mayo 2019

7:19:00 p.m.

REDACCIÓN CENTRAL, 31 May. 19 (ACI Prensa).-
La Secretaría de Estado del Vaticano emitió un decreto ad hoc que establece que Cáritas Internationalis dependerá desde ahora del Dicasterio de Desarrollo Humano Integral.

El decreto firmado por el Cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado del Vaticano, tiene como fecha el 22 de mayo y ha sido publicado este viernes 31 por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

El texto indica que el Papa Francisco aprobó el decreto el 20 de mayo y que ha sido promulgado mediante su publicación en el diario del Vaticano, L’Osservatore Romano.

“El Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral (DSDHI) es el dicasterio competente en relación a Cáritas Internationalis para todo el ámbito de su actividad institucional”, señala el decreto.

El decreto establece que “el DSDHI puede participar a través de sus representantes con derecho de palabra en las reuniones de los órganos de Cáritas Internationalis, así como en las reuniones generales de sus miembros”.

“El DSDHI, habiendo escuchado pareceres oportunos en especial del presidente de Cáritas Internationalis, nombra al asistente eclesiástico, que participa de derecho en las reuniones de los órganos de gobierno, favorece el espíritu de comunión entre los miembros de la organización y la Santa Sede, acompaña la reflexión sobre asuntos de orden teológico y promueve la identidad católica de Cáritas Internationalis”, indica.

El decreto señala que “cualquier texto o contenido u orientación doctrinal o moral o las posiciones públicas emanadas por Cáritas Internationalis, de sus propias oficinas de representación o de las agrupaciones regionales de las organizaciones miembros, deben estar en línea con las posiciones de la Santa Sede”.

Aunque Cáritas Internationalis dependerá directamente del Dicasterio de Desarrollo Humano Integral, la Sección para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado del Vaticano también podrá intervenir en algunos temas de la organización como proponer a la aprobación del Papa de los estatutos, el reglamento interno y el reglamento del personal del Secretariado General de Cáritas Internationalis, contando con el parecer previo del DSDHI.

Cáritas Internationalis debería informar a la Sección para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado, cada cuatro meses, sobre su actividad relativa a los estados y las misiones diplomáticas acreditadas ante la Santa Sede. También podrá informar contextualmente al DSDHI.

La Sección para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado también podrá “vigilar la administración patrimonial y financiera de Cáritas Internationalis, respetando las competencias de otros entes de la Santa Sede”.

Según el decreto, Cáritas Internationalis “deberá entregar por escrito todas las informaciones que le sean solicitadas por el DSDHI, la Secretaría de Estado u otros organismos de la Santa Sede”.

En la declaración final de la asamblea general, los miembros de Cáritas Internationalis reiteraron su compromiso de “construir un mundo donde se reconozca a Dios como amor, justicia y paz; donde la solidaridad sea abrazada por todos para que ya no haya más excluidos, explotados o abusados; donde todas las personas vivan con dignidad y donde toda la creación se proteja en nuestra casa común”.

Cáritas Internationalis realizó su asamblea general del 23 al 28 de mayo en Roma. Sus miembros reeligieron como presidente al Cardenal filipino Luis Antonio Tagle; y al indio Aloysius John como nuevo secretario general. John sucede en el cargo a Michel Roy.

Tanto el Cardenal Tagle como Aloysius John servirán en sus cargos durante los próximos cuatro años.

10:12:00 a.m.

VATICANO, 31 May. 19 (ACI Prensa).-
Este viernes, en durante el primer día de su viaje a Rumanía, el Papa Francisco participó en el rezo del Padrenuestro en la nueva Catedral Ortodoxa junto a las autoridades ortodoxas del país. 

A continuación el discurso que el Pontífice pronunció antes del rezo de la oración que enseñó Jesús:

Beatitud, querido Hermano, Queridos hermanos y hermanas:

Quisiera expresarles mi gratitud y mi emoción al encontrarme en este templo santo, que nos reúne en unidad. Jesús invitó a los hermanos Andrés y Pedro a abandonar las redes para convertirse en pescadores de hombres (cf. Mc 1,16-17). La llamada de uno de ellos no está completa sin la de su hermano. Hoy queremos elevar, los unos junto a los otros, desde el corazón de este país, la oración del Padrenuestro. En ella está contenida nuestra identidad de hijos y, hoy de manera particular, de hermanos que rezan uno al lado del otro. La oración del Padrenuestro contiene la certeza de la promesa hecha por Jesús a sus discípulos: «No os dejaré huérfanos» (Jn 14,18), y nos brinda la confianza para recibir y acoger el don del hermano. Por eso, quisiera compartir algunas palabras como reparación para la oración que pronunciaré por nuestro camino de fraternidad y para que Rumania siempre pueda ser hogar de todos, tierra de encuentro, jardín donde florezca la reconciliación y la comunión.

Cada vez que decimos “Padre nuestro” reiteramos que la palabra Padre no puede ir sin decir nuestro. Unidos en la oración de Jesús, nos unimos también en su experiencia de amor y de intercesión que nos lleva a decir: Padre mío y Padre vuestro, Dios mío y Dios vuestro (cf. Jn 20,17). Es la invitación a que lo “mío” se transforme en nuestro y lo nuestro se haga oración. Ayúdanos, Padre, a tomar en serio la vida del hermano, a hacer nuestra su historia. Ayúdanos a no juzgar al hermano por sus acciones y sus límites, sino a acogerlo sobre todo como hijo tuyo. Ayúdanos a vencer la tentación de sentirnos como hijos mayores, que a fuerza de estar en el centro se olvidan del don que es el otro (cf. Lc 15,25-32).

A ti, que estás en el cielo, un cielo que abraza a todos y en el que haces salir el sol sobre buenos y malos, justos e injustos (cf. Mt 5,45), te pedimos aquella concordia que en la tierra no hemos sabido custodiar. Te la pedimos por intercesión de tantos hermanos y hermanas en la fe que viven juntos en tu Cielo, después de haber creído, amado y sufrido mucho, incluso en nuestros días, por el simple hecho de ser cristianos.

Como ellos, también nosotros queremos santificar tu nombre, poniéndolo en el centro de todos nuestros intereses. Que sea tu nombre, Señor, y no el nuestro el que nos mueva y despierte a vivir la caridad. Cuántas veces, mientras oramos, nos limitamos a pedir gracias y a enumerar peticiones, olvidándonos que lo primero es alabar tu nombre, adorarte, para poder reconocer en la persona del hermano que nos has puesto al lado tu vivo reflejo. En medio de tantas cosas que pasan y por las que nos afanamos, ayúdanos, Padre, a buscar lo que permanece: tu presencia y la del hermano.

Estamos a la espera de que venga tu reino: lo pedimos y lo deseamos porque vemos que las dinámicas del mundo no lo facilitan. Dinámicas orientadas por la lógica del dinero, de los intereses, del poder. Cuando nos encontramos sumergidos en un consumismo cada vez más desenfrenado, que cautiva con resplandores deslumbrantes pero efímeros, ayúdanos, Padre, a creer en lo que imploramos: a renunciar a las cómodas seguridades del poder, a las engañosas seducciones de la mundanidad, a las vanas presunciones de creernos autosuficientes, a la hipocresía de guardar las apariencias. De esta manera no perderemos de vista ese Reino al que tú nos llamas.

Hágase tu voluntad, no la nuestra. «La voluntad de Dios es que todos se salven» (S. Juan Casiano, Colaciones, IX, 20). Necesitamos, Padre, ampliar nuestros horizontes para no reducir a nuestros límites tu misericordiosa voluntad de salvación, que quiere abrazar a todos. Ayúdanos, Padre, enviándonos como en Pentecostés al Espíritu Santo, autor de la valentía y del gozo, para que nos aliente a anunciar la alegre noticia del evangelio más allá de los límites de nuestra pertenencia, lenguas, culturas y naciones.

Todos los días necesitamos de él, nuestro pan de cada día. Él es el pan de vida (cf. Jn 6,35.48), que nos hace sentir como hijos amados y que alivia toda nuestra soledad y orfandad. Él es el pan del servicio: que partiéndose para hacerse nuestro siervo nos pide que nos sirvamos los unos a los otros

(cf. Jn 13,14). Padre, mientras nos das el pan de cada día, alimenta en nosotros el anhelo por nuestro hermano, la necesidad de servirlo. Pidiéndote el pan de cada día, te imploramos también el pan de la memoria, la gracia de que fortalezcas las raíces comunes de nuestra identidad cristiana, indispensables en este tiempo en el que la humanidad, y las jóvenes generaciones en particular, corren el riesgo de sentirse desarraigadas en medio de tantas situaciones líquidas, incapaces de cimentar la existencia.

Que el pan que pedimos, con su larga historia, que va desde la siembra hasta la espiga, de la cosecha hasta la mesa, nos inspire el deseo de ser pacientes cultivadores de comunión, que no se cansan de hacer germinar semillas de unidad, de dejar crecer el bien, de trabajar siempre al lado del hermano: sin sospechas y sin distancias, sin forzar y sin uniformar, en la convivencia de las diferencias reconciliadas.

El pan que pedimos hoy, es también el pan del que muchos carecen cada día, mientras que unos pocos poseen lo superfluo. El Padrenuestro no es una oración que tranquiliza, sino un grito ante las carestías de amor de nuestro tiempo, ante el individualismo y la indiferencia que profanan tu nombre, Padre. Ayúdanos a tener hambre de darnos. Recuérdanos, cada vez que rezamos, que para vivir no tenemos necesidad de conservarnos, sino de partirnos; de compartir, en vez de atesorar; de sustentar a los demás, en lugar de saciarnos a nosotros mismos, porque el bienestar es tal si pertenece únicamente a todos.

Cada vez que rezamos pedimos que nuestras ofensas sean perdonadas. Se necesita valor, porque al mismo tiempo nos comprometemos a perdonar a los que nos han ofendido. Debemos, por tanto, encontrar la fuerza para perdonar de corazón al hermano (cf. Mt 18,35) como tú, Padre, perdonas nuestros pecados, para dejar atrás el pasado y abrazar juntos el presente. Ayúdanos, Padre, a no ceder al miedo, a no ver la apertura como un peligro; a tener la fuerza para perdonarnos y caminar, el valor de no contentarnos con una vida tranquila, y a buscar siempre, con transparencia y sinceridad, el rostro del hermano.

Y cuando el mal, agazapado ante la puerta del corazón (cf. Gn 4,7), nos induzca a encerrarnos en nosotros mismos; cuando la tentación de aislarnos se haga más fuerte, ocultando la sustancia del pecado, que es alejamiento de ti y de nuestro prójimo, ayúdanos nuevamente, Padre. Anímanos a encontrar en el hermano el apoyo que tú pusiste a nuestro lado para caminar hacia ti, y tener el valor de decir juntos: “Padre nuestro”. Amén.

Y ahora recitamos la oración que el Señor nos enseñó.

10:08:00 a.m.

(ZENIT – 31 mayo 2019).-  Hoy, en el primer día de la visita apostólica del Papa Francisco a Rumanía, después del encuentro con el Patriarca y con el Santo Sínodo de la Iglesia Ortodoxa en el Palacio del Patriarcado, el Santo Padre se ha dirigido a la Catedral Ortodoxa de la Salvación del Pueblo, donde se ha rezado el Padre Nuestro en latín y en rumano.

