(RV).- "Corresponde sobre todo a los científicos, libres de intereses políticos, económicos o ideológicos, construir un modelo cultural para afrontar la crisis de los cambios climáticos y de sus consecuencias sociales, para que las enormes potencialidades productivas no sean reservadas sólo a poco"s: así habló el Papa Francisco a los participantes en la Sesión Plenaria de la Pontificia Academia de las Ciencias, reunida del 25 al 29 noviembre 2016 en la Casina Pio IV en el Vaticano.
Ante 60 científicos en la Sala del Consistorio Francisco hizo hincapié en que la comunidad científica “que ha podido demostrar la crisis de nuestro planeta hoy, está llamada a constituir un liderazgo que indique soluciones en general y en particular sobre temas que son tratados en esta plenaria: el agua, las energías renovables y la seguridad alimenticia. “Es indispensable, aseguró el Papa, crear con vuestra colaboración un sistema normativo que incluya límites inviolables y asegure la protección de los ecosistemas” antes que se produzcan “daños irreversibles no sólo al ambiente, sino también a a la convivencia, a la justicia y a la libertad”.
El Obispo de Roma denunció en este marco “la débil reacción de la política internacional, con respecto a la concreta voluntad de buscar el bien común y los bienes universales, y la facilidad con la cual son desatendidos los fundados consejos de la ciencia sobre la situación del planeta”.
En las palabras del Pontífice la "misión evidente" de la ciencia al servicio de un nuevo equilibrio ecológico global y la renovada alianza entre la comunidad científica y la comunidad cristiana con la finalidad común de proteger la casa común, "amenazada por el colapso ecológico y el consecuente aumento de la pobreza y de la exclusión social".
El Papa destacó además cómo la sumisión de la política a la tecnología y a la finanza que buscan la ganancia se demuestra por la distracción y el retraso en la aplicación de acuerdos mundiales sobre el ambiente y continuas guerras de predominio que enmascaradas por nobles reivindicaciones causan daños cada vez más graves al ambiente y a la riqueza moral de todos los pueblos.
Finalmente, la invitación del Santo Padre a “no perder la esperanza” no obstante esta situación, y a “aprovechar el tiempo que el Señor nos da”.
(MCM-RV)
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