VATICANO, 30 Nov. 16 (ACI).-
El Papa Francisco pronunció, en la Audiencia General del miércoles, la última catequesis sobre la misericordia después de un ciclo que ha durado casi un año en el que ha explicado diversos aspectos de la misma con motivo del Jubileo de la Misericordia que fue clausurado el pasado 21 de noviembre.
Francisco reflexionó en esta ocasión sobre “rezar por los vivos y por los difuntos”, otra obra de misericordia espiritual. “A esta le podemos añadir también la última obra de misericordia corporal que invita a sepultar a los muertos”, dijo.
“Puede parecer una petición extraña esta última, pero en algunas zonas del mundo que viven bajo el flagelo de la guerra, con bombarderos que día y noche siembran miedo y víctimas inocentes, esta obra es tristemente actual”.
El Papa recordó cómo esto mismo sucede con Jesús cuando se encuentra en la cruz y la Virgen y Juan lo contemplan. “Después de su muerte, viene José de Arimatea, un hombre rico, miembro del Sanedrín pero que se convirtió en discípulo de Jesús, y ofreció para Èl un sepulcro nuevo, excavado en la roca”.
“Para los cristianos la sepultura es un acto de piedad, pero también de gran fe. Depositamos en la tumba el cuerpo de nuestros seres queridos, con la esperanza de su resurrección”.
“Este es un rito que permanece muy fuerte y es muy sentido en nuestro pueblo, y que encuentra resonancia especialmente en este mes de noviembre dedicado en particular al recuerdo y a la oración por los difuntos”.
Francisco explicó que orar por ellos “es ante todo un signo de reconocimiento por el testimonio que nos han dejado y el bien que han hecho. Es un agradecimiento al Señor por haberlos donado y por su amor y su amistad”.
El Pontífice también mencionó cómo en la Misa se recuerda a los difuntos: “Oramos con esperanza cristiana para que estén con Él en el paraíso, en espera de reencontrarnos juntos en ese misterio de amor que no comprendemos, pero que sabemos que son verdaderos porque es una promesa que Jesús ha hecho”.
“El recuerdo de los fieles difuntos no debe hacer que nos olvidemos de rezar también por los vivos, que junto con nosotros cada día afrontan las pruebas de la vida”, invitó.
El Papa habló entonces de la “comunión de los santos” que “expresa la belleza de la misericordia que Jesús nos ha revelado”. “La comunión de los santos, en efecto, indica que estamos todos inmersos en la vida de Dios y vivimos en su amor”, subrayó.
Por último, indicó que “existen muchas maneras distintas de rezar por el prójimo”. "Pienso en particular en las madres y los padres que bendicen a sus hijos por la mañana y por la tarde; a la oración por las personas enfermas; a la intercesión silenciosa, a veces con lágrimas, en muchas situaciones difíciles”, contó Francisco.
“Para nosotros y para los otros pidamos siempre que se haga la voluntad de Dios, como en el Padrenuestro, para que su voluntad y seguramente el bien más grande, el bien de un Padre que no nos abandona nunca”.
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