “cristianos a control remoto”
(RV).- (Con audio) “Es siempre y sólo el amor de Cristo el que genera la fe y el que impulsa hacia adelante a la Iglesia”. Fue la reflexión del Papa Francisco a la hora del ángelus de la solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo que se celebró el pasado sábado 29 de junio.
Recordando que “Pedro fue el primero en confesar que Jesús es el Hijo de Dios, y Pablo difundió este anuncio en el mundo greco-romano, el Pontífice precisó que la Iglesia de Roma se ha convertido en “el punto de referencia para todas las Iglesias esparcidas por el mundo”, “ no por el poder del Imperio, sino por la fuerza del martirio”. Ante este extraordinario testimonio de fe, el Papa pidió dejarse conquistar por la misericordia de Dios, que nos espera y perdona siempre.
Luego un pensamiento especial estuvo dirigido al Patriarca ecuménico de Constantinopla Bartolomé I, por quien Francisco rezó un Ave María con los fieles reunidos en la plaza de San Pedro, tras haber celebrado la Santa Misa. Al final del rezo mariano, el Pontífice alentó “al pueblo centroafricano, duramente probado, a caminar con fe y esperanza”.
Jesús nos quiere libres, no quiere cristianos egoístas incapaces de dialogar con Dios o cristianos débiles, “cristianos a control remoto”, que se doblegan a la voluntad de los otros y son incapaces de creatividad. El Evangelio del pasado domingo 30 de junio, en el que el Hijo de Dios se pone en “camino hacia Jerusalén”, ofreció al Papa la ocasión para explicar a la hora del ángelus lo que quiere decir escuchar a la conciencia.
“No significa seguir el propio yo, hacer aquello que me interesa, que me conviene, que me gusta. La conciencia es el espacio interior de la escucha de la verdad, del bien, de la escucha de Dios”. El Pontífice invitó a todos a imitar a Jesús, que eligió libremente ir a Jerusalén, “la meta final”, en plena comunión con el Padre; y recordó el extraordinario ejemplo, en este horizonte de escucha, que nos ha ofrecido Benedicto XVI.
“Nosotros hemos tenido un ejemplo maravilloso de cómo es esta relación con Dios en la propia conciencia. Un reciente ejemplo maravilloso, el Papa Benedicto XVI nos ha dado este gran ejemplo. Cuando el Señor en la oración, le ha hecho comprender cuál era el paso que debía dar. Ha seguido, con gran sentido de discernimiento y valor, su conciencia, o sea la voluntad de Dios que hablaba a su corazón. Y este ejemplo de nuestro Padre nos hace mucho bien a todos nosotros, como un ejemplo que debemos seguir”.
También en la oración se requiere coraje, “coraje e insistencia ante el Señor”. Puede ser agotador, pero así es la oración, eso es pedir una gracia a Dios. Lo dijo el Papa Francisco en su homilía de la misa celebrada el pasado 1° de julio en la capilla de la Casa de Santa Marta.
El Papa comentó el episodio bíblico de la súplica de Abraham al Señor por la salvación de Sodoma. No solamente existe el coraje de predicar el Evangelio, explicó, sino también el coraje de la oración.
Ir al Señor con valor para pedirle cosas. Esto hace un poco sonreír, está bien pero hace reír porque Abraham habla con el Señor en una manera especial, con este coraje y uno no sabe: si estamos ante un hombre que reza o ante un ‘comerciante fenicio’, porque regatea el precio, va, va… E insiste: de cincuenta logra bajar el precio a diez. Él sabía que no era posible. Sólo había un justo: su nieto, su sobrino…
La oración, decía Santa Teresa, es un “negociar con el Señor”, y Abraham, que tenía 25 años de familiaridad con Dios, osó insistir, también “volverse inoportuno con el Señor”. Orar, concluyó el Papa, “es alabar al Señor por las cosas bellas y pedirle que nos mande esas cosas bellas”. Por esto, aconsejó, lean el salmo 102 “Bendice al Señor, alma mía”, y digan “Tú que eres misericordioso, Tú que perdonas, concédeme esta gracia”. Vayamos adelante en la oración, “con estos argumentos que vienen directamente del corazón de Dios”.
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6 de julio
En la Iglesia nadie es inútil
(RV).- (Con audio) Vayan contracorriente con coraje, sirvan la verdad de Cristo y no acepten los “valores descompuestos” de la sociedad, que “arruinan la vida y quitan la esperanza”. Fue el llamamiento que el Papa Francisco dirigió el pasado 23 de junio a los miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro a la hora del ángelus dominical, sobre todo a los jóvenes.
Al comentar el Evangelio el Pontífice aclaró que “perder la propia vida por causa de Jesús” puede “significar confesar explícitamente la fe, pero también, de modo implícito, defender la verdad”. ¿Cómo olvidar, entre el pasado y el presente, los ejemplos de los mártires, “a los hombres y a las mujeres que sacrificaron su vida para permanecer fieles a Jesucristo y a su Evangelio?”. “Hoy – precisó el Papa – en muchas partes del mundo hay mártires: prisioneros, asesinados por el único motivo de su ser cristianos. Y son un número mayor al de los primeros siglos de la Iglesia”. Pero también está el martirio cotidiano, es decir, cumplir “el propio deber con amor, según la lógica de Jesús, la lógica del don, y del sacrificio” y además el martirio ofrecido por la defensa de la verdad. “¡Personas rectas, que no tienen miedo de ir contracorriente! Y nosotros no debemos tener miedo, pero entre ustedes hay tantos jóvenes. A los jóvenes les digo: No tengan miedo de ir contracorriente, cuando nos quieren robar la esperanza, cuando nos proponen estos valores que son valores descompuestos, valores como la comida que está mala y cuando un alimento está pasado, nos hace mal; estos valores nos hacen mal’. ¡Pero debemos ir contracorriente! Y ustedes jóvenes, son los primeros: Vayan contracorriente y tengan esta dignidad de ir precisamente contracorriente. ¡Adelante, sean valerosos y vayan contracorriente! ¡Y siéntanse orgullosos de hacerlo!”.
“Jesús nos ha servido a todos y no ha pedido nada en cambio”. Hagan también ustedes las cosas con gratuidad, su recompensa será “la alegría de servir al Señor, y de hacerlo juntos”. Es un saludo lleno de reconocimiento el que el Papa Francisco dirigió el domingo 23 de junio a los miembros de la Asociación de los Santos Pedro y Pablo, formada por católicos residentes en Roma que, más allá de sus compromisos familiares y profesionales, dedican su tiempo a diversas iniciativas de voluntariado organizado:
Ese mismo día el Obispo de Roma celebró la Santa Misa en la capilla de la Casa de Santa Marta ante la presencia de unos cuarenta nuncios apostólicos presentes aún en la Ciudad del Vaticano, tras el encuentro celebrado con el Pontífice el pasado 21 de junio.
Al comentar el Evangelio dominical de Lucas, que refiere la pregunta de Cristo a los Apóstoles, “¿y ustedes quién dicen que soy yo?”, el Santo Padre subrayó que es necesario responder a Jesús con el corazón, inspirados por la veneración por Él y por la roca de su Amor.
“Nadie es inútil en la Iglesia”, “todos somos iguales a los ojos de Dios”. En una soleada y abarrotada Plaza de San Pedro, el Papa Francisco saludó el miércoles 26 de junio a los fieles reunidos para la audiencia general, la última antes de la pausa de verano. A las más de 50 mil personas presentes, el Pontífice les dijo que “Cristo es el Templo vivo del Padre, y el mismo Cristo edifica su ‘casa espiritual’, la Iglesia, hecha no de piedras materiales, sino de ‘piedras vivas’”. Cada uno de nosotros, por tanto, ocupa un puesto especial en este edificio, cuya variedad la traza el Espíritu Santo. De aquí la invitación a ser piedras vivas en la Iglesia y en el mundo y no “piedras cansadas, aburridas o indiferentes”. “El cristiano – insistió el Papa – debe ser vivo, gozoso de ser cristiano”. “La Iglesia no es un entramado de cosas y de intereses, sino que es el Templo del Espíritu Santo, el Templo en que Dios actúa, el Templo en que cada uno de nosotros con el don del Bautismo es piedra viva. Esto nos dice que nadie es inútil en la Iglesia y si alguien, a veces, dice a otro: ‘¡Vete a casa, eres inútil, esto no es verdad, porque nadie es inútil en la Iglesia, todos somos necesarios para construir este Templo!”
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29 de junio
Dios el Viviente es misericordioso ¿están de acuerdo?
(RV).- (Con audio) Miremos al Dios de la vida y al Evangelio como senda de libertad y vida. “¡El Dios Viviente nos hace libres! Digamos sí a Dios que es amor, vida y libertad”. Fue el llamamiento del Papa Francisco durante la celebración del domingo 16 de junio en la Plaza de San Pedro, con más cien mil fieles y peregrinos de numerosos países, en el marco del Año de la fe, dedicada a la encíclica del Beato Juan Pablo II, Evangelium Vitae.
A las personas que en todo el mundo promueven la vida humana, el Obispo de Roma les recordó que a menudo el hombre no elige la vida, no acoge el “Evangelio de la vida” y se deja guiar por ideologías y lógicas que obstaculizan la vida, que no la respetan, que están dictadas por el egoísmo, el poder, el placer, y no por el amor. La nueva Torre de Babel, con el rechazo de Dios y del Evangelio de la vida, sustituyendo a Dios por ídolos humanos y pasajeros, que son portadores de nuevas formas de esclavitud y de muerte.
Con el Evangelio de la pecadora que Jesús perdona el Papa Francisco destacó la misericordia de Dios:
Dios el Viviente es misericordioso ¿están de acuerdo? ¡Digámoslo juntos: Dios el Viviente es misericordioso.
Antes de rezar el ángelus, el Papa recordó al nuevo beato Odoardo Focherini “testimonio del Evangelio de la Vida”, esposo, padre de siete hijos y periodista, muerto en un campo de concentración alemán, quien salvó a numerosos judíos de la persecución nazi. El Papa también saludó también a los miles de motociclistas de Harley-Davidson presentes en San Pedro.
Para el cristiano, Jesús es “el todo” y de aquí deriva su magnanimidad. Lo subrayó el Papa Francisco en su homilía de la Misa celebrada el 17 de junio en la capilla de la Casa de Santa Marta. El Papa recordó que la justicia que trae Jesús es superior a aquella de los escribas, al ojo por ojo, diente por diente. En la Misa, concelebrada por el cardenal Attilio Nicora, participaron, entre otros, los colaboradores de la Autoridad de Información Financiera y un grupo de empleados de los Museos Vaticanos, acompañados por el director administrativo, don Paolo Nicolini. También estuvo presente el cardenal arzobispo de Manila, Luis Antonio Tagle.
El miércoles 19 de junio Francisco reiteró que ser miembros de la Iglesia es estar unidos a Cristo, que con su vida divina nos hace vivir como cristianos, unidos al Sucesor de Pedro y los Obispos, instrumentos de unidad y comunión, superando divisiones, armonizando variedades y riquezas de todos. La unidad es superior a los conflictos, es una gracia que debemos rogar al Señor, para que nos libere de las tentaciones de divisiones y egoísmos. Además, dirigió dos llamamientos, ante la Jornada Mundial de los Refugiados, que se celebró el 20 de junio, y otro en favor del Evangelio de la Vida.
Producción de María Fernanda Bernasconi. (hispano@vatiradio.va)
El espacio “El Papa en la semana”, se transmite los sábados en las emisiones informativas de las 17,30; 01,45 y 03,20 UTC.
22 de junio
Formar parte de este proyecto sin tiempo
(RV).- (Con audio) “Compasión” y “misericordia”, fueron los conceptos que utilizó el Pontífice a la hora del ángelus dominical del pasado 9 de junio, para recordarnos que el amor de Dios por el hombre, está siempre “en contacto con la miseria humana”. “Pero el Señor - dijo el Papa- nos mira siempre con misericordia, nos espera con misericordia.
