REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz
“Los invito a rezar unos por otros para que las obras de misericordia corporales y espirituales se conviertan cada vez más en el estilo de nuestra vida”, fueron las palabras finales de Francisco en el cierre del ciclo de catequesis sobre las obras de misericordia el 30 de noviembre de 2016.
En esta última reflexionó sobre la obra espiritual de misiercordia, que pide “rogar a Dios por vivos y difuntos”, y también por la obra corporal de misericordia que invita a “enterrar a los muertos”.
“Para los cristianos, la sepultura es un acto de piedad y de fe, pues esperamos en «la resurrección de la carne». Durante la Eucaristía confiamos a los difuntos a la misericordia de Dios con un recuerdo sencillo pero lleno de significado. Rezamos para que estén con él en el paraíso y con la esperanza de que un día también nosotros nos encontremos con ellos en ese misterio de amor que, si bien no comprendemos plenamente, sabemos que es verdad porque Jesús nos lo ha prometido”.
“Este recuerdo de rogar por los difuntos está unido también al de rogar por los vivos, que junto con nosotros cada día enfrentan las dificultades de la vida. Todos, vivos y difuntos, estamos en comunión; en esa comunidad de quienes han recibido el bautismo, se han nutrido del Cuerpo de Cristo y hacen parte de la gran familia de Dios”.
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