Con María, contemplemos al Niño Jesús que se ofrece a toda la humanidad y nos revela el rostro tierno y misericordioso del Padre
(RV).- En su audiencia general del miércoles de la octava de Navidad, última del 2016, el Papa Francisco, con sus mejores deseos para el Año Nuevo, alentó a los peregrinos de tantas partes del mundo a unirse a él, en acción de gracias a Dios, invocando el amparo de María para perseverar en la esperanza, en la fe y en la caridad:
«Con ustedes doy gracias al Señor por todo lo que nos ha donado a lo largo del año que está por terminar. Les deseo un santo y feliz Año Nuevo; que, con la ayuda de la Virgen María, el Señor nos custodie en la esperanza de la realización de sus promesas, firmes en la fe y siempre atentos a las necesidades de nuestros hermanos.
A cada uno de ustedes y a sus familias, les deseo que custodien la alegría de la Navidad, encontrando en la oración al Salvador, que desea hacerse cercano a todos.
Ésta es nuestra esperanza navideña: ha nacido para nosotros Jesucristo, el Salvador, el Dios con nosotros, por ello no tenemos miedo del porvenir. Vayamos hacia el futuro, en comunión con Cristo. Les deseo un feliz Tiempo de Navidad y feliz Año Nuevo»
El Santo Padre reiteró una vez más que «la Natividad de Jesús es la fiesta de la confianza y de la esperanza, porque Dios está con nosotros y aún confía en nosotros», por lo que exhortó a llevar a todos la bella noticia de que Dios nos ama inmensamente a cada uno de nosotros y irradiar en nuestro alrededor la alegría y la paz de su amor.
E invitó a contemplar en este Tiempo de Navidad «el maravilloso misterio de Jesús niño y adolescente, que, como narra el evangelista Lucas, ‘iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia, delante de Dios y de los hombres’ (2,52)».
Al coincidir la audiencia general con la fecha del 28 de diciembre, fiesta litúrgica de los Santos Inocentes, mártires, el Papa los recordó en su saludo a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados, de los que dijo que son unos ‘valientes’:
«Un saludo especial a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados – yo los llamo los valientes, porque hay que ser valiente para casarse y para hacerlo para toda la vida: ¡qué bien! –
Que los Santos Inocentes mártires, que hoy recordamos ayuden a todos a estar firmes en la fe, mirando al Niño divino, que en el misterio de la Navidad se ofrece a toda la humanidad. Queridos jóvenes, ustedes también sepan crecer como Él: obedientes a sus padres y listos para comprender y seguir la voluntad del Padre que está en los cielos. Queridos enfermos, les deseo que perciban, en el resplandor de la luz de Belén, el sentido de su sufrimiento. Y los exhorto a ustedes, queridos valientes a mantener con constancia, en la construcción de su familia, el amor y la dedicación, más allá de todo sacrificio. Y a no acabar nunca el día sin hacer las paces».
«La belleza siempre nos acerca a Dios», recordó asimismo el Papa Francisco, saludando a un grupo de circenses del Golden Circus de Liana Orfei, que, como es tradicional por estas fechas, animaron la audiencia general con su simpatía y arte.
(CdM – RV)
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