“La realidad a veces oscura, marcada por el mal, puede cambiar, si nosotros en primer lugar llevamos la luz del Evangelio sobre todo con nuestra vida”. En la audiencia general del miércoles 12 de junio el Papa Francisco trazó una especie de identikit de lo que el Concilio Vaticano II ha definido como “pueblo de Dios”, precisando que el Señor invitaba a todos a formar parte de este proyecto sin tiempo. La Iglesia no es un “grupo exclusivo”, dijo el Pontífice, todos deben poder sentirse acogidos, amados, perdonados, “la Iglesia debe estar con las puertas abiertas”. Y nos convertimos en miembros del “pueblo de Dios”, prosiguió el Santo Padre, a través de “un nuevo nacimiento”, el “de lo alto, del agua y del Espíritu”; mientras se progresa siguiendo y difundiendo la “ley del amor”, que no pude reconducirse a un “estéril sentimentalismo”, sino al “reconocer a Dios como único Señor de la vida y, al mismo tiempo, a acoger al otro como verdadero hermano, superando divisiones, rivalidades, incomprensiones, egoísmos”.
“Cuando vemos en los periódicos o en la televisión tantas guerras entre cristianos. ¿Pero cómo se puede entender esto? En el pueblo de Dios, ¡cuántas guerras! Pero en los barrios, en los lugares de trabajo, cuántas guerras por envidia, celos. También en la misma familia, cuántas guerras internas. Debemos pedir al Señor que nos haga entender bien esta ley del amor. Qué bueno, que bello es amarnos unos a otros como hermanos verdaderos. ¡Qué bello es esto! Hagamos una cosa hoy: quizá todos tenemos simpatías y no simpatías y quizá tantos de nosotros estamos enojados con algunos. Al menos digamos al Señor: “Señor, yo estoy enojado con este, con esta. Yo rezo por él y por ella. Te pido”.
El camino de la Iglesia va en continuidad con el Espíritu Santo, y no se deben imponer reglas que maten los carismas. Lo dijo el Papa en su homilía de la misa matutina del 12 de junio, ante la presencia de los religiosos y religiosas del dicasterio vaticano para la Vida consagrada. Esta tentación de ir hacia atrás, porque estamos más “seguros” atrás: pero la seguridad plena está en el Espíritu Santo que te lleva hacia adelante, que te da esta confianza – como dice Pablo – y esta confianza el Espíritu, que es más exigente porque Jesús nos dice: “En verdad yo les digo: hasta que no hayan pasado el cielo y la tierra, no pasará una sola iota de la ley”. ¡Es más exigente! Pero no nos da esa seguridad humana. No podemos controlar al Espíritu Santo: ¡este es el problema! Esta es una tentación.
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Promover la cultura de la solidaridad
(RV).- (Con audio) El pasado 2 de junio, IX Domingo del Tiempo Ordinario y en muchos países fiesta del Corpus Domini, convocada por el Papa Francisco, la Iglesia Universal se detuvo por la tarde, simultáneamente, en adoración Eucarística, con el lema “Un solo Señor, una sola fe”.
¡Todo se pierde con la guerra, todo se gana con la paz! Apremiante llamamiento del Pontífice ante los conflictos que enlutan tantas partes del mundo, en especial Siria. Con su aliento a la reconciliación y la paz en América Latina, invitó a rezar también por los caídos en misión de paz.
“Pidamos a nuestra Madre María que nos ayude en la conversión, para seguir verdaderamente, cada vez más, a ese Jesús que adoramos en la Eucaristía”, fue la exhortación del Santo Padre a la hora del ángelus dominical.
Durante la Audiencia General del miércoles 5 de junio, ante 80 mil personas reunidas en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco, en la Jornada mundial del medio ambiente, advirtió que en la actualidad la creación y la persona humana están en peligro ante la cultura del descarte, y ante la crisis ética que está poniendo en peligro a la persona humana, puesto que el dinero se ha colocado por encima de la dignidad y los derechos humanos.
La mañana de ese miércoles el Papa recibió en audiencia a los miembros de los Organismos caritativos católicos para la crisis en Siria. Francisco manifestó que el pensamiento del Papa se dirige también a las comunidades cristianas que viven en todo el Oriente Medio. “La Iglesia -aseguró- sostiene a sus miembros que hoy pasan por un momento de particular dificultad. Ellos tienen la gran tarea de seguir haciendo presente el cristianismo en la región en que ha nacido. Y nuestro compromiso consistirá en favorecer la permanencia de este testimonio. La participación de toda la comunidad cristiana en esta gran obra de asistencia y ayuda es actualmente un imperativo”.
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El tiempo de Dios es definitivo
(RV).- (Con audio) El pasado 26 de mayo, en el domingo dedicado a la Santísima Trinidad, el Papa Francisco realizó su primera visita pastoral a una parroquia de su diócesis, en esta ocasión, del sector norte de la ciudad, dedicada a los santos Isabel y Zacarías.
Acogido desde el primer momento, por numerosas personas, en un ambiente de alegría y devoción, el Santo Padre llegó a esta parroquia de la periferia romana, donde antes de celebrar la Misa y dar la comunión a unos 40 niños y niñas – para 16 de ellos fue su Primera Comunión – confesó a ocho parroquianos y saludó y bendijo a los enfermos y a los niños bautizados este año, junto con sus padres.
Todo esto en un clima familiar y de fiesta, que se caracterizó también por un entrañable fervor, como cuando el grupo de pequeños y pequeñas vestidos de blanco se colocaron cantando ante el Papa Francisco, para invocar la bendición de Dios sobre él, que se inclinó en recogimiento y con las manos juntas.
Agradeciendo la bellísima acogida que recibió en este barrio de la extrema periferia de Roma, en esa “parroquia llena de vitalidad y con tantos niños, que son una bendición” el Santo Padre con su característica espontaneidad y sonrisa destacó también que “la realidad de conjunto, se comprende mejor desde la periferia y no estando en el centro”.
En su homilía, destacando la Santísima Trinidad y la figura de María, el Papa dialogó con los pequeños y pequeñas, que participaron en este diálogo con gran entusiasmo.
A la hora del ángelus dominical del 26 de mayo, Francisco clamó contra “las mafias” que explotan a los hombres y los reducen a la esclavitud, un día después de la beatificación del sacerdote italiano Giuseppe Puglisi, asesinado en 1993.
“Para seguir a Jesús debemos despojarnos de la cultura del bienestar y de la fascinación de lo provisional”. Lo dijo el Santo Padre en su homilía de la misa matutina del lunes 27 de mayo celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. El Papa subrayó que debemos hacer un examen de consciencia sobre las “riquezas” que hoy en día nos impiden acercarnos a Jesús. Y observó que nosotros estamos “enamorados de lo provisional”. Mientras las “propuestas definitivas” que nos hace Jesús, “no nos gustan”. En cambio, nos gusta lo pasajero, porque “tenemos miedo del tiempo de Dios” que es definitivo.
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La fuerza irresistible del Espíritu Santo
(RV).- (Con audio) El Espíritu desencadenó su fuerza irresistible. Novedad, armonía y misión, guiados por el Espíritu Santo, en la Iglesia y con la Iglesia. En la solemnidad de Pentecostés, alentando a revivir “la efusión del Espíritu Santo, que Cristo resucitado derramó sobre la Iglesia”, el Obispo de Roma señaló que este acontecimiento de gracia se difunde por todo el mundo y llega hasta nosotros.
Al concluir esta fiesta de la fe, el Santo Padre introdujo el rezo del Regina coeli, señalando que fue un renovado Pentecostés que transformó la Plaza de San Pedro en un Cenáculo a cielo abierto. “Hemos revivido la experiencia de la Iglesia naciente, unidos en oración con María, la Madre de Jesús”.
Con su servicio cotidiano son la mano de Dios que sacia el hambre de todas las personas. Con estas palabras el Papa Francisco se dirigió a las Misioneras de la Caridad, fundadas por la Beata Teresa de Calcuta, durante la visita que realizó la tarde del 21 de mayo a la Casa Don de María, en el Vaticano. La estructura administrada por las religiosas ofrece hospitalidad a unas 25 mujeres y casi 60 hombres que allí reciben la comida cotidianamente. El Papa recordó que en la Casa Don de María se vive una hospitalidad abierta sin distinción de nacionalidad o de religión. Debemos recuperar, todos, el sentido del don, de la gratuidad, de la solidaridad – dijo – porque hay un capitalismo salvaje que enseña la lógica del beneficio a toda costa y la explotación sin mirar a las personas.
El mandamiento que Jesús nos ha dado es el de hacer el bien. Por tanto, no es legítima la violencia en nombre de la religión. Y la redención se refiere a todos, no sólo a quien cree en Jesús. Lo dijo el Papa en la homilía de la misa del 22 de mayo. El Señor a todos, a todos, nos ha redimido con la sangre de Cristo: a todos, no sólo a los católicos. ¡A todos! “Padre, ¿a los ateos?”. También a ellos. ¡A todos! Y esta sangre nos hace hijos de Dios de primera categoría, ¡eh! Somos creados hijos con la semejanza de Dios que quiere a todos, ¡y la sangre de Cristo nos ha redimido a todos! Y todos nosotros tenemos el deber de hacer el bien. Y este mandamiento de hacer el bien a todos creo que sea un bello camino hacia la paz. Si nosotros, cada uno por su parte, hacemos el bien a los demás, nos encontramos allá, haciendo el bien, y haciéndolo lentamente, despacio, poco a poco, hacemos esa cultura del encuentro: tenemos tanta necesidad de esto. Encontrarse haciendo el bien. “¡Pero yo no creo, padre, soy ateo!”. Pero haz el bien: ¡nos encontramos allá! “Yo no pienso como usted, yo pienso…”: ¡haz el bien, y nos encontramos!
“La lengua del Espíritu, la lengua del Evangelio es la lengua de la comunión, que invita a superar cerrazones e indiferencia, divisiones y contraposiciones”. Con esta reflexión el Papa Francisco se dirigió a las miles de personas que llegaron a la Plaza de San Pedro el miércoles 22 de mayo para el tradicional encuentro del miércoles.
“Del fuego de Pentecostés se irradian siempre nuevas energías de misión, nuevo valor para evangelizar”, precisó el Pontífice, invitando a todos a no tener miedo de abandonarse a la obra del Espíritu, que nos hace capaces de “testimoniar nuestra fe” e ilumina “el corazón de quien encontramos”. En este itinerario la Iglesia que evangeliza, añadió el Papa, “debe partir siempre de la oración, del pedir, como los Apóstoles en el Cenáculo, el fuego del Espíritu Santo”. “Sólo la relación fiel e intensa con Dios”, en efecto, “permite salir de las propias cerrazones y anunciar el Evangelio”; “sin la oración” el obrar “se vuelve vacío” y “el anunciar no tiene alma”. En fin, el pensamiento del Pontífice, en sus saludos a los grupos, se dirigió a la tragedia de Oklahoma, con la petición de rezar por las víctimas del tornado, sobre todo por los niños.
“El viernes, 24 de mayo, es el día dedicado a la memoria litúrgica de la Bienaventurada Virgen María, Ayuda de los Cristianos, venerada con gran devoción en el Santuario de Sheshan en Shanghai”. Lo dijo el Papa Francisco durante esa audiencia general en la que afirmó: “Invito a todos los católicos en el mundo a unirse en oración con los hermanos y las hermanas que están en China, para implorar de Dios la gracia de anunciar con humildad y alegría a Cristo muerto y resucitado, ser fieles a su Iglesia y al Sucesor de Pedro y vivir la cotidianidad en el servicio a su país y a sus conciudadanos de modo coherente con la fe que profesan. Haciendo nuestras algunas palabras de la oración a la Virgen de Sheshan, quisiera invocar junto a ustedes a María así: ‘Nuestra Señora de Sheshan, sostén el empeño de cuantos en China, entre las fatigas cotidianas, siguen creyendo, esperando y amando, a fin de que jamás teman hablar de Jesús al mundo y del mundo a Jesús’. Que María, Virgen fiel, sostenga a los católicos chinos, haga sus no fáciles empeños cada vez más preciosos a los ojos del Señor, y haga crecer el afecto y la participación de la Iglesia que está en China en el camino de la Iglesia universal”.
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Paz, solidaridad y fraternidad para México y Colombia
(RV).- (Con audio) Dos religiosas latinoamericanas y 800 mártires italianos: son los primeros santos del Papa Francisco, elevados al honor de los altares en una solemne ceremonia en la Plaza de San Pedro el VII domingo de Pascua.
