Obispos de Colombia: solidaridad con familias deportadas por Venezuela
El Gobierno de Nicolás Maduro definió la zona como un centro de mala vida y deportó brutalmente a los colombianos que allí vivían
Roma, 27 de agosto de 2015 (ZENIT.org) Sergio Mora | 5 hits
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ordenó el jueves pasado el cierre de la frontera entre su país y Colombia para luego imponer el estado de excepción en seis municipios de la zona limítrofe, haciendo que miles de familias colombianas fueran expulsadas del país.
El coronel Jaime Barrera Hoyos, comandante de la Policía Metropolitana de Cúcuta, estimó en "400 familias; más de 1.600 personas" el número de aquellas que a lo largo de un día han estado cruzando el río fronterizo, informó la BBC, que precisó: "El gran número de gente que está llegando a Cúcuta ha hecho que colapsen parte de los cinco albergues destinados para atenderlos y darles cobijo".
Tras el paso de los agentes venezolanos, los ranchos de la zona La Invasión, donde vivían muchos colombianos indocumentados son marcados con la letra "D", de demolición, o una "R", de revisión.
Según el Gobierno de Nicolás Maduro, la zona era un centro de acopio y logística de mafias y paramilitares. Las imágenes del éxodo permiten ver a personas que regresan a Colombia cargando lo que pueden, como colchones y otros enseres.
Los gobiernos de Colombia y Venezuela acordaron este miércoles acciones conjuntas contra el contrabando y otros delitos en la frontera común, pero no llegaron a un acuerdo para reabrir el principal paso entre los dos países, cerrado hace una semana por orden del presidente Maduro.
Los obispos de Colombia manifestaron su solidaridad con las familias brutalmente desplazadas, con un comunicado que reproducimos a continuación, así como con ayuda humanitaria.
Texto del comunicado:
La Conferencia Episcopal de Colombia manifiesta su solidaridad con las numerosas familias colombianas que en los últimos días han retornado al país a causa de las recientes medidas tomadas por el gobierno venezolano.
La Iglesia Católica en Colombia comparte el dolor y sufrimiento de las familias que han sido divididas, despojadas de sus bienes, heridas en su dignidad, muchas de las cuales han sido objeto de tratos inhumanos.
Valoramos la atención y acompañamiento que con gran esfuerzo y generosidad adelanta la Diócesis de Cúcuta en cabeza de su pastor, Monseñor Víctor Manuel Ochoa Cadavid, así como de algunos organismos gubernamentales y civiles, que se han unido para mitigar el sufrimiento de los retornados y atender las necesidades básicas.
Invitamos al pueblo colombiano a ejercer la solidaridad con todos los esfuerzos encaminados a brindar a estas familias la ayuda necesaria, para hacer frente a su difícil situación. Exhortamos a las autoridades de Colombia y Venezuela a encontrar caminos para solucionar esta crisis mediante el diálogo y la concertación. A la comunidad internacional, la invitamos a asumir un compromiso de más cercanía con las personas afectadas por esta adversa realidad humanitaria.
Hacemos un llamado a todos los creyentes, hombres y mujeres de buena voluntad, para que se unan en la oración, practiquen la caridad con quienes necesitan hoy de nuestra ayuda y eleven sus plegarias a Dios por el pronto restablecimiento de las relaciones de fraternidad entre los pueblos hermanos de Colombia y Venezuela.
Luis Augusto Castro Quiroga Arzobispo de Tunja
Presidente de la Conferencia Episcopal
Bogotá, D.C., 26 de agosto de 2015
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