Scalabrinianos: La Evangelización se hace caminando con los migrantes

(ZENIT – 29 octubre 2018).- La evangelización se hace caminando con los migrantes”. El Papa Francisco declaró una vez más a los religiosos scalabrinianos: “Es necesario ante todo, continuó, escuchar a las personas, escuchar la historia de las comunidades; sobre todo las esperanzas decepcionadas, las expectativas de los corazones, las pruebas de la fe…Escuchar, ante todo, y hacerlo en una actitud de compasión, de sincera cercanía”.

El Papa Francisco recibió en audiencia a los participantes en el XV Capítulo General de la Congregación de los Misioneros de San Carlos (Scalabrinianos), en la mañana de este lunes, 29 de octubre de 2018, en el Salón del Consistorio del palacio Apostólico. Los invitó a vivir “una vida sana comunitaria, simple pero no banal, no mediocre”.

“Es fascinante hacer conocer a Jesús a través de las Escrituras a personas de diferentes culturas”, se entusiasmó el Papa, “para contarles su misterio de amor: la encarnación, la pasión, la muerte y la resurrección. ¿Compartid con los migrantes el asombro ante una salvación histórica, localizada y sin embargo, universal, que es para todos!”

Esta es nuestra traducción del discurso del Papa Francisco, pronunciado en italiano

HG

Religiosos escalabrinianos © Vatican Media

Discurso del Santo Padre

Queridos hermanos,

Me alegra encontrarme con vosotros con motivo del Capítulo General y dirigir a cada uno mi saludo cordial, empezando por el nuevo Superior General, a quien agradezco sus palabras y deseo todo el bien en su ministerio.

En el centro de vuestra reflexión en estos días habéis puesto el tema Encuentro y camino «Jesús caminaba con ellos» (cfr. Lc 24,15). La referencia es a la historia de los discípulos de Emaús, que se encuentran con Jesús resucitado en el camino. Se acerca para caminar con ellos y explicarles las Escrituras. El Capítulo representa un tiempo privilegiado de gracia para vuestra Familia religiosa, llamada a asumir esta actitud dual del Maestro divino hacia aquellos que son objeto de vuestra atención pastoral: anunciarles la Palabra y caminar con ellos. Se trata de encontrar caminos siempre nuevos de evangelización y de cercanía, para cumplir con fidelidad dinámica vuestro carisma que os pone al servicio de los migrantes.

Frente al fenómeno migratorio de hoy, muy vasto y complejo, vuestra Congregación obtiene los recursos espirituales necesarios del testimonio profético del Fundador, tan actual como siempre, y de la experiencia de tantos hermanos que han trabajado con gran generosidad desde vuestros orígenes, hace 131 años, hasta hoy. Hoy como ayer, vuestra misión tiene lugar en contextos difíciles, a veces caracterizados por actitudes de sospecha y prejuicio, o incluso de rechazo hacia la persona extranjera. Esto os empuja todavía más a un entusiasmo apostólico valiente y perseverante, para llevar el amor de Cristo a aquellos que, lejos de su patria y de su familia, están en peligro de sentirse también lejos de Dios.

La imagen bíblica de los discípulos de Emaús muestra que Jesús explica las Escrituras mientras camina con ellos. La evangelización se hace caminando con las personas. En primer lugar debemos escuchar a las personas, escuchar la historia de las comunidades; sobre todo las esperanzas defraudadas, las expectativas de los corazones, las pruebas de la fe… Antes que nada escuchar, y hacerlo con una actitud de con-pasión, de sincera cercanía. ¡Cuántas historias hay en los corazones de los migrantes! Historias hermosas y feas. El peligro es que sean removidas: las feas, es obvio; pero también las hermosas, porque el recuerdo les hace sufrir. Y, por lo tanto, el riesgo es que el migrante se convierta en una persona desarraigada, sin rostro, sin identidad. Pero esta es una pérdida muy grave, que se puede evitar escuchando, caminando junto a las personas y las comunidades de migrantes. Poder hacerlo es una gracia, y también es un recurso para la Iglesia y para el mundo.

Después de escuchar, como Jesús, debemos dar la Palabra y la señal del Pan partido. Es fascinante hacer conocer a Jesús a través de las Escrituras a personas de diferentes culturas; contarles su misterio de Amor: encarnación, pasión, muerte y resurrección. Compartir con los migrantes el asombro de una salvación que es histórica, está situada, y, no obstante,  es universal, ¡es para todos! Disfrutar juntos de la alegría de leer la Biblia, de recibir de ella la Palabra de Dios para nosotros hoy; de descubrir que a través de las Escrituras, Dios quiere darles  a estos hombres y mujeres concretos su Palabra de salvación, de esperanza, de liberación, de paz. Y luego, invitarlos a la Mesa de la Eucaristía, donde las palabras callan y queda el Signo del Pan partido: Sacramento en el que se resume todo, en el que el Hijo de Dios ofrece su Cuerpo y su Sangre por la vida de esos viandantes. de esos hombres y mujeres que corren el peligro de  perder la esperanza y para no sufrir prefieren cancelar el pasado.

Cristo resucitado os envía también hoy, en la Iglesia, a caminar junto con tantos hermanos y hermanas que recorren, como migrantes, el camino desde Jerusalén a Emaús. Misión antigua y siempre nueva; cansina, y a  veces dolorosa, pero también capaz de hacer llorar de alegría. Os aliento a llevarla adelante con vuestro propio estilo, madurado en el fructífero encuentro entre el carisma del beato Scalabrini y las circunstancias históricas. De este estilo forma parte la atención que prestáis a  la dignidad de la persona humana, especialmente donde está más herida y amenazada. De ella son parte el compromiso educativo con las nuevas generaciones, la catequesis y el cuidado pastoral familiar.

Queridos hermanos, no olvidemos que la condición de toda misión en la Iglesia es que estemos unidos a Cristo resucitado como los sarmientos a la vid (cf. Jn 15, 1-9). De lo contrario hacemos activismo social. Por eso os repito, también a vosotros,  la exhortación a permanecer en Él.  Nosotros, en primer lugar,  tenemos necesidad de ser renovados en la fe y la esperanza por Jesús vivo en la Palabra y en la Eucaristía, pero también en el perdón sacramental. Necesitamos estar con Él en la adoración silenciosa, en la lectio divina, en el Rosario de la Virgen María.

Y necesitamos una saludable vida comunitaria, simple pero no trivial, no mediocre. Me gustó cuando el Superior General dijo que el Espíritu os llama a vivir entre vosotros  la comunión en la diversidad. Sí, como testimonio, pero ante todo como alegría para vosotros, como una riqueza humana y cristiana, eclesial. También os animo a continuar el camino de compartición con los laicos, enfrentando juntos los desafíos de hoy; así como a cuidar de  los itinerarios de formación permanente.

Hermanos, os doy las gracias por este encuentro. ¡Rezo por vuestro Capítulo, que dé muy buenos frutos!  Lo pedimos por intercesión de María, nuestra Madre, de San Carlos Borromeo y del beato Giovanni Battista Scalabrini. Os bendigo de todo corazón, así como a todos los Misioneros Scalabrini.

Religiosos escalabrinianos © Vatican Media

© Librería Editorial Vaticano

 

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