A la hora del rezo del Regina coeli, del domingo 12 de mayo, el Papa Francisco se dirigió a los numerosos peregrinos y fieles en la Plaza de San Pedro. Pensando en los nuevos santos, invitó al pueblo italiano a mirar con esperanza hacia el futuro, confiando en la cercanía de Dios que jamás abandona. A México y Colombia deseó paz, solidaridad y fraternidad. Y saludó a los participantes en la Marcha por la Vida, invitando a mantener siempre alta la atención sobre este tema.
“Oremos a fin de que el Espíritu Santo nos asista y no nos haga olvidar jamás la Pasión de Jesús que quita nuestros pecados”. Lo reafirmó el Papa Francisco en la homilía de la misa del lunes 13 de mayo. Y cuando viene un poco de vanidad, y uno cree ser un poco el Premio Nobel de la Santidad, también la memoria nos hace bien: “Pero… acuérdate de dónde te he tomado: del final del rebaño. Tu estabas atrás, en la grey”. La memoria es una gracia grande, y cuando un cristiano no tiene memoria – es duro, esto, pero es la verdad – no es cristiano: es idólatra. Porque ante un Dios que no tiene camino, no se hace camino, y nuestro Dios hace camino con nosotros, se mezcla con nosotros, camina con nosotros. Nos salva. Hace historia con nosotros. Memoria de todo esto, y la vida se vuelve más fructuosa, con esta gracia de la memoria.
El Papa Francisco recibió al Presidente de la República de Colombia, Juan Manuel Santos Calderón. En el curso de las conversaciones se detuvieron sobre la actualidad de la figura de la Madre Laura Montoya y Upegui, primera Santa colombiana y fecunda intérprete de las raíces cristianas del país, canonizada ayer en la Plaza de San Pedro, así como también sobre la aportación de la Iglesia para la promoción de la “cultura del encuentro” y sobre sus obras al servicio del progreso humano y espiritual de la nación. Se tuvieron en cuenta los desafíos que Colombia debe afrontar, sobre todo en cuanto a las desigualdades sociales. No faltó una referencia al proceso de paz en curso y a las víctimas del conflicto, deseando que las partes implicadas prosigan las negociaciones, animadas por una sincera búsqueda del bien común y de la reconciliación. En fin, se subrayó el empeño de la Iglesia a favor de la vida y de la familia.
La acción que el Espíritu Santo lleva a cabo en la guía de la Iglesia y en cada uno de nosotros fue el tema elegido por el Papa Francisco para su catequesis de la audiencia general del miércoles 15 de mayo, ante la proximidad de Pentecostés.
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy, cercana ya de la fiesta de Pentecostés, deseo hablar del Espíritu Santo que guía a la Iglesia, y a cada uno de nosotros, a la Verdad plena. En nuestros días, marcados por el relativismo, es necesario preguntarnos como Pilato: “¿Qué es ‘la’ Verdad?”. La Verdad con mayúsculas no es una idea que nosotros nos hacemos o consensuamos, sino una persona con la que nos encontramos. Cristo es la Verdad, que se ha hecho carne. Y el Espíritu Santo hace posible que lo reconozcamos y lo confesemos como Señor.
El Espíritu Santo nos recuerda las palabras de Jesús y las imprime en nuestros corazones. Él es la ley inscrita en nuestro interior, donde tomamos las decisiones. El Espíritu Santo, además, nos lleva a la inteligencia de la Verdad completa. Él es quien suscita el sentido de la fe en los creyentes creando una comunión, cada vez más profunda, con Cristo. Mediante el Espíritu Santo, el Padre y el Hijo hacen morada en nosotros.
En este Año de la fe, invoquemos especialmente la asistencia del Espíritu Santo, para que nos guíe y nos sostenga en el camino del discipulado.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, México, Honduras, Paraguay, Chile, Argentina y los demás países latinoamericanos. Pidamos a la Virgen María que nos haga dóciles a la acción del Espíritu Santo, para que como Ella, con disponibilidad total, digamos “sí” a los designios de Dios en nuestra vida. Muchas gracias.
Producción de María Fernanda Bernasconi. (hispano@vatiradio.va)
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Poner en las manos de María todas nuestras alegrías y preocupaciones
(RV).- (Con audio) A la hora del Regina coeli del pasado domingo 5 de mayo, el Pontífice hizo un llamamiento para que todos nos comprometamos “con claridad y valor para que cada persona humana, especialmente los niños, sea siempre defendida y tutelada”.
Al rezar por los cristianos que viven en la prueba y el sufrimiento, el Papa saludó a las Iglesias de Oriente que celebraban ese día la Pascua de Resurrección y recordó a la nueva beata Francisca de Paula de Jesús, beatificada en Brasil.
Al celebrar la Santa Misa, en el VI Domingo de Pascua y en el marco del Año de la fe, por las Hermandades de todo el mundo el Papa Francisco les dejó la consigna de la “autenticidad evangélica, la ‘eclesialidad’, y el ardor misionero”.
El Espíritu Santo es el “agua viva” que Jesús prometió para colmar los anhelos más profundos y más altos del corazón humano, reiteró el Papa Francisco en su catequesis del pasado miércoles 8 de mayo.
Y en el día en el que se celebraba a Nuestra Señora de Luján, Celestial Patrona de Argentina el Papa pidió en esta audiencia un aplauso a la Virgen, a la vez que saludó con afecto a los argentinos poniendo en las manos de María todas sus alegrías y preocupaciones.
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Que los responsables de la cosa pública se esfuercen para dar nuevo impulso a la ocupación
(RV).- (Con audio) El pasado 28 de abril, antes del Regina coeli con casi cien mil fieles y peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro, Francisco rezó y expresó su cercanía espiritual por las víctimas que causó el derrumbe de una fábrica en Bangladesh.
Ese mismo día, V Domingo de Pascua, el Papa Francisco celebró a las diez de la mañana la Santa Misa en la Jornada del Año de la Fe dedicada al Sacramento de la Confirmación. En su homilía el Obispo de Roma hizo hincapié en que el Espíritu del Señor quiere transformar el mundo en que vivimos, contando con nosotros. Por lo eso alentó a abrirle la puerta, dejando que El nos guíe.
El miércoles 1° de mayo el Papa Francisco celebró la tradicional audiencia semanal ante la presencia de más de setenta mil fieles y peregrinos de los cinco continentes. En la memoria de San José Obrero, Francisco reflexionó sobre los numerosos desafíos que esperan a las sociedades contemporáneas en el horizonte del trabajo, deseando que los “responsables de la cosa pública” hagan “todos los esfuerzos para dar nuevo impulso a la ocupación” y realicen “una decidida elección contra la trata de personas, dentro de la cual figura el ‘trabajo de esclavo”.
A las más de setenta mil personas que colmaron la Plaza de San Pedro, el Pontífice pidió que sean solidarias y que no pierdan la esperanza, porque también “San José tuvo momentos difíciles, pero jamás perdió la confianza y supo superarlos, con la certeza de que Dios no nos abandona”. De modo particular a los jóvenes, les pidió que no tengan “miedo del empeño, del sacrificio”, sino que mantengan “viva la esperanza” porque “hay siempre una luz en el horizonte”. Y en coincidencia con el segundo aniversario de la beatificación de Juan Pablo II y en el inicio del mes mariano de mayo, el Papa Francisco destacó la importancia y la belleza del santo rosario, deseando que se lo rece más en las familias y entre los amigos.
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Fidelidad cotidiana a la voluntad de Dios, aun a costa del cambio de nuestros programas
(RV).- (Con audio) Sean sacerdotes de Cristo, llenos de misericordia y ternura, voz del Pueblo de Dios y de la humanidad entera, pidió Francisco a los diez nuevos sacerdotes de la Diócesis de Roma, que recibieron la ordenación presbiteral de las manos del Santo Padre el domingo 21 de abril.
¡Pregúntale a Jesús qué quiere de ti y sé valiente! Después del Rezo a María, para conocer cada vez mejor la voz de Jesús y seguirla en el camino de la vida, el Papa dirigió sendos llamamientos por la paz en Venezuela y por las víctimas del terremoto en China continental.
“Contemplemos a Cristo, sentado a la derecha de Dios Padre, para que nuestra fe se fortalezca y recorramos alegres y confiados los caminos de la santidad”, alentó el Papa, hablando en nuestro idioma, en su audiencia general del pasado 17 de abril.
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Combatir el mal con el bien aunando sus esfuerzos
(RV).- (Con audio) El Santo Padre invitó a mediodía del III Domingo de Pascua, en que rezó el Regina Coeli con unos 80 mil fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro, a que la Iglesia anuncie con valentía a Cristo Resucitado, como los primeros cristianos.
Queridos hermanos y hermanas: Rezando juntos el Regina Coeli, pidamos la ayuda de María Santísima para que la Iglesia en todo el mundo anuncie con sinceridad y coraje la Resurrección del Señor y dé testimonio válido con signos de amor fraterno. Recemos en modo particular para que los cristianos que sufren persecución sientan la presencia viva y confortante del Señor Resucitado.
Ese domingo 14 de abril por la tarde el Papa Francisco presidió la Santa Misa en la basílica papal de San Pablo Extramuros con motivo de su primera visita como Obispo de Roma. Concelebraron con el Santo Padre, el cardenal James Harvey, arcipreste de la basílica y el abad Edmund Power.
En su homilía, el Santo Padre recordó que se encontraban sobre la tumba de san Pablo, “un humilde y gran Apóstol del Señor, que lo ha anunciado con la palabra, ha dado testimonio de él con el martirio y lo ha adorado con todo el corazón”. Y añadió que esos eran los tres verbos sobre los que deseaba reflexionar: anunciar, testimoniar, adorar, a la luz de la Palabra de Dios de las lecturas de esa liturgia.
El Papa explicó que adorar al Señor quiere decir darle a él el lugar que le corresponde; quiere decir afirmar, creer – pero no simplemente de palabra – que únicamente él guía verdaderamente nuestra vida.
Esto tiene una consecuencia en nuestra vida: despojarnos de tantos ídolos, pequeños o grandes, que tenemos, y en los cuales nos refugiamos, en los cuales buscamos y tantas veces ponemos nuestra seguridad. Son ídolos que a menudo mantenemos bien escondidos; pueden ser la ambición, la carrera, el gusto del éxito, el poner en el centro a uno mismo, la tendencia a estar por encima de los otros, la pretensión de ser los únicos amos de nuestra vida, algún pecado al que estamos apegados, y muchos otros.
El Papa Francisco - a través del cardenal Secretario de Estado, Tarcisio Bertone - enviado el pasado 16 de abril un telegrama al cardenal Sean O'Malley, arzobispo estadounidense de Boston, con motivo del atentado que había tenido lugar el día anterior en esa ciudad durante una maratón y que causó tres víctimas mortales y más de un centenar de heridos.
“Profundamente entristecido por la noticia de la pérdida de vidas y las graves heridas causadas por el acto de violencia perpetrado (...) en Boston – se lee en el texto - Su Santidad el Papa Francisco le asegura su afecto y cercanía en la oración. Tras esta tragedia insensata, Su Santidad invoca la paz de Dios para los fallecidos, su consuelo para los que sufren y su fortaleza para todos los que participan en las tareas de emergencia y socorro. En este momento de luto el Santo Padre reza para que todos los bostonianos estén unidos en la decisión de no ser vencidos por el mal, sino de combatir el mal con el bien aunando sus esfuerzos para construir una sociedad cada vez más justa, libre y segura para las generaciones futuras”.
Ese mismo día, con motivo del ochenta y seis cumpleaños del Papa emérito Benedicto XVI, el Santo Padre Francisco comenzó la celebración de la Misa en la capilla de la Casa Santa Marta invitando a todos los presentes a rezar con estas palabras: “Hoy es el cumpleaños de Benedicto XVI, ofrezcamos la Misa por él, para que el Señor le acompañe, le conforte y le consuele mucho”.
Y a lo largo de esa mañana el Santo Padre llamó por teléfono a Benedicto XVI, quien se encuentra en las Villas Pontificias de Castel Gandolfo, para felicitarlo por este motivo, haciendo extensivos sus saludos y sus mejores deseos a su hermano, Mons. Georg Ratzinger, quien se encuentra desde hace varios días en esa localidad, para festejar en familia el cumpleaños del Papa emérito y quien, a su vez, celebrará dentro de poco, el 23 de abril, en la memoria litúrgica de San Jorge, su onomástico, al igual que el Papa Francisco.