Catedral de la Salvación del Pueblo

Inaugurado en 2018 y situada en el centro de Bucarest este templo ortodoxo está dedicado a la Ascensión de Cristo y San Andrés y recibe popularmente el nombre de Catedral de la Salvación del Pueblo.

Se trata de un edificio construido para albergar a 5.000 fieles que presenta unas medidas imponentes: 120 metros de altura, 126 de largo y 68 de ancho.

Después de 14 años de obra, la catedral será terminada en 2024.

Saludo del Papa

En la escalinata del templo, Francisco ha sido recibido por el Patriarca Daniel y juntos se han dirigido hacia el altar.

Más tarde, el Papa ha pronunciado un saludo centrado en el Padre Nuestro, una oración, ha subrayado en la que está contenida la identidad de hijos de Dios y hoy de manera particular, en este momento en el que se han reunido católicos y ortodoxos para rezarla, de hermanos.

El Obispo de Roma ha resaltado también que compartía esas palabras como “preparación para la oración que pronunciaré por nuestro camino de fraternidad y para que Rumania siempre pueda ser hogar de todos, tierra de encuentro, jardín donde florezca la reconciliación y la comunión”.

Rezo del Padre Nuestro

Tras su saludo, Francisco ha dirigido el rezo del Padre Nuestro en latín y, después de los cantos pascuales católicos, el Patriarca Daniel ha hecho lo mismo en rumano. Posteriormente, un coro ha entonado cantos pascuales ortodoxos.

Una vez finalizado este acto, el Santo Padre ha saludado a varios representantes de las autoridades del país.

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9:28:00 a.m.

(ZENIT – 31 mayo 2019).- El Papa Francisco, en su discurso al Patriarca Ortodoxo Rumano, Daniel III, y al Sínodo Permanente de la Iglesia Ortodoxa Rumana, ha destacado la unidad de los cristianos en la alegría pascual y la Resurrección de Cristo, “corazón del anuncio apostólico, transmitido y custodiado por nuestras Iglesias”, ha señalado.

El encuentro con los hermanos ortodoxos ha tenido lugar este viernes, 31 de mayo de 2019, primer día del viaje pontificio a Rumanía, en el Patriarcado Ortodoxo Rumano: “En este tiempo de Pascua, también yo me regocijo al contemplar un reflejo de él en vuestros rostros, queridos Hermanos”, ha expresado Francisco.

El Pontífice Romano ha recordado que Pedro a Andrés, hermanos de sangre “al derramar la sangre por el Señor” –ha indicado– “nos recuerdan que hay una fraternidad de la sangre que nos precede, y que, como una silenciosa corriente vivificante nunca ha dejado de irrigar y sostener nuestro caminar a lo largo de los siglos”.

Memoria de comunión

El recuerdo “de los pasos que hemos dado juntos nos anima a continuar hacia el futuro siendo conscientes —ciertamente— de las diferencias, pero sobre todo con la acción de gracias por un ambiente familiar que hay que redescubrir, con la memoria de comunión que tenemos que reavivar y que, como una lámpara, dé luz a los pasos de nuestro camino”, ha alentado el Papa para “caminar juntos con la fuerza de la memoria”.

Escucha del Señor 

Francisco ha mostrado su deseo al Patriarca Ortodoxo Rumano de “caminar juntos a la escucha del Señor”, y lo ha ilustrado con el ejemplo del día de Pascua, cuando el Señor caminaba con los discípulos hacia Emaús.

“También nosotros necesitamos escuchar juntos al Señor, especialmente en estos últimos años en que los caminos del mundo nos han conducido a rápidos cambios sociales y culturales”.

Necesidad de ayudarnos

“Tenemos necesidad de ayudarnos para no rendirnos a las seducciones de una ‘cultura del odio’, de una cultura individualista” que, tal vez no sea tan ideológica como en los tiempos de la persecución ateísta, pero sin embargo “es más persuasiva e igual de materialista”, ha exhortado el Papa.

Asimismo ha expresado su preocupación por la “fragilidad de los vínculos”, que termina aislando a las personas, y que “afecta en particular a la célula fundamental de la sociedad, la familia”, y ha asegurado que juntos, deben hacer el esfuerzo de “salir e ir en ayuda de las dificultades de nuestros hermanos y hermanas, especialmente de los más jóvenes”.

Anuncio de esperanza

Cuando se cumplen 20 años de la reunión mantenida por San Juan Pablo II y el Patriarca Teoctist, Francisco ha dirigido un pensamiento de grata memoria a dicho Patriarca: “Cómo no recordar el grito espontáneo ‘Unitate, unitate’, que se elevó aquí en Bucarest en aquellos días”, y ha recordado que “fue un anuncio de esperanza que surgió del Pueblo de Dios, una profecía que inauguró un tiempo nuevo: el tiempo de caminar juntos en el redescubrimiento y el despertar de la fraternidad que ya nos une”.

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Discurso del Santo Padre

Beatitud, venerables Metropolitas y Obispos del Santo Sínodo:

Cristos a înviat! [¡Cristo ha resucitado!] La resurrección del Señor es el corazón del anuncio apostólico, transmitido y custodiado por nuestras Iglesias. El día de Pascua, los Apóstoles se regocijaron al ver al Resucitado (cf. Jn20,20). En este tiempo de Pascua, también yo me regocijo al contemplar un reflejo de él en vuestros rostros, queridos Hermanos. Hace veinte años, ante este Santo Sínodo, el papa Juan Pablo II dijo: «he venido a contemplar el rostro de Cristo grabado en vuestra Iglesia; he venido a venerar este rostro sufriente, prenda de una nueva esperanza» ( Discursoal Patriarca Teoctist y al Santo Sínodo, 8 mayo 1999:Insegnamenti XXII,1 [1999], 938). Tambiényo he venido aquí, peregrino deseoso de ver el Rostro del Señor en el rostro de los hermanos; y, mirándoos, os agradezco de corazón vuestra acogida.

Los lazos de fe que nos unen se remontan a los Apóstoles, testigos del Resucitado, en particular al vínculo que unía Pedro a Andrés, que según la tradición trajo la fe a estas tierras. Hermanos de sangre (cf. Mc1,16-18), lo fueron también, de manera excepcional, al derramar la sangre por el Señor. Ellos nos recuerdan que hay una fraternidad de la sangre que nos precede, y que, como una silenciosa corriente vivificante nunca ha dejado de irrigar y sostener nuestro caminar a lo largo de los siglos.

Aquí —como en tantos otros lugares actuales— habéis experimentado la Pascua de muerte y resurrección: muchos hijos e hijas de este país, de diferentes Iglesias y comunidades cristianas, han sufrido el viernes de la persecución, han atravesado el sábado del silencio, han vivido el domingo del renacimiento. ¡Cuántos mártires y confesores de la fe! Muchos, de confesiones distintas y en tiempos recientes, han estado en prisión uno al lado del otro apoyándose mutuamente. Su ejemplo está hoy ante nosotros y ante las nuevas generaciones que no han conocido aquellas dramáticas condiciones. Aquello por lo que han sufrido, hasta el punto de ofrecer sus vidas, es una herencia demasiado valiosa para que sea olvidada o mancillada. Y es una herencia común que nos llama a no distanciarnos del hermano que la comparte. Unidos a Cristo en el sufrimiento y el dolor, unidos por Cristo en la Resurrección para que «también nosotros llevemos una vida nueva» (Rm6,4).

Beatitud, querido Hermano: Hace veinte años, el encuentro entre nuestros predecesores fue un regalo pascual, un evento que contribuyó no sólo al resurgir de las relaciones entre ortodoxos y católicos en Rumania, sino también al diálogo entre católicos y ortodoxos en general. Aquel viaje, que un obispo de Roma realizaba por primera vez a un país de mayoría ortodoxa, allanó el camino para otros eventos similares. Me gustaría dirigir un pensamiento de grata memoria al Patriarca Teoctist. Cómo no recordar el grito espontáneo “Unitate, unitate”, que se elevó aquí en Bucarest en aquellos días. Fue un anuncio de esperanza que surgió del Pueblo de Dios, una profecía que inauguró un tiempo nuevo: el tiempo de caminar juntos en el redescubrimiento y el despertar de la fraternidad que ya nos une.

Caminar juntos con la fuerza de la memoria. No la memoria de los males sufridos einfligidos, de juicios y prejuicios, que nos encierran en un círculo vicioso y conducen a actitudes estériles, sino la memoria de las raíces: los primeros siglos en los que el Evangelio, anunciado con parresia y espíritu de profecía, encontró e iluminó a nuevos pueblos y culturas; los primeros siglos de los mártires, los Padres y confesores de la fe, de la santidad vivida y testimoniada cotidianamente por tantas personas sencillas que comparten el mismo Cielo. Gracias a Dios, nuestras raíces son sanas y sólidas y, aunque su crecimiento ha sido afectado por las tortuosidades y las dificultades del tiempo, estamos llamados, como el salmista, a recordar con gratitud todo lo que el Señor ha realizado en nosotros, a elevar hacia él un himno de alabanza mutua (cf. Sal 77, 6.12-13). El recuerdo de los pasos que hemos dado juntos nos anima a continuar hacia el futuro siendo conscientes —ciertamente— de las diferencias, pero sobre todo con la acción de gracias por un ambiente familiar que hay que redescubrir, con la memoria de comunión que tenemos que reavivar y que, como una lámpara, dé luz a los pasos de nuestro camino.

Caminar juntos a la escucha del Señor. Nos sirve de ejemplo lo que el Señor hizo el día dePascua, cuando caminaba con los discípulos hacia Emaús. Ellos discutían de lo que había sucedido, de sus inquietudes, dudas e interrogantes. El Señor los escuchó pacientemente y con toda franqueza conversó con ellos ayudándolos a entender y discernir lo que había sucedido (cf. Lc24,15-27).

También nosotros necesitamos escuchar juntos al Señor, especialmente en estos últimos años en que los caminos del mundo nos han conducido a rápidos cambios sociales y culturales. Son muchos los que se han beneficiado del desarrollo tecnológico y el bienestar económico, pero la mayoría de ellos han quedado inevitablemente excluidos, mientras que una globalización uniformadora ha contribuido a desarraigar los valores de los pueblos, debilitando la ética y la vida en común, contaminada en tiempos recientes por una sensación generalizada de miedo y que, a menudo fomentada a propósito, lleva a actitudes de aislamiento y odio. Tenemos necesidad de ayudarnos para no rendirnos a las seducciones de una “cultura del odio”, de una cultura individualista que, tal vez no sea tan ideológica como en los tiempos de la persecución ateísta, pero sin embargo es más persuasiva e igual de materialista. A menudo nos presenta como una vía para el desarrollo lo que parece inmediato y decisivo, pero que en realidad sólo es indiferente y superficial. La fragilidad de los vínculos, que termina aislando a las personas, afecta en particular a la célula fundamental de la sociedad, la familia, y nos pide el esfuerzo de salir e ir en ayuda de las dificultades de nuestros hermanos y hermanas, especialmente de los más jóvenes, no con desaliento y nostalgia, como los discípulos de Emaús, sino con el deseo de comunicar a Jesús resucitado, corazón de la esperanza. Necesitamos renovar con el hermano la escucha de las palabras del Señor para que el corazón arda al unísono y el anuncio no se debilite (cf. vv. 32.35).

