El cardenal Amato habla de la misericordia en la vida de los santos

En vísperas de la fiesta de la Divina misericordia, instituida por
Juan Pablo II en el año 2000 y celebrada el segundo domingo de Pascua, es muy
actual el recuerdo de los santos que la han vivido en su cotidianidad.
Comenzando por sor Faustina Kowalska, que recibió de Cristo los secretos de la
devoción a la misericordia divina, hasta la madre Teresa de Calcuta, que la
hizo tangible con sus gestos de caridad. Habla de ello el cardenal Angelo
Amato, prefecto de la Congregación para las causas de los santos, en esta
entrevista a nuestro periódico.

La misericordia, ¿es sólo una actitud filantrópica o es una
dimensión constitutiva de la santidad?

En la cultura cristiana la palabra misericordia tiene muchos
significados y puede indicar caridad, bondad, perdón. E incluye también
múltiples gestos, que la tradición ha concretado en catorce comportamientos
prácticos, las así llamadas obras de misericordia corporales y espirituales.
Son expresiones que desde el inicio han caracterizado a los seguidores de
Jesús, no pocas veces en contraste con una cierta cultura de la época, que
consideraba la compasión, la misericordia y la piedad como una debilidad
humana. Los estoicos, por ejemplo, la consideraban una enfermedad del alma, que
turbaría la paz del sabio. Sin embargo, hay que añadir que esto no impedía a
Cicerón considerar la misericordia como un signo de sabiduría «propio del
hombre bueno» y condenar como absurda la concepción estoica. La misericordia
cristiana no es sólo expresión filantrópica, sino que tiene profundas raíces
teológicas. Misericordioso es la calificación del nombre mismo de Dios, tal
como fue revelado a Moisés: «El Señor, Dios misericordioso y clemente, tardo a
la cólera y rico en amor y fidelidad». Este rasgo precioso de la bondad divina
se afirma plenamente en la revelación neotestamentaria de Dios como amor. El
Magníficat de María es el canto de la misericordia divina, que de generación en
generación se extiende sobre aquellos que le temen.

¿Cómo han interpretado los santos la misericordia divina?

Si la misericordia es el amor apasionado de Dios por sus
criaturas, ella expresa también la caridad intensa del santo hacia el prójimo.
Para santo Tomás de Aquino la virtud de la misericordia está en armonía con la
justicia, la cual sin misericordia sería crueldad. En consonancia con el dato
bíblico, santo Tomás afirma que es propio de Dios tener misericordia. Por lo
cual ser misericordiosos es ser auténticos hijos de Dios: «Sed misericordiosos,
comovuestro Padre es misericordioso».
Los santos han perfumado la historia con el bálsamo de la misericordia. En la
fiesta judía de Sucot —o fiesta de las Chozas— está el siguiente rito.
Se atan cuatro plantas: limón, mirto, sauce y palmera. Atadas juntas, la
fragancia del limón y del mirto se transmite también a las dos plantas no
perfumadas. Y así el perfume se cuadruplica. La misericordia, como perfume de
caridad, o sea efusiva y superabundante. De este modo la fragrancia de las
buenas obras de los santos contagia benéficamente la debilidad y la fragilidad
humana.

Nicola Gori


Etiquetas:

Publicar un comentario

[blogger][facebook]

Agencia Catolica

Forma de Contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Con tecnología de Blogger.
Javascript DesactivadoPor favor, active Javascript para ver todos los Widgets