El mensaje - dirigido a Monseñor. George Pontier, arzobispo de Marsella y presidente del episcopado francés - subraya la tradición misionera de la Iglesia de Francia. “¡Que esa preocupación por la persona humana -dice el Papa- sea al mismo tiempo, un fuerte testimonio de la misericordia de Dios para con todo el mundo!” Esto requiere que las comunidades diocesanas permanezcan en un estado permanente de conversión a Cristo, a fin de cumplir la misión de evangelización de manera creíble. Por último, Francisco se complace por la apertura de la Asamblea plenaria a los obispos de otros países. “Un signo, escribe, del apego al ejercicio colegial del ministerio episcopal, en comunión con el Obispo de Roma”.
ER RV
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