El camino llega a su destino, como en Emaús, a través de la oración insistente, para que el Señor se quede con nosotros (cf. vv. 28-29). Él, que se revela al partir el pan (cf. vv. 30-31), llama a la caridad, a servir juntos; a “dar a Dios” antes de “decir Dios”; a no ser pasivos en el bien, sino prontos para alzarse y caminar, activos y colaboradores (cf. v. 33). Las numerosas comunidades ortodoxas rumanas, que allí donde están, colaboran excelentemente con las numerosas diócesis católicas de Europa occidental; son un ejemplo en este sentido. En muchos casos se ha desarrollado una relación de confianza mutua y amistad, alimentada por gestos concretos de acogida, apoyo y solidaridad. A través de esta relación mutua, muchos rumanos católicos y ortodoxos han descubierto que no son extraños, sino hermanos y amigos.

Caminar juntos hacia un nuevo Pentecostés. El trayecto que nos espera va desde la Pascua aPentecostés: desde esa alba pascual de unidad, que aquí amaneció hace veinte años, nos dirigimos hacia un nuevo Pentecostés. Para los discípulos, la Pascua marcó el inicio de un nuevo camino en el que, sin embargo, los temores y las incertidumbres no habían desaparecido. Así fue hasta Pentecostés, cuando los Apóstoles, reunidos alrededor de la Santa Madre de Dios, con un solo Espíritu y en una pluralidad y riqueza de lenguas, fueron testigos del Resucitado con la Palabra y con la vida. Nuestro camino se ha reanudado a partir de la certeza de tener al hermano a nuestro lado, para compartir la fe fundada en la resurrección del mismo Señor. De Pascua a Pentecostés: tiempo para recogerse en oración bajo la protección de la Santa Madre de Dios, para invocar el Espíritu unos por otros. Que nos renueve el Espíritu Santo, que desdeña la uniformidad y ama plasmar la unidad en la más bella y armoniosa diversidad. Que su fuego consuma nuestras desconfianzas; su viento expulse las reticencias que nos impiden testimoniar juntos la nueva vida que nos ofrece. Que él, artífice de fraternidad, nos dé la gracia de caminar juntos; que él, creador de la novedad, nos haga valientes para experimentar nuevas formas de compartir y de misión. Que él, fortaleza de los mártires, nos ayude a que su sacrificio no sea infecundo.

Queridos hermanos: Caminemos juntos en alabanza de la Santísima Trinidad y en beneficio mutuo para ayudar a nuestros hermanos a ver a Jesús. Os renuevo mi gratitud y os aseguro el afecto, la amistad y la oración mías y de la Iglesia Católica.

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9:22:00 a.m.

BUCAREST, 31 May. 19 (ACI Prensa).-
El Papa Francisco realizó una histórica visita a los líderes de la Iglesia Ortodoxa de Rumanía en Bucarest durante su primer día de viaje apostólico a este país de Europa en la cual pidió “caminar juntos” a favor de la sociedad y la familia para ir más allá de la “cultura del odio”.

Tras reunirse con el Patriarca Daniel en privado, el Santo Padre encontró al Sínodo permanente de la Iglesia Ortodoxa Rumana en el Palacio del Patriarcado a quienes destacó la “necesidad de ayudarnos para no rendirnos a las seducciones de una ‘cultura del odio’ e individualista que, tal vez no sea tan ideológica como en los tiempos de la persecución ateísta” pero que es sin embargo “más persuasiva e igual de materialista”.

En su discurso, el Santo Padre recordó a los cristianos perseguidos actuales y en la historia de Rumanía, e hizo referencia a los siete obispos greco-católicos mártires que beatificará el próximo domingo. “Aquí -como en tantos otros lugares actuales- han experimentado la Pascua de muerte y resurrección: muchos hijos e hijas de este país, de diferentes Iglesias y comunidades cristianas, han sufrido el viernes de la persecución, han atravesado el sábado del silencio, han vivido el domingo del renacimiento”, afirmó.

“¡Cuántos mártires y confesores de la fe! Muchos, de confesiones distintas y en tiempos recientes, han estado en prisión uno al lado del otro apoyándose mutuamente. Su ejemplo está hoy ante nosotros y ante las nuevas generaciones que no han conocido aquellas dramáticas condiciones”, explicó el Papa.

Por ello, Francisco remarcó que “aquello por lo que han sufrido, hasta el punto de ofrecer sus vidas, es una herencia demasiado valiosa para que sea olvidada o mancillada. Y es una herencia común que nos llama a no distanciarnos del hermano que la comparte”.

Además, el Papa Francisco recordó la visita de San Juan Pablo II a Bucarest en 1999: “hace veinte años, el encuentro entre nuestros predecesores fue un regalo pascual, un evento que contribuyó no solo al resurgir de las relaciones entre ortodoxos y católicos en Rumania, sino también al diálogo entre católicos y ortodoxos en general”.

En esta línea, el Santo Padre destacó que aquella visita de San Juan Pablo II fue la primera vez que un obispo de Roma visitó un país de mayoría ortodoxa ocasión que “allanó el camino para otros eventos similares”.

“Me gustaría dirigir un pensamiento de grata memoria al Patriarca Teoctist. Cómo no recordar el grito espontáneo “Unitate, unitate”, que se elevó aquí en Bucarest en aquellos días. Fue un anuncio de esperanza que surgió del Pueblo de Dios, una profecía que inauguró un tiempo nuevo: el tiempo de caminar juntos en el redescubrimiento y el despertar de la fraternidad que ya nos une”, dijo el Papa.

En este sentido, el Papa Francisco señaló la importancia de “caminar juntos con la fuerza de la memoria”. Pero explicó que “no la memoria de los males sufridos e infligidos, de juicios y prejuicios, que nos encierran en un círculo vicioso y conducen a actitudes estériles, sino la memoria de las raíces: los primeros siglos en los que el Evangelio, anunciado con parresia y espíritu de profecía, encontró e iluminó a nuevos pueblos y culturas; los primeros siglos de los mártires, los Padres y confesores de la fe, de la santidad vivida y testimoniada cotidianamente por tantas personas sencillas que comparten el mismo Cielo”.

Asimismo, el Pontífice alentó a la Iglesia Ortodoxa de Rumanía a “caminar juntos a la escucha del Señor” y puso como ejemplo el pasaje evangélico de San Lucas cuando Jesús “caminaba con los discípulos hacia Emaús. Ellos discutían de lo que había sucedido, de sus inquietudes, dudas e interrogantes. El Señor los escuchó pacientemente y con toda franqueza conversó con ellos ayudándolos a entender y discernir lo que había sucedido”.

“También nosotros necesitamos escuchar juntos al Señor, especialmente en estos últimos años en que los caminos del mundo nos han conducido a rápidos cambios sociales y culturales. Son muchos los que se han beneficiado del desarrollo tecnológico y el bienestar económico, pero la mayoría de ellos han quedado inevitablemente excluidos, mientras que una globalización uniformadora ha contribuido a desarraigar los valores de los pueblos, debilitando la ética y la vida en común, contaminada en tiempos recientes por una sensación generalizada de miedo y que, a menudo fomentada a propósito, lleva a actitudes de aislamiento y odio”, expresó.

De este modo, el Santo Padre destacó “la necesidad de ayudarnos para no rendirnos a las seducciones de una ‘cultura del odio’ e individualista que, tal vez no sea tan ideológica como en los tiempos de la persecución ateísta, es sin embargo más persuasiva e igual de materialista. A menudo nos presenta como una vía para el desarrollo lo que parece inmediato y decisivo, pero que en realidad solo es indiferente y superficial”.

“La fragilidad de los vínculos, que termina aislando a las personas, afecta en particular a la célula fundamental de la sociedad, la familia, y nos pide el esfuerzo de salir e ir en ayuda de las dificultades de nuestros hermanos y hermanas, especialmente de los más jóvenes, no con desaliento y nostalgia, como los discípulos de Emaús, sino con el deseo de comunicar a Jesús resucitado, corazón de la esperanza”, afirmó.

Por último, el Pontífice alentó a “caminar juntos hacia un nuevo Pentecostés” y señaló que “nuestro camino se ha reanudado a partir de la certeza de tener al hermano a nuestro lado, para compartir la fe fundada en la resurrección del mismo Señor” y aseguró las oraciones de la Iglesia Católica:

“Queridos hermanos: Caminemos juntos en alabanza de la Santísima Trinidad y en beneficio mutuo para ayudar a nuestros hermanos a ver a Jesús. Les renuevo mi gratitud y les aseguro el afecto, la amistad y la oración mías y de la Iglesia Católica”, concluyó.

8:57:00 a.m.

BUCAREST, 31 May. 19 (ACI Prensa).-
El Papa Francisco realizó una histórica visita a los líderes de la Iglesia Ortodoxa de Rumanía en Bucarest durante su primer día de viaje apostólico a este país de Europa.

Tras reunirse con el Patriarca Daniel en privado, el Santo Padre encontró al Sínodo permanente de la Iglesia Ortodoxa Rumana en el Palacio del Patriarcado a quienes animó a “caminar juntos” en contra de “la cultura del odio” y del individualismo.

En su discurso, el Pontífice señaló que “tenemos necesidad de ayudarnos para no rendirnos a las seducciones de una ‘cultura del odio’ e individualista que, tal vez no sea tan ideológica como en los tiempos de la persecución ateísta” pero que es sin embargo “más persuasiva e igual de materialista”.

En esta línea, el Papa Francisco animó a la Iglesia Ortodoxa a caminar juntos a favor de la sociedad y de la familia para “ir en ayuda de las dificultades de nuestros hermanos y hermanas, especialmente de los más jóvenes, no con desaliento y nostalgia, como los discípulos de Emaús, sino con el deseo de comunicar a Jesús resucitado, corazón de la esperanza”.

“Necesitamos renovar con el hermano la escucha de las palabras del Señor para que el corazón arda al unísono y el anuncio no se debilite”, expresó.

A continuación, el texto completo del discurso del Papa Francisco:

Beatitud, venerables Metropolitas y Obispos del Santo Sínodo: Cristos a înviat! [¡Cristo ha resucitado!] La resurrección del Señor es el corazón del anuncio apostólico, transmitido y custodiado por nuestras Iglesias. El día de Pascua, los Apóstoles se regocijaron al ver al Resucitado (cf. Jn 20,20). En este tiempo de Pascua, también yo me regocijo al contemplar un reflejo de él en vuestros rostros, queridos Hermanos. Hace veinte años, ante este Santo Sínodo, el papa Juan Pablo II dijo: «he venido a contemplar el rostro de Cristo grabado en vuestra Iglesia; he venido a venerar este rostro sufriente, prenda de una nueva esperanza» (Discurso al Patriarca Teoctist y al Santo Sínodo, 8 mayo 1999: Insegnamenti XXII,1 [1999], 938). También yo he venido aquí, peregrino deseoso de ver el Rostro del Señor en el rostro de los hermanos; y, mirándoos, os agradezco de corazón vuestra acogida.

