REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz
La antigua y gran Profesía se ha cumplido finalmente y resuena hoy, en todo el mundo, desde hace 2000 años: “El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz; sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz”, dice el libro de Isaías en el capítulo 9, versículos del 1 al 6.
“Tú has multiplicado la alegría, has acrecentado el gozo; ellos se regocijan en tu presencia – continúa la Profesía-; como se goza en la cosecha, como cuando reina la alegría por el reparto del botín. Porque el yugo que pesaba sobre él, la barra sobre su espalda y el palo de su carcelero, todo eso lo has destrozado como en el día de Madián. Porque todas las botas usadas en la refriega y las túnicas manchadas de sangre, serán presa de las llamas, pasto del fuego.
Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado. La soberanía reposa sobre sus hombros y se le da por nombre: "Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz". Su soberanía será grande, y habrá una paz sin fin para el trono de David y para su reino; él lo establecerá y lo sostendrá por el derecho y la justicia, desde ahora y para siempre. El celo del Señor de los ejércitos hará todo esto”.
Publicar un comentario