En el relato de la Ascensión de Jesús podemos comprender cuan importante es encomendar nuestra vida a Cristo; porque si nos dejamos guiar por Él estamos seguros de estar en manos seguras. Lo subrayó el Papa Francisco en su catequesis de la audiencia general del miércoles 17 de abril que celebró en la Plaza de San Pedro ante más de cincuenta mil fieles y peregrinos de los cinco continentes. La Ascensión no indica la ausencia de Jesús, sino que nos dice que Él está vivo en medio a nosotros de manera nueva; ya no en un preciso lugar del mundo como antes de la Ascensión; ahora está en la señoría de Dios, presente en todo espacio y tiempo, cercano a cada uno de nosotros. En nuestra vida jamás estamos solos, agregó Francisco, porque el Señor crucificado y resucitado nos guía; con nosotros hay tantos hermanos y hermanas que en el silencio y en el escondimiento, en su vida familiar y en el trabajo, con sus problemas y dificultades, con sus alegrías y esperanzas, viven diariamente la fe y traen, junto a nosotros al mundo, la señoría del amor de Dios.
Queridos hermanos y hermanas: También nosotros hemos de saber que entrar en la gloria de Dios exige la fidelidad cotidiana a su voluntad, aun a costa de sacrificios y del cambio de nuestros programas. El íntimo coloquio de Jesús con el Padre antes de la Pasión nos enseña, además, cómo la oración nos da la fuerza de ser fieles al proyecto de Dios. Después, Jesús asciende a los cielos bendiciendo, un gesto sacerdotal para mostrar que, desde el seno del Padre, intercede siempre por nosotros. Él nos ha abierto el paso para llegar a Dios, y nos atrae hacia él, nos protege, nos guía e intercede por nosotros. Mirar a Jesucristo, que asciende a los cielos, es una invitación a testimoniar su Evangelio en la vida cotidiana, con la vista puesta en su venida gloriosa definitiva.
Durante la audiencia general el Papa dirigió un llamamiento a favor de las poblaciones de Irán y Pakistán, afectadas por un violento sismo. Y después de esta audiencia general el Papa recibió al Sr. Saleh Mohammad Al Ghamdi, Embajador del Reino de Arabia Saudí en Italia, Portador de un Mensaje del Rey Abdullah bin Abdulaziz Al Saud.
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He visto siempre que Dios ha acogido, consolado, lavado, amado
(RV).- (Con audio) “¡No debemos tener miedo de vivir como cristianos! y anunciar a Cristo Resucitado. Porque Él ha hecho la paz con su amor, su perdón y su misericordia. Lo dijo el Papa Francisco en el segundo Domingo de Pascua y de la Divina Misericordia, antes de rezar la antífona mariana del Regina coeli ante unos cien mil fieles reunidos en la Plaza de San Pedro.
¡Tengamos también nosotros más coraje para testimoniar la fe en Cristo Resucitado! ¡No debemos tener miedo de ser cristianos y de vivir como cristianos! Nosotros debemos tener este coraje de ir y anunciar a Cristo Resucitado. Porque Él es nuestra paz. Él ha hecho la paz con su amor, con su perdón, con su sangre, con su misericordia.
“En mi vida personal, he visto muchas veces el rostro misericordioso de Dios, su paciencia; he visto también en muchas personas la determinación de entrar en las llagas de Jesús... Y he visto siempre que Dios ha acogido, consolado, lavado, amado. Lo afirmó el Papa Francisco, la tarde 7 de abril, domingo de la Divina Misericordia, en la homilía de la misa que celebró con motivo de la toma de posesión de la Catedral de Roma.
“La esperanza de nosotros, los cristianos, es fuerte, segura y sólida en esta tierra, donde Dios nos ha llamado a caminar, y está abierta a la eternidad, porque está fundada en Dios, que siempre es fiel”. Con este pensamiento el Papa saludó a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro para la audiencia general del miércoles 10 de abril. Prosiguiendo las catequesis dedicadas al Año de la fe, el Pontífice invitó a todos a testimoniar, en la vida diaria, con gestos claros y sencillos, la esperanza del Señor Resucitado, una esperanza que no desvanece. “Ser resucitados con Cristo mediante el Bautismo, con el don de la fe”, explicó Francisco, no se reduce sencillamente “a seguir órdenes, sino que quiere decir estar en Cristo, pensar como Él, actuar como Él, amar como Él; es dejar que Él tome posesión de nuestra vida y la cambie, la libere de las tinieblas del mal y del pecado”. En el curso del encuentro, en que el Papa también saludó en español a los fieles, todos fueron invitados a comportarse “como hijos de Dios”, sin desanimarse por las caídas y por los pecados. “¡Mostremos la alegría de ser hijos de Dios, la libertad que nos da vivir en Cristo, que es la verdadera libertad, la de la esclavitud del mal, del pecado y de la muerte! Miremos hacia la Patria celestial, tendemos una nueva luz y fuerza también en nuestro empeño y en nuestras fatigas cotidianas. Es un servicio precioso que debemos dar a nuestro mundo, que con frecuencia ya no logra levantar la mirada hacia lo alto, ya no logra levantar la mirada hacia Dios”.
En el curso de esta audiencia el Papa Francisco manifestó su cercanía a las víctimas del terremoto que sacudió el sur de Irán.
“He recibido la noticia del fuerte terremoto que ha sacudido el sur de Irán y que ha causado muertos, numerosos heridos y graves daños. Rezo por las víctimas y expreso mi cercanía a las poblaciones afectadas por esta calamidad”.
Producción de María Fernanda Bernasconi. (hispano@vatiradio.va)
El espacio “El Papa en la semana”, se transmite los sábados en las emisiones informativas de las 17,30; 01,45 y 03,20 UTC.
Paz para este mundo ensangrentado
(RV).- (Con audio) El Papa Francisco, tras celebrar la misa del domingo de Pascua, en que reafirmó que “Jesús ha resucitado. Ha vencido el amor, ha triunfado la misericordia”, el Sucesor de Pedro a mediodía, desde el balcón central de la basílica vaticana, pronunció el Mensaje pascual e impartió su bendición Urbi et Orbi, es decir a la ciudad de Roma y al mundo.
El Santo Padre recordó las guerras y la violencia que ensangrientan diversas regiones del planeta y pidió: Paz a todo el mundo, aún tan dividido por la codicia de quienes buscan fáciles ganancias, herido por el egoísmo que amenaza la vida humana y la familia, desgarrado por la violencia ligada al tráfico de drogas y la explotación inicua de los recursos naturales.
Paz para Oriente Medio, en particular entre israelíes y palestinos, que tienen dificultades para encontrar el camino de la concordia, para que reanuden las negociaciones con determinación y disponibilidad, con el fin de poner fin a un conflicto que dura ya demasiado tiempo. Paz para Irak, y que cese definitivamente toda violencia, y, sobre todo, para la amada Siria, para su población afectada por el conflicto y los tantos refugiados que están esperando ayuda y consuelo. ¡Cuánta sangre derramada! Y ¿cuánto dolor se ha de causar todavía, antes de que se consiga encontrar una solución política a la crisis?
Paz para África, escenario aún de conflictos sangrientos. Para Malí, para que vuelva a encontrar unidad y estabilidad; y para Nigeria, donde lamentablemente no cesan los atentados, que amenazan gravemente la vida de tantos inocentes, y donde muchas personas, incluso niños, están siendo rehenes de grupos terroristas. Paz para el Este la República Democrática del Congo y la República Centroafricana, donde muchos se ven obligados a abandonar sus hogares y viven todavía con miedo.
Paz en Asia, sobre todo en la península coreana, para que se superen las divergencias y madure un renovado espíritu de reconciliación.
Paz a todo el mundo, aún tan dividido por la codicia de quienes buscan fáciles ganancias, herido por el egoísmo que amenaza la vida humana y la familia, desgarrado por la violencia ligada al tráfico de drogas y la explotación inicua de los recursos naturales.
El 1° de abril conocido como el lunes del ángel, el Papa rezó el Regina coeli con varios miles de fieles y peregrinos que se habían dado a mediodía en la Plaza de San Pedro. En esta ocasión, entre otras cosas el Papa dijo:
“Queridos hermanos y hermanas:
¡Buena Pascua a todos ustedes! Les agradezco que hayan venido también hoy en gran número, para compartir la alegría de la Pascua, misterio central de nuestra fe. Que la fuerza de la Resurrección de Cristo llegue a cada persona – especialmente a quien sufre – y a todas las situaciones más necesitadas de confianza y esperanza.
Cristo ha vencido el mal de modo pleno y definitivo, pero nos corresponde a nosotros, a los hombres de todos los tiempos, acoger esta victoria en nuestra vida y en las realidades concretas de la historia y de la sociedad.
Por esto me parece importante subrayar lo que hoy le pedimos a Dios en la liturgia: “Oh Padre, que haces crecer tu Iglesia dándole siempre nuevos hijos, concede a tus fieles que expresen en su vida el sacramento que han recibido en la fe” (Oración Colecta del Lunes de la Octava de Pascua).
Es verdad, el bautismo que nos hace hijos de Dios, la Eucaristía que nos une a Cristo, deben convertirse en vida, es decir, traducirse en actitudes, comportamientos, gestos y elecciones. La gracia contenida en los Sacramentos pascuales es un potencial de renovación enorme para la existencia personal, para la vida de las familias, para las relaciones sociales. Pero todo pasa a través del corazón humano: si yo me dejo alcanzar por la gracia de Cristo resucitado, si le permito que me cambie en ese aspecto mío que no es bueno, que puede hacerme mal a mí y a los demás, yo permito a la victoria de Cristo que se afirme en mi vida, que extienda su acción benéfica. ¡Éste es el poder de la gracia! Sin la gracia no podemos hacer nada. Sin la gracia no podemos nada. Y con la gracia del Bautismo y de la Comunión eucarística puedo llegar a ser instrumento de la misericordia de Dios. De esa bella misericordia de Dios.
El miércoles 3 de abril, Padre Francisco celebró la segunda audiencia general de su pontificado, en cuya catequesis, en el marco Año de la fe, reflexionó sobre la resurrección de Jesús. Francisco se digirió en especial a los jóvenes, animándolos a vivir y testimoniar la esperanza cristiana:
¡Dejémonos iluminar por la Resurrección de Cristo, dejémonos transformar por su fuerza, para que, también a través de nosotros, en el mundo los signos de muerte dejen lugar a los signos de la vida! He visto que hay tantos jóvenes en la plaza, chicos y chicas, aquí están. Les digo: lleven adelante esta certeza, el Señor está vivo y camina a nuestro lado en la vida. Ésta es la misión de ustedes. Lleven adelante esta esperanza. Estén anclados a esta esperanza, esta ancla que está en el cielo. Sujétense fuerte a la cuerda, queden anclados y lleven adelante la esperanza. Ustedes, testimonios de Jesús, testimonien que Jesús está vivo y ello nos dará esperanza y dará esperanza a este mundo algo envejecido por las guerras, por el mal y por el pecado ¡Adelante jóvenes!
Producción de María Fernanda Bernasconi. (hispano@vatiradio.va)
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No se dejen robar la esperanza
(RV).- (Con audio) “¡Por favor no se dejen robar la esperanza que nos da Jesús!”. Lo dijo Francisco el domingo 24 de marzo al reiterar que Jesús es el rostro misericordioso de Dios que vence el mal. El Obispo de Roma recordó al beato Juan Pablo II y a Benedicto XVI, invitando a los jóvenes a la próxima Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro.
El Papa rezó el ángelus dominical desde el mismo atrio de la Basílica de San Pedro al final de la Santa Misa. Antes del responso por los fieles difuntos, el Obispo de Roma pidió especialmente por quienes sufren, y encomendó a los jóvenes la preparación espiritual para la próxima Jornada Mundial de la Juventud ¡En julio a Río!
Después de la tradicional y solemne procesión con ramos de olivo y de palma, que caracteriza esta celebración, en una Plaza de San Pedro iluminada por el sol de primavera y con la participación de más de doscientas mil personas.
