Francisco en el Ángelus en Suecia: “Sean la sal y la luz de la vida”

(RV).- A la hora de la oración del Ángelus del día de Todos los Santos, el Papa Francisco recordó a los fieles presentes en el estadio Swedback de Malmö -donde también celebró la misa- que los católicos formamos parte de una gran familia y les alentó a ser “sal y luz” en las diferentes situaciones de la vida, siguiendo siempre “el estilo de Jesús, y con gran respeto y solidaridad con los hermanos y hermanas de las otras iglesias y comunidades cristianas y con todas las personas de buena voluntad”.

El Obispo de Roma agradeció a todos los que han participado en la preparación y el desarrollo de su visita a Suecia, país donde los cristianos católicos son una pequeña minoría, y les recordó que “en nuestra vida no estamos solos, tenemos siempre el auxilio y la compañía de la Virgen María, que se nos presenta hoy como la primera entre los Santos, la primera discípula del Señor”.

 

Palabras del Papa a la hora del Ángelus

Al terminar esta celebración, deseo agradecer a Mons. Anders Arborelius, Obispo de Estocolmo, sus amables palabras, así como el esfuerzo de las Autoridades y todos los que han participado en la preparación y desarrollo de esta visita.

Saludo cordialmente al Presidente y al Secretario General de la Federación Luterana Mundial, y al Arzobispo de la Iglesia de Suecia. Saludo a los miembros de las delegaciones ecuménicas y del Cuerpo Diplomático presentes para esta ocasión; y a todos los que han deseado unirse a nosotros en esta celebración Eucarística.

Doy gracias a Dios por haberme dado la oportunidad de venir a esta tierra y encontrarme con ustedes, muchos de los cuales provienen de diversas partes del mundo. Como católicos formamos parte de una gran familia, sostenida por una misma comunión. Los animo a vivir su fe en la oración, en los Sacramentos y en el servicio generoso ante quien tiene necesidad y sufre. Los aliento a ser sal y luz en medio de las circunstancias que les toca vivir, con su modo de ser y actuar, al estilo de Jesús, y con gran respeto y solidaridad con los hermanos y hermanas de las otras iglesias y comunidades cristianas y con todas las personas de buena voluntad.

En nuestra vida no estamos solos, tenemos siempre el auxilio y la compañía de la Virgen María, que se nos presenta hoy como la primera entre los Santos, la primera discípula del Señor. Nos abandonamos a su protección y le presentamos nuestras penas y alegrías, nuestros temores y anhelos. Todo lo ponemos bajo su amparo, con la seguridad de que nos mira y nos cuida con amor de madre.

Queridos hermanos, les pido que no olviden rezar por mí. Yo los tengo también muy presentes en mi oración.

Y ahora saludemos juntos a la Virgen con la oración del Ángelus.

(MZ-RV)


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