Querétaro – “Emigrar a un país extranjero ha sido una oportunidad que voluntaria o involuntariamente la Providencia les ha dado, con el fin de vivir una vida mucho mejor. Esta oportunidad les ha llevado a encontrarse con ustedes mismos, en el clima del duro trabajo, de la soledad, del dolor, de la enfermedad y del hecho de sentirse extranjeros, en una cultura y en un país que no son suyos”. Son las palabras que Su Exc. Mons. Faustino Armendáriz Jiménez, obispo de Querétaro, dirige en su mensaje a los emigrantes mexicanos que regresan a casa para pasar las fiestas natalicias en familia.
“Esta experiencia - continua el obispo en la nota enviada a la Agencia Fides - les ha llevado a constatar personalmente que nuestras sociedades están experimentando, como nunca antes había sucedido en la historia, procesos de mutua interdependencia e interacción a nivel global, que, si bien es verdad comportan elementos problemáticos o negativos, tienen el objetivo de mejorar las condiciones de vida de la familia humana, no sólo en el aspecto económico, sino también en el político y cultural”.
Dirigiéndose a los emigrantes mexicanos, que cada año son más, el obispo continua: “El mundo sólo puede mejorar si la atención primaria está dirigida a la persona, si la promoción de la persona es integral, en todas sus dimensiones, incluida la espiritual; si no se abandona a nadie, comprendidos los pobres, los enfermos, los presos, los necesitados, los forasteros; si somos capaces de pasar de una cultura del rechazo a una cultura del encuentro y de la acogida”.
Por último Mons. Armendáriz ha deseado que “esta experiencia de volver a casa les ayude a valorar lo que cada uno es, las tradiciones y la cultura que han recibido y heredado de sus padres, principalmente el don de la Fe y sobre todo, a fortalecer las bases de su vida cristiana”.
“Esta experiencia - continua el obispo en la nota enviada a la Agencia Fides - les ha llevado a constatar personalmente que nuestras sociedades están experimentando, como nunca antes había sucedido en la historia, procesos de mutua interdependencia e interacción a nivel global, que, si bien es verdad comportan elementos problemáticos o negativos, tienen el objetivo de mejorar las condiciones de vida de la familia humana, no sólo en el aspecto económico, sino también en el político y cultural”.
Dirigiéndose a los emigrantes mexicanos, que cada año son más, el obispo continua: “El mundo sólo puede mejorar si la atención primaria está dirigida a la persona, si la promoción de la persona es integral, en todas sus dimensiones, incluida la espiritual; si no se abandona a nadie, comprendidos los pobres, los enfermos, los presos, los necesitados, los forasteros; si somos capaces de pasar de una cultura del rechazo a una cultura del encuentro y de la acogida”.
Por último Mons. Armendáriz ha deseado que “esta experiencia de volver a casa les ayude a valorar lo que cada uno es, las tradiciones y la cultura que han recibido y heredado de sus padres, principalmente el don de la Fe y sobre todo, a fortalecer las bases de su vida cristiana”.
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