"Comió pasta sin salsa, una porción de bacalao, verduras a la plancha y un poco de patatas fritas” asegura emocionada una trabajadora que en ese momento se encontraba en la caja del comedor.
En pocos minutos el Papa Francisco se vio rodeado de personas sonrientes que le querían saludar y amablemente él saludó a todos ellos. Cerca de donde comió se encontraban cinco almacenistas de la farmacia vaticana quienes aseguran que le explicaron cómo era su trabajo en el día a día y el Obispo de Roma, les habló de sus orígenes italianos. Con otros de los empleados habló de fútbol y con otros de economía. Fotos de grupo, videos y muchos selfies con el Papa. Y es que esto no pasa todos los días.
Al final del almuerzo, sobre las 12:50, el Papa se levantó de la mesa, posó con más trabajadores para que estos se hicieran más fotos de este momento de gran familiaridad, y junto con su ayudante que le acompañaba, subió a su coche y volvieron a la residencia de Santa Marta. (MZ-RV)
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