“Llevemos un rayo del amor de Dios a todos los que encontremos”. Lo pidió Francisco a los fieles en su primera catequesis de la audiencia general del pasado miércoles 27 de marzo. Tras rendir homenaje a su predecesor Benedicto XVI, comentando este tiempo litúrgico el Papa subrayó que vivir la Semana Santa es entrar cada vez más en la lógica de Dios, en la lógica de la Cruz, que no es ante todo la del dolor y de la muerte, sino la del amor y del don de sí que trae consigo. Y dijo que seguir a Jesús exige “salir” de sí mismo.
Alguien podría decir: "no tengo tiempo", "tengo muchas cosas que hacer", "es difícil", "¿qué puedo hacer yo con mi poca fuerza?". A menudo nos conformamos con algunas oraciones, con una misa dominical distraída e inconstante, con un acto de caridad, pero no tenemos la valentía de "salir" para llevar a Cristo. Dios piensa con misericordia; Dios piensa como el padre que espera el regreso de su hijo y va a su encuentro, lo ve venir cuando todavía está muy lejos... una señal de que lo esperaba todos los días desde la terraza de su casa; Dios piensa como el samaritano que no pasa cerca del desventurado compadeciéndose, sino socorriéndole sin pedir nada a cambio; Dios piensa como el pastor que da su vida para defender y salvar a las ovejas.
Al término de la audiencia, que se celebró en la Plaza de San Pedro, el Papa dirigió un llamamiento a la paz por la República Centroafricana.
Sigo con atención lo que está ocurriendo en estas horas en la República Centroafricana y deseo asegurar mi oración por todos aquellos que sufren, de manera particular por los familiares de las víctimas, los heridos y las personas que han perdido la propia casa y que se han visto obligadas a escapar. Hago un llamamiento para que cesen inmediatamente los actos de violencia y los saqueos, y se encuentre cuanto antes una solución política a la crisis que restablezca la paz y la concordia en aquel querido país, desde hace tanto tiempo marcado por conflictos y divisiones.
Producción de María Fernanda Bernasconi. (hispano@vatiradio.va)
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El mensaje de Jesús es la misericordia
(RV).- (Con audio) El Señor no se cansa jamás de perdonar, somos nosotros los que renunciamos a pedir su misericordia. El nuevo Obispo de Roma celebró el pasado domingo 17 de marzo, la santa misa en la parroquia vaticana de Santa Ana en cuya homilía recordó a los presentes que Jesús se ha hecho hombre para llevar al corazón de todos, la misericordia infinita de Dios.
Con la sencillez y espontaneidad de un pastor entre su grey en el día del Señor, el Papa Bergoglio comentó el episodio evangélico del perdón concedido por Jesús a la adúltera. Y precisó que si bien nos agrada escuchar la palabra del Hijo de Dios, al mismo tiempo, a veces, “nos gusta bastonear y condenar a los demás”.
“No es fácil encomendarse a la misericordia de Dios – dijo en su breve, pero intensa homilía pronunciada sin leer – porque es un abismo incomprensible”, pero no nos cansemos, prosiguió Francisco, de pedir perdón por nuestros pecados. Dios, en efecto, tiene una extraordinaria capacidad de olvidar y cada vez extiende sus brazos para abrazarnos, para besarnos, pidiéndonos sólo que no pequemos más.
En la pequeña iglesia de Santa Ana fueron tantos los fieles que se dieron cita para esta ocasión especial, incluso un joven sacerdote argentino que trabaja con los chicos de la calle en Uruguay, a quien el Papa homenajeó afectuosamente. Una vez concluida la celebración, el Pontífice saludó a todos, uno por uno, yendo también más allá de la Puerta de Santa Ana para saludar a cuantos abarrotaban los alrededores del confín vaticano.
Un poco de misericordia volvería al mundo menos frío y más justo. Una Plaza de San Pedro festiva y variopinta abrazó ese domingo al Papa Francisco en su primer ángelus que rezó desde la ventana del Palacio Apostólico. El Papa Francisco habló de la paciencia de Dios con sus hijos, del ejemplo de Jesús, que jamás tiene palabras de desprecio y de condena, sino sólo de amor y de misericordia. Si el Señor no perdonara, prosiguió, citando un libro del Cardenal Walter Kasper y recordando una conversación mantenida con una señora de 80 años cuando acabada de convertirse en obispo, el mundo no existiría. Una vez más, el Papa Francisco pidió que se rece por su ministerio, exhortando a todos a buscar siempre el perdón de Dios.
Y al concluir explicó: “Elegí el nombre del Patrono de Italia, San Francisco de Asís y esto refuerza mi lazo espiritual con esta tierra, donde, como saben, están los orígenes de mi familia. Pero Jesús nos ha llamado a formar parte de una nueva familia: su Iglesia”.
“Custodiar a Jesús con María, custodiar toda la creación, custodiar a todos, especialmente a los más pobres, custodiarnos a nosotros mismos; he aquí un servicio que el Obispo de Roma está llamado a desempeñar, pero al que todos estamos llamados, para hacer brillar la estrella de la esperanza: protejamos con amor lo que Dios nos ha dado”.
Con esta fuerte exhortación el Papa Francisco concluyó la mañana del martes 19 de marzo la homilía de inicio del ministerio petrino. En la plaza de San Pedro, estuvieron presentes casi 200 mil fieles a quienes el Obispo de Roma les indicó, en el día de su fiesta, el modelo de San José, custodio de María y de Jesús así como de toda la Iglesia, tal como lo subrayaba el beato Juan Pablo II.
Además el Papa recordó a su predecesor, entre aplausos, en el día de su onomástico. Y dijo que la vocación de custodiar no sólo nos atañe a nosotros, los cristianos, sino que tiene una dimensión que antecede y que es simplemente humana, corresponde a todos los hombres, porque es custodiar a toda la creación, es tener respeto por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos. Es custodiar cada uno, con amor, especialmente a los niños, a los ancianos, a quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón. El Papa pidió a quienes tienen puestos de responsabilidad en el ámbito económico, político o social que sean custodios de los dones de Dios, porque cuando falta esta responsabilidad “entonces gana terreno la destrucción y el corazón se queda árido”.
Custodiar quiere decir entonces vigilar sobre nuestros sentimientos, nuestro corazón, porque ahí es de donde salen las intenciones buenas y malas: las que construyen y las que destruyen. No debemos tener miedo de la bondad, más aún, ni siquiera de la ternura que no es la virtud de los débiles, sino más bien todo lo contrario: denota fortaleza de ánimo y capacidad de atención, de compasión, de verdadera apertura al otro, de amor. Cristo ha dado un poder a Pedro, concluyó el Papa, pero el verdadero poder es el servicio, y el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese servicio que tiene su culmen luminoso en la cruz. Sólo quien sirve con amor sabe custodiar.
Antes de la misa, Francisco recorrió todos los sectores de la Plaza para bendecir y saludar a los fieles. Luego descendió con los patriarcas de las Iglesias Orientales católicas al Sepulcro de Pedro y se recogió en oración. Tras la procesión, antes de que iniciara la misa, el cardenal protodiácono Tauran le impuso el Palio pastoral y el cardenal decano Sodano le entregó el anillo del Pescador. Al final de la celebración el Pontífice recibió –en la Basílica- a los jefes de las delegaciones de 132 países y organizaciones internacionales que participaron en la misa para el inicio de su ministerio petrino.
El miércoles 20 de marzo, al encontrarse con los representantes de las Iglesias y comunidades cristianas el Papa Francisco reafirmó la firme voluntad de proseguir en el camino del diálogo ecuménico a través del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos. A los representantes del pueblo judío les deseó la prosecución del diálogo que pedía el Concilio y que se ha realizado efectivamente. Después dirigió palabras de aprecio a los representantes de las demás religiones y a los musulmanes. La Iglesia católica – añadió – es conciente de la importancia que tiene la promoción de la amistad y del respeto entre hombres y mujeres de diversas tradiciones religiosas. Las religiones pueden trabajar por la paz y por el bien de la humanidad y, sobre todo, para tener viva en el mundo la sed de absoluto, no permitiendo que prevalezca una visión según la cual el hombre se reduce a lo que produce y consume.
Ese mismo día el Papa también recibió a Bartolomé I, Patriarca ecuménico de Constantinopla e inmediatamente después al Metropolita Hilarión del Patriarcado de Moscú. Anteriormente, Francisco había recibido a la presidenta de Brasil, Dilma Roussef, con quien conversó más de media hora.
Producción de María Fernanda Bernasconi. (hispano@vatiradio.va)
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Camino de fraternidad, amor y confianza
(RV).- (Con audio) El Papa Francisco se dio a conocer, ante el mundo entero la tarde del miércoles 13 de marzo tras la espera necesaria por parte de los miles de fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro y por todos los que seguían estos momentos, con emoción, a través de la televisión.
Tras saludar y presentarse como Obispo de Roma y pedir que se rece por el Papa emérito, el Papa Francisco explicó que ahora, comenzamos este camino de la Iglesia de Roma, que es la que preside en la caridad a todas las Iglesias. Un camino de fraternidad, de amor, de confianza entre nosotros, en que no dejó de recomendar que recemos siempre recíprocamente, por todo el mundo, para que haya una gran fraternidad.
Y antes de impartir su bendición Urbi et Orbi pidió a los fieles que rezaran por él. Al final concluyó con estas sencillas palabras:
Hermanos y hermanas, los dejo. Muchas gracias por su acogida. Recen por mí y hasta pronto. Nos veremos pronto. Mañana quisiera ir a rezar a la Virgen, para que proteja a toda Roma. Buenas noches y que descansen.
El jueves 14 de marzo a las ocho de la mañana el Papa Francisco salió desde la Casa de Santa Marta para rezar, tal como él mismo lo había dicho en su primera aparición pública ante los fieles, desde el balcón de la logia central de la Basílica de San Pedro, en la basílica romana de Santa María la Mayor. Allí el nuevo Obispo de Roma se detuvo en oración ante la imagen de la advocación de la “Salus Populi Romani”, en cuyo altar colocó un pequeño ramo de flores, como un peregrino más.
Esa misma tarde a las cinco, en la Capilla Sixtina, el Santo Padre presidió su primera Misa como Papa, junto a los Cardenales, con motivo de la conclusión del Cónclave, después de lo cual visitará el Apartamento Papal.
“Cuando caminamos sin la Cruz, cuando edificamos sin la Cruz y cuando confesamos a un Cristo sin la Cruz, no somos discípulos del Señor: somos mundanos, somos obispos, sacerdotes, cardenales, papas, pero no discípulos del Señor”.
Con este fuerte llamamiento a edificar la Iglesia sobre la sangre de Jesús, pronunciado improvisando, el Papa Francisco indicó el camino a sus hermanos cardenales en la misa "pro Ecclesia" celebrada en la conclusión del Cónclave en la Capilla Sixtina. “Nosotros podemos caminar cuanto queramos, podemos edificar tantas cosas, pero si no confesamos a Jesucristo, la cosa no funciona. Nos convertíamos en una ONG asistencial, pero no en la Iglesia, esposa del Señor. Vocación de la Iglesia es también edificar sobre la piedra angular que es Cristo, para no ser como los niños que construyen castillos de arena en la playa. Citando a Leon Bloy, el Papa Bergoglio recordó que “quien no reza al Señor, reza al diablo”. Cuando no se confiesa a Jesucristo – concluyó – se confiesa la mundanidad del demonio.
El viernes 15 de marzo, a las 11,00 de la mañana, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, el Papa Francisco recibió en audiencia a todos los Cardenales, electores y no electores a quienes, entre otras cosas, les dijo:
“No cedamos jamás al pesimismo, a esa amargura que el diablo nos ofrece cada día. Tengamos la firme certeza de que el Espíritu Santo da a la Iglesia el valor de perseverar y también de buscar nuevos métodos de evangelización para llevar el Evangelio hasta los extremos confines de la tierra”.