Los lazos de fe que nos unen se remontan a los Apóstoles, testigos del Resucitado, en particular al vínculo que unía Pedro a Andrés, que según la tradición trajo la fe a estas tierras. Hermanos de sangre (cf. Mc 1,16-18), lo fueron también, de manera excepcional, al derramar la sangre por el Señor. Ellos nos recuerdan que hay una fraternidad de la sangre que nos precede, y que, como una silenciosa corriente vivificante nunca ha dejado de irrigar y sostener nuestro caminar a lo largo de los siglos.

Aquí —como en tantos otros lugares actuales— habéis experimentado la Pascua de muerte y resurrección: muchos hijos e hijas de este país, de diferentes Iglesias y comunidades cristianas, han sufrido el viernes de la persecución, han atravesado el sábado del silencio, han vivido el domingo del renacimiento. ¡Cuántos mártires y confesores de la fe! Muchos, de confesiones distintas y en tiempos recientes, han estado en prisión uno al lado del otro apoyándose mutuamente. Su ejemplo está hoy ante nosotros y ante las nuevas generaciones que no han conocido aquellas dramáticas condiciones. Aquello por lo que han sufrido, hasta el punto de ofrecer sus vidas, es una herencia demasiado valiosa para que sea olvidada o mancillada. Y es una herencia común que nos llama a no distanciarnos del hermano que la comparte. Unidos a Cristo en el sufrimiento y el dolor, unidos por Cristo en la Resurrección para que «también nosotros llevemos una vida nueva» (Rm 6,4).

Beatitud, querido Hermano: Hace veinte años, el encuentro entre nuestros predecesores fue un regalo pascual, un evento que contribuyó no sólo al resurgir de las relaciones entre ortodoxos y católicos en Rumania, sino también al diálogo entre católicos y ortodoxos en general. Aquel viaje, que un obispo de Roma realizaba por primera vez a un país de mayoría ortodoxa, allanó el camino para otros eventos similares. Me gustaría dirigir un pensamiento de grata memoria al Patriarca Teoctist. Cómo no recordar el grito espontáneo “Unitate, unitate”, que se elevó aquí en Bucarest en aquellos días. Fue un anuncio de esperanza que surgió del Pueblo de Dios, una profecía que inauguró un tiempo nuevo: el tiempo de caminar juntos en el redescubrimiento y el despertar de la fraternidad que ya nos une.

Caminar juntos con la fuerza de la memoria. No la memoria de los males sufridos e infligidos, de juicios y prejuicios, que nos encierran en un círculo vicioso y conducen a actitudes estériles, sino la memoria de las raíces: los primeros siglos en los que el Evangelio, anunciado con parresia y espíritu de profecía, encontró e iluminó a nuevos pueblos y culturas; los primeros siglos de los mártires, los Padres y confesores de la fe, de la santidad vivida y testimoniada cotidianamente por tantas personas sencillas que comparten el mismo Cielo. Gracias a Dios, nuestras raíces son sanas y sólidas y, aunque su crecimiento ha sido afectado por las tortuosidades y las dificultades del tiempo, estamos llamados, como el salmista, a recordar con gratitud todo lo que el Señor ha realizado en nosotros, a elevar hacia él un himno de alabanza mutua (cf. Sal 77,6.12-13). El recuerdo de los pasos que hemos dado juntos nos anima a continuar hacia el futuro siendo conscientes —ciertamente— de las diferencias, pero sobre todo con la acción de gracias por un ambiente familiar que hay que redescubrir, con la memoria de comunión que tenemos que reavivar y que, como una lámpara, dé luz a los pasos de nuestro camino.

Caminar juntos a la escucha del Señor. Nos sirve de ejemplo lo que el Señor hizo el día de Pascua, cuando caminaba con los discípulos hacia Emaús. Ellos discutían de lo que había sucedido, de sus inquietudes, dudas e interrogantes. El Señor los escuchó pacientemente y con toda franqueza conversó con ellos ayudándolos a entender y discernir lo que había sucedido (cf. Lc 24,15-27).

También nosotros necesitamos escuchar juntos al Señor, especialmente en estos últimos años en que los caminos del mundo nos han conducido a rápidos cambios sociales y culturales. Son muchos los que se han beneficiado del desarrollo tecnológico y el bienestar económico, pero la mayoría de ellos han quedado inevitablemente excluidos, mientras que una globalización uniformadora ha contribuido a desarraigar los valores de los pueblos, debilitando la ética y la vida en común, contaminada en tiempos recientes por una sensación generalizada de miedo y que, a menudo fomentada a propósito, lleva a actitudes de aislamiento y odio.

Tenemos necesidad de ayudarnos para no rendirnos a las seducciones de una “cultura del odio” e individualista que, tal vez no sea tan ideológica como en los tiempos de la persecución ateísta, es sin embargo más persuasiva e igual de materialista. A menudo nos presenta como una vía para el desarrollo lo que parece inmediato y decisivo, pero que en realidad solo es indiferente y superficial. La fragilidad de los vínculos, que termina aislando a las personas, afecta en particular a la célula fundamental de la sociedad, la familia, y nos pide el esfuerzo de salir e ir en ayuda de las dificultades de nuestros hermanos y hermanas, especialmente de los más jóvenes, no con desaliento y nostalgia, como los discípulos de Emaús, sino con el deseo de comunicar a Jesús resucitado, corazón de la esperanza. Necesitamos renovar con el hermano la escucha de las palabras del Señor para que el corazón arda al unísono y el anuncio no se debilite (cf. vv. 32.35).

El camino llega a su destino, como en Emaús, a través de la oración insistente, para que el Señor se quede con nosotros (cf. vv. 28-29). Él, que se revela al partir el pan (cf. vv. 30-31), llama a la caridad, a servir juntos; a “dar a Dios” antes de “decir Dios”; a no ser pasivos en el bien, sino prontos para alzarse y caminar, activos y colaboradores (cf. v. 33). Las numerosas comunidades ortodoxas rumanas, que allí donde están, colaboran excelentemente con las numerosas diócesis católicas de Europa occidental; son un ejemplo en este sentido. En muchos casos se ha desarrollado una relación de confianza mutua y amistad, alimentada por gestos concretos de acogida, apoyo y solidaridad. A través de esta relación mutua, muchos rumanos católicos y ortodoxos han descubierto que no son extraños, sino hermanos y amigos.

Caminar juntos hacia un nuevo Pentecostés. El trayecto que nos espera va desde la Pascua a Pentecostés: desde esa alba pascual de unidad, que aquí amaneció hace veinte años, nos dirigimos hacia un nuevo Pentecostés. Para los discípulos, la Pascua marcó el inicio de un nuevo camino en el que, sin embargo, los temores y las incertidumbres no habían desaparecido. Así fue hasta Pentecostés, cuando los Apóstoles, reunidos alrededor de la Santa Madre de Dios, con un solo Espíritu y en una pluralidad y riqueza de lenguas, fueron testigos del Resucitado con la Palabra y con la vida.

Nuestro camino se ha reanudado a partir de la certeza de tener al hermano a nuestro lado, para compartir la fe fundada en la resurrección del mismo Señor. De Pascua a Pentecostés: tiempo para recogerse en oración bajo la protección de la Santa Madre de Dios, para invocar el Espíritu unos por otros. Que nos renueve el Espíritu Santo, que desdeña la uniformidad y ama plasmar la unidad en la más bella y armoniosa diversidad. Que su fuego consuma nuestras desconfianzas; su viento expulse las reticencias que nos impiden testimoniar juntos la nueva vida que nos ofrece. Que él, artífice de fraternidad, nos dé la gracia de caminar juntos; que él, creador de la novedad, nos haga valientes para experimentar nuevas formas de compartir y de misión. Que él, fortaleza de los mártires, nos ayude a que su sacrificio no sea infecundo.

Queridos hermanos: Caminemos juntos en alabanza de la Santísima Trinidad y en beneficio mutuo para ayudar a nuestros hermanos a ver a Jesús. Os renuevo mi gratitud y os aseguro el afecto, la amistad y la oración mías y de la Iglesia Católica.

6:53:00 a.m.

viernes, 31 mayo 2019

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - El Santo Padre Francisco nombró como obispo Auxiliar de la archidiócesis de Nagasaki (Japón) al padre Peter Peter Michiaki Nakamura, hasta ahora párroco de Miura-machi, asignándole la sede titular de Fessei.

El nuevo obispo nació el 21 de marzo de 1962 en la ciudad de Saikai, prefectura de Nagasaki. Fue alumno del Seminario Menor de Nagasaki. Estudió Filosofía y Teología en el Seminario Mayor de San Sulpizio en Fukuoka. Obtuvo su licenciatura en Teología Moral en la Academia Alfonsiana de Roma (1994). Fue ordenado sacerdote el 19 de marzo de 1988 para la archidiócesis de Nagasaki. Después de la ordenación sacerdotal ocupó los siguientes cargos: Formador en el Seminario Menor de la archidiócesis de Nagasaki (1988-1989); Vicario parroquial en la parroquia de Nakamachi (1989-1991); Estudios de posgrado en teología moral en Roma (1991-1994); Formador en el Seminario Menor de la archidiócesis de Nagasaki (1994-1999); Vicario parroquial en la Catedral Parroquia de Urakami (1999-2002); Pároco de la Parroquia de Togitsu (2002-2005); Formador en el Seminario Mayor de Fukuoka (2005-2007); Párroco de la Parroquia de Uematsu (2007-2014); desde 2009; Profesor de teología moral en los seminarios principales de Fukuoka y Tokio; Desde 2014: párroco de la parroquia de Miura-machi.
(SL) (Agencia Fides 31/05/2019)


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6:52:00 a.m.

VATICANO, 31 May. 19 (ACI Prensa).-
En su primer discurso del viaje apostólico a Rumanía, el Papa Francisco defendió, este viernes 31 de mayo en el Palacio Presidencial de Bucarest, la plena identidad rumana de la Iglesia católica en el País.

El Santo Padre señaló que en Rumanía “la Iglesia Católica no es extranjera, sino que participa plenamente en el espíritu nacional rumano, como lo demuestra la participación de sus fieles en la formación del destino de la nación, en la creación y el desarrollo de estructuras de educación integral y formas de asistencia típicas de un Estado moderno”.

Por eso, “desea contribuir a la construcción de la sociedad y la vida civil y espiritual de vuestra hermosa tierra de Rumania”.

Explicó que “la Iglesia Católica quiere contribuir a la construcción de la sociedad, quiere ser un signo de armonía, esperanza de unidad y ponerse al servicio de la dignidad humana y el bien común. Desea colaborar con las Autoridades, con las demás Iglesias y con todos los hombres y mujeres de buena voluntad para caminar juntos y poner sus talentos al servicio de toda la comunidad”.

En su discurso, el Papa destacó la pluralidad religiosa de Rumanía, un país principalmente ortodoxo donde los católicos son minoría.

Defendió que “las Iglesias cristianas pueden ayudar a redescubrir y alimentar ese corazón palpitante del que brote una acción política y social que partiendo de la dignidad de la persona lleve a comprometerse con lealtad y generosidad por el bien común de la comunidad. Al mismo tiempo, se esfuerzan por convertirse en un reflejo creíble y en un testimonio atractivo de la acción de Dios, promoviendo entre ellas una verdadera amistad y colaboración”.

