Ciudad del Vaticano,25 de mayo 2014 (VIS).-Esta mañana a las 7,30 el Papa se despidió de la nunciatura apostólica en Amán para trasladarse en helicóptero a Belén, donde llegó a las 9,20 (hora local, 8,20 hora de Roma) y desde allí recorrió en automóvil los dos kilómetros y medio que separan el helipuerto del Palacio Presidencial de Belén, donde fue recibido por el Presidente del Estado de Palestina, Mahmoud Abbas.
Belén se recuerda por primera vez en la Biblia a propósito de la muerte de Raquel y se identifica con Efrata (la fructífera). En los libros sagrados se llama ''Belén de Judá'', de la tribu a la que pertenecía. David nació y fue consagrado rey aquí. Con el nacimiento de Jesús, ''la más pequeña entre todas la ciudades de Israel, adquiere importancia mundial y se engrandece gracias a la llegada de peregrinos. En el año 135 el emperador Adriano introdujo el culto de Adonis y en el 330 Constantino la devolvió al culto cristiano. Tras la conquista islámica en el 638 el califa Omar instaura una política de tolerancia religiosa, pero con el avecinarse de los Cruzados, los musulmanes devastan la ciudad. En el año 1110 se corona al primer rey cruzado de Jerusalén, Balduino. La reconquista árabe (1187) y la sucesiva ocupación otomana marcan el declino de Belén que en 1600 es poco más que una aldea. A principios del XIX la ciudad se reanima y sus habitantes son, en la mayor parte cristianos. En 1831 el Pachá de Egipto Mohamed Alí conquista Belén y los musulmanes, aliados de los otomanos son expulsados y sus barrios incendiados, pero diez años más tarde la ciudad vuelve al dominio otomano. Bajo el mandato británico desde 1918, entra a formar parte del reino hachemita de Jordania en 1946. En 1967, a consecuencia de la denominada, Guerra de los Seis Días, es ocupada, junto con Jerusalén oriental y toda la Cisjordania por el ejército israelí. Desde 1995 forma parte de los Territorios Autónomos Palestinos según los Acuerdos de Oslo (hoy Estado de Palestina). El entonces presidente de la Autoridad Palestina, Yasser Arafat, hizo construir el Palacio Presidencial que hoy recibe la visita del Papa.
El Santo Padre, acompañado del Presidente Abbas, recibió el saludo de diversos representantes de las comunidades cristianas palestinas, procedentes de Cisjordania y de la Franja de Gaza que le entregaron algunos mensajes y, después se dirigió al Salón de Recepciones, donde le esperaban las autoridades palestinas y miembros del Cuerpo Diplomático, ante las cuales pronunció un discurso.
''Desde hace decenios -recordó Francisco- Oriente Medio vive las dramáticas consecuencias de la duración de un conflicto que ha causado heridas difíciles de cerrar y que, incluso cuando afortunadamente no se desata la violencia, la incertidumbre de la situación y la incomprensión de las partes producen inseguridad, negación de derechos, aislamiento y éxodo de comunidades enteras, divisiones, carencias y sufrimientos de todo tipo. Desde lo más profundo de mi corazón, y a la vez que manifiesto mi cercanía a cuantos sufren en mayor medida las consecuencias de este conflicto, deseo decir que, por el bien de todos, ya es hora de poner fin a esta situación, que se hace cada vez más inaceptable. Que se redoblen pues los esfuerzos y las iniciativas para crear las condiciones de una paz estable, basada en la justicia, en el reconocimiento de los derechos de cada uno y en la recíproca seguridad. Ha llegado el momento de que todos tengan la audacia de la generosidad y creatividad al servicio del bien, el valor de la paz, que se apoya en el reconocimiento, por parte de todos, del derecho de dos Estados a existir y a disfrutar de paz y seguridad dentro de unos confines reconocidos internacionalmente''.
''En este sentido -subrayó- deseo que todos eviten iniciativas y actos que contradigan la voluntad expresa de llegar a un verdadero acuerdo y que no se deje de perseguir la paz con determinación y coherencia. La paz traerá consigo incontables beneficios para los pueblos de esta región y para todo el mundo. Es necesario pues encaminarse con resolución hacia ella, también mediante la renuncia de cada uno a algo. Animo a los pueblos palestino e israelí, así como a sus respectivas autoridades, a emprender este feliz éxodo hacia la paz con la valentía y la firmeza necesaria para todo éxodo. La paz basada en la seguridad y la mutua confianza será el marco de referencia estable para afrontar y resolver los demás problemas y una ocasión para un desarrollo equilibrado, que sirva de modelo para otras áreas en crisis''.
Después se refirió con afecto a la activa comunidad cristiana, ''que ofrece su significativa contribución al bien común de la sociedad y que participa de las alegrías y sufrimientos de todo el pueblo. Los cristianos desean seguir desempeñando este papel como ciudadanos de pleno derecho, junto con los demás ciudadanos a los que consideran como hermanos.
''Usted es conocido como hombre de paz y artífice de paz -dijo el Papa al presidente Abbas- Nuestro reciente encuentro en el Vaticano y mi presencia hoy en Palestina atestiguan las buenas relaciones entre la Santa Sede y el Estado de Palestina, y espero que crezcan para el bien de todos. En este sentido, expreso mi aprecio por el compromiso de elaborar un Acuerdo entre las partes, que contemple diversos aspectos de la vida de las comunidades católicas del País, con una atención especial a la libertad religiosa. En efecto, el respeto de este derecho humano fundamental es una de las condiciones irrenunciables de la paz, de la hermandad y de la armonía; proclama al mundo que es necesario y posible encontrar un buen acuerdo entre culturas y religiones diferentes; atestigua que las cosas que tenemos en común son tantas y tan importantes que es posible encontrar un modo de convivencia serena, ordenada y pacífica, acogiendo las diferencias y con la alegría de ser hermanos en cuanto hijos de un único Dios''.
''Señor Presidente, queridos hermanos reunidos aquí en Belén -concluyó- Dios omnipotente los bendiga, los proteja y les conceda la sabiduría y la fuerza necesaria para emprender el precioso camino de la paz, para que las espadas se transformen en arados y esta Tierra vuelva a florecer en la prosperidad y en la concordia. ¡Salam!''
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