El Papa Francisco los exhortó a regresar a sus respectivas sedes con todo el entusiasmo y la alegría de los días transcurridos en Roma. Acogido por un caluroso aplauso, el Pontífice pasó revista de algunos momentos de estos días llenos de eventos, agradeciendo a cuantos, cercanos y lejanos, le expresaron su solidaridad y rezaron por él. Una vez más, recordó con afecto y gratitud a Benedicto XVI, sobre todo por su humildad, su mansedumbre y su capacidad de tener la mirada siempre fija en Cristo, muerto y resucitado por el bien de la humanidad, “presente y vivo en la Eucaristía”.
A todos y a cada uno el Papa Francisco les dirigió un fuerte estímulo a vivir y difundir la obra del Espíritu, que en las diversidades crea armonía y unidad en la Iglesia. “Hermanos, fuerza – concluyó diciendo – la mitad de nosotros está en la vejez: la vejez – me gusta decirlo así – es la sede de la sabiduría de la vida. (…) Es el tiempo de la tranquilidad y de la oración. Y también de dar a los jóvenes esta sabiduría”.
Producción de María Fernanda Bernasconi. (hispano@vatiradio.va)
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La Casa de los Cardenales durante el Cónclave
(RV).- (Con audio) La actual casa de Santa Marta, "Domus Sanctae Marthae", es una moderna residencia, construida cerca de la basílica vaticana en el lugar que ocupaba el antiguo hospicio para los peregrinos. Desde 1996, se alojan en ella los cardenales y prelados que pasan por Roma y cuyas funciones se definen en el Estatuto.
En el momento de Sede vacante, la "Domus" se desaloja de cuantos la ocupan y se utiliza para albergar a los cardenales electores. Además de los cardenales electores residirán en Santa Marta, durante el período del Cónclave, también los que ya tienen una residencia en el Vaticano, pero que según establece la Constitución “Universi Dominici Gregis” deben formar parte del Cónclave.
Desde el punto de vista jurídico, la actual "Domus" es una "Fundación", constituida en el año 1996 con un quirógrafo del Beato Papa Juan Pablo II. La Fundación Santa Marta toma el lugar de una anterior - instituida en 1891 por el Papa León XIII y gestionada por religiosas- que funcionaba como hospicio dentro de las murallas vaticanas para atender a los enfermos de los barrios adyacentes al Estado de la Ciudad del Vaticano, en una época en que el cólera azotaba Italia. Durante los años de la Segunda Guerra Mundial, el hospicio acogió también a refugiados, a judíos y a los embajadores de los países que habían roto sus relaciones diplomáticas con Italia.
El quirógrafo del Beato Juan Pablo II señala que la “Domus Sanctae Marthae” se destina a ofrecer hospitalidad con un espíritu de genuina fraternidad sacerdotal al personal eclesiástico empleado en la Secretaría de Estado y, en la medida de lo posible, en otros dicasterios de la Curia Romana, así como a los cardenales y obispos de paso por la Ciudad del Vaticano para visitar al Papa o participar en los actos y reuniones convocados por la Santa Sede. Todo ello de forma compatible con las disposiciones de la Constitución Apostólica “Universi Dominici Gregis”, que reserva las habitaciones en el edificio para uso exclusivo de los cardenales electores en el Cónclave para la elección del Sumo Pontífice.
Así que, además de los Cardenales Electores, entran en la Casa Santa Marta y en el Cónclave, otras personas cuya presencia es importante para la buena marcha de los trabajos, como por ejemplo el Secretario del Colegio Cardenalicio, el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, los Ceremonieros, algunos religiosos de diversas lenguas para las confesiones, el personal que se ocupa del comedor y la limpieza y también dos médicos para eventuales emergencias. Todas las personas aquí mencionadas deberán recibir la aprobación previa del Cardenal Camarlengo.
Durante el Cónclave los cardenales electores se desplazan a la Capilla Sixtina a pie, a menos que no deseen utilizar un pequeño autobús puesto a su disposición.
(María Fernanda Bernasconi – RV).
Mi corazón está colmado de gratitud
(RV).- (Con audio) Al rezar el último ángelus de su Pontificado, ante la presencia de más de cien mil fieles y peregrinos, Benedicto XVI explicó, en el II Domingo de Cuaresma, que se retira a orar por la Iglesia, para seguir sirviéndola con el mismo amor con que lo ha hecho hasta ahora, pero de una manera más adecuada a su edad y a sus fuerzas.
Al comentar el Evangelio del día el Papa afirmó que en el camino cuaresmal, la Transfiguración del Señor es una muestra esperanzadora del destino final al que lleva el misterio pascual de la pasión, muerte y resurrección de Cristo.
El Santo Padre recordó que orar no significa aislarse del mundo y de sus contradicciones, como hubiera querido hacer Pedro en el monte Tabor durante la Transfiguración del Señor. Sino que la oración conduce a la acción”, a la vez que confesó:
Queridos hermanos y hermanas, esta Palabra de Dios la siento de modo particular dirigida a mí, en este momento de mi vida. El Señor me llama a “subir al monte”, a dedicarme aún más a la oración y a la meditación. Pero esto no significa abandonar a la Iglesia, es más, si Dios me pide esto es precisamente para que yo pueda seguir sirviéndola con la misma entrega y el mismo amor con que lo he hecho hasta ahora, pero de modo más apto a mi edad y a mis fuerzas. Invoquemos la intercesión de la Virgen María, que ella nos ayude a todos a seguir siempre al Señor Jesús, en la oración y en la caridad activa.
Al saludar en nuestro idioma y desear feliz domingo a los peregrinos procedentes de América Latina y de España, Benedicto XVI los invitó a pedir a la Santísima Virgen María que nos siga llevando de su mano hacia su divino Hijo:
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, y a cuantos se unen a esta oración mariana a través de los medios de comunicación, agradeciendo también tantos testimonios de cercanía y oraciones que me han llegado en estos días. Jesús, nos dice el Evangelio de hoy, subió al monte a orar, y entonces se trasfiguró, se llenó de luz y de gloria. Manifestaba así quién era él verdaderamente, su íntima relación con Dios Padre. En el camino cuaresmal, la Transfiguración es una muestra esperanzadora del destino final al que lleva el misterio pascual de la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Y también un signo de la luz que nos inunda y transforma cuando rezamos con corazón sincero. Que la Santísima Virgen María nos siga llevando de su mano hacia su divino Hijo. Muchas gracias, y feliz domingo a todos.
“En este momento particular, os ruego que recéis por mí y por la Iglesia, confiando como siempre en la Providencia de Dios”. Fue el tweet que el Santo Padre envió tras el rezo del ángelus dominical.
El miércoles 27 de febrero tuvo lugar, en la Plaza de San Pedro, la última audiencia general del Santo Padre Benedicto XVI. Además de los fieles de la diócesis de Roma, acompañados por el Cardenal Vicario del Papa, Agostino Vallini, para despedirse del Pontífice, participaron más de cien mil personas, entre fieles y peregrinos de numerosos países, deseosos de manifestar su amor al Papa y de recibir su bendición apostólica.
El Papa agradeció la cercanía y el afecto que en los últimos días le demostraron los fieles, el mundo político y social y la curia romana. A la vez que explicó nuevamente los motivos de su decisión de renunciar al Pontificado. En estos últimos meses, dijo, he sentido que mis fuerzas han disminuido y he pedido a Dios con insistencia, en la oración, que me ilumine con su luz para hacerme tomar la decisión más justa, no para mi bien, sino por el bien de la Iglesia. He dado este paso en plena conciencia de su gravedad y también novedad, pero con una profunda serenidad de ánimo. Amar a la Iglesia significa también tener la valentía de tomar decisiones difíciles, de sufrir, teniendo siempre delante el bien de la Iglesia y no a sí mismos. Ya no llevo la potestad del oficio para el gobierno de la Iglesia –agregó – sino que en el servicio de la oración quedo –por así decirlo- en el recinto de San Pedro. San Benito, cuyo nombre llevo como Papa, me será de gran ejemplo en esto. Él nos ha mostrado el camino para una vida, que –activa o pasiva – pertenece totalmente a la obra de Dios.
Hablando en nuestro idioma, Su Santidad dijo:
Queridos hermanos y hermanas: Muchas gracias por haber venido a esta última audiencia general de mi pontificado. Asimismo, doy gracias a Dios por sus dones, y también a tantas personas que, con generosidad y amor a la Iglesia, me han ayudado en estos años con espíritu de fe y humildad. Agradezco a todos el respeto y la comprensión con la que han acogido esta decisión importante, que he tomado con plena libertad. Desde que asumí el ministerio petrino en el nombre del Señor he servido a su Iglesia con la certeza de que es Él quien me ha guiado. Sé también que la barca de la Iglesia es suya, y que Él la conduce por medio de hombres. Mi corazón está colmado de gratitud porque nunca ha faltado a la Iglesia su luz. En este Año de la fe invito a todos a renovar la firme confianza en Dios, con la seguridad de que Él nos sostiene y nos ama, y así todos sientan la alegría de ser cristianos. Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y de los países latinoamericanos, que hoy han querido acompañarme. Os suplico que os acordéis de mí en vuestra oración y que sigáis pidiendo por los Señores Cardenales, llamados a la delicada tarea de elegir a un nuevo Sucesor en la Cátedra del apóstol Pedro. Imploremos todos la amorosa protección de la Santísima Virgen María, Madre de la Iglesia. Muchas gracias. Que Dios os bendiga.
“Quisiera que cada uno de vosotros experimentara la alegría de ser cristiano, de sentirse amado por Dios, que nos ha enviado a su Hijo”. Fue el Tweet que el Santo Padre publicó tras esta audiencia.
Producción de María Fernanda Bernasconi. (hispano@vatiradio.va)
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No instrumentalizar a Dios para los propios fines y bienes materiales
(RV).- (Con audio) En el penúltimo ángelus de su Pontificado, el Papa exhortó a los fieles a “desenmascarar las tentaciones que instrumentalizan a Dios para los propios fines y bienes materiales”.
Y pidió que se rece por él y por el nuevo Papa, así como por los ejercicios espirituales en preparación a la Pascua que comenzaban ese día en la Capilla Redemtoris Mater del Palacio Apostólico del Vaticano.
El Miércoles de Ceniza, Benedicto XVI celebraba la estación penitencial del inicio de la Cuaresma en la Basílica vaticana. Y manifestaba ante la Tumba de San Pedro la necesidad de “Volver a Dios de todo corazón, unidos en Cristo”, en que también pedía su intercesión para el camino de la Iglesia en este momento particular.
Producción de María Fernanda Bernasconi. (hispano@vatiradio.va)
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Que los fracasos y las dificultades no induzcan al desánimo
(RV).- (Con audio) El pasado domingo 10 de febrero, al asomarse a la ventana de su estudio para rezar el ángelus con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro el Papa comentó el evangelio de San Lucas que narra la llamada de los primeros discípulos, una llamada “precedida por la enseñanza de Jesús a la multitud y por una pesca milagrosa”.
“La imagen de la pesca –explicó Benedicto XVI- remite a la misión de la Iglesia. Y añadió que la experiencia de Pedro, también es representativa de la llamada de cada apóstol del Evangelio, que nunca debe desanimarse al anunciar a Cristo a todos los hombres, hasta los confines del mundo. A la vez que ese texto nos lleva a reflexionar sobre la vocación al sacerdocio y a la vida consagrad, que siempre es obra de Dios. El hombre no es autor de su propia vocación, si bien responde a la propuesta divina; y la debilidad humana no debe causar temor si Dios llama. Es necesario tener confianza en su fuerza que actúa precisamente en nuestra pobreza; hay que confiar cada vez más en el poder de su misericordia, que transforma y renueva”, dijo el Papa.
Como es tradicional, después de sus palabras para introducir el rezo a la Madre de Dios, Benedicto XVI se dirigió en diversos idiomas, a los numerosos peregrinos que habían acudido a la Plaza de San Pedro, así como a los que le escuchaban desde más lejos. Empezó con unas felicitaciones dirigidas a los pueblos orientales, que celebran un nuevo año lunar, deseando paz y armonía y recordando en especial a los católicos de esas naciones.
Benedicto XVI también recordó que el 11 de febrero, día de la Virgen de Lourdes, este año en el Santuario mariano de Altötting - cerca de su pueblo natal y donde iba desde pequeño - se celebraba solemnemente la XXI Jornada Mundial del Enfermo, con el lema «Anda y haz tú lo mismo», elegido por el mismo Santo Padre, exhortando a los discípulos de Cristo a ser como el Buen Samaritano: “Con mi oración y afecto, dijo el Papa, acompaño a todos los enfermos y me uno espiritualmente a cuantos se reunirán en ese Santuario, particularmente querido para mí”.