Por otra parte, el Santo Padre invitó a los rumanos a “dirigir una mirada de conjunto sobre los últimos treinta años desde que Rumania se liberó de un régimen que oprimía la libertad civil y religiosa, la aislaba de otros países europeos y la llevaba también al estancamiento económico y al agotamiento de sus fuerzas creadoras”.

“Durante este tiempo, Rumania se ha comprometido en la construcción de un proyecto democrático a través del pluralismo de las fuerzas políticas y sociales, y del diálogo recíproco en favor del reconocimiento fundamental de la libertad religiosa y la plena integración del país en el amplio escenario internacional”.

Además, también subrayó el reto al que debe hacer frente Rumanía ante el fenómeno de la emigración, “que ha afectado a varios millones de personas que han abandonado sus hogares y sus países de origen para buscar nuevas oportunidades de trabajo y de una vida digna”.

“Pienso en la despoblación de tantas aldeas, que en pocos años han visto marcharse a un número considerable de sus habitantes; pienso en las consecuencias que todo esto puede tener sobre la calidad de vida en esos territorios y el debilitamiento de sus más ricas raíces culturales y espirituales que los sostuvieron en la adversidad”.

Por ello, quiso rendir homenaje “a los sacrificios de tantos hijos e hijas de Rumania que enriquecen con su cultura, su idiosincrasia y su trabajo, los países donde emigraron y ayudan con el fruto de su empeño a sus familias que quedaron en casa”.

“Pensar en los hermanos y las hermanas que están en el extranjero es un acto de patriotismo. Es un acto de hermandad. Es un acto de justicia. Continuad haciéndolo”, exhortó.

6:43:00 a.m.

Fides

Roma (Agencia Fides) - Fiel a sus objetivos de proporcionar “formación de calidad” a los futuros sacerdotes, la OBra Pontificia de San Pedro Apóstol (POSPA) ha continuado su trabajo ordinario a muchos niveles, explicó el Padre Guy Bognon, PSS, -nombrado Secretario General de la Obra en julio del año pasado-, en el informe presentado el 30 de mayo a la Asamblea General de las Obras Misionales Pontificias (ver Fides 05/24/2019).

“Con el objetivo de participar activamente en la calidad de la formación en los seminarios, la POSPA continúa considerando que la formación de los formadores es importante, -aseguró el padre Bognon-, a través de reuniones en profundidad y becas. Se organizaron sesiones formativas para formadores de países de habla portuguesa en Roma, así como en Asia y África. En algunos países, se han programado reuniones anuales, mientras que en muchos otros países la voluntad de organizar este tipo de formación choca con la falta de recursos financieros. Pero estas sesiones son muy importantes e incluso necesarias si queremos continuar formando sacerdotes de calidad para la Iglesia”.

En cuanto al apoyo para la formación a través de becas, la POSPA apoya a algunos estudiantes en universidades o institutos católicos en Camerún, República Democrática del Congo, Congo, Costa de Marfil, Kenia, Nigeria, Tanzania o Bélgica. La mayoría de ellos se están preparando para ser formadores en seminarios o casas religiosas. Este son 302 sacerdotes, religiosos y religiosas que se han beneficiado de la aportación de 307.135.68 USD.

Desde hace dos años, la POSPA ha comenzado un programa experimental para futuros formadores (religiosos y religiosos) que pertenecen a congregaciones o institutos religiosos de derecho diocesano. Para este año académico 2018-2019, se otorgaron becas a 21 religiosos (de Ghana, RD Congo, Malawi, Nigeria), así como apoyo para algunos casos especiales. Para el próximo año 2019-2020, ya se han registrado 21 solicitudes, sin contar las del año anterior que deberán renovarse (21). “Los programas de formación de los formadores son de suma importancia si queremos ayudar a la Iglesia a superar los desafíos de calidad y credibilidad de las almas consagradas que necesita para su misión evangelizadora”, comentó el padre Bognon.

La POSPA también continúa su colaboración con el Centro de Protección Infantil (PCCh) para financiar la formación de sacerdotes y religiosas elegidos y presentados por la Conferencia de Obispos de los Países competentes de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. Cada año, la POSPA financia la participación de 6 candidatos en el curso organizado en la Facultad de Psicología de la Universidad Gregoriana de Roma. En este año académico 2018-2019, la facultad ha puesto a disposición un nuevo programa de Licencia de dos años en este campo a fin de poner a personas competentes en el campo de la protección infantil a disposición de las Conferencias Episcopales.

El padre Bognon informó de que en 2018 la POSPA envió subsidios ordinarios a un total de 737 seminarios entre menores, preparatorios y mayores. La suma de 3,622,877.20 USD se envió a 383 seminarios menores, para un total de 47,556 seminaristas. El número de seminaristas apoyados fue de 4.703, en 125 Seminarios Propedéuticos registrados, por un total de 1,360,115.77 USD. Las subvenciones ordinarias se enviaron a 229 seminarios mayores para 24,500 seminaristas mayores, por un total de 11,215,321.59 USD.

También el año pasado, la POSPA contribuyó con 1,404,642.00 USD a la formación de novicios en 1,200 noviciados: 2,882 novicios y 5,212 novicios por un total de 8,094.

Para la realización de los proyectos recibidos y aprobados, sobre todo la construcción de nuevos seminarios o las obras de reestructuración y adaptación de los existentes, en 2018 la POSPA pudo distribuir un total de 3,198,357.77 USD en subsidios extraordinarios.

“Como se puede ver fácilmente, las vocaciones sacerdotales y religiosas florecen en los llamados países de misión como un signo y fruto de la vitalidad de la fe y estas regiones ya se están convirtiendo en países misioneros”, subrayó el Secretario General. “La formación de los jóvenes llamados, cuyo número aumenta cada año, requiere estructuras e infraestructuras a las que la POSPA contribuye con subsidios extraordinarios”. En cuanto a la previsión de gastos, el presupuesto total previsto para los subsidios ordinarios es de 15,000,000.00 USD. Para ayudas extraordinarias, se espera una suma de casi 4,000,000.00 (3,952,543.00 USD), de los cuales una parte (530,376.48) ya se entregó para 19 proyectos.

En su conclusión el padre Bognon recordó que en el año 2019, en el que la Iglesia universal celebrará el Mes Misionero Extraordinario, hay algunas fechas importantes relacionadas con la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol: el 1 de junio se recuerda la creación de la Obra en 1889, hace 130 años. El 2 de diciembre de 2019 es el aniversario del nacimiento del fundador de la Obra hace 160 años. “Incluso si estas fechas no constituyen un jubileo nos gustaría sugerir a los Directores Nacionales que aprovechen la oportunidad para celebrar la POSPA de varias maneras porque en muchos países su trabajo aún es poco conocido incluso en los Seminarios”, apostilló.
(SL) (Agencia Fides 05/31/2019)


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6:38:00 a.m.

(ZENIT – 31 ayo 2019).- Las autoridades civiles y religiosas de Rumanía han recibido al Papa Francisco esta mañana con un cálido aplauso en el interior del Palacio Cotroceni de Bucarest, actual sede del Palacio Presidencial de la República rumana, a donde ha llegado a las 10:15 hora local.

El Papa ha anunciado que la Iglesia Católica “no es extranjera, sino que participa plenamente en el espíritu nacional rumano” y ha asegurado que “quiere contribuir a la construcción de la sociedad, quiere ser un signo de armonía, esperanza de unidad y ponerse al servicio de la dignidad humana y el bien común”.

Francisco, quien ha mencionado al Patriarca Daniel III en sus agradecimientos, presente en el salón, ha indicado que las Iglesias cristianas pueden “ayudar a redescubrir y alimentar ese corazón palpitante del que brote una acción política y social”, que “partiendo de la dignidad de la persona lleve a comprometerse con lealtad y generosidad por el bien común de la comunidad”.

Tras el acto oficial de bienvenida, celebrada en el patio del Palacio, el Santo Padre se ha reunido en privado con el Presidente de Rumanía, Klaus Werner Iohannis, y a las 11 horas (12 horas en Roma) se ha encontrado con las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo diplomático, a quienes ha ofrecido un discurso después de las palabras del Presidente.

Construcción de la sociedad

El Pontífice ha manifestado la voluntad de la Iglesia Católica para colaborar con las Autoridades, con las demás Iglesias y con todos los hombres y mujeres de buena voluntad para “caminar juntos y poner sus talentos al servicio de toda la comunidad”.

Así, ha matizado que la Iglesia Católica demuestra la implicación de sus fieles en la “formación del destino de la nación, en la creación y el desarrollo de estructuras de educación integral y formas de asistencia típicas de un Estado moderno”. Por eso, ha expresado, “desea contribuir a la construcción de la sociedad y la vida civil y espiritual de vuestra hermosa tierra de Rumania”.

Democracia y diálogo

Desde que Rumanía “se liberó de un régimen que oprimía la libertad civil y religiosa”, ha observado el Pontífice, del país se ha comprometido en la “construcción de un proyecto democrático a través del pluralismo de las fuerzas políticas y sociales, y del diálogo recíproco en favor del reconocimiento fundamental de la libertad religiosa y la plena integración del país en el amplio escenario internacional”,

Es “importante” de reconocer lo mucho que se ha avanzado en este camino, “aun en medio de grandes dificultades y privaciones”, ha valorado el Pontífice.

En esta línea, ha alentado a los políticos y representantes de Rumanía a seguir trabajando para “consolidar las estructuras e instituciones necesarias que no sólo den respuesta a las justas aspiraciones de los ciudadanos, sino que estimulen y permitan a su pueblo plasmar todo el potencial e ingenio del que sabemos es capaz”.

***

Discurso del Papa Francisco

Señor Presidente,

Señora Primer Ministro,

Beatitud,

Excelentísimos Miembros del Cuerpo Diplomático, Distinguidas Autoridades,

Distinguidos Representantes de las diversas Confesiones religiosas y de la sociedad civil,

Queridos hermanos y hermanas:

Dirijo un cordial saludo y mi agradecimiento al señor Presidente y a la señora Primer Ministro por su invitación a visitar Rumanía, y por las amables palabras de bienvenida que me ha dirigido, también en nombre de las demás Autoridades de la Nación y de vuestro querido pueblo. Saludo a los miembros del Cuerpo Diplomático y a los representantes de la sociedad civil aquí reunidos.

Saludo con deferencia a Su Beatitud el Patriarca Daniel, como también a los Metropolitanos y Obispos del Santo Sínodo, y a todos los fieles de la Iglesia Ortodoxa rumana. Hago extensivo un saludo afectuoso a los obispos, a los sacerdotes, a los religiosos y religiosas, y a todos los miembros de la Iglesia católica, a los que he venido a confirmar en la fe y a alentar en su camino de vida y de testimonio cristiano.

Me complace estar en vuestra zara frumoasa (tierra hermosa), veinte años después de la visita de san Juan Pablo II, y en el momento en que Rumanía, por primera vez desde que se unió a la Unión Europea, preside en este semestre el Consejo Europeo.

