Francisco señala que el voluntariado es ‘un tesoro para la sociedad’

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El santo padre Francisco recibió este sábado por la mañana en el Aula Pablo VI, a siete mil voluntarios del Servicio Civil Italiano, con ocasión del décimo quinto aniversario de la promulgación de la ley que lo instituía.

El Servicio civil inicialmente fue previsto como alternativa para quienes debían cumplir con el servicio militar obligatorio y se declaraban objetores de conciencia por motivos personales, humanitarios o religiosos. En el 2001 se instituye el Servicio Civil Nacional, ya no como alternativo al servicio militar. Y en el 2005 con la abolición del servicio militar obligatorio pasa a ser una iniciativa autónoma de voluntariado.

Francisco se dirigió a los jóvenes e hizo hincapié en que la gratuidad del voluntariado, aunque sea por un tiempo determinado, es como un tesoro no sólo para la sociedad y para aquellos que se benefician del trabajo de los voluntarios, sino también para ellos y su madurez humana.

Señaló que “el camino del servicio va a contracorriente de los modelos dominantes, pero en realidad cada uno de nosotros se siente feliz y realizado sólo cuando es útil para alguien”.

“Ustedes son una fuerza valiosa y una fuerza dinámica del país –afirmó el Papa– y vuestra contribución es indispensable para lograr el bien de la sociedad, teniendo en cuenta especialmente a los más débiles. El proyecto de una sociedad solidaria es el objetivo de toda comunidad civil que quiera ser igualitaria y fraternal”.

Precisó entretanto que “ese objetivo se traiciona cada vez que asistimos pasivamente al aumento de la desigualdad entre los diferentes interlocutores sociales o entre las naciones del mundo, cuando se reduce la asistencia a los más vulnerables sin que se garanticen otras formas de protección; cuando se aceptan peligrosas lógicas de rearme y se invierten recursos valiosos en la compra de armamento, –una verdadera lacra actual– o cuando los pobres se convierten en una amenaza y en lugar de tenderles la mano se los relega a su pobreza”.

“Todas estas actitudes son –añadió el Pontífice– una afrenta a nuestra sociedad y a su cultura e introducen en ella criterios y prácticas marcados por la indiferencia y la opresión, que empobrecen la vida, no sólo de los olvidados o discriminados, sino también del que olvida o discrimina, que acaba por encerrarse en sí mismo y evita el encuentro con la carne de los hermanos, que es el camino obligatorio para encontrar el bien. Están llamados, mediante este servicio, a desempeñar una función crítica ante estas perspectivas contrarias a lo que es humano, y una función profética que demuestre cómo es posible pensar y actuar de manera diferente”.

Entre las diversas áreas de intervención de los proyectos del Servicio Civil, el Papa citó especialmente la protección del medio ambiente. Otro ámbito de acción que les debe interesar particularmente es el de la ayuda a los refugiados y emigrantes, que piden ser rescatados e integrados en el tejido social. Elogió así el esfuerzo de Italia en esta tarea y expresó su aprecio por todo ello.

El Pontífice recordó que también merecían una consideración especial todos los otros proyectos educativos y asistenciales del Servicio Civil Italiano que de diversas maneras acompañan a los niños, a los jóvenes, a las personas discapacitadas, marginadas y necesitadas de ayuda, así como a los afectados por el terremoto.

“El grado de civilización de un pueblo, de hecho, se mide por la capacidad de respetar y promover los derechos de cada persona, empezando por los más débiles”, señaló.

Y les impartió “la bendición del Señor para que les ayude a actuar siempre con valentía y desinterés, con la vista puesta en los horizontes de esperanza”.

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