El 11 de febrero en la sala del Consistorio del palacio apostólico vaticano, el Santo Padre presidió un consistorio ordinario público para la canonización de los beatos:
Antonio Primaldo y sus compañeros mártires (fallecido en 1480); Laura de Santa Catalina de Siena Montoya y Upegui (fallecida en 1949), virgen, fundadora de la Congregación de las religiosas misioneras de la Bienaventurada Virgen María Inmaculada y de Santa Catalina de Siena; y María Guadalupe García Zavala (fallecida en 1963), cofundadora de la Congregación de las Siervas de Santa Margarita María y de los Pobres.
En el curso del consistorio el Papa decretó que estos beatos se inscriban en el Libro de los Santos el domingo, 12 de mayo, de 2013, canonización que realizará el próximo Sumo Pontífice, tras al conclave que se celebrará el próximo mes de marzo, después de la renuncia al oficio de Obispo de Roma y Sucesor de San Pedro que el Santo Padre anunció ese día al final del Consistorio, a causa de su edad avanzada.
El miércoles 13 de febrero, Benedicto XVI celebró la penúltima audiencia general de su pontificado. En esta ocasión, agradeciendo el cariños de los numerosos fieles de todo el mundo, Su Santidad volvió a explicar los motivos de su renuncia, y pidió que se rece por él y por el nuevo Papa.
Producción de María Fernanda Bernasconi (hispano@vatiradio.va).
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Afrontar, con confianza y esperanza la aventura de la vida
(RV).- (Con audio) “Jesús no ha venido para buscar el consenso de los hombres, sino para dar testimonio de la verdad. El verdadero profeta no obedece a nadie más que a Dios”. Lo afirmó el Papa a la hora del ángelus del primer domingo de febrero, al comentar el Evangelio de la liturgia del día.
En la "Jornada por la Vida" que se celebraba en Italia el IV domingo del Tiempo Ordinario, el Pontífice se unió a los obispos italianos que en sus mensajes invitan a invertir en la vida y en la familia, también como respuesta efectiva a la crisis actual
El lunes 4 de febrero el Santo Padre y el Presidente de la República Italiana, Giorgio Napolitano, se encontraron por la tarde en una de las salas contiguas al Aula Pablo VI, antes del concierto ofrecido al Papa por la embajada de Italia ante la Santa Sede con motivo del 84 aniversario de los Pactos Lateranenses.
Como todos los miércoles también el 6 de febrero Benedicto XVI celebró, en el Aula Pablo VI del Vaticano, su tradicional audiencia semanal, en la que participaron varios miles de fieles y peregrinos de numerosos países. En su catequesis, siguiendo sus meditaciones sobre el Credo, el Papa se refirió a Dios como Creador del cielo y de la tierra, como Creador del ser humano.
Producción de María Fernanda Bernasconi (hispano@vatiradio.va).
El espacio “El Papa en la semana”, se transmite los sábados en las emisiones informativas de las 17,30; 01,45 y 03,20 UTC.
Aprender que el pensamiento de Dios es diverso del nuestro
(RV).- (Con audio) Antes de poder hablar de Dios y con Dios, hay que escucharlo. "Aprovecha el hoy en el que Dios te llama para donarte la salvación", fue la apremiante invitación del Papa del pasado 27 de enero a mediodía durante el rezo del ángelus dominical en la Plaza de San Pedro.
En sus palabras en nuestro idioma, el Santo Padre señaló que este Año de la fe, que estamos celebrando, es una invitación a una profunda conversión al Señor, único Salvador del mundo.
Ese mismo domingo - que coincidía con la Jornada internacional de conmemoración de las numerosas víctimas del Holocausto perpetrado por el régimen nazi - Benedicto XVI unió al trágico recuerdo de tantos inocentes, un llamamiento para que la humanidad viva esta memoria como una advertencia, para que nunca más vuelvan a suceder semejantes horrores y se impulse la dignidad humana, de todos sin distinción.
Por otra parte, Su Santidad destacó la Jornada mundial de la lucha contra la Lepra que se celebraba ese día, con su cercanía a los que sufren y alentando a los que los ayudan:
El lunes 28 de enero el Pontífice se unió en la oración al dolor de los brasileños por las víctimas de un incendio en Brasil. Mediante un telegrama de condolencia, firmado por su Secretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone y dirigido al arzobispo de Santa María, Dom Helio Adelar Rubert, el Papa, “consternado por la trágica muerte de centenares de jóvenes en un incendio en Santa María (...) pide a su excelencia que transmita a las familias de las víctimas sus condolencias y su participación en el dolor de todos los enlutados. Y mientras encomienda los fallecidos a Dios, Padre de misericordia, el Santo Padre ruega al cielo el consuelo y el restablecimiento para los heridos, el valor y la consolación de la esperanza cristiana para todos los afligidos por la tragedia, y envía a cuantos sufren y los que los asisten, una propiciadora bendición apostólica”.
Durante la audiencia general del último miércoles de enero, Benedicto XVI prosiguió sus reflexiones sobre el Credo, recordando que en su catequesis anterior se había detenido a considerar las palabras iniciales de la profesión de fe: “Creo en Dios”. Y explicó que el Credo especifica que Dios es el Padre omnipotente, el Creador del cielo y de la tierra, por lo que en esta ocasión, el Papa reflexionó con los miles de fieles reunidos en el Aula Pablo VI del Vaticano sobre la primera y fundamental definición del Creador, que es Padre. Un Padre bueno, que nos ha elegido y bendecido antes de la creación del mundo. Un Padre que no abandona, sino que nos sostiene, ayuda y salva con una fidelidad que sobrepasa infinitamente la de los hombres, para abrirse a dimensiones de eternidad.
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Creer en Dios implica adhesión, acogida y obediencia
(RV).- (Con audio) El primer milagro de Jesús, la transformación del agua en vino durante unas bodas en Cana de Galilea, fue el tema de la meditación del Papa antes de rezar el ángelus dominical del pasado 20 de enero con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro.
“Con ese signo – dijo el Santo Padre – Jesús manifestó en público su gloria, suscitando la fe de sus discípulos (...) y se revela como el Esposo mesiánico, venido a establecer con su pueblo la alianza nueva y eterna”. En este caso “el vino es símbolo de alegría y de amor, pero alude también a la sangre que Jesús derramará al final, para sellar su pacto nupcial con la humanidad”.
El 22 de enero Benedicto XVI recibió en audiencia al Secretario General del Comité Central del Partido Comunista de Vietnam, Nguyén Phu Trong. “Es la primera vez – se lee en una nota de la Oficina de Prensa de la Santa Sede – que un Secretario General del Partido Comunista de Vietnam encuentra al Sumo Pontífice y a altos responsables de la Secretaría de Estado. En los coloquios, desarrollados en un clima de cordialidad, se trataron temas de interés para Vietnam y la Santa Sede y se manifestó el deseo de que se puedan resolver pronto algunas cuestiones pendientes y de que se refuerce la provechosa colaboración existente”.
“Creo en un sólo Dios”, el primer artículo de la profesión de fe que acompaña la vida de los creyentes, fue el tema de la catequesis de Benedicto XVI durante la audiencia general del miércoles 23 de enero. El Papa dijo que es “una afirmación fundamental, aparentemente sencilla en su esencialidad, pero que abre al mundo infinito de la relación con el Señor y con su misterio. Creer en Dios implica adhesión, acogida y obediencia; (...) es un acto personal y una respuesta libre. Decir “Creo” es un don y (...) una responsabilidad; es una experiencia de diálogo con Dios que, por amor, “nos habla como amigos”.
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Los cristianos como puentes para conducir a Dios
(RV).- (Con audio) A la hora del ángelus dominical del pasado 13 de enero, el Papa recordó que Jesús, con su Bautismo en el Jordán, además de abrirnos a su vida pública, nos indica que el hijo de Dios santifica las aguas y el cosmos entero.
(...) En este domingo del Bautismo de Nuestro Señor, con el que concluye el tiempo de Navidad, exhorto a todos a contemplar a Jesucristo, el Hijo amado de Dios, su predilecto. Siguiendo su ejemplo y con la ayuda de su gracia, seamos para los demás fuente de consuelo y esperanza, no teniendo otro deseo que ofrecer un testimonio sencillo y elocuente de generoso servicio, sin buscar jamás ser servidos. Así dejaremos a nuestro paso un luminoso rastro de bondad y misericordia. Muchas gracias.
Después del rezo mariano, el Santo Padre dedicó unas palabras especiales para los emigrantes y refugiados cuya Jornada Mundial se celebraba ese domingo, en que reiteró su mensaje de esperanza y de fe:
Queridos hermanos y hermanas
Hoy celebramos la Jornada Mundial de los Migrantes y Refugiados. En el mensaje de este año he comparado la migración a una "peregrinación de la fe y la esperanza." El que deja su propia tierra, lo hace porque espera un futuro mejor, pero también lo hace porque confía en Dios, que guía los pasos del hombre, como Abraham. Y así, los migrantes son portadores de fe y esperanza en el mundo. A cada uno de ellos les extiendo mi saludo hoy, con una oración especial y una bendición. Saludo en particular a las comunidades católicas de migrantes en Roma, y los encomiendo a la protección de santa Cabrini y del beato Scalabrini.
Por la mañana, como es tradicional en esta fiesta del Bautismo del Señor, Benedicto XVI administró el bautismo a veinte recién nacidos, hijos de empleados de la Ciudad del Vaticano en la Capilla Sixtina.
Evocando el relato evangélico del bautismo de Jesús, que muestra la vía de abajamiento y de humildad, que el Hijo de Dios ha elegido libremente para adherir al designio del Padre, para ser obediente a su voluntad de amor hacia el hombre en todo, hasta el sacrificio en la cruz, el Santo Padre reiteró la misión de Jesús, que siente compasión por hombres, hasta hacerse penitente junto a ellos:
«Ésta es la obra de Dios que Jesús quiere cumplir: la misión divina de curar a quien está herido y medicar a quien está enfermo, de tomar sobre sí el pecado del mundo».
En su catequesis de la audiencia general del miércoles 16 de enero, celebrada en el Aula Pablo VI del Vaticano, ante la presencia de varios miles de fieles y peregrinos de numerosos países, el Papa comenzó recordando que el Concilio Vaticano II, en su Constitución dogmática sobre la divina Revelación, Dei Verbum, afirma que la íntima verdad de toda la Revelación de Dios resplandece para nosotros «en Cristo, que es al mismo tiempo el mediador y la plenitud de toda la Revelación» (n. 2).
También destacó que el Antiguo Testamento nos narra que Dios, después de la creación, a pesar del pecado original, de la arrogancia del hombre, de querer ocupar el lugar de su Creador, ofrece nuevamente la posibilidad de su amistad, sobre todo a través de la alianza con Abraham y el camino de un pequeño pueblo, el de Israel, que Él elige, no con criterios de poder terreno, sino sencillamente por amor. Elección que permanece un misterio y que nos revela el estilo de Dios que llama a algunos, no para excluir a otros, sino para que sirvamos de puente para conducir a Él.
Queridos hermanos y hermanas: La historia de la salvación es la historia de la relación de Dios que se revela al hombre progresivamente. Para esta obra, que inicia con la llamada de Abraham, se sirve de mediadores, como Moisés, los profetas y los jueces, que comunican al pueblo su voluntad, recuerdan la exigencia de fidelidad a la alianza y conservan la expectación plena y definitiva de las promesas divinas. Es un largo camino en el que el Señor se deja conocer, se revela a sí mismo, entra en la historia con hechos y palabras. Con la encarnación, el rostro de Dios se nos manifiesta por la revelación en Cristo, que es al mismo tiempo «mediador y plenitud de toda la Revelación». Jesús inaugura en la historia un nuevo modo de presencia de Dios, porque quien lo ha visto a Él ha visto al Padre; él es «el mediador» de la nueva y eterna alianza; en él encontramos a Dios, al que podemos invocar con el nombre de «Abba, Padre» y por el que nos viene dada la salvación. Si queremos ver el rostro de Dios, aquel rostro que da sentido, solidez y serenidad a nuestro camino, debemos seguir a Cristo.