Este es un momento propicio para dirigir una mirada de conjunto sobre los últimos treinta años desde que Rumanía se liberó de un régimen que oprimía la libertad civil y religiosa, la aislaba de otros países europeos y la llevaba también al estancamiento económico y al agotamiento de sus fuerzas creadoras. Durante este tiempo, Rumanía se ha comprometido en la construcción de un proyecto democrático a través del pluralismo de las fuerzas políticas y sociales, y del diálogo recíproco en favor del reconocimiento fundamental de la libertad religiosa y la plena integración del país en el amplio escenario internacional. Es importante reconocer lo mucho que se ha avanzado en este camino, aun en medio de grandes dificultades y privaciones. El deseo de progresar en los diversos campos de la vida civil, social, cultural y científica ha puesto en marcha tantas energías y proyectos, ha liberado numerosas fuerzas creativas que antes estaban retenidas y ha dado un nuevo impulso a las numerosas iniciativas emprendidas, conduciendo el país al siglo XXI. Los aliento a seguir trabajando para consolidar las estructuras e instituciones necesarias que no sólo den respuesta a las justas aspiraciones de los ciudadanos, sino que estimulen y permitan a su pueblo plasmar todo el potencial e ingenio del que sabemos es capaz.

Al mismo tiempo, es necesario reconocer que las transformaciones requeridas tras la apertura de una nueva etapa han comportado —junto a logros positivos— la aparición de obstáculos inevitables que hay que superar y los efectos colaterales que no siempre son fáciles de gestionar para la estabilidad social y para la misma administración del territorio. Ante todo, pienso en el fenómeno de la emigración, que ha afectado a varios millones de personas que han abandonado sus hogares y sus países de origen para buscar nuevas oportunidades de trabajo y de una vida digna. Pienso en la despoblación de tantas aldeas, que en pocos años han visto marcharse a un número considerable de sus habitantes; pienso en las consecuencias que todo esto puede tener sobre la calidad de vida en esos territorios y el debilitamiento de sus más ricas raíces culturales y espirituales que los sostuvieron en la adversidad. Rindo homenaje a los sacrificios de tantos hijos e hijas de Rumania que enriquecen con su cultura, su idiosincrasia y su trabajo, los países donde emigraron y ayudan con el fruto de su empeño a sus familias que quedaron en casa.

Para afrontar los problemas de esta nueva fase histórica, para hallar soluciones efectivas y encontrar la fuerza para aplicarlas, hay que aumentar la colaboración positiva de las fuerzas políticas, económicas, sociales y espirituales; es necesario caminar juntos y decidirse todos con convicción a no renunciar a la vocación más noble a la que un Estado debe aspirar: hacerse cargo del bien común de su pueblo.

Caminar juntos, como forma de construir la historia, requiere la nobleza de renunciar a algo del propio punto de vista, o del interés personal específico, en favor de un proyecto más amplio, de tal manera que se pueda forjar una armonía que permita avanzar con seguridad hacia metas comunes.

De esta manera es posible construir una sociedad inclusiva, en la que cada uno, poniendo a disposición sus propios talentos y capacidades, con educación de calidad y trabajo creativo, participativo y solidario (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 192), se transforme en protagonista del bien común donde los más débiles, los más pobres y los últimos no sean vistos como indeseados, como obstáculos que impiden que la “máquina” camine, sino como ciudadanos y hermanos para ser plenamente insertados en la vida civil; es más, sean considerados como la mejor verificación de la bondad real del modelo de sociedad que se está construyendo. De hecho, cuanto más una sociedad se responsabiliza del destino de los más desfavorecidos, tanto más puede llamarse verdaderamente civil.

Todo esto debe tener un alma y un corazón y una clara dirección de marcha, que no esté impuesta por consideraciones extrínsecas o por el poder desenfrenado de los más importantes centros financieros, sino por la conciencia de la centralidad de la persona humana y sus derechos inalienables (cf. ibíd., 203). Para un desarrollo sostenible y armonioso, para la reactivación concreta de la solidaridad y la caridad, para la sensibilización de las fuerzas sociales, civiles y políticas hacia el bien común, no es suficiente con actualizar las teorías económicas, ni con las técnicas y las habilidades profesionales, aunque sean necesarias. Se trata en efecto de desarrollar, junto con las condiciones materiales, el alma de vuestro pueblo.

En este sentido, las Iglesias cristianas pueden ayudar a redescubrir y alimentar ese corazón palpitante del que brote una acción política y social que partiendo de la dignidad de la persona lleve a comprometerse con lealtad y generosidad por el bien común de la comunidad. Al mismo tiempo, se esfuerzan por convertirse en un reflejo creíble y en un testimonio atractivo de la acción de Dios, promoviendo entre ellas una verdadera amistad y colaboración. La Iglesia Católica quiere situarse en este cauce, quiere contribuir a la construcción de la sociedad, quiere ser un signo de armonía, esperanza de unidad y ponerse al servicio de la dignidad humana y el bien común. Desea colaborar con las Autoridades, con las demás Iglesias y con todos los hombres y mujeres de buena voluntad para caminar juntos y poner sus talentos al servicio de toda la comunidad. La Iglesia Católica no es extranjera, sino que participa plenamente en el espíritu nacional rumano, como lo demuestra la participación de sus fieles en la formación del destino de la nación, en la creación y el desarrollo de estructuras de educación integral y formas de asistencia típicas de un Estado moderno. Por eso, desea contribuir a la construcción de la sociedad y la vida civil y espiritual de vuestra hermosa tierra de Rumania.

Señor Presidente:

Al mismo tiempo que le deseo a Rumania prosperidad y paz, invoco abundantes Bendiciones divinas sobre usted, sobre su familia, sobre todos los presentes, así como sobre toda la población de este país.

Que Dios bendiga a Rumania.

La entrada Papa en Rumanía: “La Iglesia Católica no es extranjera, quiere contribuir a la construcción de la sociedad” se publicó primero en ZENIT - Espanol.

6:28:00 a.m.

VATICANO - Asamblea de las OMP: Pontificia Obra de la Propagación de la Fe (POPF)

Fides

Roma (Agencia Fides) - “La tarea del Secretariado de la Pontificia Obra de la Propagación de la Fe (POPF) es coordinar los esfuerzos de la Obra en la difusión de la Buena Nueva del Señor Resucitado, alentando la animación misionera a nivel local y la oración por la misión de la Iglesia, así como asegurar la distribución equitativa y responsable de los bienes recolectados cada año por el Pueblo de Dios en todo el mundo y que se funden en el Fondo de Solidaridad Universal del Papa”. Lo ha recordado ayer en su exposición el padre Tadeusz J. Nowak, OMI, Secretario General de la POPF, a la Asamblea General de las Obras Misionales Pontificias. (ver Fides 24/05/2019).

El padre Nowak, nombrado secretario en julio del año pasado por un período de cinco años, destacó la armonía de una “espiritualidad misionera” promovida constantemente por el Papa Francisco para despertar en el corazón de todos los bautizados un sentido más profundo del discipulado misionero, con el carisma de la POPF, de acuerdo con la intuición de su fundadora, Pauline Jaricot: “Nuestro trabajo alienta la participación de todos los fieles en la misión evangelizadora de la Iglesia, especialmente a través de la oración y la caridad”. También agradeció a los Directores Nacionales su constante compromiso con la animación misionera y la formación de las Iglesias locales a través de “muchas iniciativas interesantes y loables”, especialmente de cara al Mes Misionero Extraordinario de octubre de 2019.

Continuando con la relación económica, el padre Nowak recordó que el Fondo de Solidaridad Universal está creado con la colecta de la Jornada Mundial de las Misiones y otras ofertas recopiladas especialmente por las Direcciones Nacionales. “En 2018 se registraron descensos significativos en ciertos lugares del mundo mientras que en otros se registraron aumentos en comparación con los montos registrados en 2017. De hecho, este año el monto disponible para la distribución de los subsidios son aproximadamente 7 millones de dólares menos que el monto del año pasado. Por esta razón, responder a las necesidades expresadas por los Ordinarios de proyectos extraordinarios y subsidios para los catequistas fue realmente un gran desafío”.

La caída más significativa, de 5.013.443,20 €, se registró en Europa. Fue positivo el aumento en los fondos recaudados en América del Norte, donde en los Estados Unidos de América se registró un aumento significativo de 2.131.000 dólares en comparación con el año pasado, así como en el Canadá de habla francesa, con un incremento de 85.915.36 dólares. El resto de las Américas registró una disminución de aproximadamente 685.989 dólares pero a falta de cuatro Direcciones Nacionales. Asia también tuvo una disminución en las ofertas de 479.007 dólares mientras que África registró un aumento de 11.697 dólares.

Después de enfocarse en varios aspectos relacionados con el Presupuesto 2019, el Secretario General de la POPF informó que la suma total de los subsidios ordinarios y extraordinarios propuestos a la Asamblea de 2019 es igual a 64,463.745,37 dólares distribuidos de la siguiente manera: ÁFRICA 38.051 .255.37 (59.03%), AMERICA 3.700.000,00 (5.74%), ASIA 20.138.050,00 (31.24%), EUROPA 228.540,00 (0, 35%), OCEANIA 2,345,900.00 (3.64%).

Dada la importancia de una mayor transparencia y responsabilidad financiera, el Secretario General invitó a los Directores Nacionales de los países que reciben subsidios extraordinarios “a organizar visitas pastorales a algunos lugares donde se llevan a cabo estos proyectos. En primer lugar, estas visitas servirían para alentar a los beneficiarios a crecer en el discipulado misionero, en la oración y en la caridad para las misiones. En segundo lugar, sería una oportunidad para observar el progreso de los proyectos y poder ofrecer una breve reflexión al respecto al Secretario General. Sería muy apropiado que estas visitas se realicen al azar, teniendo siempre como prioridad el objetivo pastoral”.

“A pesar de la importante disminución en el número de ofertas registradas el año pasado en Europa y en algunas partes de América y Asia, -concluyó el padre Nowak-, nos sentimos reconfortados y esperamos que la celebración del Mes Misionero Extraordinario produzca un cambio fructífero de tendencia”.
(SL) (Agencia Fides 05/31/2019)


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6:22:00 a.m.

VATICANO, 31 May. 19 (ACI Prensa).-
El Papa Francisco pronunció su primer discurso de su viaje apostólico en Rumanía, que está realizando desde esta mañana hasta el próximo domingo 2 de junio, ante las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo diplomático acreditado en Rumanía.

En su discurso, el Santo Padre aseguró que, en Rumanía, “la Iglesia Católica no es extranjera, sino que participa plenamente en el espíritu nacional rumano, como lo demuestra la participación de sus fieles en la formación del destino de la nación, en la creación y el desarrollo de estructuras de educación integral y formas de asistencia típicas de un Estado moderno. Por eso, desea contribuir a la construcción de la sociedad y la vida civil y espiritual de vuestra hermosa tierra de Rumania”.

A continuación, el texto completo del discurso del Papa Francisco:

Dirijo un cordial saludo y mi agradecimiento al señor Presidente y a la señora Primer Ministro por su invitación a visitar Rumania, y por las amables palabras de bienvenida que me ha dirigido, también en nombre de las demás Autoridades de la Nación y de vuestro querido pueblo. Saludo a los miembros del Cuerpo Diplomático y a los representantes de la sociedad civil aquí reunidos.

Saludo con deferencia a Su Beatitud el Patriarca Daniel, como también a los Metropolitanos y Obispos del Santo Sínodo, y a todos los fieles de la Iglesia Ortodoxa rumana. Hago extensivo un saludo afectuoso a los obispos, a los sacerdotes, a los religiosos y religiosas, y a todos los miembros de la Iglesia católica, a los que he venido a confirmar en la fe y a alentar en su camino de vida y de testimonio cristiano.

