El Instituto Juan Pablo II llamado a estar en la “línea de frente de los nuevos desafíos pastorales”

(ZENIT – 26 enero 2018).- El Papa espera que la nueva Cátedra Gaudium et Spes del Instituto ‘Juan Pablo II’ sea sobre la “línea de frente de los nuevos desafíos pastorales a los cuales la comunidad cristiana está llamada a responder” y concurra “a hacer siempre más visible la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado”.

El Papa Francisco ha dirigido una carta al Gran Canciller del Instituto Pontificio de Teología ‘Juan Pablo II’ para el Estudio del matrimonio y la familia, Mons. Vincenzo Paglia, con motivo de la inauguración de la Cátedra Gaudium et Spes de este instituto.

En Gaudium et Spes –ha afirmado el Papa Francisco– la Iglesia ha sabido expresar una comprensión profundamente renovada del Evangelio de la familia, que a través de diversas etapas, nos ha conducido hasta la intensa estación sinodal que ha finalizado con la exhortación apostólica Amoris Laetitia”.

Esta es nuestra traducción de la carta del Papa Francisco:

HG

Carta del Papa Francisco

A mi venerado hermano Vicenzo Paglia, Gran canciller del Instituto Pontificio de Teología ‘Juan Pablo II’ para los Estudios del matrimonio y la familia.

Le dirijo mis cordiales saludos, lo mismo que al presidente del Instituto Pontificio de Teología ‘Juan Pablo I’I para los Estudios del matrimonio y la familia, y a todos los reunidos aquellos que se han reunido para la solemne inauguración de la Cátedra Gaudium et Spes de este Instituto.

La fecha elegida para este acto académico nos recuerda el 25 de enero de 1959 cuando San Juan XXIII sorprendió a la Iglesia  y al mundo entero convocando el mayor acontecimiento eclesial de siglo XX: el Concilio Ecuménico Vaticano II.

Es precisamente al final  de los trabajos  de este encuentro que fue aprobada la Constitución pastoral Gaudium et Spes. Fue capaz de expresar y de dar forma a las intenciones profundas que guiarían la convocatoria  y el desarrollo del Concilio. En efecto, este “ha sido un encuentro. Un verdadero encuentro entre la Iglesia y los hombres de nuestro tiempo. Un encuentro marcado por la fuerza del Espíritu que empujó a su Iglesia a salir de los bajos fondos en los que la habían encerrado sobre si misma durante años para retomar con entusiasmo el camino misionero. Fue la reanudación de un recorrido para ir al encuentro de todos los hombres allí donde viven: en su ciudad, en su casa, en su lugar de trabajo… Allá donde haya una persona, la Iglesia está llamada a encontrarla para llevar la alegría del Evangelio y aportar la misericordia  y el perdón de Dios. Un impulso misionero, que nosotros retomamos después de estos años con la misma fuerza y el mismo entusiasmo” (Homilía de la misa para la apertura de la Puerta Santa, 8 diciembre 2015).

Estoy contento de que el Instituto Pontificio de Teología ‘Juan Pablo II’ para los Estudios del matrimonio y la familia tome un compromiso particular en mantener viva la atención sobre este documento conciliar, en profundizar el estudio y a hacer siempre más fecunda su preciosa herencia.

No podemos olvidar lo querida que ha sido la  Constitución Gaudium et Spes para vuestro fundador, San Juan Pablo II. Él fue uno de los protagonistas de su redacción y una gran parte de su magisterio Sumerge justamente sus raíces en este documento.

Me gusta recordar aquí sus palabras: “Debo confesar que la Constitución Gaudium et Spes me es particularmente querida, no solamente en razón de los temas que desarrolla sino también por la participación directa que me ha sido dada tener en su elaboración. Como joven obispo de Cracovia, de hecho, fui miembro de la subcomisión encargada de estudiar “los signos de los tiempos” y, a partir de noviembre de 1964, fui llamado a formar parte del Subcomité Central, encargado de proveer a la redacción del texto. Es justamente el conocimiento íntimo de la génesis de Gaudium et spes  lo que me ha permitido apreciar plenamente el valor profético y asumir en gran medida los contenidos en mi magisterio de la primera encíclica, Redemptor hominis. En ella recogiendo la herencia de la Constitución conciliar, he querido decir que la naturaleza y el destino de la humanidad y del mundo solo pueden ser definitivamente desvelados a la luz de Cristo crucificado y resucitado” (Conmemoración de la Cons. Gaudium et Spes, 8 noviembre 1995: enseñanzas, XVIII, 2 ^1995*, p. 1053).

La nueva Cátedra, inaugurada hoy, está dentro del horizonte de vuestra misión académica particular consagrada al matrimonio y a la familia. Sabemos bien que estas realidades fundamentales de la existencia humana  han sido puestas justamente por los Padres del Concilio en primer lugar entre los “problemas contemporáneos particularmente urgentes” (GS, 46). Podemos decir que, en Gaudium et Spes, la Iglesia ha sabido expresar una comprensión profundamente renovada del Evangelio de la familia que, a través de diversas etapas, nos ha conducido hasta la intensa estación sinodal que ha terminado en la exhortación apostólica Amoris Laetitia.

Estoy seguro de que esta Cátedra podrá contribuir a que su Instituto esté en primera línea de los nuevos desafíos pastorales a los cuales la comunidad cristiana está llamada a responder. La extraordinaria importancia antropológica y social que asume hoy la alianza del hombre y de la mujer, en cuanto a la apertura de un nuevo horizonte para la coexistencia humana en su conjunto, exalta su vocación original de ser el intérprete de la bendición de Dios por la creación entera. El compromiso de reflexión y de formación unida a esta nueva Cátedra representa una conquista  y una promesa para su instituto y beneficiará a toda la Iglesia lo mismo que a la sociedad civil.

Hoy es particularmente importante generar lugares de encuentro y diálogo, incluso de alto nivel intelectual, para experimentar que la comunidad eclesial es capaz de dar carne y hueso a las palabras por las cuales el Vaticano II ha querido expresar su mirada sobre los hombres de su tiempo: “Las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de este tiempo, de los pobres sobretodo y de todos aquellos que sufren, son también las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los discípulos de Cristo, y no es verdaderamente humano sino encuentra eco en el corazón”. (GS, 1).

El día dónde celebramos la Conversión del apóstol Pablo, al cual el Señor confía la singular misión de proclamar la universalidad de la salvación cristiana, espero que esta iniciativa académica contribuya a hacer siempre más visible “la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado” (Ex. Ap. Evangelli Gaudium 36).

Doy gracias a todos aquellos que están comprometidos en esta obra y, de diversas maneras, la sostienen; que el Señor os bendiga y que la Virgen María os proteja.

 © Traducción de ZENIT, Raquel Anillo

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