(RV).- Esta frase de la Madre Teresa aparece en el cartel que da la bienvenida a los que en estos días visitan el centro asistencial de la Orden de los Ministros de los Enfermos, los Camilos, Redemptor Hominis para discapacitados. Fuimos hasta ahí dejando Tiflis. Esta casa de cura se encuentra en las afueras de la ciudad. Geográficamente en la periferia. Llegar no fue fácil. La distancia, el tráfico. Lo que vimos en el camino nos mostró que también es una periferia existencial. Miseria, gris anonimato, olvido. Los camilianos que llegaron hasta aquí luego de la caída del comunismo sabían a dónde venían.
Vinieron buscando a los más débiles entre los débiles. Los discapacitados. Marginados durante décadas. Apartados. Escondidos. Despreciados. Empezaron con el ambulatorio de Temka. Luego, a inicios del año 2000, construyeron un centro de día y de rehabilitación. El grupo de Radio Vaticano llegó algunos días antes de la visita del Papa. Notamos discretos preparativos para recibir a Francisco. El jardín era podado, algunas paredes que pintar. Nada extraordinario. La cotidianidad con sus múltiples actividades no se dejaba importunar. Entramos. Un agradable olor nos envolvió: era la hora de almuerzo y los voluntarios estaban atendiendo a un grupo de minusválidos. Les daban de comer. Al vernos se les explicó en georgiano quienes éramos, de donde veníamos, por qué.
Interrumpiendo sus labores en el jardín, un amable sacerdote polaco, el p. Zygmunt, nos llevó a conocer esta casa de misericordia, y nos contó de sus problemas y esperanzas. Empezaron con muy poco y ahora -gracias también a tantos benefactores- administran esta realidad dando a tantas personas la oportunidad de rehabilitarse con musicoterapia o logopedia, y de aprender algún oficio como cerámica o carpintería, teniendo un lugar donde estar y compartir. Ahora la Redemptor Hominis es uno de los mejores centros asistenciales de Georgia. Modelo a seguir. Aquí también está el corazón de la Iglesia y el Papa ha venido a dar coraje a estos camilos y a los voluntarios y a abrazar y traer amor a estos hijos predilectos, que no solo hoy están en la primera fila.
Desde Tiflis con el Papa, Raúl Cabrera, Radio Vaticano
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