Me complace estar en vuestra zara frumoasa (tierra hermosa), veinte años después de la visita de san Juan Pablo II, y en el momento en que Rumania, por primera vez desde que se unió a la Unión Europea, preside en este semestre el Consejo Europeo.

Este es un momento propicio para dirigir una mirada de conjunto sobre los últimos treinta años desde que Rumania se liberó de un régimen que oprimía la libertad civil y religiosa, la aislaba de otros países europeos y la llevaba también al estancamiento económico y al agotamiento de sus fuerzas creadoras. Durante este tiempo, Rumania se ha comprometido en la construcción de un proyecto democrático a través del pluralismo de las fuerzas políticas y sociales, y del diálogo recíproco en favor del reconocimiento fundamental de la libertad religiosa y la plena integración del país en el amplio escenario internacional.

Es importante reconocer lo mucho que se ha avanzado en este camino, aun en medio de grandes dificultades y privaciones. El deseo de progresar en los diversos campos de la vida civil, social, cultural y científica ha puesto en marcha tantas energías y proyectos, ha liberado numerosas fuerzas creativas que antes estaban retenidas y ha dado un nuevo impulso a las numerosas iniciativas emprendidas, conduciendo el país al siglo XXI. Los aliento a seguir trabajando para consolidar las estructuras e instituciones necesarias que no sólo den respuesta a las justas aspiraciones de los ciudadanos, sino que estimulen y permitan a su pueblo plasmar todo el potencial e ingenio del que sabemos es capaz.

Al mismo tiempo, es necesario reconocer que las transformaciones requeridas tras la apertura de una nueva etapa han comportado —junto a logros positivos— la aparición de obstáculos inevitables que hay que superar y los efectos colaterales que no siempre son fáciles de gestionar para la estabilidad social y para la misma administración del territorio.

Ante todo, pienso en el fenómeno de la emigración, que ha afectado a varios millones de personas que han abandonado sus hogares y sus países de origen para buscar nuevas oportunidades de trabajo y de una vida digna. Pienso en la despoblación de tantas aldeas, que en pocos años han visto marcharse a un número considerable de sus habitantes; pienso en las consecuencias que todo esto puede tener sobre la calidad de vida en esos territorios y el debilitamiento de sus más ricas raíces culturales y espirituales que los sostuvieron en la adversidad.

Rindo homenaje a los sacrificios de tantos hijos e hijas de Rumania que enriquecen con su cultura, su idiosincrasia y su trabajo, los países donde emigraron y ayudan con el fruto de su empeño a sus familias que quedaron en casa.

Pensar en los hermanos y las hermanas que están en el extranjero es un acto de patriotismo. Es un acto de hermandad. Es un acto de justicia. Continuad haciéndolo.

Para afrontar los problemas de esta nueva fase histórica, para hallar soluciones efectivas y encontrar la fuerza para aplicarlas, hay que aumentar la colaboración positiva de las fuerzas políticas, económicas, sociales y espirituales; es necesario caminar juntos y decidirse todos con convicción a no renunciar a la vocación más noble a la que un Estado debe aspirar: hacerse cargo del bien común de su pueblo.

Caminar juntos, como forma de construir la historia, requiere la nobleza de renunciar a algo del propio punto de vista, o del interés personal específico, en favor de un proyecto más amplio, de tal manera que se pueda forjar una armonía que permita avanzar con seguridad hacia metas comunes. Esta es la nobleza de base.

De esta manera es posible construir una sociedad inclusiva, en la que cada uno, poniendo a disposición sus propios talentos y capacidades, con educación de calidad y trabajo creativo, participativo y solidario (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 192), se transforme en protagonista del bien común donde los más débiles, los más pobres y los últimos no sean vistos como indeseados, como obstáculos que impiden que la “máquina” camine, sino como ciudadanos y hermanos para ser plenamente insertados en la vida civil; es más, sean considerados como la mejor verificación de la bondad real del modelo de sociedad que se está construyendo. De hecho, cuanto más una sociedad se responsabiliza del destino de los más desfavorecidos, tanto más puede llamarse verdaderamente civil.

Todo esto debe tener un alma y un corazón y una clara dirección de marcha, que no esté impuesta por consideraciones extrínsecas o por el poder desenfrenado de los más importantes centros financieros, sino por la conciencia de la centralidad de la persona humana y sus derechos inalienables (cf. ibíd., 203).

Para un desarrollo sostenible y armonioso, para la reactivación concreta de la solidaridad y la caridad, para la sensibilización de las fuerzas sociales, civiles y políticas hacia el bien común, no es suficiente con actualizar las teorías económicas, ni con las técnicas y las habilidades profesionales, aunque sean necesarias. Se trata en efecto de desarrollar, junto con las condiciones materiales, el alma de vuestro pueblo.

En este sentido, las Iglesias cristianas pueden ayudar a redescubrir y alimentar ese corazón palpitante del que brote una acción política y social que partiendo de la dignidad de la persona lleve a comprometerse con lealtad y generosidad por el bien común de la comunidad. Al mismo tiempo, se esfuerzan por convertirse en un reflejo creíble y en un testimonio atractivo de la acción de Dios, promoviendo entre ellas una verdadera amistad y colaboración.

La Iglesia Católica quiere situarse en este cauce, quiere contribuir a la construcción de la sociedad, quiere ser un signo de armonía, esperanza de unidad y ponerse al servicio de la dignidad humana y el bien común. Desea colaborar con las Autoridades, con las demás Iglesias y con todos los hombres y mujeres de buena voluntad para caminar juntos y poner sus talentos al servicio de toda la comunidad.

La Iglesia Católica no es extranjera, sino que participa plenamente en el espíritu nacional rumano, como lo demuestra la participación de sus fieles en la formación del destino de la nación, en la creación y el desarrollo de estructuras de educación integral y formas de asistencia típicas de un Estado moderno. Por eso, desea contribuir a la construcción de la sociedad y la vida civil y espiritual de vuestra hermosa tierra de Rumania.

Señor Presidente: Al mismo tiempo que le deseo a Rumania prosperidad y paz, invoco abundantes Bendiciones divinas sobre usted, sobre su familia, sobre todos los presentes, así como sobre toda la población de este país.

Que Dios bendiga a Rumanía.

 

6:18:00 a.m.

viernes, 31 mayo 2019

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - El Santo Padre Francisco nombró como obispo Auxiliar de la archidiócesis de Nagasaki (Japón) al padre Peter Peter Michiaki Nakamura, hasta ahora párroco de Miura-machi, asignándole la sede titular de Fessei.

El nuevo obispo nació el 21 de marzo de 1962 en la ciudad de Saikai, prefectura de Nagasaki. Fue alumno del Seminario Menor de Nagasaki. Estudió Filosofía y Teología en el Seminario Mayor de San Sulpizio en Fukuoka. Obtuvo su licenciatura en Teología Moral en la Academia Alfonsiana de Roma (1994). Fue ordenado sacerdote el 19 de marzo de 1988 para la archidiócesis de Nagasaki. Después de la ordenación sacerdotal ocupó los siguientes cargos: Formador en el Seminario Menor de la archidiócesis de Nagasaki (1988-1989); Vicario parroquial en la parroquia de Nakamachi (1989-1991); Estudios de posgrado en teología moral en Roma (1991-1994); Formador en el Seminario Menor de la archidiócesis de Nagasaki (1994-1999); Vicario parroquial en la Catedral Parroquia de Urakami (1999-2002); Pároco de la Parroquia de Togitsu (2002-2005); Formador en el Seminario Mayor de Fukuoka (2005-2007); Párroco de la Parroquia de Uematsu (2007-2014); desde 2009; Profesor de teología moral en los seminarios principales de Fukuoka y Tokio; Desde 2014: párroco de la parroquia de Miura-machi.
(SL) (Agencia Fides 31/05/2019)


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Halki (Agencia Fides) - La formación teológica y la conciencia ecológica son los principales temas en torno a los cuales representantes de las escuelas y seminarios teológicos ortodoxos, procedentes de todo el mundo, se reúnen en la tercera cumbre celebrada en Halki a partir del 31 de mayo hasta el 4 de junio, organizada por el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I.

Los 50 delegados, provenientes de más de 40 instituciones seguirán las intervenciones de conocidos teólogos ortodoxos, católicos y protestantes. La Cumbre Halki, organizada por un grupo de trabajo inter-ortodoxo, ahora en su tercera edición, se centra en el tema de la educación teológica y conciencia ecológica, con el fin de promover nuevos cursos y programas sobre el cuidado de la creación en comunidades ortodoxas y en las instituciones educativas cristianas de todo el mundo.

La atención tradicional del Patriarcado Ecuménico y su compromiso con la cuestión ecológica y la salvaguarda de la creación son bien conocidas. En las dos primeras cumbres celebradas en junio de 2012 y junio de 2015, el Patriarca convocó a activistas, científicos y teólogos para que reflexionaran sobre la responsabilidad mundial con respecto a la cuestión de la sostenibilidad ambiental. La devastación de la naturaleza, obra de Dios, siempre ha sido indicada por Bartolomé I como consecuencia de la pérdida de la memoria cristiana y, en especial, del papel del hombre en la protección de la Creación.

El propósito de esta reunión promovida por Bartolomé I es promover la sensibilidad y el estudio de temas relacionados con el cuidado de la Creación, especialmente en los institutos de teología, investigarlos en un sentido teológico y espiritual y proponer posibles soluciones ante la crisis ecológica que amenaza el mundo de hoy.
(PR) (Agencia Fides 31/05/2019)


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viernes, 31 mayo 2019

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - El Santo Padre Francisco nombró como obispo de la Diócesis de Gwalior (India) al padre Joseph Thykkattil, del clero de la archidiócesis de Agra, hasta ahora párroco de San Pedro en Bharatpur.

El nuevo obispo nació el 14 de febrero de 1952 en Enamakkal, Kerala. Asistió al Seminario Menor de San Lorenzo en Agra. Hizo su preparación sacerdotal en el Seminario Regional de San José en Allahabad. Fue ordenado sacerdote el 25 de abril de 1988 para la archidiócesis de Agra. Fue vicedecano del Colegio de San Pietro en Agra (1988-1990). Posteriormente, fue párroco de la Catedral de Agra (1990-1999), y párroco en Noida (1999-2002). De los años 2002 a 2009 fue rector del Seminario menor de San Lorenzo y párroco en Mathura desde 2009 hasta 2012. Desde 2012 fue vicario general de la archidiócesis de Agra. Fue nombrado párroco de la Iglesia de San Pietro en Bharatpur desde 2018.
(SL) (Agencia Fides 31/05/2019)


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Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - El Santo Padre Francisco envió un mensaje a la Asamblea General de las Obras Misionales Pontificias (OMP) en curso en Roma (ver Fides 24/05/2019). Su viaje apostólico en Rumania no ha hecho posible la habitual audiencia especial. A continuación el texto completo del mensaje.

“Al querido hermano monseñor Giampietro Dal Toso, Presidente de las Obras Misionales Pontificias.

