VATICANO, 28 Oct. 17 (ACI).-
El Papa Francisco pidió una actualización y un mayor desarrollo del derecho internacional humanitario para hacer frente a las crisis humanitarias sin precedentes que tienen lugar de forma simultánea en diferentes regiones del planeta.
En un discurso dirigido a los participantes en la Conferencia Internacional sobre Derecho Internacional Humanitario, que tiene lugar en Roma, el Pontífice valoró la efectividad de los dos Protocolos Adicionales a la Convención de Ginebra relativos a la protección de las víctimas de los conflictos armados adoptados hace 40 años.
Sin embargo, señaló que la Santa Sede es consciente de que esos protocolos no siempre se han seguido, o se han mostrado poco efectivos en determinadas situaciones.
En concreto, habló de “omisiones y vacilaciones en la aplicación del Segundo Protocolo Adicional, relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados no internacionales”.
A pesar de esas omisiones y vacilaciones, que han restado efectividad a las medidas recogidas por ese Segundo Protocolo Adicional a la hora de proteger a la población civil, el Papa afirmó que se trata de un punto de partida, “una puerta abierta hacia posteriores desarrollos del derecho internacional humanitario que tengan en cuenta las características de los conflictos armados contemporáneos y del sufrimiento físico, moral y espiritual que producen”.
“De hecho, a pesar de los loables intentos de reducirlas por medio de la codificación del derecho humanitario, las consecuencias negativas de las hostilidades sobre la población civil en diferentes teatros de guerra, testimonian, con demasiada frecuencia, crímenes atroces, violaciones contra las personas y su dignidad cometidas sin ningún tipo de consideración a su humanidad”, lamentó.
“Las imágenes de personas sin vida, de cuerpos mutilados y decapitados, de nuestros hermanos y hermanas torturados, crucificados, ofendiendo incluso sus restos mortales, golpean la conciencia de la humanidad”.
Por otra parte, “llegan noticias de antiguas ciudades, con sus milenarios tesoros culturales, reducidos a montones de escombros, de hospitales y escuelas convertidos en objetos de ataques deliberados y destruidos, privando así a generaciones enteras de su derecho a la vida, a la salud y a la educación”.
También lamentó las noticias “de iglesias, y otros lugares de culto, objeto de agresiones, incluso durante las celebraciones litúrgicas, con numerosas víctimas entre fieles y ministros reunidos en oración, atacando de esa manera el derecho fundamental a la libertad de religión”.
El Santo Padre advirtió del peligro de insensibilización ante todos estos dramas debido a la excesiva exposición mediática. “En ocasiones, la difusión de estas informaciones puede suponer una cierta saturación que anestesia y que relativiza la gravedad de los problemas, y así resulta más difícil compadecerse y abrir el corazón”.
Francisco subrayó la importancia de esa apertura, “una apertura a Dios y al prójimo que empuja a la persona a superar la indiferencia y a vivir la solidaridad como virtud moral y comportamiento social, de la cual puede surgir un empeño en favor de la humanidad sufriente”.
“Es reconfortante ver tantas demostraciones de solidaridad y de caridad que no faltan nunca en tiempos de guerra. Hay muchas personas, muchos grupos caritativos y organizaciones no gubernamentales, tanto dentro como fuera de la Iglesia, cuyos miembros afrontan fatigas y peligros para curar a los heridos y a los enfermos, para enterrar a los difuntos, para dar de comer a los hambrientos, para dar de beber a los sedientes, para visitar a los detenidos”, concluyó.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 27 de octubre de 2017
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