El signo concreto de haber encontrado a Jesús es la alegría de comunicarlo a los demás

(RV).- La misericordia que recibimos del Padre no es un consuelo privado, sino que nos hace instrumentos para que también otros puedan recibir el mismo don, dijo el Papa Francisco en la primera Audiencia jubilar del Año de la misericordia.

"La Iglesia vive una vida auténtica, cuando profesa y proclama la misericordia y cuando acerca a los hombres a las fuentes de la misericordia". Recordando las palabras de san Juan Pablo II en la encíclica Dives in misericordia, el Papa Francisco indicó la relación entre misericordia y misión:

"Queridos hermanos y hermanas, estamos entrando día tras día en lo principal del Año Santo de la Misericordia. Quisiera indicarles hoy la estrecha relación que existe entre la misericordia y la misión. Los cristianos tenemos la responsabilidad de ser misioneros del Evangelio. La alegría que suscita el encuentro con Jesús nos anima a anunciarlo".

Una alegría que se transmite. Es así que "cuando recibimos una bella noticia o vivimos una experiencia bella, es natural", dijo el Papa hablando en italiano, sentir "la exigencia de compartirla con los demás", porque "no podemos contener la alegría que nos fue donada y queremos extenderla":

"Por eso, el signo concreto de haberle encontrado realmente es la alegría que experimentamos al transmitirlo a los demás. Se puede decir que en el día de nuestro Bautismo se nos da un nombre nuevo, además del que ponen los padres: el de “Cristóforo”, que significa, “portador de Cristo”. El cristiano es portador de Cristo". .

Encontrar a Jesús equivale a encontrarse con su amor. El amor de Jesús "transforma y nos vuelve capaces de transmitir a otros la fuerza que nos dona", dijo el pontífice. Indicó así que la misericordia que recibimos del Padre no es un consuelo privado, sino que nos hace instrumentos para que también otros puedan recibir el mismo don: 

"Vivir la misericordia nos hace misioneros de la misericordia, y ser misioneros nos permite crecer en la misericordia de Dios.Tomemos en serio nuestro ser cristianos y el compromiso de vivir como creyentes, porque solamente así el Evangelio puede tocar el corazón de los demás y abrirlo para recibir la gracia del amor. Hermanos y hermanas, los animo a ser portadores de Cristo y ser verdaderos misioneros de la misericordia de Dios en medio de las circunstancias que les toca vivir. Muchas gracias".

(GM – RV)


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