Con motivo de la Asamblea General de los Directores Nacionales de las Obras Misionales Pontificias, me gustaría dirigir un saludo cordial, esperando que los trabajos de estos días puedan despertar un compromiso renovado con la acción misionera de la Iglesia, llamada a anunciar el Evangelio a toda criatura despertando la conciencia de la missio ad gentes.

En esta perspectiva, la celebración del Mes Misionero Extraordinario el próximo octubre representa un momento propicio para que todos los bautizados asuman, con mayor responsabilidad y coraje creativo, el desafío que la misión de hoy nos presenta: convertirnos en el paradigma y la forma de la vida ordinaria de la Iglesia y de toda su actividad pastoral (ver Evangelii gaudium, 15).

Renuevo mi gratitud a todos aquellos que pertenecen a las Obras Misionales Pontificias: ustedes son la red mundial de oración y caridad misionera del Sucesor de Pedro. Continúen con su ferviente actividad, que cumple el indispensable deber universal de la Iglesia de anunciar a Jesucristo a todos y dar testimonio de ello, con celo apostólico, hasta los confines de la tierra.

Que el Espíritu Santo os sostenga. Por mi parte, les acompaño con afecto y con mi bendición.
Desde el Vaticano, 29 de mayo de 2019. Francisco”.
(Agencia Fides 05/31/2019)


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(ZENIT – 31 mayo 2019).- Después de recibir al Papa Francisco con música y honores a la entrada del Palacio Presidencial Cotroceni, el Papa se ha reunido en privado con el Presidente de Rumanía Klaus Werner Iohannis en la Sala de Honor.

Visita de cortesía

Klaus Werner Iohannis es miembro del Partido Nacional Liberal (PNL) y ostenta el puesto de Presidente del país desde 6 de noviembre de 2014.

Durante esta visita de cortesía, el Santo Padre ha firmado en el Libro de Honor con las siguientes palabras: “Dios bendiga al pueblo rumano y les conceda caminar juntos en paz y prosperidad bajo la mirada materna de la Virgen María “.

Regalo del Papa

El Pontífice ha regalado al Presidente de la República de Rumanía un medallón. En centro del mismo está representado el mapa de Rumanía y la letra “M”, en representación de la Virgen María. Por encima se encuentra la corona de doce estrellas, símblo del triunfo y la victoria.Letra “M”, en representación de la Virgen María. El marco de rosas, por su parte, simboliza a Rumania como el “jardín de la Madre de Dios”.En la parte inferior, está la escritura latina de la fecha y el viaje apostólico.

Al final de la reunión, el jefe del estado rumano ha presentado al Santo Padre a los miembros de su familia y le ha acompañado a Salón Azul para mantener un encuentro privado con la Primera Ministra, Vasilica Viorica Dăncilă.

Encuentro con la Primera Ministra de Rumanía

Vasilica Viorica Dăncilă es la primera mujer en ostentar este cargo en Rumanía. Desde 2009 ejercía como diputada en el Parlamento europeo hasta que en 2018 fue nombrada Primera Ministra de su país.

Al final de este encuentro, el Papa ha saludado al consorte de Vasilica Viorica Dăncilă y se ha dirigido a la Sala Unirii, donde tiene lugar el encuentro con las autoridades.

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5:38:00 a.m.

(ZENIT – 31 mayo 2019).- En este primer día en Bucarest, capital de Rumanía, el Papa Francisco ha visitado el Palacio Cotroceni, sede de la Presidencia de la República rumana, a las 12:05 horas (11:05 en Roma), donde ha sido recibido por el Presidente de la República, Klaus Werner Iohannis, y por la Consorte al ingreso del complejo del Palacio Presidencial Cotroceni.

Los himnos del estado Vaticano y de la República de Rumanía han abierto el acto de bienvenida al Santo Padre en el patio del Palacio Presidencial, que los mandatarios, junto a la consorte del presidente, han escuchado de pie frente a la banda, y a continuación, la Guardia de Honor rumana ha desfilado con la bandera en el patio del Palacio.

A continuación, las personas que forman la delegación presidencial de Rumanía han saludado en persona al Pontífice, al Presidente y a su mujer, así como la delegación del Vaticano que acompaña al Santo Padre en este viaje.

Al concluir los saludos, el Presidente Werner Iohannis ha acompañado junto a su esposa al Papa Francisco al automóvil, que lo ha llevado al Palacio Presidencial donde, a las 12:20 horas (11:20 en Roma), se han reunido en privado en la Sala de Honor.

Palacio Cotroceni

El Palacio Cotroceni es la sede de la Presidencia de la República rumana y ha sido residencia real en Bucarest. El rey Carol I hizo construir un palacio en la capital, al interno del monasterio Cotroceni, en estilo clásico veneciano, cuya construcción es de 1888.

Durante el régimen comunista, el edificio se convitió en el “Palacio de los Pioneros” (1946-1976). En 1984, por orden de Nicolás Ceausescu, la iglesia del monasterio, construida por el príncipe de la Tierra Rumana Serban Cantacuzino (1678-1688), fue demolida. El Palacio se ha convertido en la sede de la Presidencia de la República en el 1989.

Después, la iglesia del monasterio fue reconstruida y desde el 2009 se ha reinsertado en el circuito de museos.

La entrada Rumanía: La Guardia de Honor rumana desfila ante el Papa se publicó primero en ZENIT - Espanol.

5:32:00 a.m.

VATICANO, 31 May. 19 (ACI Prensa).-
El Papa Francisco visitó al presidente y al primer ministro de Rumanía en su primer acto oficial del viaje apostólico que está realizando en este país desde la mañana de hoy.

El Pontífice, que aterrizó en el aeropuerto internacional de Bucarest a las 11.30 de la mañana, hora local, se trasladó en auto hasta el Palacio Cotroceni, sede de la Presidencia de Rumanía, donde le recibió el presidente Klaus Werner Iohannis y su mujer lo recibieron.

Durante el trayecto, una multitud de personas arroparon al Santo Padre en las calles de Bucarest. Al llegar al Palacio, el presidente y su mujer recibieron al Papa junto a la puerta de entrada del Palacio. A continuación, el Pontífice recibió honores de estado y saludó a autoridades civiles y al cuerpo diplomático.

Finalizados los actos protocolarios, el presidente acompañó al Papa Francisco a interior del Palacio, se realizaron una fotografía oficial, y se dirigieron a la Sala de Honor donde el Santo Padre firmó en el Libro de Honor y se intercambió regalos con el jefe de Estado rumano. Luego mantuvieron un encuentro privado.

“Dios bendiga al pueblo rumano y le conceda caminar unido en paz y prosperidad bajo la materna mirada de la Virgen María”, fue el mensaje escrito por el Papa.

El Papa Francisco regaló al máximo mandatario rumano una medalla en la que, sobre un mapa de Rumanía, se representa la letra “M”, símbolo de la Virgen María, rodeada por una corona de 12 estrellas que simbolizan el triunfo y la victoria. Todo ello enmarcado por una corona de rosas que representan a Rumanía como “el jardín de la Madre de Dios”. En la base de la medalla, una escritura en latín relativa a la fecha del viaje apostólico.

Al finalizar la visita de cortesía, el Papa Francisco se dirigió a la a sala Unirii del Palacio de Cotroceni para presidir el encuentro con las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo diplomático acreditado en Rumanía.

5:02:00 a.m.

VATICANO, 31 May. 19 (ACI Prensa).-
El Papa Francisco se encuentra ya en Rumanía para comenzar su viaje apostólico desde este viernes 31 de mayo hasta el próximo domingo 2 de junio.

El avión de la compañía italiana Alitalia que trasladó al Santo Padre despegó del aeropuerto de Roma Fiumicino a las 8.10 de la mañana, hora italiana, y aterrizó en el aeropuerto Henri Coandă-Otopeni de Bucarest a las 11.30 hora de Rumanía.

A su llegada al aeropuerto de la capital rumana, esperaban al Pontífice el presidente de Rumanía, Klaus Werner Iohannis, junto con su mujer. También dos niños vestidos con traje tradicional saludaron al Papa y le entregaron un ramo de flores.

Junto a la zona de autoridades, 400 fieles recibieron al Santo Padre con banderas y cánticos. Después de atravesar la Guardia de Honor, el Papa Francisco saludó a los Obispos de Rumanía y, a continuación, se trasladó en auto al Palacio Cotroceni, sede de la Presidencia de Rumanía, donde tendrá lugar la ceremonia de bienvenida.

Durante el trayecto en avión entre Roma y Bucarest, el Papa dirigió a los periodistas acreditados que lo acompañaban unas breves palabras en italiano: “Buenos días y gracias por la compañía en este viaje. Nos dicen que el tiempo no será bueno, que lloverá, pero esperemos que suceda lo mismo que en Bulgaria, que decíamos eso mismo y al final todo fue bien. Gracias por vuestro trabajo y vuestra compañía”.

Según informó el Vaticano, este viaje del Papa Francisco a Rumanía tiene, principalmente, un objetivo ecuménico, además de confirmación y fortalecimiento de la comunidad católica del país.

Según informó el director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, en un reciente encuentro con medios de comunicación, Alessandro Gisotti, “el tema del ecumenismo de sangre estará muy presente con la beatificación de los siete Obispos greco-católicos mártires en la última jornada”.

De hecho, la beatificación de los Obispos mártires greco-católicos, el domingo 2 de junio, será el acto principal de este viaje. “El dato de la beatificación es muy significativo en el camino de reforzamiento del diálogo entre católicos y ortodoxos”, señaló Gisotti.

 

4:13:00 a.m.

(ZENIT – 31 mayo 2019).- El Papa Francisco ha llegado al Aeropuerto internacional Henri Coandă -Otopeni de Bucarest, este viernes,  31 de mayo de 2019, en un vuelo de Alitalia con la delegación papal y los periodistas acreditados para llevar a cabo su 30º visita apostólica internacional del 31 de mayo al 2 de junio de 2019.

A su llegada al aeropuerto, en una mañana, el Santo Padre ha sido recibido por el Presidente de Rumanía, Klaus Iohannis, y su consorte, Carmen Iohannis. Dos niños vestidos con el traje tradicional le han ofrecido unas flores al Papa.

En el aeropuerto estaban presentes un grupo de unos 400 fieles que también han querido dar la bienvenida al Papa a su país.

El Papa ha saludado a los obispos de Rumanía y, después el Presidente y su mujer le han acompañado a la sala VIP del aeropuerto donde han intercambiado unas palabras antes de trasladarse al Palacio Presidencial para la ceremonia de bienvenida.

Saludo a ciudadanos rumanos en Santa Marta

Antes de partir para Rumanía, el Papa saludó en la Casa Santa Marta a un grupo de 15 personas sin hogar de origen rumano que viven en Roma, acompañados por el Limosnero Apostólico, el Cardenal Konrad Krajewski. Algunos de ellos son huéspedes del hogar Dono di Misericordia y otros viven en el área de San Pedro y son atendidos por la Limosnería Apostólica.

Telegramas a los presidentes de Estado

Antes de dejar el territorio italiano, el Santo Padre ha enviado un telegrama al presidente de Italia. Igualmente, el Pontífice durante el vuelo a Bucarest, mientras sobrevolaba a Croacia, Bosnia – Herzegovina, Montenegro, Serbia y Bulgaria, Francisco envió a sus respectivos jefes de Estado un saludo telegráfico.

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