La Santa Misa en honor a la Patrona de los uruguayos fue presidida por el Arzobispo de Montevideo, Mons. Nicolás Cotugno y en su homilía, se refirió a la clausura del Año de la Fe, que fuera convocado por Benedicto XVI, e hizo hincapié en la fe de María como modelo de fe a imitar. Mons. Cotugno, citando al Papa Francisco, destacó “la fe de María da carne humana a Jesús”. “María ha concebido a Jesús antes en la fe y después en la carne”. Lo que le ocurrió a la Virgen de manera única “nos sucede a nosotros cuando acogemos la Palabra de Dios con un corazón bueno y sincero y la ponemos en práctica”. “Es como si Dios quisiera hacerse carne en nosotros”, dijo el Arzobispo de Montevideo, citando al Santo Padre.
“Creer en Jesús es ofrecerle nuestra carne para que, con la humildad y el valor de María, El pueda seguir habitando en medio de los hombres. Significa ofrecerle nuestras manos para acariciar a los pequeños y pobres; ofrecerle nuestros pies para salir al encuentro de los hermanos; ofrecerle nuestros brazos para sostener a quien es débil para trabajar en la Viña del Señor; ofrecerle nuestra mente para pensar y hacer proyectos a la luz del Evangelio y, sobre todo, significa ofrecerle nuestro corazón para armar y tomar decisiones según la voluntad de Dios”, reiteró Mons. Cotugno, que luego puso de relieve que tal como fue el itinerario de la fe de María, el camino de la fe pasa por la cruz pero, tal como lo ha destacado el Papa Francisco, “siempre la fe nos lleva a la alegría”.
Asimismo, el Arzobispo de Montevideo destacó de la fe de María es cómo la vivió en la sencillez y las mil preocupaciones de una madre. Y no hay que pensar en cosas extraordinarias.
“El Año de la Fe termina pero nuestra peregrinación en la fe continúa con la realidad tan profunda y hermosa, cierta y entusiasmante (…) de que, porque Jesús ascendió al cielo, viene constantemente a nosotros: está CON nosotros; En nosotros; y se queda Con nosotros caminando”, afirmó Mons. Cotugno, señalando que “como discípulos misioneros necesitamos urgentemente ser, todos juntos, signo e instrumentos de la íntima unión con Dios y de unidad del género humano”.
Al concluir su homilía, alentó a los peregrinos ser “promotores de justicia y misericordia, de paz y perdón, de solidaridad y alegría y de esperanza y amor”.
Debido al mal tiempo, los eventos que estaban previstos para el Prado de la ciudad de Florida debieron trasladarse al Salón Diocesano. La procesión planificada para horas de la tarde, finalmente fue suspendida. Se decidió realizar a esa misma hora la oración del Santo Rosario y la súplica a la Virgen de los Treinta y Tres, en la Catedral de Florida.
(CdM – RV)
Publicar un comentario