VATICANO, 25 May. 18 (ACI Prensa).-
El Papa Francisco, durante la homilía en la Misa en Santa Marta, aseguró que no existen cristianos “tranquilos” puesto que todos están llamados a “combatir” contra el pecado y el demonio.
“La lucha a la que nos ha llevado Jesús contra el diablo, contra el mal, no es algo antiguo, sino muy moderno, es algo de hoy, de todos los días”, destacó.
El Papa dijo que “Jesús nos llama a cambiar de vida, a cambiar de camino, nos llama a la conversión” y esto lleva a “una lucha que no te da tranquilidad, pero te da paz”.
“Cambiar el modo de pensar, cambiar el modo de sentir. Tu corazón que era mundano, pagano, se convierte ahora en cristiano con la fuerza de Cristo: cambiar, esta es la conversión. Y cambiar en el modo de actuar: tus obras deben cambiar”.
Se trata de una “conversión que tiene que ver con todo, cuerpo y alma, todo”, subrayó.
“Es un cambio, pero no es un cambio que se haga con maquillaje: es un cambio que hace el Espíritu Santo, dentro. Y yo debo hacer mi parte para que el Espírito Santo pueda actuar y esto significa luchar”.
A este respecto señaló que “no existen cristianos tranquilos, que no luchan”. “Esos no son cristianos, sino tibios”.
Francisco dijo entonces que la tranquilidad de dormir bien “se puede encontrar también con una pastilla”, pero “no existen pastillas para la paz”. “Solo el Espíritu Santo” puede dar “esa paz del corazón que da la fortaleza a los cristianos”.
“Y nosotros –continuó– debemos ayudar al Espíritu Santo” haciendo “espacio en nuestro corazón”. “Y nos ayuda “luchar contra las enfermedades del Espíritu, las que siembra el enemigo y que son enfermedades de mundanidad”.
El Papa invitó a los fieles a preguntarse: “¿cómo he pasado de la mundanidad, del pecado, a la gracia?, ¿he dado espacio al Espíritu Santo para que Él pueda actuar?”.
“Las dificultades en nuestra vida no se resuelven aguando la verdad. La verdad es ésta, ¿Jesús ha llevado fuego o lucha?, ¿qué hago yo?”.
Para la conversión se necesita “un corazón generoso y fiel: generosidad que viene siempre del amor, y fidelidad a la Palabra de Dios”, concluyó.
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