Pedro y Pablo mensajeros aún hoy de la misericordia y paz de Jesús, dijo el Papa y encomendó al mundo a María, antes del rezo del Ángelus

(RV).- Introduciendo el rezo a la Madre de Dios, en la solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, patronos de Roma y venerados por la Iglesia universal, «columnas» y «luces» de la Iglesia de Oriente y Occidente, el Papa Francisco dijo que «Pedro y Pablo vuelven hoy idealmente entre nosotros, vuelven a recorrer las calles de esta Ciudad, llaman a la puerta de nuestras casas, pero sobre todo de nuestros corazones».

Y, señalando que «quieren volver a traer a Jesús, su amor misericordioso, su consolación, su paz»,  exhortó a acoger su mensaje y a atesorar su testimonio. «La fe escueta y firme de Pedro, el corazón grande y universal de Pablo nos ayudarán a ser cristianos alegres, fieles al Evangelio y abiertos al encuentro con todos».

Recordó que en la Santa Misa bendijo el Palio destinado a los nuevos Arzobispos Metropolitanos de diversos países.  Los saludó, junto con sus familiares y peregrinos que los acompañaron y los alentó a «proseguir con alegría su misión al servicio del Evangelio,  en comunión con toda la Iglesia y en especial con la Sede de Pedro, como expresa precisamente el signo del Palio».

Entre los 25 prelados, de esta solemnidad del 2016, dos son de Ecuador: Mons. Luis Gerardo Cabrera Herrera, Arzobispo de Guayaquil y Mons. Marcos Aurelio Pérez Caicedo, Arzobispo de Cuenca. Dos de España: Mons. Fidel Herráez Vegas, Arzobispo de Burgos, y Mons. Juan José Omella Omella, Arzobispo de Barcelona. Dos de México: Mons. Ruy Rendón Leal, Arzobispo de Hermosillo, y Mons. Francisco Moreno Barrón, Arzobispo de Tijuana. Y uno de Cuba, Mons. Juan de la Caridad García Rodríguez, Arzobispo de San Cristóbal de La Habana.

Y destacando su alegría también por la presencia de los Miembros de la Delegación llegada a Roma en nombre del Patriarca Ecuménico, «el queridísimo hermano Bartolomé», subrayó los fraternos lazos que existen entre nuestras Iglesias, invitando a rezar para que se refuercen cada vez más los vínculos de comunión y el testimonio común.

«A la Virgen María, Salus Populi Romani, – dijo el Papa Francisco – encomendamos hoy al mundo entero, y, en particular esta ciudad de Roma, para que pueda encontrar siempre en los valores espirituales y morales que la enriquecen el fundamento de su vida social y de su misión en Italia, en Europa y en el mundo».

(CdM – RV)


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