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Recuperar el estupor frente al misterio del Niño Dios
(RV).- (Con audio) “La luz de Cristo es tan límpida y fuerte que hace inteligible tanto el lenguaje del cosmos, como el de las Escrituras, de modo que todos aquellos que, como los Reyes Magos, están abiertos a la verdad, pueden reconocerla y llegar a contemplar al Salvador del mundo”. Es la invitación de Benedicto XVI a los miles de peregrinos reunidos el pasado 6 de enero en la plaza de San Pedro para rezar con el Papa el ángelus dominical.
El camino de los Magos de Oriente, que encontraron al Niño Dios en Belén y la misión del obispo que precede e indica este camino, fueron las pautas-guía de la homilía del Santo Padre en la solemne celebración eucarística que presidió en la basílica de San Pedro durante la cual, siguiendo una tradición iniciada por el beato Papa Juan Pablo II, confirió la ordenación episcopal a cuatro presbíteros. Se trata de Mons. Vincenzo Zani, Secretario de la Congregación para la Educación Católica; Mons. Georg Ganswein, Secretario Particular de Benedicto XVI y Prefecto de la Casa Pontificia; Mons. Fortunatus Nwa chuk wu, Nuncio Apostólico en Nicaragua; y Mons. Nicolas Thevenin, Nuncio Apostólico en Guatemala.
Paz, crisis económica y respeto de la vida, han sido los tres pilares del gran discurso que Benedicto XVI dirigió el lunes 7 de enero en el Vaticano al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, con ocasión del intercambio de felicitaciones por el inicio del nuevo año. El Pontífice renovó su urgente llamamiento por la paz en todos aquellos Estados, como Siria, El Congo y Nigeria, donde sus poblaciones son víctimas de la guerra y de la violencia. Hablando de la crisis económica, el Sucesor de Pedro dijo que no hay que resignarse “al spread del bienestar social”, mientras “se combate el de la finanza”.
“Siguiendo el ejemplo de Cristo, aprendamos a darnos totalmente a nosotros mismos. Quien no es capaz de darse a sí mismo da muy poco”. Es el texto del Tweet que Benedicto XVI envió tras celebrar, el pasado 9 de enero, su segunda audiencia general del año nuevo. El Papa, ante varios miles de fieles y peregrinos reunidos en el Aula Pablo VI del Vaticano, una vez más en este tiempo natalicio, se detuvo a considerar en su catequesis semanal el gran misterio de Dios que ha descendido de su Cielo para entrar en nuestra carne. Porque como explicó el Papa, en Jesús, Dios se ha encarnado para ser un hombre como nosotros, abriendo así el camino hacia su Cielo, hacia la comunión plena con Él.
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Un nuevo año es como un viaje
(RV).- (Con audio) El domingo 30 de diciembre, en la solemnidad de la Sagrada Familia el Papa invitó a hacer del mundo un verdadero hogar en que cada niño sea acogido como don de Dios.
El lunes 31 de diciembre, memoria litúrgica de San Silvestre I, Papa, Benedicto XVI presidió las primeras vísperas de la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios, en la Basílica Vaticana.
En sus palabras previas al rezo del primer ángelus del Año Benedicto XVI pidió a María Santísima Madre de Dios, que nos bendiga, “como la madre bendice a sus hijos que deben partir de viaje.
“Un nuevo año es como un viaje. Que con la luz y la gracia de Dios, pueda ser un camino de paz para cada hombre y cada familia, para cada País y para el mundo entero”. En la Solemnidad de María Santísima, Madre de Dios y Jornada Mundial de la Paz, el Sucesor de Pedro recordó que el Niño, de Belén que es el Verbo de Dios hecho carne, vino para traer a los hombres una paz que el mundo no puede dar. Para romper el «muro de enemistad que los separaba»: a las orillas del lago de Galilea Jesús proclamó las Bienaventuranzas, y entre ellas dijo: felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
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¿Tiene Dios realmente un lugar en nuestro pensamiento?
(RV).- (Con audio) A la hora del ángelus del IV Domingo de Adviento, el Papa invitó a imitar a María, visitando a cuantos viven en dificultad, en particular a los enfermos, a los encarcelados, a los ancianos y a los niños: porque donde hay acogida recíproca y escucha, dijo, cuando se da espacio a los demás, allí está Dios y la alegría que viene de Él.
“¿Tiene Dios realmente un lugar en nuestro pensamiento?”, se preguntó Benedicto XVI en su homilía de la Misa de Nochebuena que celebró en la Basílica de San Pedro. El Papa dijo que la metodología de nuestro pensar “está planteada de tal manera que, en el fondo, él no debe existir”. Y añadió que aunque parece llamar a la puerta de nuestro pensamiento, “debe ser rechazado con algún razonamiento”. Porque para que sea considerado serio, “el pensamiento debe estar configurado de manera que la ‘hipótesis Dios’ sea superflua”. “No hay sitio para él. Tampoco hay lugar para él en nuestros sentimientos y deseos.
En la Solemnidad de la Navidad del Señor, desde la Logia Central de la Basílica Vaticana Su Santidad dirigió el tradicional Mensaje navideño a los fieles presentes en la Plaza de San Pedro y a cuantos lo escucharon a través de la radio y la televisión, tras lo cual impartió la Bendición Apostólica “Urbi et Orbi”. Tras su Mensaje, el Santo Padre expresó su felicitación por la Navidad, en este Año de la fe, con las palabras tomadas del Salmo 85: «La verdad brota de la tierra».
La Verdad a la que no le basta el cielo –dijo el Papa– ha brotado de la tierra para ser colocada en un pesebre. Y se preguntó ¿en bien de quién vino con tanta humildad tan gran excelsitud? Ciertamente –respondió–, no vino para bien suyo, sino nuestro, a condición de que creamos».
En el corazón del Papa Siria, Tierra Santa, Mali, Nigeria, República Democrática del Congo, Egipto y Kenia, sin olvidarse de la República Popular China y de nuestro continente.
A la hora del ángelus del pasado 26 de diciembre, Benedicto XVI, tras invitar a rezarle a la Virgen María para que la Iglesia en este Año de la fe, vea multiplicarse el número de hombres y mujeres, que como san Esteban, sepan dar un testimonio convencido y valiente del Señor Jesús, puso de relieve que la fiesta de este santo protomártir prolonga el fervor de la Navidad y se convierte en una invitación a pedir al Niño Dios que renueve nuestra fe y la haga más activa por la caridad.
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Dios, que vence el mal y la muerte, trae la verdadera alegría
(RV).- (Con audio) La caridad impulsa a estar atento al otro, sin justificaciones para defender los propios intereses. Así lo afirmaba Benedicto XVI, al introducir la oración mariana del ángelus del tercer Domingo de Adviento, en el que el Evangelio presentaba nuevamente la figura de Juan el Bautista mientras habla a la gente que se dirige hacia él en el río Jordán para hacerse bautizar. Y destacaba la gran actualidad de sus palabras.
Ese mismo día el Papa visitaba la parroquia romana de San Patricio, en su calidad de Obispo de Roma. Cristo – afirmó el Pontífice en su homilía – es el Amor y la paz que vence el mal del mundo. E invitó a los fieles a impulsar alegría y conversión, solidaridad y justicia, humildad y gratitud, valentía y fidelidad, para recibir al Niño Dios, que nace de María.
El lunes 17 de diciembre el Santo Padre recibió en audiencia, en el Palacio Apostólico Vaticano, al Sr. Mahmoud Abbas, Presidente de la Autoridad Palestina, quien posteriormente mantuvo un encuentro con el Cardenal Secretario de Estado de Benedicto XVI, Tarcisio Bertone, acompañado por el Secretario para las Relaciones con los Estados, Mons. Dominique Mamberti.
También ese lunes el Obispo de Roma celebró un encuentro con los atletas que representaron a Italia en las Olimpíadas de Londres 2012, junto a los dirigentes del Comité Olímpico Nacional Italiano (CONI). A todos ellos el Santo Padre les destacó la importancia del deporte al servicio de la persona, en el respeto de la dignidad humana, para el fortalecimiento de la educación, de la espiritualidad y de los valores trascendentes.
El pasado 19 de diciembre, en su última catequesis de este año, Benedicto XVI reflexionó con los fieles y peregrinos de numerosos países – reunidos en el Aula Pablo VI del Vaticano – sobre la fe de María a partir del gran misterio de la Anunciación.
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La Biblia recuerda la obra de Dios en medio de su pueblo
(RV).- (Con audio) Benedicto XVI dedicó su reflexión previa al rezo del ángelus del segundo domingo de Adviento a la figura de San Juan Bautista. Juan es la voz que pasa, dijo el Papa, mientras Cristo es el Verbo eterno. Y nosotros tenemos la tarea de escuchar esa voz para dar espacio y acoger en el corazón a Jesús, Palabra que salva.
En este tiempo litúrgico, subrayó el Papa, preparémonos a ver, con los ojos de la fe, en la humilde gruta de Belén, la salvación de Dios. En la sociedad de consumo, en que estamos tentados de buscar la alegría en las cosas, San Juan Bautista nos enseña a vivir de manera esencial, para vivir la Navidad no sólo como una fiesta exterior, sino como la fiesta del Hijo de Dios que ha venido a traer la paz a los hombres, la vida y la alegría verdadera.
Ese mismo día por la tarde, tras la celebración presidida por el cardenal Marc Ouellet, quien en su calidad de Presidente de la Comisión Pontificia para América Latina, inauguró el Congreso Internacional “Tras las huellas de la exhortación apostólica postsinodal Ecclesia in America”, el Papa dirigió un saludo a los participantes.
Las etapas de la Revelación, que se nos muestran en las Escrituras y que tienen su culmen en el adviento de Nuestro Señor según la carne, fue el tema que propuso el Santo Padre en su catequesis de la audiencia general del pasado 12 de diciembre. Ante la presencia de varios miles de fieles y peregrinos procedentes de numerosos países, el Obispo de Roma recordó que la Palabra de Dios nos invita a hacer memoria de los hechos narrados en ella, a verlos como “historia de la salvación”.
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Llegar a ser signo de la acción de Dios en el mundo
(RV).- (Con audio) A la hora del ángelus dominical del primer domingo de Adviento Benedicto XVI recordó que en este tiempo acogemos el don de la Salvación de Dios, por lo que recomendó sobriedad y oración.
Con su alegría por la beatificación en la India del mártir Lázaro Pillai, el Santo Padre invocó su ayuda para los cristianos en esa amada nación. Y ante la Jornada internacional de los derechos de los discapacitados, que se celebró el 3 de diciembre, reiteró su cercanía y la de la Iglesia, con una exhortación a todos los responsables al respeto inalienable de la dignidad humana.
La cultura actual tiende a devaluar a la persona, por tanto es necesario un nuevo humanismo, basado en una nueva evangelización del ámbito social. Lo reafirmó Benedicto XVI el 3 de diciembre en el discurso que dirigió a la Plenaria del Consejo Pontificio Justicia y Paz.
“Están llamados a seguir la escuela de los grandes santos y de los grandes mártires”. Lo pidió el Papa el 3 de diciembre en su discurso a los profesores y alumnos del Pontificio Colegio inglés de Roma. Refiriéndose a las grandes figuras de la Iglesia en Reino Unido, Canadá y Escandinavia, Benedicto XVI exhortó a profundizar los contenidos de la nueva evangelización. Y refiriéndose a su viaje a Gran Bretaña, de septiembre de 2010, Su Santidad subrayó que verificó entonces la gran necesidad existente de alimento espiritual. Hablen del Evangelio con amor a sus contemporáneos, concluyó el Papa, vivan una vida santa, déjense inspirar por el Espíritu, y los frutos vendrán en abundancia.
Dios nos pide que lleguemos a ser signo de su acción en el mundo, mediante nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra caridad, para hacer resplandecer nuevamente su luz en la noche. Palabras del Pontífice en su catequesis de la audiencia general del pasado 5 de diciembre, celebrada en el aula Pablo VI del Vaticano ante más de cuatro mil peregrinos, al reflexionar sobre la oración de bendición a Dios de San Pablo, contenida en la Carta a los Efesios.
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