Ciudad del Vaticano,24 de mayo 2014 (VIS).-Después del encuentro con las autoridades jordanas, el Papa se trasladó en automóvil al International Stadium de Amán que forma parte del complejo deportivo ''Al Husseini Youth City'', cuya construcción comenzó el Rey Hussein. El estadio, en el que también celebró misa Benedicto XVI en 2009, durante su viaje a Tierra Santa tiene capacidad para acoger más de 25.000 personas y diversos miles pueden seguir la transmisión gracias a las pantallas gigantes colocadas en el exterior. Numerosos refugiados cristianos en Jordania procedentes de Palestina, Siria e Iraq han participado en la Eucaristía presidida por Francisco durante la cual han recibido la Primera Comunión 1.400 niños.2
''Aquí nos encontramos -observó Francisco al principio de su homilía- no muy lejos del lugar en el que el Espíritu Santo descendió con fuerza sobre Jesús de Nazaret, después del Bautismo de Juan en el Jordán, donde hoy me acercaré, Así pues el Evangelio de este domingo, y también este lugar, al que, gracias a Dios, he venido en peregrinación, nos invitan a meditar sobre el Espíritu Santo, sobre su obra en Cristo y en nosotros, y que podemos resumir de esta forma: el Espíritu realiza tres acciones: prepara, unge y envía''.
''En el momento del bautismo -explicó- el Espíritu se posa sobre Jesús para prepararlo a su misión de salvación...Pero el Espíritu Santo, presente desde el principio de la historia de la salvación, ya había obrado en Jesús en el momento de su concepción en el seno virginal de María de Nazaret ... y actuó en Simeón y Ana el día de la presentación de Jesús en el Templo ...En la actitud profética de los dos videntes se expresa la alegría del encuentro con el Redentor y se realiza en cierto sentido una preparación del encuentro del Mesías con el pueblo. Las diversas intervenciones del Espíritu Santo forman parte de una acción armónica, de un único proyecto divino de amor. La misión del Espíritu Santo consiste en generar armonía –Él mismo es armonía– y obrar la paz en situaciones diversas y entre individuos diferentes. La diversidad de personas y de ideas no debe provocar rechazo o crear obstáculos, porque la variedad es siempre una riqueza. Por tanto, hoy invocamos con corazón ardiente al Espíritu Santo pidiéndole que prepare el camino de la paz y de la unidad''.
En segundo lugar, ''el Espíritu Santo unge. Ha ungido interiormente a Jesús, y unge a los discípulos, para que tengan los mismos sentimientos de Jesús y puedan así asumir en su vida las actitudes que favorecen la paz y la comunión. Con la unción del Espíritu, la santidad de Jesucristo se imprime en nuestra humanidad y nos hace capaces de amar a los hermanos con el mismo amor con que Dios nos ama. Por tanto, es necesario realizar gestos de humildad, de fraternidad, de perdón, de reconciliación. Estos gestos son premisa y condición para una paz auténtica, sólida y duradera. Pidamos al Padre que nos unja para que seamos plenamente hijos suyos, cada vez más conformados con Cristo, para sentirnos todos hermanos y así alejar de nosotros rencores y divisiones, y poder amarnos fraternamente''.
Y, finalmente, ''el Espíritu envía. Jesús es el Enviado, lleno del Espíritu del Padre. Ungidos por el mismo Espíritu, también nosotros somos enviados como mensajeros y testigos de paz.¡Cuánta necesidad tiene el mundo de nosotros como mensajeros de paz, como testigos de paz! Es una necesidad que tiene el mundo! También el mundo nos pide hacer esto: llevar la paz, testimoniar la paz. La paz no se puede comprar, no se vende. La paz es un don que hemos de buscar con paciencia y construir “artesanalmente” mediante pequeños y grandes gestos en nuestra vida cotidiana. El camino de la paz se consolida si reconocemos que todos tenemos la misma sangre y formamos parte del género humano; si no olvidamos que tenemos un único Padre en el cielo y que somos todos sus hijos, hechos a su imagen y semejanza''.
Con ese espíritu el Papa abrazó simbólicamente a todos los presentes y añadió:.''Mi corazón se dirige también a los numerosos refugiados cristianos; también todos nosotros, con nuestro corazón, dirijámonos hacia ellos, a los numerosos refugiados cristianos provenientes de Palestina, de Siria y de Iraq: lleven a sus familias y comunidades mi saludo y mi cercanía''.
''El Espíritu Santo -resumió el Pontífice- descendió sobre Jesús en el Jordán y dio inicio a su obra de redención para librar al mundo del pecado y de la muerte. A Él le pedimos que prepare nuestros corazones al encuentro con los hermanos más allá de las diferencias de ideas, lengua, cultura, religión; que unja todo nuestro ser con el aceite de la misericordia que cura las heridas de los errores, de las incomprensiones, de las controversias; la gracia de enviarnos, con humildad y mansedumbre, a los caminos, arriesgados pero fecundos, de la búsqueda de la paz''.
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